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quinta-feira, 20 de dezembro de 2012

LEONARDO PADURA






Leonardo Padura ganó el Premio Nacional de Literatura de Cuba
El escritor, periodista y crítico literario ganó el máximo galardón de las letras cubanas. Será uno de los invitados internacionales de la próxima Feria Internacional del Libro de Buenos Aires.

El escritor, periodista y crítico literario Leonardo Padura ganó el Premio Nacional de Literatura 2012, máximo galardón de las letras cubanas. Otorgado cada año por el Instituto Cubano del Libro (ICL) y el Ministerio de Cultura, el galardón reconoce la obra de aquellos escritores que enriquecieron la cultura cubana con el aporte de una obra literaria trascendente.
"El autor de célebres novelas policiales que le ganaron los favores del gran público ha seguido lo mejor de la tradición de la novela negra para ahondar en preocupaciones sociales", señaló en una nota el ICL, que concedió el premio. Padura fue seleccionado por mayoría entre unas 18 propuestas presentadas por diversas instituciones literarias del país. El jurado fue encabezado por el escritor Reynaldo González, Premio Nacional de Literatura 2003, e integrado además por Denia García Ronda, Jorge Fornet, Víctor Fowler, Cira Romero, Astrid Santana y Marylin Bobes.
Actualmente, es uno de los escritores cubanos más laureados en la actualidad y es el primero de su generación que gana el Premio Nacional de Literatura. Ha recibido también los premios UNEAC (1993), Café Gijón (1995), Dashiell Hammett (1998), de Periodismo Cultural José A. Fernández Castro (2005), de la Crítica Literaria y Roger Caillois en 2011.
Una de sus obras más leídas y recientes es El hombre que amaba los perros, una narración histórica sobre la vida y conducta política de Trotsky, cuyo verdadero nombre fue Liev Davidovich Bronstein. Publicó, entre otros títulos, La novela de mi vida y la tetralogía Paisaje de Otoño, Máscaras, Pasado Perfecto y Vientos de Cuaresma. "En la literatura digo casi todo lo que pienso, y si digo 'casi' es porque creo que nadie dice jamás todo lo que piensa", comentó a la prensa a raíz de un homenaje reciente que recibió en La Habana.
El Premio Nacional de Literatura 2012 le será entregado en ceremonia pública el domingo 17 de febrero de 2013, como parte del programa de actividades de la XXII Feria Internacional del Libro de La Habana. Además, será uno de los invitados internacionales de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, que se realizará entre el 25 de abril y el 13 de mayo de 2013.
Fuente: ANSA.

LA VERDAD SE DEFENDERÁ SOLA






¿Quién establece lo “verdadero” y quién describe “las cosas como son”?, cuestiona el pensador italiano Gianni Vattimo. Agitar la prueba irrefutable de la “realidad” es llamar al orden a quienes ponen en duda lo que se acepta como cierto.
POR GIANNI VATTIMO

Para las leyes de la vida común no hacen falta los grandes sistemas. Ni traer a colación la ética como hacen los (¿neo?) realistas Una afirmación de Richard Rorty que nunca me había parecido tan actual dice: “Cuiden la libertad, la verdad se defenderá sola”. Justamente, en el gran discurso del realismo, viejo y nuevo, que se hace en estos últimos tiempos lo que hay probablemente es un exceso de “cuidado” de la verdad o, mejor dicho, de la “realidad” –una diferencia de expresión que quizá merezca más atención. Intente reemplazar, por ejemplo, “verdad” por “realidad” en la frase evangélica “la verdad os hará libres”. ¿Somos realmente tanto más libres siendo más “realistas”, o no será casualmente justo lo contrario, dado que con mucha frecuencia el realista es el que no se hace ilusión, acepta las cosas como son y deja quizá de luchar por el evidente equilibrio de fuerzas con respecto al mundo? Se recordará que Kant fundaba, postulaba incluso, la existencia de Dios sobre la base de la constatación de que en la realidad del mundo generalmente son los malos los que ganan y los buenos pierden; pero si fuese verdaderamente sólo así justamente nuestra vida real y nuestra moral dejarían de tener sentido, por lo tanto debemos postular que hay Alguien que, al final, hace coincidir virtud y felicidad.
Los neorrealistas que hoy se alborotan tanto no quieren, por cierto, reivindicar un mundo de guerra de todos contra todos; al contrario, se presentan como los auténticos defensores de la moral. ¿En verdad, la “realidad” necesita ser defendida? ¿De qué y de quién? Según dicen, de Nietzsche, aquel peligroso revolucionario, para el cual “no existen hechos sólo interpretaciones”. ¿Pero quién le teme a la interpretación? Y una vez más: intente sustituir la palabra verdad por la palabra realidad en muchas expresiones de las que no podemos prescindir. “A decir realidad...”. O: “En realidad os digo”. O también: “Estoy dispuesto a morir por la realidad...”. Si reflexionamos, toda la diferencia reside en el hecho de que la verdad siempre es dicha, mientras que la realidad está ahí delante y basta. Y aquí vuelven a escena Kant y la interpretación; para ser dicha, la verdad necesita de un sujeto que la diga. ¿Quién dice la verdad, empero, y quién describe “las cosas como son”, por ende la realidad como tal, cierto? Se sabe que un mapa totalmente idéntico al territorio no sirve para nada, coincidiría con el territorio mismo. Para ser útil, debe elegir una escala, un punto de vista, un tipo de cosas que muestra (por ejemplo, la altimetría o las diferencias climáticas). ¿No se podrá, en ese caso, hablar de interpretación? Está bien, es la respuesta, pero las cosas que muestra con preferencia a otras “están”, no se las inventa. De acuerdo, pero ¿que “estén” puede considerarse un “hecho” fuera de toda interpretación? Cierto, ¿pero quién podría decirlo, si no en nombre de otra interpretación? Que haya un mapa “no interpretativo” al cual hacer referencia ¿no será un “hecho” aceptado convencionalmente para no ir hasta el infinito? Para el metro, se toma como referencia el que se conserva en París, y para los husos horarios el meridiano de Greenwich, etc. ¿Es escandaloso y preocupante? ¿Realmente no deberíamos confiar en las medidas métricas ni en la longitud y la latitud sólo porque están fundadas en bases convencionales? Que estas convenciones funcionen, parece significar que están “fundadas en la realidad”. Y por ende, ¿que realmente que ahí afuera existe el meridiano cero? Nosotros decimos que esas medidas son fundadas sólo porque funcionan, igual que cualquier discípulo hermenéutico malo de Nietzsche tomará normalmente trenes, aviones y ascensores sin dudar de las ciencias y las tecnologías que los construyen. La pregunta es: ¿por qué insisten tanto en querer hacerme decir que si tomo aviones y trenes debo creer que la ciencia dice la verdad, es decir, que refleja la “realidad” tal como es?
Volvamos a la cuestión sobre quiénes y por qué le tienen miedo a la interpretación y sienten la necesidad de defender la verdad-realidad. Una sospecha no infundada es que Rorty tiene razón, y por ende que bajo la (no solicitada) defensa de la verdad-realidad hay un miedo a la libertad. Señora mía, la religión se acabó, diría a esta altura Arbasino. Si no podemos hacer referencia a un fundamento cierto e inquebrantable todo estaría permitido, como temía Dostoievsky en el caso de que Dios no existiera. Parecería que sin el fundamento de una verdad última “objetiva” (independientemente de lo que eso signifique), que todos deben o deberían admitir, no puede haber verdadera moral ni verdadera lucha contra la mentira de la propaganda o de la superstición. Y sin embargo, cualquier hermenéutico obstinado, así como toma trenes y aviones, también tiene medios suficientes para distinguir las mentiras de la verdad, sin tener necesidad de metros absolutos, o sea, sin tener necesidad de tocar siempre con la mano lo que se dice. Le bastan el metro de París, el meridiano de Greenwich, al menos hasta que alguno no pretenda hacerle pagar un impuesto inmobiliario sobre la base de otro criterio de medición. Cuando ocurre algo así, cuando somos tocados (no sólo en términos de dinero) por una medida errada es cuando buscamos la referencia a un criterio más cierto y fundamental. Incluso y sobre todo en el caso de las leyes del vivir común.
Pues bien, ¿necesitamos realmente referirnos al derecho natural, a la esencia del hombre, para no cruzar con el semáforo en rojo? Por supuesto que no. Nos planteamos el problema del fundamento cuando se trata de fecundación asistida, derechos sociales, en general, de ética. En estos terrenos, pretender regularnos sobre la base de una verdad-realidad no tiene sentido, o podría tener sólo el sentido de obligarnos a aceptar “con realismo” las cosas como están. La sospecha de que la agitación del (¿neo?) realismo que hay en el aire hoy es en el fondo una llamada al orden, una suerte de exhortación a los técnicos a salir de la confusión del debate democrático y sus lentitudes no es, además, tan peregrina. Alguien sugiere recuperar la vieja distinción de origen kantiano entre ciencias de la naturaleza, es decir “la ciencia”, y ciencias del espíritu (ética, política, religión, etc.) dejando a las primeras el dominio de la verdad “verdadera”, experimental y relegando a las segundas a la interpretación. Buena idea (viene bien Kant justamente) si no fuera porque hasta ahora nadie respondió todavía a la pregunta: ¿quién debería establecer la división de los dos campos?
© La Stampa
Traducción de Cristina Sardoy

¿Latinoamérica, Hispanoamérica o Iberoamérica?






EFE / VALLADOLID

El escritor Agustín García Simón rescata en un libro las reflexiones del fallecido filólogo Santiago de los Mozos

No poca confusión, uso incorrecto o escasamente apropiado ha suscitado el empleo de Latinoamérica, Hispanoamérica e Iberoamérica por parte de políticos, dirigentes, intelectuales y la sociedad en general, como sinónimo para nombrar un área de influencia o ámbito geográfico del nuevo continente.
Los conflictos geo-estratégicos, la pugna entre países europeos por figurar en escenarios coloniales emergentes, de indudable interés comercial y cultural, subyace en el acuñado y fortuna de la expresión «América Latina» y su derivada «Latinoamérica», concebida como unarma lingüística para socavar la huella española.
El término «América Latina» se usa por primera vez, a mediados del siglo XIX, en la Francia de Napoleón III como «una operación del imperialismo cultural francés ante la evidente decadencia española y la desmembración de su imperio, luego de la independencia de la mayoría de los países hispanoamericanos del primer tercio de siglo».
Quien así se expresa es el lingüista, humanista y ya fallecido profesor universitario Santiago de los Mozos(1922-2001), a través de una de las numerosas conversaciones transcritas por el escritor Agustín García Simón en el último libro de éste, titulado «Retrato de un hombre libre» (Renacimiento), que presenta hoy en Valladolid.
«Pero como aquí somos los primeros que jaleamos con saña nuestras propias miserias y denostamos sin piedad nuestra historia y nuestra cultura -eso sí, sin conocerlas-, no es de extrañar que la andanada francesa saliera adelante en el siglo pasado y en éste», añade el viejo profesor, autor en 1984 del estudio «La norma castellana del español».
Una andanada francesa
La nueva denominación («América Latina») pretendía, «y al final lo consiguió», arrinconar el concepto de Hispanoamérica con la excusa de «una mayor precisión» en la denominación de aquellos países americanos que, fuera del ámbito anglosajón, hablaban lenguas romances, entre ellas el francés a pesar de que este idioma era allí insignificante en comparación con el español y el portugués.
El filólogo Santiago de los Mozos reflexionó así en una de las numerosas conversaciones, charlas de café que compartió en Valladolid con García Simón -editor y desde 1986 jefe de la unidad de publicaciones de la Junta de Castilla y León- desde mediados de los ochenta hasta 2000, ahora glosadas y anotadas en «Retrato de don Santiago. Memoria de un hombre libre».
La consagración definitiva y posterior hegemonía del término «América Latina» «coincide con los movimientos de liberación marxistas e indigenistas de mediados de siglo (XX), dentro del proceso mundial de descolonización de los países del llamado Tercer Mundo», añadió entonces el lingüista, catedrático de las universidades de Granada y de Valladolid.
El profesor, a lo largo de su trayectoria docente y su faceta como conferenciante, tanto en Venezuela (1954-1964) como en España, nunca usó, «muy poco o nada», la palabra «Latinoamérica» o su variante de «América Latina», al parecerle «menos rigurosa histórica y culturalmente» y porque, aparte su patente francesa, no le gustaba «seguir las consignas de nadie».
Iberoamérica, la «más precisa»
Siempre se decantó por «Hispanoamérica», incluso para referirse al área lusófona de Brasil porque, al menos hasta 1640 -año en que los portugueses se separaron política y administrativamente de sus hermanos peninsulares-, siempre se consideraron españoles.
Como término medio, por otra parte, si se refería a Brasil, también solía apostar por la denominación de «Iberoamérica» como una fórmula todavía«más precisa».
Esos diálogos, según ha dicho a Efe García Simón, «se convirtieron en un ensayo sobre la cultura española y sus demonios, un repaso general a cuestiones candentes y obsesivas» de esa época y de otras, con las reflexiones de quien fue «un sabio de una inteligencia portentosa, un maestro a la antigua, un personaje excepcional que no trascendió por su falta de ambición, y para quien, por encima de todo, la enseñanza era una cosa muy seria».

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Recomendación del día:

preparacionista, mejor que prepper
20/12/2012


Se recomienda emplear preparacionista, en lugar del término inglés prepper, para referirse a la persona que se prepara, en muchos casos de forma desmesurada, para una hipotética guerra o catástrofe mediante la construcción de búnkeres, el aprovisionamiento de alimentos, el adiestramiento en medicina o la adquisición de armas.

Con motivo de la reciente masacre perpetrada en los Estados Unidos y, en concreto, en relación con el perfil psicológico de la madre del presunto autor de la matanza, que almacenaba armas en su domicilio, se ha utilizado para denominar esta personalidad la voz inglesa prepper.

En español, lo más adecuado sería utilizar el término preparacionista que, aunque no lo recogen los diccionarios principales, está bien construido, por analogía con voces como sensacionalista, belicista, tremendista o abolicionista.

Por lo que en frases como «La madre de Adam Lanza era una prepper», «Los Preppers de Estados Unidos se movilizan», lo aconsejable habría sido emplear preparacionista, en redonda y sin comillas: «La madre de Adam Lanza era una preparacionista» y «Los preparacionistas de Estados Unidos se movilizan».

En caso de optar por el término inglés prepper, lo apropiado es escribirlo en cursiva o, si no se dispone de este tipo de letra, entre comillas.

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