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quarta-feira, 11 de dezembro de 2013

DEFENSOR DEL LECTOR






Los lectores nos corrigen (9) en El País - España
Por: Tomàs Delclós


Sidney. El diario, de acuerdo con el Libro de Estilo, escribe Sidney para referirse a la ciudad australiana. El Diccionario Panhispánico de dudas recomienda Sídney. Sin embargo, M.J. Walker discute estas soluciones y argumenta: “La ciudad australiana refleja el apellido de Lord Sydney (Home Secretary en Londres en 1788 cuando se fundó la ciudad) y no el del poeta Sir Philip Sidney (fallecido en 1586). La ortografía de nombres o apellidos de personas históricas debe ser intocable, incluso cuando son transferidos a ciudades. La forma no debe ser alterada para acomodarse a la pronunciación preferida por castellanoparlantes porque la otra cara de la moneda sería la ortografía adaptada a la pronunciación angloparlante de Don Keyhotay de Miggel Servantees”.
Corsario. Otro tanto sucede con la reflexión remitida por Francisco Suárez-Llanos Galán a propósito del uso del término “corsario” como sinónimo de “pirata”. Un uso que admite la Real Academia, que el lector reconoce, pero que considera recoge un sentido popular alejado del original de la palabra. Según explica en un documentado mensaje: “Todos los buques -de cualquier nacionalidad- que navegan necesitan llevar consigo un documento -expedido por el Jefe del Estado- que le acredite y dé licencia para realizar su actividad. En España y en otros países de habla hispana, tal documento se denomina actualmente "Patente": "Patente de Guerra", para los buques de la Armada; pero para los buques civiles o mercantes es la “Patente de Navegación”, si bien a lo largo de los siglos ha recibido otras denominaciones (…) Pero cabe mencionar otra Patente, la que permite realizar a los buques mercantes una actividad intermedia entre la navegación mercantil (la autorizada por la Patente de Navegación) y la actividad de protección de nuestros intereses marítimos y del hostigamiento y acoso a los buques enemigos (la actividad de los buques de guerra), y es aquella por la que, en caso de guerra, un Estado autoriza a un buque mercante de su bandera, para artillarse y, con ello, también hostigar y apresar buques enemigos. Se trata de la “Patente de Corso”, documento expedido por el Estado de la nacionalidad del buque autorizándole a realizar la actividad del corso. Dicha Patente la define el Diccionario de la Lengua Española como “Título librado por un Gobierno autorizando para hacer el corso contra los enemigos de la nación; autorización para realizar actos prohibidos a los demás”. Es decir, la creencia popular de equiparar las expresiones “corsario” y “pirata” es errónea de raíz, pues mientras que un buque corsario es un buque mercante legalmente autorizado para apresar buques enemigos y sólo en caso de guerra, el buque pirata es ilegal tanto en sí mismo y como en su actividad delictiva”.
En torno. Luis López Jiménez escribe: “Desde hace años, entro varias veces y a diario en la página web. Una de las secciones que casi siempre consulto es la de "El Tiempo". En ella observo desde siempre un error que ya no me resisto a pedir que se corrija. Cuando describen las circunstancias meteorológicas del día, una de las expresiones que se emplea siempre es: "Temperaturas (mínimas o máximas) entorno a los x grados". El vocablo "entorno" está mal empleado; debería ponerse "en torno" (dos palabras). "Entorno" es un sustantivo, y lo que ha de emplearse en ese texto, para ser correctos, es una alocución preposicional o adverbial que, en este caso, tiene dos palabras. Por tanto: "Una máxima en torno a los x grados...". Corríjanlo, por favor, que chirría demasiado”
Enfermedad de Huntington. El empleo de nombres de enfermedades para explicar o adjetivar personas o situaciones (político autista, por ejemplo) es motivo de reproche lógico por parte de los lectores. A estos casos se suma una cita al “baile de San Vito”. Lo escribe un lector que firma F. “Como puede que ustedes quizá ya sepan, el baile de San Vito es el nombre popular de una enfermedad degenerativa y progresiva ininterrumpidamente denominada Corea de Huntington”. Y recuerda que para quienes sufren la enfermedad o “hemos sido familiares y cuidadores de estos enfermos” resulta difícil de entender que se pueda hacer burla de los síntomas externos de esta enfermedad. La carta concluye: “Del mismo modo que estoy seguro de que ni Luz ni ninguno de sus periodistas o colaboradores escribiría mofas basadas en los síntomas de otras enfermedades, les agradecería que supieran que detrás de ese Baile de San Vito se esconde todo un mundo de sufrimiento. En cualquier caso, y por los tan divertidos momentos que me ha hecho pasar siempre la "incontenible" Luz, seguiré buscando en la madrugada de los sábados su columna”.
Radicales. José Suárez remitió una consideración sobre un titular de agencias (“Radicales italianos irrumpen en la sede de Efe de Roma para apoyar a un etarra). “En mi opinión no es lo mismo decir “Grupos radicales italianos” que “Radicales italianos” a secas porque “radicales italianos ( radicali italiani / www.radicali.it ) es un partido político italiano caracterizado precisamente por el uso de la no violencia y al que pertenece la actual ministra y antigua comisaria europea Emma Bonino. El titular podría llevar al equívoco de que se crea que los radicales italianos apoyan a un etarra cuando eso no es cierto”. El texto de la noticia hablaba de “grupos radicales” y no hacía ninguna alusión a la citada organización. Reflejo esta opinión en la medida que el titular pudo confundir sobre la identidad política de los asaltantes.


Tomàs Delclós
Tomàs Delclós (Barcelona, 1952) es licenciado en Derecho por la Universidad de Barcelona y en Periodismo, por la Autónoma de Barcelona, de cuya facultad fue profesor. Se incorporó a EL PAÍS en 1982. Fue miembro del equipo fundador de Babelia y antes de su nombramiento como Defensor del Lector fue el subdirector responsable de Ciberp@ís. Perteneció a la Junta del Colegio de Periodistas de Cataluña.

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