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terça-feira, 25 de outubro de 2011

CREATIVIDAD



¿QUIERE SER CREATIVO? !VUELVA AL JARDÍN DE INFANTES!

“Todos los niños son artistas. El problema es como permanecer siendo artistas cuando crecemos”.

Cuando Pablo Picasso hizo ese comentario muchos tal vez no hayan comprendido, en la época, el real valor de lo que el maestro quería decir, y sin duda muchos hoy todavía no comprenden o no le dan la importancia debida.
Con las recientes discusiones respecto de la creatividad, todo lo que envuelve esa habilidad, innata al ser humano, y su importancia para el futuro de las empresas y negocios del siglo XXI en el mundo, es saber por qué a lo largo de su vida las personas se tornaron tan eficientes para realizar tareas mecánicas, burocráticas y analíticas y tan mediocres cuando son desafiadas a traer una idea nueva para la empresa. Tan poco innovadoras para intentar hacer de un modo diferente o más rápido algo que hasta entonces imaginaban que fuera inmutable.
Hoy hay en algunos países un amplío debate que repiensa y cuestiona los sistemas educativos que hace 200 años – desde la Revolución Industrial – no se actualizan y mantienen niños y jóvenes orientados apenas para el trabajo profesional y muy poco para las habilidades de pensar, jugar y crear. David Kelly, fundador de una agencia global de innovación – Ideo, dice que somos enseñados en la escuela a pensar apenas de forma analítica, donde todo es un sistema y el pensar lineal es el medio para alcanzar el éxito profesional. No hay nada de malo en ello, entretanto, la negligencia con que escuelas, universidades y padres de un modo general tratan la imaginación, la intuición, la creatividad y el pensamiento creativo nos lleva a la reflexión preocupante de que estamos educando a nuestros hijos para ser todo menos creativos, originales e innovadores. Las consecuencias de esto en un mundo cada vez más competitivo y carente de nuevos negocios, nuevas ideas y soluciones para cuestiones económicas, políticas, ambientales y sociales, tienden a ser devastadoras.
Ken Robinson, consultor educativo del gobierno británico va más allá. “La escuela mata la creatividad”. Él defiende que preservar y estimular la imaginación y la creatividad de niños y jóvenes debería ser tan importante cuanto alfabetizar o enseñar matemática. Y que la escuela de hoy de forma severa estigmatiza el error. No diría que la escuela mata la creatividad, mas la reflexión es válida y un nuevo modelo educativo debe ser discutido. El actual sistema educativo en diversos países del mundo, incluso en Brasil, destaca la linealidad, la evaluación, la punición y además condena al error y al diferente. Niños y jóvenes se tornan cada vez menos brillantes, menos innovadores y menos originales y más inseguros y propensos al trabajo sistemático, ejecutivo y mecánico que les traiga seguridad y los mantenga lo más lejos posible del error. En esa línea el ser humano tiende a escoger la fuga y no intentar lo nuevo, procurando siempre la zona de confort, donde él raramente crea, no observa diferentes visiones y fatalmente lleva su vida entera arrastrándose en un trabajo seguro, práctico, confortable, pero que no le trae significado alguno.
El sociólogo italiano, Domenico De Masi dice: “La sociedad ideal, pos-industrial que nos encontramos hoy, debería ser una mezcla entre la razón y la emoción, la racionalidad y la creatividad. Y no mucho de uno y poco (o nada) de lo otro.” Al respecto afirma también que cada vez más estudiantes optan por profesiones consideradas lucrativas y dejan de lado sus sueños e ideales por el simple miedo de errar y por no sentirse suficientemente creativos para hacer algo nuevo y de lo que gusten. “Es preciso predisponer a los jóvenes a la innovación, ayudarlos a reducir sus resistencias a las mudanzas. La familia y la escuela se encargan de acompañar progresivamente a los niños de la fase del juego alegre a la fase del trabajo triste. La escuela de hoy es una represión de la alegría y de la creatividad que limita y mata el potencial creativo de los niños poco a poco”, argumenta.
Observe un niño jugando. El hace lo que le gusta, se divierte y el resultado es siempre algo inusitado y creativo. Cuando pedimos a un niño hacer algo completamente nuevo y desafiante, en el mismo instante acepta, sin miedo del ridículo, del error o de la crítica. El aprende, erra, intenta nuevamente, acierta y de esa forma está pronto para asimilar una nueva habilidad.
La base de la creatividad es la imaginación que, a su vez, es alimentada por la intuición. Algo que perdemos poco a poco a lo largo de la vida, muchas veces por nuestra propia culpa. Un niño hasta los cinco años de edad aún no está envuelto en formas y repertorios educativos y culturales pre-establecidos y tiene en la intuición e imaginación sus mayores fuerzas para expresar sus deseos, sueños y vocaciones. El crea de forma libre y original. Nosotros, adultos, matamos la originalidad y lo creativo, pues usamos poco la imaginación y la intuición en nuestro día a día – fuimos entrenados para todo en la vida menos para lidiar con nuestras emociones, imaginación e intuición.
¿Repararon que los buenos recuerdos de la escuela vienen de los juegos con amigos, clases de arte, educación física, música? Es así, y no lo es por casualidad. En el jardín de infantes, en aquel momento niños libres y llenos de vida, son estimulados en un ambiente de confianza y creatividad donde diversos proyectos y disciplinas son aplicados y construidos con prácticas innovadoras, lúdicas, donde la escuela se torna no apenas un medio para la búsqueda del conocimiento, sino también un medio para aprender libremente, errar, acertar, relacionarse, divertirse y soñar. El niño auténtico no acepta dejarse formar por el mediocre o por lo obvio y falto de interés. Todo eso trae algo fundamental a ellos: significado. ¿Por qué los adultos hacen justamente lo contrario en el trabajo y además no buscan significado para lo que hacen? ¿Y las empresas continúan extremamente burocráticas cuando dicen que quieren innovar? Con el tiempo buena parte de las escuelas, salvo algunas excepciones, se tornan aburridas, faltas de interés, punen los errores, nivelan por la mediocridad y no desarrollan los talentos individuales de los jóvenes. Alguna relación con algunas empresas no es mera coincidencia. Cuando dejo a mi hija de cinco años en la escuelita todos los días, pienso – “porque las universidades y las empresas no pasan un tiempito observando cómo son de divertidos y sabios algunos momentos en el jardín de infantes. Quiere ser creativo, vuelva al jardín de infantes y recupere el sentido de aprender con experiencias, placer y significado.
Autor: Jean Sigel

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