Translate

segunda-feira, 23 de setembro de 2013

"CURRÍCULUM MORTAE"










Soy un rumiante. / Pasto palabras
Eugène Guillevicen El Mundo - España


- ¿Nombre?- Te pregunta entonces, con tono aséptico.

- "..."- Le contestas con timidez. Te hubiera gustado mentirle, como hace todo españolito de a pie que se precie de serlo en su currículo (¡pícaros desde la cuna!); decirle que, en realidad, te llamas Luis Bárcenas, o Francisco Paesa, o Iñaki Urdangarin, o que eres el mismísimo príncipe Felipe aunque hoy te hayas levantado en uno de esos días en que no pareces tú mismo por culpa de la enésima bronca nocturna con doña Letizia, pero te conformas con soltar ese Santiago Carriedo, tu verdadero nombre, que suena a mañanas perdidas en futbolines de barrio periférico en vez de a título nobiliario o a máster en el extranjero. No mientas. No mientas. No mientas. Te repites mentalmente frente al tipo malencarado y encorbatado que en este momento repasa el foliaco de tu currículum vitae como si fueses culpable de algo. De haber atropellado a su perro sin querer, por ejemplo. No mientas. No mientas. No mientas más que en lo necesario para convencer a este capullo de que tú eres su mejor opción.

- Hmmmmm. Veo aquí que está casado y tiene dos hijos (suelta, muy serio, tanto que no sabes si eso es bueno o malo).

-...- Le contestas afirmativamente, segundos antes, eso sí, de embargarte la sensación de haber metido la pata. ¿Y si resulta que estos son de esos empresarios que hacen de la conciliación familiar un rollo de papel higiénico con el que limpiarse el culo? ¿Y si lo que prefieren son cowboys solitarios dispuestos a dormir en la mesa de la redacción? Empiezan los sudores fríos (y eso que esta gente no escatima en aire acondicionado). Dos de dos. Dos preguntas, dos cagadas. Vamos mal, Santi, me digo. Y me rehago un poco el nudo de la corbata.

- ¿Por qué dejó su último empleo y qué piensa encontrar en éste?- Inquiere, de golpe y porrazo, antes de espantar la mosca que trata de aterrizar en su calva, y ahí, con su copulativa en medio, aparecen de repente las preguntas del millón de euros.

¡Jóoooooder! ¿Que por qué dejé mi último empleo? No, perdone. Es que fue él quien me dejó a mí. Ha oído hablar de la crisis, de los recortes, de los ERES, o es que no llega nada de lo que está ocurriendo en el exterior en el mullido sillón de este costoso despacho. ¿Que qué pienso encontrar en éste? Pues no estoy muy seguro. O sí. Dignidad. Algo difícil de encontrar últimamente en el mercado de trabajo. La dignidad suficiente como para no sentirme cada mañana, al despertar, como el enorme insecto de Kafka que, frotando sus patas, se cambia el pijama por un traje oscuro y se dirige al trabajo no sin antes hacer cola, en un interminable atasco, con otros cien mil enormes insectos kafkianos. Dignidad para vivir como un ser humano y como tal poder mirarme al espejo. La dignidad suficiente como para decirle, en este mismo instante, que su trabajo de seleccionador de insectos apesta y que yo no dormiría a gusto si por cada elegido tuviese que rechazar a más de 300 desempleados.

Ni recuerdo lo que contesté, la verdad. Sólo sé que me levanté. Estreché su lechosa mano de mantequilla. Soporté por última vez su falsa sonrisa de roedor estomagante y salí del despacho. En el recibidor había más de 15 enormes insectos, todos ellos agarrados a sus maletines y dispuestos a lograr el empleo de sus vidas. Insectos con alas, con nombres, con mujeres e hijos, con antenas, y, sobre todo, con dignidad. Insectos que echarán a volar un día para no volver nunca más a un mundo dominado por los de Raid.

Nenhum comentário:

IA VS. FACTOR HUMANO

¿Acabará la IA con los traductores? Así afrontan el tsunami desde sus facultades Los traductores e intérpretes de idiomas, lejos de evitar e...