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terça-feira, 11 de dezembro de 2012

CAMBIO CLIMÁTICO




CAMBIO CLIMÁTICO 2012-12-05
La panda de Doha
Jorge Alcalde

Fuente: Libertad Digital - España

Esta semana, delegados de 195 países de todo el mundo se reúnen en Doha para cerrar la última fase de negociaciones de la XVIII Cumbre sobre el Cambio Climático. Son más de 15.000 almas discutiendo y, sobre todo, viajando, comiendo y bebiendo a costa del erario público en uno de los países que mejor ejemplifican el hipertrofiado gusto por el lujo y el exceso: Qatar.
Sus coches, sus aviones y sus delegaciones habrán contribuido al aumento de las emisiones de CO2 en la ciudad del planeta que másgases de efecto invernadero emite por habitante. Sus dietas servirán para enriquecer un poco a los propietarios de las infraestructuras turísticas de un país donde el agua es más cara que el gasoil. Así que la legión de 15.000 defensores del medioambiente elige una de las capitales del culto al combustible fósil como sede de su próximo fracaso.
Porque esta cumbre, como las 17 anteriores, ya era un fracaso antes de comenzar. Y no lo digo yo, que ya saben ustedes escribo a sueldo de todas las petroleras que en el mundo son, han sido y serán; lo han denunciado las organizaciones ecologistas más conocidas:
Las reuniones nacen fracasadas por la negativa de los países más contaminantes a cumplir sus compromisos.
La realidad está siendo tozuda. Aunque no siempre llegue a oídos de los delegados de la ONU para la cosa del clima. Este año las emisiones globales de dióxido de carbono se van a incrementar en un 2,6 por 100. Llegaremos a un récord mundial de 35,6 millones de toneladas, un 58 por 100 más de lo que se emitía en 1990. Ese es el resultado real de la cascada de cumbres carísimas e inútiles, desde Río hasta Doha.
Las regiones que más contribuyen a este aumento de las emisiones son, por esto orden, China, Estados Unidos y la Unión Europea. Sí, sí, la verde, ecologista e hiperconcienciada vieja Europa parece que hace caso omiso, como no podía ser de otro modo, de los papeles que firma compulsivamente cumbre tras cumbre.
Lo del calentamiento global había sido hábilmente eliminado de la primera línea de la agenda política en los últimos meses. Ya dijimosen este mismo diario que por primera vez en décadas el clima no había sido mencionado en ninguno de los debates de la reciente carrera presidencial norteamericana. Una vez asegurada la Casa Blanca, Obama sí se atrevió a rescatar su argumentario medioambiental. "Tendremos que hacer grandes sacrificios para combatir el cambio climático", dijo. Es evidente que durante la campaña le pareció inadecuado utilizar la palabra sacrificio para estos menesteres.
No lo necesitó, realmente. En su nombre, algunos voceros, como el alcalde de Nueva York, corrieron a aprovechar que la tormenta Sandypasaba por la Costa Este para acusar al calentamiento global de tamaña catástrofe. Da igual que Sandy, una vez ajustados los datos con la inflación y el crecimiento de las comunidades costeras, ocupe el puesto 17 en cuanto a daños causados por un huracán en el siglo XX. Da igual que el número de huracanes en Estados Unidos haya bajado levemente desde 1900. Da igual que Estados Unidos no haya sufrido un huracán de categoría 3 o superior desde Wilma, en 2005, lo que supone el periodo de ausencia más largo de los últimos cien años. Todos esos datos son perfectamente prescindibles cuando se pretender reintroducir en el debate un discurso climático que ha sido deliberadamente hurtado en la campaña.
Ahora el clima recobra protagonismo y nos permite volver a enviar 15.000 funcionarios a Doha a que se pongan de acuerdo para firmar otro papel mojado y, de paso, prorroguen la decisión final hasta 2015, garantizándose así, al menos, un par de fiestas más.
Qué curiosa paradoja, que Doha sea también la capital de otro fracaso del que ya nadie habla: la incapacidad de las naciones el mundo para llegar a un acuerdo sobre el libre comercio. Allí fueron también los delegados estadounidenses, chinos y europeos, que se mostraron inútiles para eliminar los obstáculos al libre mercado en forma de aranceles y subsidios, sobre todo agrícolas. En Doha 2001 fracasó el intentó de modificar un sistema de protección basado en el premio subsidiado a los agricultores ineficientes de un país y el castigo a los emprendedores competitivos del país contrario. Según cálculos de muchos analistas, la eliminación de las barreras comerciales agrarias, tal como se proponía en Doha 2001, podría hacer por el desarrollo económico de los países menos favorecidos miles de veces más que cualquier acuerdo sobre el clima que se firme en Doha 2012.
En cualquier caso, dará igual. Porque ni uno ni otro acuerdo se cumplirá jamás.

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