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quinta-feira, 23 de maio de 2013

LA LENGUA VIVA


Los trucos retóricos de los políticos
Amando de Miguel


Luis Cáceres desvela la sarta de mentiras que se esconden bajo la apariencia del lenguaje tranquilizador de los políticos. Por ejemplo, llaman "austeridad" a seguir gastando en el Estado más de lo que se ingresa. "Si un año el déficit es del 6% y al siguiente del 5%, se dice que el déficit disminuye, cuando en realidad lo que pasa es que nos endeudamos más despacio que antes, pero la deuda sigue creciendo". Además, el déficit público no lo comparan con la base del gasto público, sino con el valor del producto de la nación. De esa forma el déficit se reduce artificiosamente a la mitad. Más aún, "el Gobierno viene a decir que bajar el déficit no es bueno para nosotros, sino que nos lo imponen desde fuera". Los argumentos de don Luis me parecen impecables. Espero que nuestros políticos tomen nota.

Para suavizar la polémica, José Luis García Valdecantos cuenta este sucedido. Resulta que un dictador hispanoamericano pidió a una delegación española que levantara un informe para remediar la grave situación económica del país. La delegación resumió el informe de mil páginas en esta conclusión: "No existe una auténtica clase media". Al oír tal dictamen, el dictador llamó a su edecán: "Ocúpese de que mañana sin falta se publique en el Boletín Oficial el decreto de creación de la clase media en todas las ciudades de la nación". Esa historia me recuerda lo que me comentó el otro día Juan Pablo Fusi, que Mussolini publicó un decreto obligando a todo los italianos a tutearse.

Jesús Laínz se enfrenta al argumento de los nacionalistas que basan la secesión de sus respectivas regiones en que muchos de sus habitantes hablan otra lengua. El aguerrido montañés considera que no se sigue la lógica de que con cada lengua aparezca un nuevo Estado. Tiene razón, si se impusiera ese principio surgirían cientos o miles de nuevos Estados de un día para otro. Sería el mito de Babel.

Íñigo Benjumea anota una nueva muletilla de los políticos y los sindicalistas. Cuando discursean sobre la grave situación económica del país, añaden como si fuera un descubrimiento: "Hay mucha gente que lo está pasando muy mal". El truco es muy interesante, pues de esa forma evitan tener que reconocer la culpa que les corresponde. Dice don Íñigo que se trata de una forma de mediocridad. Más bien dijera yo que de hipocresía.

Para desengrasar, bien valdrá la reflexión filosófica de Gabriel Ter-Sakarian Arambarri:

El éxito es, a los tres años, no mearse. A los seis años, recordar lo que hiciste en el día. A los 12 años, tener muchos amigos. A los 18 años, tener carné de conducir. A los 20 años, tener relaciones sexuales. A los 35 años, tener mucho dinero. A los 50 años, tener muchísimo dinero. A los 65 años, tener relaciones sexuales. A los 70 años, tener carné de conducir. A los 75 años, tener muchos amigos. A los 80 años, recordar lo que hiciste en el día. A los 85 años, no mearse.

Es lo que se llama "el carrusel de las edades", según la expresión de un famoso psicólogo, Erik Erikson.

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