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segunda-feira, 1 de abril de 2013

FUNDACIÓN DEL ESPAÑOL URGENTE


Pionyang, mejor que Pyongyang

Pionyang, en lugar de Pyongyang, es la grafía recomendada por la Ortografía académica para referirse a la capital de Corea del Norte.

Sin embargo, en los medios de comunicación es muy frecuente encontrar frases como las siguientes: «La comunidad internacional pide contención a Pyongyang» o «Seúl promete una “fuerte respuesta” si recibe una “provocación” de Pyongyang», donde habría sido preferible emplear la grafía adaptada Pionyang, tal como indica el apéndice sobre topónimos y gentilicios de la Ortografía de la lengua española.

Por otra parte, se recuerda que el Diccionario panhispánico de dudas señala que Corea del Norte y Corea del Sur son los topónimos adecuados de estos países, no Norcorea y Surcorea.

IDIOMA ESPAÑOL


La lengua no tiene hueso
Carlos Requena .- Fuente: Fundéu
Uno de los atrasos más graves de la justicia mexicana es, sin duda, el uso del lenguaje en las resoluciones y sentencias judiciales. Me refiero a los vicios de muchos impartidores de “justicia”, quienes se empeñan en imprimir redacciones oscuras, confusas e incomprensibles, en lugar de emitir textos claros, sencillos y transparentes con el fin de que sean entendibles para el ciudadano común. El sentido primordial del Derecho es solucionar conflictos dando a cada parte lo suyo, para lograr un orden social justo mediante el buen manejo del idioma. Sin embargo, muchas resoluciones emitidas por especialistas en Derecho alejan la justicia de la gente al hacerla incomprensible por falta de empatía y uso incorrecto del lenguaje legal.

Incluso el jurista Ricardo León Pastor publicó hace pocos años el Manual de Redacción de Resoluciones Judiciales, cuyo prólogo consigna: “La labor del sentenciador tiene mucho en común con la del escritor”, afirmación relevante porque, además de ser razonadas y justas las sentencias pronunciadas por tales especialistas, deben escribirse con un estilo encaminado a facilitar el buen decir.

Toda resolución jurídica debería ser un documento asequible intelectualmente para cualquier ciudadano. Sin embargo, este “deber ser” dista mucho de la realidad, pues muchas autoridades provocan confusiones al hacer verdaderos galimatías en detrimento de la justicia.

Lenguaje de élite

Muchos ministerios públicos, jueces y magistrados, entre otras autoridades, conforman una élite que, so pretexto del lenguaje legal, terminan discriminando a los destinatarios de las resoluciones al no explicarles -en términos sencillos- las implicaciones de sus derechos y obligaciones.

Estos vicios del sistema de procuración y administración de justicia desvirtúan el sentido de la lengua. Son deformaciones alarmantes de las que nadie escapa, nos trastocan a todos: legisladores, ministerios públicos, jueces, magistrados, peritos, policías y a abogados. La comunicación jurídica abandona su esencia y se pierde la confianza. El tema se agrava cuando una resolución jurídica no comprendida por sus destinatarios en conflicto conlleva arbitrariedad disfrazada de discrecionalidad y termina dando ventajas indebidas a una de las partes por mal uso o abuso del lenguaje legal. Estas prácticas convierten a la justicia en letra muerta.

Desuso de la lengua

Uno de los privilegios de la vida humana es gozar del lenguaje para comunicarnos. La lengua nace, evoluciona, se transforma y enriquece nuestra convivencia. En consecuencia, la claridad y el entendimiento de las resoluciones legales nos humanizan.

Las procuradurías generales de Justicia, Procuraduría General de la República, Poder Judicial federal y los estatales, Congreso de la Unión y los congresos locales, así como demás autoridades de todos los niveles son corresponsables de poner buen ejemplo en sus resoluciones y sentencias. La claridad de las leyes y resoluciones es apremiante y necesaria.

El reto es enorme

Incluso, el Artículo 17 constitucional ordena: las sentencias que pongan fin a los procedimientos orales deberán ser “explicadas por los jueces en audiencia pública”. Veamos si las autoridades pueden acercar el Derecho a la gente para una mejor comprensión y transparencia de la justicia, haciendo del lenguaje legal un verdadero lenguaje ciudadano.

Comamos en español



En estos párrafos no le voy a hablar de cómo se preparan la paella a la valenciana, el pato a la naranja u otras delicias de la madre patria, sino, como de costumbre, sobre la forma de escribir en español palabras que, en esta ocasión, tienen que ver con la alimentación y la gastronomía.
Ya que digo gastronomía, comencemos por ahí. El prefijo gastro-, que originalmente se usaba solo para palabras relacionadas con el estómago, como gastritis y gastrointestinal, se usa ahora también para formar palabras que se refieren a las artes culinarias, como gastroguía, gastrofestival, gastrobazar, gastrobar y, de hecho, gastronomía, ciencia y arte que hoy en día es carrera profesional de prestigio.

A los famosos tres golpes se les dice en Colombia desayuno, almuerzo y comida, mientras que en España son llamados desayuno, comida y cena. Los intermedios reciben diversas denominaciones, pero dos clásicos son mediasnueves, para el refrigerio de la mañana, y onces, para el algo, las segundillas o el refrigerio de la tarde. Estas denominaciones corresponden a la hora en que se toman. Mediasnueves, a las nueve y media, y onces, a la hora once en el conteo bíblico, que son las cinco de la tarde.

Plato fuerte

Algunas palabras relacionadas con la comida y su preparación aparecen escritas en el Diccionario de la lengua española de la siguiente manera: bistec (beefsteak, inglés), rosbif (roast beef, inglés), espagueti (spaghetti, italiano), macarrón (maccarone, italiano) y puré (purée, francés).

La palabra sánduche merece párrafos aparte. La Academia se oponía al uso de la forma sándwich, inventada por los ingleses para hablar de la comida estilo conde de Sandwich.

Sandwich (1718-1792) era jubilado de la Armada Británica. Cuando iba a los casinos jugaba con tal obsesión, que se negaba a pasar a manteles y prefería que le llevaran a la mesa de juego una bandejita con tajadas de pan y lonjas de carne. Él acomodaba cada lonjita de carne entre dos cortes de pan de molde, para ir mordiendo mientras seguía atento a la ruleta, y de ahí se comenzó a decir de otras personas que hacían lo mismo que comían como Sandwich. Luego, ya se decía «come sandwich», y así quedó acuñada la nueva palabra.

La Academia pedía que se dijera emparedado en vez de sandwich. Luego incorporó al diccionario la voz sándwich, con tilde, con lo que quedó españolizada. Sin embargo, escritores como Laura Restrepo y Daniel Samper Pizano escribían en sus novelas y ensayos sánduche, tal como decimos en la calle y en las cafeterías populares, en Colombia, Venezuela y Ecuador. Finalmente, el Diccionario de americanismos, 2010, recogió esa forma: sánduche.

No olvide que en los libros de recetas de cocina llaman judías a los frisoles o fríjoles; que a la mazamorra paisa con dulce macho se le dice en algunos lugares peto con panela rallada; que los huevos pericos son los mismos huevos revueltos con cebolla y tomate; que el elegante cruasán es el mismo pancacho ni que los suspiros son los mismos merengues.

Y aquí ya comencé a hablar de dulces y postres.

Postre

La palabra inglesa marshmallow, correspondiente a las esponjitas dulces, que a veces se comen asadas, ya tiene una forma en español, masmelo, recogida así en el Diccionario de americanismos, aunque justo es decirlo, ya contaba con una traducción en el Diccionario de la lengua española en la palabra malvavisco, que está muy bien, pero que en nuestro país no se usa.

La palabra francesa mousse, con que se identifica la deliciosa esponja a base de clara de huevo, se debe llamar en español espuma, según el Diccionario panhispánico de dudas.

Aunque al comienzo, y por allá hasta hace unos cincuenta años, se decía ariquipe, con i, la comercialización de este dulce de leche, que también se conoce como majarblanco (los especialistas me dirán que no es lo mismo) hizo que se impusiera la palabra arequipe, con e, que dizque porque viene de Arequipa, Perú.

Tiramisú es el postre de origen italiano con sabor a café. El nombre se forma en la lengua de Dante a partir de la frase «tira (imperativo del verbo tirar) mi (‘a mí’) su (‘arriba’)».

La voz inglesa doughnut, correspondiente a la rosquilla dulce y blanda que viene con gran variedad de rellenos, fue acortada por los gringos en la forma donut, y, según el Diccionario de americanismos, se puede escribir en español dona, que finalmente es como la pronunciamos en estos lares. Ya existía una traducción en la palabra berlina, voz que ha tenido menos éxito comercial.

Ponqué es palabra colombiana formada a partir del inglés pound cake (torta de una libra). Figura así (ponqué) en el Diccionario de americanismos.

Colombina es el nombre de un personaje de la Comedia del Arte Italiana, como Pierrot y Polichinela. Los fabricantes de los dulces que llevan esa marca tomaron la Colombina, que viene a ser como una versión femenina del Arlequín, la sentaron sobre la medialuna y crearon así la conocida marca de «la muñeca y la media luna». Hoy es tan popular el nombre colombina, que se aplica chupetas de otras marcas (y hasta a presas de pollo que evocan la forma de la chupeta).

La palabra confite se refiere a un dulce pequeño y no debe confundirse con confeti, que es el conjunto de papelitos de colores fiesteros, del tamaño de los redondelitos de papel que quedan en la máquina perforadora.

Licores

Las palabras vodka, de origen ruso, está escrita así en el Diccionario de la lengua española.

La voz inglesa brandy tiene en español la forma brandi, que también se conoce como coñac, aunque los especialistas me llamarán a aclararme que coñac es solo el brandi de la región francesa que lleva el nombre Cognac.

Y el vocablo inglés whisky, del gaélico uisge-beatha, ‘agua de vida’, que pasó al español como güisqui, tiene ahora, desde la Ortografía de la lengua española del 2010, una nueva forma en la lengua de Cervantes: wiski. Su plural es wiskis.

Personas, lugares y cosas

Al jefe de concina se le dice chef, voz derivada del francés chef, que significa ‘jefe’. Esta palabra es de género común, de tal manera que si se trata de una mujer es una chef, y no una chefa.

El jefe de restaurante se llama metre, del francés maître, también de género común, el metre y la metre.

El comensal exquisito se llama gurmé, del francés gourmet, igualmente común, este gurmé y esta gurmé.

Un ‘lugar donde se venden exquisiteces’ se llama en español delicatesen, según el Diccionario panhispánico de dudas. Este nombre viene del alemán Delikatessen, que pasa al inglés delicatessen, y significa ‘alimentos selectos’.

Un utensilio que se usa para mantener calientes las comidas bufé (‘autoservicio’, del francés buffet, ‘aparador’) es el samovar, que viene de la lengua rusa, y se refiere originalmente al recipiente para calentar té.

Y eso es todo por hoy.

¡Buen provecho! (o si prefieren que lo diga en francés, bon appetit!).

Fernando Ávila (Fundéu BBVA Colombia)

FUNDACIÓN DEL ESPAÑOL URGENTE


poner de relieve, no poner en relieve

Poner de relieve, y no poner en relieve, es la forma adecuada de expresar que se subraya o destaca algo, tal como recoge el Diccionario de la lengua española.

Es habitual, sin embargo, encontrar noticias en las que se usa la construcción inapropiada poner en relieve: «Asimismo, el presidente Peña Nieto puso en relieve que la ley nos obliga a todos por igual», «El Gobierno quiere poner en relieve que Bruselas se ha mostrado más flexible con los objetivos de déficit de España que con los de Italia» o «Por último, el 11 blanquiazul puso en relieve su buen entendimiento sobre el terreno de juego con Juan Carlos Valerón».

En todos estos casos lo apropiado habría sido emplear la expresión poner de relieve.

LA LENGUA VIVA


Palabras de moda
Amando de Miguel

A lo largo de los últimos años he ido registrando aquí muchas palabras que se iban poniendo de moda en la jerga cultiparlante de los hombres públicos. Por la misma razón de su carácter efímero, algunas de ellas se van olvidando, o por lo menos no resultan tan machaconas. Por ejemplo, la voz tema (masculino) era una plaga hace un decenio; ahora ya no se estila mucho. En todo caso, el tema ha quedado para los operarios que están fuera del IVA. El puesto de palabra favorita de los hombres públicos es ahora ámbito. Quiere decir cualquier cosa y además posee la sonoridad de las esdrújulas. No se puede pedir más. A veces se ve sustituida por entorno, pero es una voz más plana. Debe quedar claro que "los países de nuestro entorno" nunca incluye a Marruecos o a Portugal.
Por influencia del todopoderoso inglés, ahora se estila mucho lo de "consistente" cuando quiere decir "congruente". El sentido tradicional de consistente es más bien algo firme, macizo incluso. Pero no es eso lo que se quiere decir con "consistente", sino algo que se muestra congruente o coherente con otra cosa.
Estos días nos hemos quedado alelados con un nuevo palabro que ha dejado caer el famoso juez Bermúdez: conexidad. Lo ha repetido varias veces, luego no debe de ser un error. Ya de paso me pregunto por qué esa propensión de algunos destacados jueces para ir en moto. Comprendo lo espectacular que resulta, para un magistrado, ponerse o quitarse el casco delante de una cámara de televisión.
Un nuevo término con éxito es argumentario. Se supone que es el conjunto de ideas o argumentos para discutir en público. Lo utiliza mucho la izquierda. Respiran por la herida quienes así lo dicen, pues en ellos es más perceptible que echan mano de unos argumentos establecidos previamente por alguien ignoto.
Es muy antigua la expresión Estado de Bienestar. Nada menos que es de la época de Girón. Ahora tiene otro sentido. Más bien habría que decir "Estado de la subvención". Es un derecho fundamental nuevo, el derecho a la subvención. Ya se sabe, como dijo una famosa jurisconsulta, "el dinero público no es de nadie".
Anoto infinidad de nuevos terminachos: evidenciar, habilidades, monitorizar, desencuentro, sistémico, organizacional, interoperabilidad, dimensionamiento. No me atrevo a definirlos. Supongo que, si se lanzan, es precisamente porque no se pueden definir bien. No está escrito que los hombres públicos estén interesados en que se les entienda. En su oficio, la oscuridad es un mérito para ascender o por lo menos para mantenerse en el escabel al que han llegado. Agradecería mucho que algún libertario más erudito que yo me aclarara el significado de esos palabros.
Las novedades léxicas no siempre son cultismos o barbarismos. Hay expresiones nuevas, quizá sacadas del lenguaje popular, que adquieren un renovado prestigio. Por ejemplo, hacérselo mirar. Es una graciosa metáfora para indicar que alguien debe revisar lo que ha dicho o hecho.
Otro idiotismo (= típico del vulgo) es la locución lo que es y sus compuestos (lo que ha sido, lo que son, lo que va siendo). Es una innovación del ministro De Guindos, que la emplea a placer. Supongo que cundirá. Antes la decían mucho los campesinos, pero ahora ya no hay agricultores sino perceptores de subvenciones. Me intriga cómo se puede traducir el lo que es al inglés.

www.libertad digital.com

IDIOMA


Sugerencias para todo el universo hispanohablante
Por Graciela Melgarejo | LA NACION
Twitter: @gramelgar | Mail: lineadirecta@lanacion.com.ar |

La elección del papa Francisco sigue siendo todavía un tema lingüístico. La semana pasada, Fundéu distribuyó una comunicación con este título: " Ecuménico e interreligioso no son sinónimos". ¿Alguien creyó que lo eran? Parece que sí, a juzgar por lo que sigue: "El adjetivo ecuménico hace referencia a las relaciones entre los cristianos (protestantes, ortodoxos, evangélicos, católicos, etcétera), mientras que interreligioso alude a las relaciones entre el cristianismo y otros credos".

El adjetivo ecuménico en el Diccionario de la Real Academia Española, en la versión en línea, está definido así: "Universal, que se extiende a todo el orbe". La palabra, bella por sonido y por significado, puede usarse en muchos casos. En los señalados por Fundéu es donde se da, evidentemente, una confusión: "Con motivo de las declaraciones del nuevo papa respecto de la importancia de mantener y mejorar el diálogo ecuménico y el interreligioso, se han podido encontrar noticias como éstas: «El papa Francisco convocó a un diálogo ecuménico con los distintos credos», «El encuentro de Francisco con Bartolomé I es un hito en el diálogo interreligioso». La Fundéu (que trabaja en la Argentina con el asesoramiento de la Academia Argentina de Letras) recuerda que ecuménico e interreligioso no son sinónimos, sino que ecuménico hace referencia al ecumenismo, que es el movimiento que busca la unidad entre los cristianos, mientras que interreligioso se aplica a las relaciones de los cristianos para con otras religiones en pos del bien común y la paz, por ejemplo, el judaísmo, el islam, el hinduismo, etcétera. De ahí que hubiera sido mejor decir: «El encuentro de Francisco con Bartolomé I es un hito en el diálogo ecuménico» o «Francisco había conmemorado en la catedral metropolitana el 74 aniversario de la Kristallnacht en un encuentro interreligioso»".

Fundéu se refiere al ecumenismo entendido como la tendencia o movimiento que busca la restauración de la unidad de las distintas confesiones religiosas cristianas, definido así en el DRAE (" ecumenismo. 1. m. Rel. Tendencia o movimiento que intenta la restauración de la unidad entre todas las Iglesias cristianas"). En 2014, en la próxima edición del Diccionario , podría considerarse agregar una segunda acepción en ecuménico, ca : "Perteneciente o relativo al ecumenismo (tendencia o movimiento)", por ejemplo. Otra posibilidad es enviar ya un tuit a la RAE , con esta sugerencia, como la propia entidad lo pide: " @RAEInforma Las propuestas relacionadas con el diccionario pueden remitirse a la Unidad Interactiva del DRAE (unidrae@rae.es): http://ow.ly/hnqMQ ".

Hay otra observación hecha por Fundéu en estos días: "El nuevo papa concede una bendición urbi et orbi, no urbi et orbe, en cursiva y en minúscula, tal como señala la Ortografía de la lengua española".

La entrada en el Diccionario en línea define así: " urbi et orbi (Loc. lat., literalmente 'para la ciudad y para el orbe'). 1. loc. adj. A la ciudad de Roma y al mundo entero. U. por el Sumo Pontífice como fórmula para indicar que lo dicho por él, y especialmente su bendición, se extiende a todo el mundo. 2. loc. adv. A los cuatro vientos, a todas partes."; pero como la versión en línea ya no utiliza la cursiva, concluimos que ya se la considera latinismo adaptado.

© LA NACION.

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