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sexta-feira, 7 de junho de 2013

LA PERCEPCIÓN DE LA CALIDAD EN TRADUCCIÓN


La calidad de una traducción es un valor relativo y no absoluto, como se pensaba anteriormente, y el papel del grado de cumplimiento del propósito es fundamental en ella. La concepción de la traducción implica una actividad comunicativa intercultural (Bührig/House/Ten Thije 2009), que está encaminada a cumplir un fin concreto en una situación determinada por coordenadas específicas de la cultura meta. Consecuentemente, esta visión de la traducción aboga por la adecuación al propósito (fit-for-purpose) del Texto Traducido (TT) y nos hace decantarnos por un enfoque de tendencia funcionalista para la evaluación de la calidad en traducción (ECT). Esta visión está en consonancia con lo planteado por numerosos autores como Reiss/Vermeer (1991), Nord (1997), Schäffner (1998), Williams (2004), Schiaffino/Zearo (2005), Colina (2009), (Wagner 2002; Strandvik 2002; Lönnroth (2005, 2009). En este sentido, sin entrar en el debate que existe sobre la denominación, entendemos por «calidad en traducción» o «traducción de calidad» la satisfacción de las necesidades y expectativas del usuario, específicas y variables en cada caso concreto, pero siempre enmarcadas en una cultura meta. Desde un plano teórico, toda traducción se basa en unos determinados enfoques teóricos concretos. Podríamos añadir obviamente, que la evaluación depende de la capacidad de acceso al control de determinados parámetros de calidad, así como que es llevada a cabo desde distintas perspectivas, con distintos propósitos y por diversos actores. Por tanto, como conclusión citamos que los criterios de evaluación varían y se exponen a distintas prácticas. La determinación de la calidad en traducción es una cuestión no resuelta en nuestros días. El concepto de calidad se mueve en un terreno de indefinición similar al del concepto de traducción, ya que ambos se debaten entre lo normativo y lo creativo. La controversia generada en torno a este concepto ha suscitado gran disensión, tanto entre estudiosos como entre profesionales de la traducción, y ha cobrado especial intensidad desde la segunda mitad del siglo XX. Sin embargo, en lo que sí parece existir un acuerdo generalizado es en que para poder establecer la calidad de una traducción es necesario evaluarla: Evaluating the quality of a translation presupposes a theory of translation. Thus different views of translation lead to different concepts of translation quality, and hence different ways of assessing it. (House, 1997:1). Lamentablemente, como apuntan algunos autores como Arango-Keeth y Kobe (2003: 117), la metodología de evaluación en traducción es un campo poco desarrollado y existe una imperiosa necesidad de unificar criterios que eliminen la subjetividad que predomina en el proceso de evaluación. Hasta la fecha son muchas las propuestas puntuales para solventar aspectos concretos en materia de calidad. Para poder llegar a conclusiones objetivas sobre la calidad de una traducción, es necesario, en primer lugar, partir de una definición de traducción. Esta definición obligatoriamente hará que seamos partícipes de los postulados de una o varias teorías e inevitablemente nos hará compartir menos las visiones de otras. Podemos encontrar numerosas reflexiones de teóricos de la traducción y autores, tales como Schmitt, Hartig, Spillner...etc. Algunas reflexiones realizadas por estos personajes importantes son las siguientes: Una traducción exitosa es la comprensión del texto meta por parte de unos usuarios. Si intentamos y queremos conseguir que una traducción sea exitosa debe ser fundamentalmente: eficiente, efectiva y adecuada y se debe dar un equilibrio entre estos tres parámetros. Es una adecuación a la situación comunicativa en la que se desarrolla. Mucha importancia se le concede a la coherencia y a la situación. Para que la traducción sea exitosa debe haber una coincidencia entre la intención del emisor y la función que le concede el receptor. Para que la traducción sea exitosa y el proceso de comunicación se lleve a cabo coherentemente y tenga aceptación por los lectores, el traductor debe anticipar las expectativas de los usuarios y realizar un gran esfuerzo para comprender el texto meta. El traductor se debe basar en una especie de “lector-modelo”, y debe poseer un conocimiento del mundo de los destinatarios de la traducción y sus expectativas. Hay una gran controversia y una diversidad de opiniones en torno a la evaluación de la calidad, ya que dos factores principales tienen cabida en ello y está presente un grado de subjetividad y de normatividad en todo proceso de traducción. Desde un plano teórico, toda traducción se basa en unos determinados enfoques teóricos concretos. Podríamos añadir obviamente, que la evaluación depende de la capacidad de acceso al control de determinados parámetros de calidad, así como que es llevada a cabo desde distintas perspectivas, con distintos propósitos y por diversos actores. Por tanto, como conclusión citamos que los criterios de evaluación varían y se exponen a distintas prácticas.
La evaluación de la calidad en traducción: Principios y parámetros
En primer lugar, debemos expresar que para determinar la calidad de una traducción, se debe hacer una distinción entre los principios de evaluación (generales) y los parámetros o variables de evaluación (aplicables a una práctica evaluadora concreta).
Los principios de evaluación son las consideraciones que se deben tener en cuenta a la hora de realizar una traducción profesional. Los cinco principales son: aceptabilidad, adecuación, eficacia, funcionalidad más lealtad y grado necesario de diferenciación. A continuación, les explicaré más ampliamente estos conceptos.
1) ACEPTABILIDAD
Este principio se relaciona con las perspectivas que tienen los receptores de este tipo de textos y por lo cual lo consideran coherente con la situación en la que se encuentran. Asimismo, se centra tanto en los receptores como en sus expectativas. La determinación del grado de aceptabilidad conseguido solo será posible sobre la base del establecimiento de parámetros más concretos y de su ponderación. Se dice que este principio es relativo y no prescriptivo.
2) ADECUACIÓN
Toda traducción refleja una determinada “relación traslativa” entre el texto original y el texto meta. Por tanto, frente a concepciones contrarias, traducir y su actividad incluye un cierto grado de adaptación o tratamiento.
3) EFICACIA
Una traducción ha de ser ante todo eficaz y cumplir de algún modo los objetivos propuestos y adecuarse tanto a la situación comunicativa como a las expectativas propias de los lectores o usuarios reales.
4) FUNCIONALIDAD MÁS LEALTAD
Este principio, es un principio primordial que desempeña un papel fundamental en este tipo de traducciones. Con este, se decide sobre la calidad de un determinado texto, conllevando consigo la buena percepción por parte de los usuarios. Debe ser fiel y leal al texto original y conservar el sentido.
Es un principio muy general y solo será operativo mediante el análisis exhaustivo de los factores implicados en el proceso de traducción.
5) GRADO NECESARIO DE DIFERENCIACIÓN
Este grado es el que guía al traductor a la hora de tomar decisiones entorno a cualquier duda o problema en la traducción o de evaluar o valorar un determinado texto meta. Es un principio en el que toda evaluación ha de basarse y variará de acuerdo con la finalidad de la traducción.
Los parámetros de evaluación son aquellos que nos sirven para evaluar y determinar la calidad de una traducción. Hay numerosos parámetros los cuales se deben tener en cuenta a la hora de realizar una traducción y estudiar su calidad.
Podemos destacar gran cantidad de autores importantes en la realización y la presentación de parámetros tales como Reiss, Gile, McAlester, Stolze...etc., que los han propuesto y han determinado su influencia.
Podemos distinguir siete categorías: a) adecuación pragmática, b) claridad en la exposición del contenido, c) adecuación estilística, d) transferencia exacta del contenido del TO, e) corrección gramatical, f) tratamiento adecuado del material no verbal, g) comportamiento profesional.
Ante todo, se debe puntualizar que varios de los parámetros pueden clasificarse en una misma categoría, pero se descarta una atribución múltiple y se le atribuye a aquella categoría que tenga mayor peso.
La semiótica hace referencia al sistema de signos en el que se produce el acto de significación y por lo tanto de interpretación. Uno de los mecanismos de gran importancia en el trabajo de la traducción es la intertextualidad. La intertextualidad -es un aspecto tanto de la recepción como de la producción de textos- pone en funcionamiento sistemas de conocimiento que van más allá del texto que se está traduciendo. El traductor debe comprender la función de estos sistemas de conocimiento en la estructura del texto, debe comprender la razón de la inclusión de estas referencias en lo que concierne al propósito comunicativo del texto. El análisis intertextual puede aplicarse de manera efectiva en situaciones de metáfora o de ironía.
En lugar de afirmar la teoría expuesta, pretendiendo haber resuelto los innumerables problemas que plantea la actividad traductora, Hatim y Mason plantean dos hipótesis con respecto a los límites del traductor:
"Cuanto menos valorativo es un texto, menos necesidad hay de que se modifique su estructura al traducirlo. Y, al contrario, cuanto más valorativo es un texto, mayor será la posibilidad de modificarlo".
"Cuanto menos cariz cultural tiene un texto, menos necesidad habrá de que se modifique su estructura. Por el contrario, cuanto más cariz cultural tiene un texto, mayor será la posibilidad de que se modifique".
Sin embargo, la ECT se ha caracterizado en demasiadas ocasiones por constituir meros juicios de valor en boca de un experto (evaluador), basados en su mayor o menor intuición y experiencia, más que en datos justificables empíricamente (Rothe-Neves 2002).

Bibliografía
Teoría de la Traducción. (Basil Hatim & Ian Mason)- http://ec.europa.eu/translation/bulletins/puntoycoma/118/pyc1183_es.htm

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