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sábado, 18 de julho de 2009

EL CONTINENTE OLVIDADO


Entrevista a Michael Reid –

A principios de siglo, Michael Reid sentía que no todo lo que venía de América Latina era un desastre, como se decía. La región había pasado por unos años difíciles, pero la forma en que se presentaban los acontecimientos estaba llena de estereotipos. Por eso este periodista británico, editor de la sección Américas de The Economist, decidió explicar la visión que tenía de la región. El resultado, después de tres años de trabajo, ha sido El continente olvidado (Belacqua). La lucha por el alma de América Latina, ahora traducido al castellano y que, según el autor, "trata de hacer justicia a la diversidad y la heterogeneidad de la región”

Pregunta. ¿Por qué cree América Latina es un continente olvidado?

Respuesta. El título estaba pensando para el mercado estadounidense e inglés. La gente suele ver a Asia como la región del futuro, a África como una llamada a la conciencia por su pobreza extrema y sus continuas guerras; ven a partes del mundo islámico como una amenaza. Y se olvidan de América Latina, está al final de una larga lista de prioridades. Y es una región muy amplia y diversa. Quería llamar la atención de que han pasado muchos acontecimientos en las últimas décadas en América Latina que son de interés mundial, sobre todo la experiencia de la democracia, una herramienta eficiente para enfrentar desigualdades muy grandes.

P. El libro está escrito antes del debacle económico actual. ¿Va a traer la crisis consecuencias políticas?

R. Sí, pero no creo que lleven a una mayor radicalización de la izquierda. Lo más probable es que la tendencia pragmática, reformista, de centro-izquierda y de centro, de países como Brasil, Chile e incluso Perú y Colombia se fortalezca. Los Gobiernos como Venezuela, Ecuador o también Argentina, cuyo crecimiento se ha basado en los precios muy altos de las materias primas y en un gasto público muy alto, que no han fomentado la iniciativa privada, van a sufrir más. Estar en el poder en América Latina estos últimos años ha sido muy bueno, porque ha permitido que los presidentes sean muy populares. Lo que ocurre en democracia es que cuando las cosas van mal los votantes suelen cambiar de equipo. Eso favoreció a la izquierda hace unos años y creo que va a empezar a hacerlo ahora al centro derecha, si es que se muestra competitivo y es confiable en el campo social.

P. En el texto sostiene que el principal riesgo para la región podría ser una expansión de la alternativa que propone Chávez.

R. El riesgo está ahí. La marea, la ola chavista ha tocado techo. Si hay estancamiento económico va a haber desencanto social. La tentación de seguir líderes mesiánicos que prometen la salvación está ahí. Pero pienso que los Gobiernos del socialismo del siglo XXI van a tener muchos problemas si la crisis es larga y profunda. Chávez supone el riesgo del caudillo, del presidente electo que gobierna como autócrata, que elimina la autonomía de las instituciones y que hace más difícil que se corrijan los errores y que decisiones equivocadas se puedan revertir y no se queden ahí para siempre.

P. ¿Qué solución tiene el conflicto de Honduras?

R. Cómo Zelaya fue sacado del poder despertó la pesadilla del pasado, de los golpes de los años setenta. No era la forma correcta de solucionar un conflicto de poderes. Por eso el Gobierno de facto de Honduras no recibe ningún reconocimiento internacional. Por otro lado, hay que reconocer que Zelaya no era un santo. Había dado señales de violar la Constitución. En teoría, no debe ser muy difícil negociar una solución al conflicto, que implicaría adelantar las elecciones, la restitución de Zelaya con algún tipo de co-gobierno. Pero detrás de Zelaya está Hugo Chávez y otra gente, que no estoy tan seguro de que quieran una solución negociada. Ellos ven la política como un juego de suma cero, quieren la restitución de Zelaya sin condiciones, algo que me parece difícil.

P. ¿Cómo es posible que el Gobierno golpista haya podido seguir adelante sin ningún reconocimiento?

R. Lo que se ha notado es que la coalición de poderes detrás de ellos es bastante sólida. Solamente puede sobrevivir contra el mundo por un periodo corto. Honduras es un país dependiente de ayudas externas. En la medida en que se han eliminado esas ayudas, el tiempo de vida de ese Gobierno es limitado.

P. ¿Qué papel ha jugado Estados Unidos?

R. Está jugando un papel muy inteligente. Fue tajante a la hora de condenar el golpe, lo que no ocurrió en el que se produjo contra Chávez en 2003. Envió un mensaje claro de que los tiempos en que Estados Unidos apoyaba golpes militares se han acabado. Si en un momento se quedó callado fue cuando Chávez quiso restaurar a Zelaya a fuerza de manifestaciones populares, cuando quedó claro que eso no iba a suceder. Ha apoyado además el intento de mediación de Óscar Arias. Si resulta exitoso, Estados Unidos va a salir bastante bien. Si el conflicto se radicaliza, será malo para Honduras, para la región, pero también para la Administración de Obama.

P. En el libro afirma que la política de George W. Bush hacia América Latina no fue tan mala como se decía. ¿Qué implicaciones tiene la llegada de Obama para la región?

R. Había diferencias importantes entre la política exterior de Bush hacia América Latina en la primera legislatura que en la segunda. La segunda fue mucho más pragmática. Intentó trabajar el multilateralismo con varios Gobiernos de la región e ignorar a Chávez y sus intentos de provocación. El disgusto con Bush fue no tanto por temas de América Latina sino por su actitud de sheriff unilateralista. Lo que Obama aporta es una figura que, en una región multiétnica, es muy atractiva por la forma en que llega al poder. Envía un mensaje atractivo a la región, a los cubanos sobre todo. En Cuba gobierna una minoría blanca sobre una población multiétnica. Ahora, en la práctica, los acontecimientos juegan un papel muy importante en las relaciones internacionales. Y los acontecimientos no siempre son los deseados.

P. ¿Cuáles van a ser las prioridades del Gobierno estadounidense hacia la región?

R. Las prioridades siempre están fijadas por las realidades. La primera va a ser México, porque es un país fronterizo, un socio comercial muy importante y está librando una batalla contra el crimen organizado, que, por su naturaleza, es transnacional. Estados Unidos está involucrado, quiera o no. En cierta forma es responsable de ese problema. En segundo lugar, Cuba es un asunto de polémica doméstica en Estados Unidos, con grupos de intereses pequeños pero bastante influyentes. En tercer lugar, las relaciones con Brasil son cada vez más importantes. Es el único país en la región, además de Estados Unidos, con aspiraciones globales y un peso económico que va a ser cada vez más importante.

El País, España – 17/07/2009.

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