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segunda-feira, 14 de março de 2011

JAPÓN


Desastre nuclear

14MAR 2011 09:17
por Antonio Ruiz de Elvira

El catedrático de Física Aplicada de la Universidad de Alcalá de Henares vigila de cerca los síntomas del cambio climático que está poniendo en riesgo el futuro de la Humanidad.

La semana pasada la naturaleza nos volvió a avisar: No somos gran cosa en el mundo y éste no fue creado para nosotros. Podemos disfrutar de grandes ventajas, podemos hacernos ricos (todos) pero solo si aceptamos que somos uno más de un mundo enormemente complejo.

Un terremoto, algo totalmente natural en nuestro planeta, ha causado víctimas y destrucción; y riesgo de desastre nuclear.

A finales del siglo XX y ahora en las primeras décadas del XXI hemos querido olvidar la realidad: Que vivimos siempre al borde del desastre, del peligro, y que tenemos que tomar todas las medidas necesarias para disminuir el riesgo de problemas que suceden siempre.

Debemos decirlo bien alto y claro: No se puede evitar el riesgo, no vivimos en un paraíso. De la misma manera que las autovías españolas se diseñan y construyen bajo la hipótesis de que no va a haber accidentes, los gestores sociales nos fuerzan a vivir situaciones de peligro para ir, ellos, saliendo del paso sin asumir responsabilidades.

No debemos utilizar la energía nuclear. No es necesaria para nada.

Se dice que Japón necesita la energía nuclear porque no tiene recursos energéticos propios. Esto es una mentira. Japón tiene sol, viento, olas y mareas. Tiene energía de sobra. Otra cosa es que eligiese, hace años, el camino fácil. La energía nuclear es solo una opción posible entre otras, pero no es la única.

Es una opción barata, siempre que el coste de los accidentes no los asuman las empresas propietarias de las centrales, sino a escote toda la población. Pero, ¿Necesitamos pagar ese escote? ¿Necesitamos ese riesgo?

Es lo mismo que el problema de los bancos aquí, en España. Hemos pagado y vamos a pagar a escote los caprichos de unos (todos los que querían su pisito en la playa, si tener dinero para ello) y las malversaciones y desastrosas gestiones de otros. La idea es que todos tenemos que pagar, no las necesidades, sino los caprichitos de los niños mimados y los robos de los ladrones.

Hemos desarrollado un modelo económico teórico basado en la pereza intelectual: Un modelo en el cual se supone que la energía cae del cielo y es una variable exógena del sistema, algo dado y que no debe ser considerado, mientras que el modelo solo se preocupa de la distribución de su consumo.

Acabamos de ver en Japón que debemos aceptar el riesgo en la vida, que no podemos vivir rechazándolo. Hay tsunamis: Podemos asumirlos y construir diques que los dirijan hacia zonas de frenado. Hemos visto que no sirve de nada la prepotencia del dique de protección: Hay que aceptar que el tsunami lo saltará, y debemos usar otra estrategia.

Las centrales nucleares NO son seguras, se diga lo que se diga, como no lo son los coches y los aviones. Podemos asumir que mucha de la energía que producen es innecesaria y la necesaria se puede conseguir por otros medios, que exigen una mayor ingeniosidad, es cierto, pero eso implica la creación de muchos más puestos de trabajo, puestos que se rechazan en un esquema de vida fácil.

La energía nuclear es algo ya antiguo, obsoleto como el carbón, el gas y el petróleo. La quieren los que defienden la pereza intelectual, los que no quieren innovar. Hoy, en 2011 podemos hacer cosas mucho mejores.

Ante el riesgo se pueden asumir dos posturas: Rechazar su existencia (aquellos que niegan el peligro de las centrales: “Son seguras”, aquellos que rechazan la realidad del cambio climático). Estos dejan a las personas vivir junto a aquellas, juegan con fuego para conseguir un beneficio que se disipa como el humo.

Por desgracia aun hoy leemos y escuchamos que es preciso 'Mantenella y no enmendalla', que hay que seguir jugando con las vidas de los demás. En vez del mensaje de alegría: 'Se puede vivir de otra manera', la cansina letanía que ya conocíamos de las iglesias, que vemos en Libia: 'Hay que seguir el camino trillado, no se puede cambiar: Os lo digo yo, el sabio, el mensajero de los dioses'.

La otra postura es aceptar que el riesgo existe, es real, y tomar las medidas adecuadas. Las medidas no pueden ser nunca los diques que, como hemos visto, han saltado las aguas. Las medidas ante el crimen no pueden ser nunca poner un policía al lado de cada ciudadano.

Las medidas son redirigir el tsunami hacia zonas que se han dejado libres para esos casos, son crear la riqueza necesaria para que el crimen no sea rentable, son diseñar la captura de energía sin el riesgo de desastre: La inteligencia frente a la fuerza bruta, la humildad frente al orgullo, la eficiencia frente a la disipación.

Podemos vivir muy bien, con energía abundante, y con puestos abundantes de trabajo. Para hacerlo, solo necesitamos aceptar que la vida es difícil, que necesitamos el esfuerzo y que estamos sometidos a riesgos constantes. Volver del paraíso y poner de nuevo los pies en nuestra Tierra.

¿Lo hacemos?

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