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domingo, 23 de maio de 2010

ALMAS GEMELAS



Almas Gêmeas
________________________________________por Brian Weiss

Há alguém especial para cada um de nós. Costumeiramente nos estão destinados dois, três e até quatro seres. Pertencem a distintas gerações e viajam através dos mares, do tempo e das imensidades celestiais para encontrar-se de novo com nós. Procedem do outro lado, do céu.

Seu aspecto é diferente, porém nosso coração os reconhece, porque os há amado nos desertos de Egito iluminados pela lua e nas antigas terras de Mongólia. Com eles temos cavalgado em remotos exércitos de guerreiros e convivido nas grutas cobertas de areia da Antiguidade. Estamos unidos a eles pelos vínculos da eternidade e nunca nos abandonarão.

É possível que nossa mente diga: «Eu não te conheço». Mas o coração sim lhes conhece. Eles nos tomam da mão por primeira vez e a lembrança desse contacto transcende ao tempo e estremece cada um dos átomos de nosso ser. Miram-nos aos olhos e vemos a uma Alma gêmea através dos séculos. O coração nos da um tombo. Se nos põe a pele de galinha. Nesse momento todo o demais perde importância. Pode que não nos reconheçam a pesar de que finalmente nos temos encontrado outra vez, embora nós sim saibamos quem são. Sentimos o vínculo que nos une. Também intuímos as possibilidades, o futuro.

Em câmbio, o outro não nos vê. Seus temores, seu intelecto e seus problemas formam um velo que cobre os olhos do seu coração e não nos permite que se o retiremos. Sofremos e nos lamentamos em tanto o individuo em questão segue seu caminho. Tal é a fragilidade do destino. A paixão que surge do mutuo reconhecimento supera a intensidade de qualquer erupção vulcânica e se libera uma tremenda energia. Podemos reconhecer a nossa alma gêmea de um modo imediato. Invade-nos de repente um sentimento de familiaridade, sentimos que já conhecemos profundamente a esta pessoa, a um nível que supera os limites da consciência, com uma profundidade que normalmente está reservada para os membros más íntimos da família. O incluso mais profundamente.

Duma forma intuitiva, sabemos que dizer e qual serão sua reação. Sentimos una segurança e uma confiança enormes, que não se adquirem em dias, semanas ou meses. Porém reconhecimento se da quase sempre dum modo lento e sutil. A consciência se ilumina na medida em que o véu se vai correndo. Não todo o mundo está preparado para perceber-lo ao instante. Há que esperar o momento adequado, e a pessoa que se da conta primeiro tem que ser paciente. Graças a uma mirada, um sono, uma lembrança ou um sentimento podemos chegar a reconhecer a uma alma gêmea. Suas mãos nos roçam ou seus lábios nos beijam e nossa alma recobra vida subitamente. O contacto que nos desperta tal vez seja o dum filho, irmão, parente ou amigo íntimo. O pode tratar-se de nosso ser amado que, através dos séculos, chega a nós e nos beija de novo para lembrar-nos que permaneceremos sempre juntos, até a eternidade.


Almas Gemelas
________________________________________por Brian Weiss

Hay alguien especial para cada uno de nosotros. A menudo, nos están destinados dos, tres y hasta cuatro seres. Pertenecen a distintas generaciones y viajan a través de los mares, del tiempo y de las inmensidades celestiales para encontrarse de nuevo con nosotros. Proceden del otro lado, del cielo.

Su aspecto es diferente, pero nuestro corazón los reconoce, porque los ha amado en los desiertos de Egipto iluminados por la luna y en las antiguas llanuras de Mongolia. Con ellos hemos cabalgado en remotos ejércitos de guerreros y convivido en las cuevas cubiertas de arena de la Antigüedad. Estamos unidos a ellos por los vínculos de la eternidad y nunca nos abandonarán.

Es posible que nuestra mente diga: «Yo no te conozco». Pero el corazón sí les conoce. Ellos nos toman de la mano por primera vez y el recuerdo de ese contacto trasciende el tiempo y sacude cada uno de los átomos de nuestro ser. Nos miran a los ojos y vemos a un Alma gemela a través de los siglos. El corazón nos da un vuelco. Se nos pone la piel de gallina. En ese momento todo lo demás pierde importancia. Puede que no nos reconozcan a pesar de que finalmente nos hayamos encontrado otra vez, aunque nosotros sí sepamos quienes son. Sentimos el vínculo que nos une. También intuimos las posibilidades, el futuro.

En cambio, el otro no nos ve. Sus temores, su intelecto y sus problemas forman un velo que cubre los ojos de su corazón y no nos permite que se lo retiremos. Sufrimos y nos lamentamos mientras el individuo en cuestión sigue su camino. Tal es la fragilidad del destino. La pasión que surge del mutuo reconocimiento supera la intensidad de cualquier erupción volcánica y se libera una tremenda energía. Podemos reconocer a nuestra alma gemela de un modo inmediato. Nos invade de repente un sentimiento de familiaridad, sentimos que ya conocemos profundamente a esta persona, a un nivel que rebasa los límites de la conciencia, con una profundidad que normalmente está reservada para los miembros más íntimos de la familia. O incluso más profundamente.

De una forma intuitiva, sabemos qué decir y cuál será su reacción. Sentimos una seguridad y una confianza enormes, que no se adquieren en días, semanas o meses. Pero el reconocimiento se da casi siempre de un modo lento y sutil. La conciencia se ilumina a medida que el velo se va descorriendo. No todo el mundo está preparado para percatarse al instante. Hay que esperar el momento adecuado, y la persona que se da cuenta primero tiene que ser paciente. Gracias a una mirada, un sueño, un recuerdo o un sentimiento podemos llegar a reconocer a un alma gemela. Sus manos nos rozan o sus labios nos besan y nuestra alma recobra vida súbitamente. El contacto que nos despierta tal vez sea el de un hijo, hermano, pariente o amigo íntimo. O puede tratarse de nuestro ser amado que, a través de los siglos, llega a nosotros y nos besa de nuevo para recordarnos que permaneceremos siempre juntos, hasta la eternidad.




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