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sexta-feira, 16 de dezembro de 2011

NEOLOGISMOS


DE CÓMO LOS NEOLOGISMOS ENRIQUECEN LA LENGUA
La licenciada española María del Carmen Méndez analizó su desarrollo en la prensa.Para investigar utilizó diarios de España y Latinoamérica, entre ellos el Río Negro.

El lenguaje está vivo. Y las palabras, esas pequeñas islas de energía que componen su cuerpo crítico, permanecen en constante vibración. Cambian, se retuercen entre los límites de su estructura íntima del mismo modo en que colisionan con otras palabras en la búsqueda a veces frenética de una huida hacia nuevos horizontes expresivos.

Los neologismos son la prueba fehaciente de cómo la lengua crece y reacciona a los cambios culturales.

Sabiendo esto mejor que la gran mayoría de los hablantes de nuestra lengua, María del Carmen Méndez Santos, licenciada en Filología Hispánica y doctora en Lexicología, elaboró el tema de su tesis por la que obtuvo un sobresaliente cum laude: «Los neologismos morfológicos del español en el lenguaje de la prensa», texto que ya se transformó en un libro editado de 620 páginas por la Editorial Académica de Española. Para este profundo trabajo, María del Carmen, quien es profesora en la Universidad de de Vigo, utilizó como materia prima diarios hispanos y latinoamericanos incluyendo entre ellos al Río Negro.

Según ha explicado, su investigación está compuesta de una reflexión teórica acerca de los mecanismos de formación de palabras en español en la prensa de España e Hispanoamérica e incluye un lemario, a modo de diccionario, definido y etiquetado con un repertorio de casi 3.000 palabras nuevas del español.

La profesional conversó con este diario acerca del dinamismo inherente al lenguaje y su desarrollo en el universo periodístico.

–¿Por qué escogiste a los diarios como el espacio o el territorio de tu estudio?

–Seleccioné la prensa por varias razones, entre ellas, la principal es que la lengua escrita refleja el uso de los hablantes cultos y los periodistas son modelo de lengua para mucha gente. Su capacidad de difusión y de influencia, sobre todo en la actualidad donde nos encontramos sumergidos en la sociedad de la información, obliga a que sean estudiados. Además, la urgencia del lenguaje que sufren provoca que los periodistas empleen todos los recursos a su mano, aunque algunos nos gusten menos que otros, y eso conlleva la aparición en numerosas ocasiones de verdaderos tesoros léxicos. Otras opciones hubieran sido el lenguaje literario, pero que adolece de numerosas creaciones puntuales que surgen por el placer de crear palabras; el lenguaje técnico tiene unas reglas muy específicas y muy diferentes de la creación léxica general, etc. Creo que los estudios de todas esas disciplinas nos ofrecerían un panorama completo de la creación en español. Claro está, ese trabajo es ingente y, dentro de mis limitaciones, yo me he centrado y he aportado mi granito de arena al estudio sobre el lenguaje periodístico.

–¿Son entonces los diarios un reflejo del lenguaje y del sentido del lenguaje que utilizan las personas e incluso de aquellos que leen los diarios?

–El movimiento del léxico se lleva a cabo en las dos direcciones: los periodistas toman léxico de todas las fuentes que tienen cercanas (préstamos, tecnicismos, sus propias creaciones, etc.) y las hacen propias y divulgan. No obstante, además de difundir esas creaciones, también toman léxico y formas coloquiales, propias del lenguaje informal, y las generalizan mediante su empleo. Es un flujo recíproco y que se enriquece mutuamente.

–A veces me parece que esta reconstrucción de las palabras obedece a una falta o ausencia o carencia de palabras en el uso cotidiano. Como si en lugar de referir a un enriquecimiento funcionara como una prueba de que el lenguaje está perdiendo materia primera.

–Los neologismos enriquecen la lengua, ya sea mediante préstamos que tienen más prestancia o más glamour —porque las propias están desgastadas o no reflejan la misma precisión de matices—, ya sea porque no tenemos una palabra para designar esa realidad en nuestra lengua y la tomamos prestada o la creamos. Ambas opciones son aceptables y el uso y los hablantes son los que acaban decidiendo inconscientemente cuáles triunfan y cuáles no. Podemos pensar que algunos neologismos simplemente son fruto de una virguería léxica o del placer lingüístico de un periodista, pero, en todo caso, los excesos se criban con el tiempo. ¿Cuántas palabras que estuvieron muy de moda han pasado a mejor vida? Es muy difícil prever qué palabras permanecerán y cuáles se borrarán de nuestro vocabulario.

–Luego de leer seguramente miles de diarios, ¿qué visión tienes del ser periodístico?

–Pues a mí me parece que, dentro de toda la diversidad que podemos encontrar en las páginas de un diario, los periódicos son como microcosmos. Me encanta, y aprecio sinceramente, la capacidad que tienen algunos periodistas para elaborar sus notas con un estilo muy objetivo, técnico, pero a la vez cercano; a aquellos que hacen de sus columnas verdaderas obras de arte léxicas; a aquellos que buscan emplear una retórica y una redacción pulcra y buscan todos los sinónimos a su alcance, etc.

Me parece que el carácter poliédrico de los diarios que bebe de múltiples influencias (políticas, administrativas, de lenguaje técnicos, de préstamos de otras lenguas, de coloquialismos, de rasgos literarios, etc.) refleja las múltiples tendencias que podemos apreciar en el español actual. Por último, me gustaría decir que los periodistas están muy expuestos a la crítica. Con frecuencia se dice que escriben mal, que escriben con poca riqueza, etc., pero es que sufren la constante revisión del público, por eso, creo, que no debemos ser inflexibles, aunque sería ideal que intentasen ser lo más correctos que pudiesen en sus redacciones.

–¿Cómo crees que la web está influyendo en la creación, reinterpretación o el ensamblado de nuevas palabras dentro de nuestra lengua?

–Creo que internet es revolucionario por sí mismo y eso también provoca un reflejo en el lenguaje, ya desde el mismo punto de vista de que creamos o reutilizamos palabras para referirse al mismo proceso: bajar o subir información, descargar, etc. o inventar nuevas palabras: tuitero, tuitear, googlear y demás. Claro, creo que en la red podemos ver todos los fenómenos lingüísticos amplificados, pero el autocontrol, normalmente, rige la comunicación porque si no fuese así, no lograríamos entendernos. Es difícil hacer predicciones, pero está claro que la realidad virtual ya se ha incorporado en nuestras vidas hasta puntos insospechados, tanto como que estemos haciendo esta entrevista vía virtual :) y que cuando necesito añadir expresividad a mi discurso añada un emoticono. La lengua en internet busca su camino y cumplir su función, siempre ha sido así y siempre lo será: la adaptación al medio garantiza el éxito. El español debe ser capaz de ser útil para la comunicación en todos los niveles, eso será una garantía de buena salud.

Publicado 16/12/2011
Redacción
www.rionegro.com.ar
martes, 6 de diciembre del 2011

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un medio de transporte medicalizado, y no hospitalizado

La palabra adecuada para referirse a un medio de transporte preparado para ofrecer servicios médicos es medicalizado y no hospitalizado.

En las noticias referentes a la lesión y posterior traslado del jugador del F.C. Barcelona David Villa, se han empleado en algunos medios frases como «El delantero viaja hoy a Barcelona en un avión hospitalizado» o «El Guaje subirá a bordo de un avión hospitalizado que le llevará directamente a Barcelona».

Hospitalizar significa ‘internar a un enfermo en un hospital o clínica’. Para referirse al medio de transporte dotado de los instrumentos necesarios para poder ofrecer un servicio médico, el término que indican los principales diccionarios de uso es medicalizado.

Así, en los ejemplos anteriores lo más adecuado hubiera sido «El delantero viaja hoy a Barcelona en un avión medicalizado» o «El Guaje subirá a bordo de un avión medicalizado que le llevará directamente a Barcelona».



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la Moncloa y la Zarzuela se escriben con artículo

Los nombres de la sede de la Presidencia del Gobierno español y de la residencia de los reyes de España van precedidos por el artículo la y, por tanto, no es apropiado suprimirlo cuando se utiliza la forma abreviada la Moncloa (por Palacio de la Moncloa) o la Zarzuela (por Palacio de la Zarzuela).

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