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sexta-feira, 31 de agosto de 2012

EL IDIOMA ESPAÑOL
















FUENTE: http://www.unilat.org/DPEL/Promotion/L_Odyssee_des_langues/Espagnol/es


El español es la lengua latina más difundida en el mundo. No es solamente la lengua principal de España, tierra que le dio su nombre, sino igualmente el medio de expresión privilegiado para la mayor parte de los países de América, continente donde se concentra el mayor número de hablantes. El español está presente también en África y en Asia, donde desgraciadamente tiende a desaparecer. En los Estados Unidos el español es la segunda lengua más difundida, siendo incluso, en algunas zonas, más hablado que el inglés. Una variante particular, arcaica, el judío español - el sefardí, aún se mantiene en algunas comunidades judías dispersas en el contorno del mediterráneo.
Originario del antiguo reino de Castilla, el español es también conocido con el nombre de castellano. Las dos denominaciones son equivalentes, aunque el término ¨castellano¨ se aplica más particularmente a la variante hablada en Castilla.
Se puede establecer cierto paralelismo entre el destino del latín y el del español, en la medida en que el latín florece inicialmente en una pequeña región de la península italiana antes de llegar a ser la lengua principal del más gran imperio de la Antigüedad. El camino histórico del español, desde sus orígenes hasta su extensión actual, que le han hecho una de las cinco lenguas mundiales más importantes, es similar.
Proveniente del dialecto latín de un pequeño condado dependiente del reino de León, es considerado al inicio una lengua bárbara por los cortesanos leoneses. Situado sobre la frontera defensiva con el reino musulmán, el condado de Castilla va adquiriendo poco a poco su independencia con respecto al reino leonés llegando hasta absorberlo y dirigir las guerras de los reinos cristianos de la península contra los moros. Apenas terminada la Reconquista, Castilla extenderá su influencia más allá de los océanos, hasta las tierras aún desconocidas de América.
Tras haber vencido a los cartagineses, establecidos desde el siglo V antes de J. C. en el sur de la península ibérica, los romanos finalizan su conquista en el siglo III después de J. C. Los habitantes primitivos no resisten al contacto con la cultura más desarrollada de los invasores. Adquieren sus usos, sus costumbres y su lengua y se romanizan completamente, Las poblaciones del sur son rápidamente asimiladas, las del norte ofrecen una resistencia mayor: de las lenguas practicadas por los autóctonos, solo el vasco se mantiene hasta hoy. Las otras desaparecen sin dejar más que huellas en el vocabulario y los nombres de lugares actuales. Los iberos, pueblo no indoeuropeo, como los vascos han dejado inscripciones muy antiguas que no han podido ser descifradas, pero que dan testimonio de la presencia de más de mil palabras.
En el siglo III después de J. C., las invasiones germánicas en Occidente se generalizan y hacen culminar en el siglo V los procesos de descomposición interna que marca el fin de Imperio romano.
Todas las comunicaciones son interrumpidas con Roma, las provincias se vuelven a hallar aisladas, sin la influencia de los antiguos centros culturales. Estos factores de dispersión inevitables en un territorio tan vasto, conducen a una fragmentación del latín y fortalecen la consolidación de variantes populares.
Los godos asimilan los dialectos latinos de los pueblos por los que pasan y se van apropiando de ellos poco a poco. La conversión del Rey Recaredo al cristianismo en el año 589, ocasiona la fusión entre los invasores y los ocupantes y la romanización total de los primeros. Los godos aportan esencialmente elementos lexicales al latín popular, mientras que la sintaxis y la morfología siguen siendo las de numerosas variantes del latín. A partir de esta época, la lengua se aparta del latín clásico y evoluciona diferente conforme a las regiones. Los dialectos diferenciados se afirman, como el galaicoportugués, el astur-leonés, el navarro aragonés, el catalán y el castellano, este último en la zona más tardíamente romanizada. Estos dialectos correrán diferente suerte durante los siglos siguientes.
A principios del siglo VII, los árabes invaden en menos de siete años la mayor parte de la península, con la excepción de una pequeña región en el norte y hasta el siglo X el árabe será la lengua de la cultura y la administración. No obstante, los habitantes cristianos de las zonas ocupadas continúan utilizando en los intercambios cotidianos sus dialectos románicos, influenciados por elementos árabes y formas arcaizantes. A estos dialectos se les llama ¨mozárabes¨, al igual que a quienes los hablan. Precisamente los ejemplos más antiguos de frases completas en la península son las ¨jarchas¨: escritas en alfabeto árabe o hebreo, esas composiciones líricas de los siglos XI y XII corresponden, una vez transcritas, a una lengua árabe-andaluza, el romano mozárabe.
Al tener Castilla la iniciativa política y militar de la Reconquista, a medida que avanza del norte hacia el sur, el castellano se va imponiendo no solo a los dialectos mozárabes, sino también a los hablados en la mayor parte de los reinos cristianos. Algunos de ellos desaparecen casi completamente. El castellano se enriquece con los aportes de los dialectos locales a los que se sobrepone y numerosos elementos árabes son de este modo integrados a la lengua.
Solo el catalán y el galaicoportugués resisten la presión del castellano. El catalán logra imponerse y extenderse territorialmente hasta dominar toda la extremidad meridional de la costa levantina y las islas Baleares, donde es siempre hablado hasta nuestros días, con variantes regionales. El galaico-portugués se divide en dos variantes: una será confinada en Galicia y correrá el mismo riesgo de desaparecer, mientras que la otra será la lengua del reino de Portugal, fundado en 1139.
Convertido en portugués, el galaico-portugués continuará su progresión hacia el sur y se difundirá posteriormente en Asia, América y África.
El desarrollo creciente del poder político y militar de Castilla permite que emerja en castellano una producción literaria popular transmitida oralmente en forma de canciones de gesta, recitadas en todo el reino. Este fenómeno contribuirá a darle una real unidad lingüística a lo que antes no era más que una acumulación de elementos dialectales. Desde el año 1252 hasta el 1284, durante el reinado del rey Alfonso X, el Sabio, el castellano confirma su vocación de lengua culta. Utilizada hasta entonces únicamente para la comunicación corriente y la literatura oral, la lengua castellana va a ser utilizada en la redacción de los primeros textos científicos y literarios, principalmente a partir de los usos en vigor en Burgos, matizados de elementos de Toledo y de León. El castellano pasa a ser la lengua de la poesía épica, en tanto que el galaico-portugués se mantiene como lengua de la poesía lírica.
La fijación del castellano tiene como consecuencia su depuración, así como una amplificación importante de su vocabulario. En el año 1492, año que marca el fin de la dominación árabe en la península y el descubrimiento del Nuevo Mundo, Antonio de Nebrija presenta ante los Reyes Católicos su Gramática. Por primera vez en la historia de la latinidad una lengua proveniente del latín es objeto de un estudio. Poco después, en el año 1499, la Tragicomedia de Calisto y Melibea revelará que esta lengua que comienza a llamarse español, puede ser el vehículo de una gran literatura. El siglo XVII se encarga de demostrarlo: es el siglo de Don Quijote.
En el siglo XVI el poder español está en su apogeo y cubre no solamente los territorios del Nuevo Mundo, sino también una gran parte de Europa. Acompañando los contactos múltiples entre pueblos diferentes, se producen intercambios lingüísticos muy interesantes. El castellano es enseñado en los medios más distinguidos de Europa y las obras de autores españoles son representadas con éxito en las cortes reales. Los hispanismos se introducen en las otras lenguas latinas e inversamente, estas últimas penetran el español. La nueva realidad que es la América suscita igualmente una integración considerable de vocablos y giros nuevos en la lengua española.
Durante este siglo, numerosas transformaciones se operan en la pronunciación que apartan al español actual del castellano antiguo, fenómeno que culmina en el siglo XVII y explica las divergencias que existen hoy entre esta lengua y las demás lenguas neolatinas, es el caso de la pronunciación española de la letra ¨j¨, la ¨jota¨ y la ausencia de diferencias en la pronunciación entre la ¨v¨ y la ¨b¨.
Un amplio debate anima a los especialistas en cuanto a las causas de las diferencias fonéticas que existen en el español practicado en España que, por otra parte, no es el mismo en toda la península, y el que es hablado en América. Una de las explicaciones dadas es que, conjuntamente con las grandes transformaciones en la pronunciación, España lanza sus navíos al asalto del Nuevo Mundo con marinos y soldados originarios de diferentes regiones de España. Indudablemente la controversia no está terminada.
El español adquiere sus cartas de nobleza con la creación, en el año 1713, de la Real Academia Española, que publica a partir de 1726 el Diccionario de autoridades, después, en 1771, la primera edición de la Gramática, revisada constantemente y que permanece como obra de referencia. De esa manera, a pesar de las particularidades regionales, la unidad de la lengua española se mantiene.
Durante más de cinco siglos, su riqueza y su flexibilidad han sido y son aún el vector privilegiado para la expresión de los pueblos de ambas costas del Atlántico. La elaboración de políticas lingüísticas concertadas entre los países hispanohablantes y los medios modernos de difusión y de comunicación que reducen las desviaciones fonéticas, sintácticas y lexicales han permitido preservar la integridad del español.

Para que he vivido





"Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por el sufrimiento de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación. "

Bertrand Russell. (Prólogo autobiografía, 1967)

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