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segunda-feira, 2 de setembro de 2013

POBREZA LÉXICA EN EL LENGUAJE


Los vicios del lenguaje son usos o formas incorrectas de hablar o escribir.
Dentro de los vicios del lenguaje se encuentra la llamada Monotonía o Pobreza Léxica.
La Pobreza Léxica o Monotonía consisten en el uso reiterado y excesivo de los mismos vocablos para expresar ideas diferentes y para las cuales existen palabras más precisas. Se repiten vocablos vagos o imprecisos que restan calidad a la información. Estos términos pueden ser: especie, cosa, algo, puso, de lo que es.
La Pobreza Léxica refleja pobreza de lenguaje.



Ejemplos de Pobreza Léxica en el Lenguaje:
Son ejemplos de Pobreza Léxica los siguientes (en paréntesis está la forma correcta):
Tu perro es de una especie poco común (Tu perro es de una raza poco común)
No sé a qué cosa te refieres (No sé a qué tema te refieres)
El maestro es algo extraño (El maestro es un poco extraño)
Le puso una carta al amigo (Le envió una carta al amigo)
Hablaré de lo que es la inteligencia (Hablaré acerca de la inteligencia)
Es muy frecuente en el uso de verbos que sirven para todo propósito (hacer, decir, tener, poner, haber, ser, estar, etcétera):
Hacer una casa (Construir una casa)
Hacer un pastel (Cocinar un pastel)
Hacer un ensayo (Redactar un ensayo)
Tener grandes cualidades (Poseer grandes cualidades)
Tener el primer lugar (Ocupar el primer lugar)
La casa tiene 120 metros cuadrados (La casa mide 120 metros cuadrados)

LOS VICIOS DEL LENGUAJE




Los vicios del lenguaje son usos o formas incorrectas de hablar o escribir. A continuación mostramos una lista detallada de dichos vicios del lenguaje:




1. Anfibología: Consiste en el doble sentido, vicio de la palabra, manera de hablar en la que se puede dar más de una interpretación. Oscuridad en la expresión. Ejemplos:
Calcetines para caballeros de lana - Calcetines de lana para caballeros (correcto)
Medias para señoras de cristal - Medias de cristal para señoras (correcto)
Ventilador de bolsillo eléctrico - Ventilador eléctrico de bolsillo (correcto)
Se lo agradezco un montón - Se lo agradezco mucho (correcto)
2. Arcaísmo:
Consiste en una frase o manera de decir anticuada. Ejemplos:
Desfacer entuertos - Deshacer agravios (correcto)
Currículum - Currículo-s (correcto)
A continuación mostramos una lista de vocablos o morfemas desusados en la variedad general culta del español:
Asaz, ansí o ansina, agora, endenantes, estonce, escuro, estoria, mesmo, facer, fijodalgo, fierro, falcón, deprender, aguaitar, vide, haiga, arrempujar, abajar, emprestar, trompezar, recebir...
3. Sonsonete:
Consiste en el ruido en la pronunciación. Alterar el correcto sonido de algunas consonantes. Ejemplo:
La "shisha" de "Mulshén" es "zenzazional
4. Barbarismo:
Consiste en pronunciar o escribir mal las palabras o emplear vocablos impropios. Ejemplos:
Poner los puntos sobre las is - Poner los puntos sobre las íes. (correcto)
Mil nuevecientos noventa y dos - Mil novecientos noventa y dos. (correcto)
Partís leña con la hacha -Partís leña con el hacha. (correcto)
Aprobastes el examen - Aprobaste el examen. (correcto)
Está prohibido a nivel estatal - Está prohibido en todo el Estado. (correcto)
El equipo gana de cinco puntos - El equipo gana por cinco puntos. (correcto)
Es por esto que... - Por esto es por lo que. Por esto. (correcto)
5. Cacofonía:
Consiste en el encuentro o repetición de las mismas sílabas o letras. Ejemplos:
Juana nadaba sola.
Atroz zozobra.
6. Extranjerismo:
Consiste en la Voz, frase o giro de un idioma extranjero usado en castellano.
Ejemplos:
Barman - Camarero. (correcto)
Best-seller - Éxito de venta. (correcto)
Bungalow - Casa de campo. (correcto)
El number one - El número uno. (correcto)
7. Hiato:
Consiste en el encuentro de vocales seguidas en la pronunciación. Ejemplos:
De este a oeste.
Iba a Alcalá.
8. Idiotismo:
Consiste en el modo de hablar contra las reglas ordinarias de la gramática, pero propio de una lengua.
Ejemplos:
Déjeme que le diga - Permítame decirle. (correcto)
Alcanzabilidad - Alcanzable. (correcto)
Controlabilidad - Control. (correcto)
Me alegro de que me haga esta pregunta - Su pregunta es acertada. (correcto)
9. Impropiedad:
Consiste en la falta de propiedad en el uso de las palabras. Empleo de palabras con significado distinto del que tienen.
Ejemplos:
Es un ejecutivo agresivo - Es un ejecutivo audaz. (correcto)
Examinar el tema con profundidad - Examinar el tema con detenimiento. (correcto)
La policía incauta dos kilos de droga - La policía se incauta de dos kilos de droga. (correcto)
Juan ostenta el cargo de alcalde - Juan ejerce el cargo de alcalde. (correcto)
Ha terminado el redactado de la ley -Ha terminado la redacción de la ley. (correcto)
El coche era bien grande - El coche era muy grande. (correcto)
10. Neologismo:
Consiste en el abuso de vocablos, acepciones o giros nuevos. Ejemplos:
Acrocriptografía. (Representación de las figuras de vuelo acrobático.)
Necesito tu "página web" o por lo menos dame tu "e-mail".
11. Pleonasmo:
Consiste en el empleo de palabras innecesarias. Ejemplos:
Miel de abeja - Miel. (correcto)
Tubo hueco por dentro - Tubo. (correcto)
Persona humana - Persona. (correcto)
Me parece a mí que... - Me parece que... (correcto)
Suele tener a menudo mal humor - Suele tener mal humor. (correcto)
Muy idóneo - Idóneo. (correcto)
Muy óptimo - Óptimo. (correcto)
Volar por el aire - Volar. (correcto)
Etc., etc., etc. - Etc. (correcto)
12. Redundancia:
Consiste en la repetición innecesaria de palabras o conceptos. Ejemplos:
Sube arriba y... - Sube y... (correcto)
Salió de dentro de la casa - Salió de la casa. (correcto)
A mí, personalmente, me parece que - Me parece que... (correcto)
Lo vi con mis propios ojos - Lo vi. (correcto)
13. Solecismo:
Consiste en falta de sintaxis; error cometido contra la exactitud o pureza de un idioma.
Ejemplos:
Andé, andamos - Anduve, anduvimos. (correcto)
Dijistes - Dijiste (correcto)
Lo llevé un regalo - Le llevé un regalo. (correcto)
La llevé un regalo - Le llevé un regalo (correcto)
El humo y el calor no me deja trabajar - El humo y el calor no me dejan trabajar. (correcto)
Entrar las sillas - Meter las sillas. (correcto)
Hacer la siesta - Echar la siesta. (correcto)
Le dije de que no entrara - Le dije que no entrara. (correcto)
A grosso modo habría - Grosso modo habría... (correcto)
Contra más me lo dices - Cuanto más me lo dices... (correcto)
Han habido mucha gente - Ha habido mucha gente. (correcto)
14. Ultracorrección o hipercorrección:
Consiste en la deformación de una palabra pensando que así es correcta, por semejanza con otra parecida.
Ejemplos:
Bilbado - Bilbao. (correcto)
Inflacción -Inflación. (correcto)
Périto - Perito (correcto)
Tener aficción por - Tener afición por... (correcto)
15. Vulgarismo:
Consiste en un dicho o frase incorrecta utilizada por la gente sin cultura. Son errores propios del vulgo o gente poco instruida. Tipos:
Vulgarismo por sustitución de fonemas: juimos, jósjoro, nojotros, juyío, güenísimo, agüelo, deligencia, rebundancia, consiguir, linia, cuete, lagrimógeno, golpiar, cupitre, calcamanía, maltillal, suerdo, semos, Eduviges. “Se venden vacenillas para niños.”
Vulgarismo por omisión o adición de fonemas, o por metaplasmos no autorizados: acetar, eletricidá, dentrar, lamber, mendingar, nadien, enchufle, dijieron, trajieron, alante, pa tras, onde, aonde, amarrao, comío, dormío, concencia, ta bien, tonce o tons o toes, pa difrutala; trentiuno, cuarentidós, cincuentitrés, sesenticuatro, setenticinco, ochentiséis,noventisiete; inresponsable, inrompible.
Vulgarismo por adición y sustitución, simultáneamente: agomitar.
Vulgarismo por omisión y sustitución, simultáneamente: refalar, efaratar.
Vulgarismo por regularización no autorizada de verbos irregulares: yo sabo, yo cabo, yo apreto, yo forzo, yo renovo, yo degollo, yo conducí, él tradució, yo satisfací, tú satisfaciste, escribido, inscribido. Rompido es correcto, pero anticuado: hoy en día solo se usa roto.
Confusión de desinencias verbales por analogía: amaríanos, comeríanos, estábanos, fuéranos
16. Dequeísmo:
Consiste en añadir elementos innecesarios de enlace. ("DE QUE")
Dijo de que se iba - Dijo que se iba. (correcto)
Contestó de que estaba enfermo - Contestó que estaba enfermo.(correcto)
Creo de que no está bien - Creo que no está bien.(correcto)
Pienso de que es tarde - Pienso que es tarde.(correcto)
17. Adequeísmo:
Consiste en eliminar elementos de enlace necesarios. ("DE")
Estoy seguro que vendrá - Estoy seguro de que vendrá. (correcto)
Le informó que vendría - Le informó de que vendría.(correcto)
Acuérdate que llega hoy - Acuérdate de que llega hoy.(correcto)
No te olvides sacar el perro - No te olvides de sacar el perro.(correcto)
18. Los Vicios Gramaticales: consisten en la mala ubicación de los signos de puntuación.
19. Los Modismos. Son modos de hablar propios de una lengua que suelen apartarse en algo de las reglas generales de la gramática.
20. Las Muletillas o Bastoncillos. Son palabras que algunas personas utilizan para apoyarse, cuando están hablando. En muchos casos hasta son incoherentes; sin embargo, emplean para no dejar vacíos en los diálogos cotidianos. Las muletillas o bastoncillos más usados en nuestro medio son: osea que Claro te lo dije Bueno Oye si o no Che Esteeee Ajá Sips no es cierto que sé yo
Hábito de repetir sistemática e inconscientemente una palabra, frase u oración. Ejemplo:
"Te fijas" que cuando salí de la piscina
"te fijas", él estaba ahí
"te fijas" mirándome con esos enormes ojos
"te fijas" y yo no sabía qué hacer, "te fijas"
21. Ambigüedad: Es la falta de claridad. Oración con doble interpretación o comprensión. Ejemplo:
En la avenida Las Condes venden pañales para "adultos desechables".
22. Monotonía o Pobreza Léxica: consiste en el uso reiterado y excesivo de los mismos vocablos para expresar ideas diferentes y para las cuales existen palabras más precisas. Ejemplos:
Decir: decir un discurso, decir un ejemplo, decir lo que ocurrió, decir un poema...
23. Apócope: Acortar informalmente una palabra.
Ejemplo:
"Rodri" se compró una "bici".
24. Coprolalia: Son las groserías. Coprolalia significa hablar inmundicias. El vicio no es decirlas, sino pronunciarlas “sin ton ni son” o fuera de contexto.
Ejemplo:
Lo subió y bajó a "puteadas" frente a los demás.
25. Folclorismo: Abusar con las expresiones típicas de un país. Ejemplo:
Aquella niña hace mucho que ya "no arrastra la bolsa del pan".
26. Laconismo: Brevedad exagerada en las respuestas o en las expresiones en general. Mensaje incompleto. Ejemplo:
¿No te parece que la guerra es un asunto bastante importante como para ignorar su crueldad y el efecto que produce sobre tantos inocentes? ¿Qué opinas al respecto?
... Nada
27. Metaplasmo: Agregar o quitar un sonido que es propio de una palabra. Ejemplo:
Ella cumplió "diciocho" años.
28. Metátesis: Cambio de lugar de un sonido en un vocablo. Modificar un sonido o letra en las palabras.
Ejemplo:
La madre le dio un "peñizco" a su hijo.
29. Perífrasis: Rodeo de palabras. Decir mucho para expresar poco.
Ejemplo:
"Recién eran las seis de la mañana cuando los primeros rayos solares escaparon de las crestas de las montañas, luego, atravesaron los valles y llegaron con su débil calor a las cimas de los montes costeros; uno de los rayos entró con cierta impertinencia a la modesta casita y dando de lleno en el rostro del niño, lo despertó".
30. Queismo: empleo inadecuado del "que".
Ejemplos:
es de este precipicio que se aparten.
son estas flores que se ven.
fue entonces que yo corrí.
31. Vicios de Dicción: Los “vicios de dicción” consisten en el mal empleo de un vocablo considerado en sí mismo, sin tenerse en cuenta sus relaciones con las palabras del contexto.
32. Vicios de Construcción
Con el nombre tradicional de “vicios de construcción” se designan todos aquellos usos incorrectos de las palabras consideradas en su relación con otras palabras de la misma frase u oración. Dicho de otro modo, los “vicios de construcción” son los errores en la composición o construcción de los enunciados (compuestos de al menos dos unidades léxicas), o sea, en la formación de los sintagmas.

Fuente: www.retoricas.com

EL ESPAÑOL EN ESTADOS UNIDOS





37 millones de estadounidenses hablan español en su casa
Es el principal idioma alternativo. En total, más de 60 millones, un 23% de la población, tiene otra lengua.

FUENTE: INFOBAE




En Estados Unidos, más de 60 millones de personas hablan un idioma distinto al inglés en su hogar, lo que representa al menos el 10% en más de un cuarto de los distritos del país.

Así se desprende de las cifras del último censo nacional, del año 2011, que fue graficado en un mapa del Washington Post, donde se muestra cuáles son los distritos con más del 10% de habitantes que hablan otro idioma y cuáles son esos idiomas.

Además, el informe revela que el 7% de los que no hablan inglés en su hogar no lo hablan en absoluto, mientras que un 58,2% lo habla "muy bien".

El español es la segunda lengua del país, con 37.579.787 de hablantes, fundamentalmente en la costa Oeste, en el Sur-Oeste, en el corredor urbano del Este y en otras ciudades importantes. En total hay 708 distritos en los que al menos 1 de cada 10 hogares lo tiene como lengua principal.

En el condado de Imperial, en California, un 73,8% habla otros idiomas distintos al inglés, en su mayoría español. Algo parecido ocurre en el condado de Miami, donde un 72,3% no tiene al inglés como primera lengua. En algunos casos, como el del condado de Webb, el porcentaje de no hablantes de inglés alcanza el 92,3 por ciento.

Los idiomas de los pueblos originarios estadounidenses son también comunes en 29 distritos del Oeste; por ejemplo, en San Juan, Utah, donde un 47% no habla inglés en el hogar y el principal idioma alternativo es el Navajo, hablado en todo el país por 170.000 personas.

Por su parte, el francés es hablado por 2.000.000 habitantes y es utilizado en al menos 1 de cada 10 hogares de 15 condados, en particular en la región de Nueva Orleans y en algunos distritos del Noreste, como Aroostoock, en Maine.

Finalmente, el idioma alemán es hablado por más de 1.000.000 de personas y su uso es significativo en los hogares de 21 distritos de los Estados Unidos.

Las cifras dan cuenta de la pluralidad de lenguas que existen en el país como consecuencia de los distintos flujos migratorios que recibió Estados Unidos, pero también de la preponderancia del español como resultado de la más reciente inmigración proveniente de Latinoamérica.

POR QUÉ SE VA A LA GUERRA


por Carlos Alberto Montaner en Libertad Digital - España


Hay dos gravísimas falsedades de muy difícil desarraigo instaladas en la consciencia de las gentes. Veamos la primera.

¿Por qué van a la guerra los poderosos? La explicación más frecuente es que lo hacen para apoderarse de los recursos ajenos.

En realidad, eso casi nunca es cierto. Para que lo fuera, sería necesario que las naciones estuvieran gobernadas por élites o jefes decididos a mejorar la calidad de vida de la colectividad por medio de acciones sangrientas y costosas desatadas contra otros pueblos.

Tal vez eso fue cierto cuando el bicho humano vivía en cuevas y cazaba en pequeños grupos, pero no cuando la especie evolucionó, desarrolló la agricultura y creó las bases de las sociedades modernas.

Es absurdo pensar que Estados Unidos fue a pelear a Irak para quedarse con el petróleo. La Guerra de Irak ya les ha costado a los contribuyentes norteamericanos 784 000 millones de dólares. Si le sumamos el conflicto afgano excede de un billón de dólares (trillón en inglés).

Esa cifra es más alta que el costo de la Guerra de Corea a precios actuales. Comprarle y revender la energía a Irak, que es lo que hacen las empresas petroleras, es un buen negocio para todos. Arrebatársela a tiros es incosteable.

Intervenir en Siria para saquearla sería, además de un crimen, una soberana estupidez. Siria exporta menos de 150 000 barriles diarios de petróleo y su per cápita anual es de apenas $3 400 dólares. Es una sociedad muy pobre, torpemente manejada.

Es ridículo pensar que la motivación de Washington o París es robarle sus pocas pertenencias a ese polvoriento rincón del Medio Oriente. Sería como matar a un pordiosero ciego para despojarlo de los lápices que vende.

Si Estados Unidos quisiera apoderarse de un país petrolero muy rico tiene en su frontera norte a Canadá, pero tamaña barbaridad no se le ocurre a nadie en sus cabales.

La segunda falsedad es que las guerras sirven para dinamizar las economías. A veces hasta los premios Nobel la suscriben. Paul Krugman, por ejemplo. Lo que indica que nadie está exento de decir bobadas, por mucha fama que se tenga. Afortunadamente, otros premios Nobel opinan lo contrario. Joseph Stiglitz, por ejemplo.

Quien tiene razón es Stiglitz. Las guerras, además de aniquilar a miles de personas, destruyen bienes materiales, pulverizan las infraestructuras, provocan inflación, inhiben la formación de capital y asignan perversamente los recursos disponibles.

Es posible que los fabricantes y mercaderes de armas se enriquezcan, pero eso sucede al costo de empobrecer al 99% del tejido productivo del país. Con lo que cuesta fabricar un portaviones hay recursos disponibles para poner en marcha cinco mil empresas generadoras de riquezas y creadoras de empleos.

Es absurdo pensar que el reclutamiento de soldados es una forma razonable de contribuir al pleno empleo. Lo ideal no es tener una sociedad con millones de personas uniformadas que no producen bienes ni servicios apreciables, sino disponer de un denso y diversificado aparato empresarial con millones de trabajadores productivos. Suiza se ha convertido en el país más rico del mundo evitando las guerras, no participando en ellas.

John Maynard Keynes creyó que la Segunda Guerra mundial había contribuido a ponerle fin a la depresión provocada por el crack del 29, pero su confusión probablemente se debió a que no tenía la información adecuada.

Cuando Estados Unidos entró en ese conflicto, habían pasado 12 años del inicio de la crisis y se estaba en franca recuperación. Pensar que la guerra ayudó a fortalecer la economía americana es como suponer que el terremoto que devastó a San Francisco en 1906, o el Huracán Katrina del 2005 que anegó New Orleans y mató 1831 personas, sirvieron para revitalizar el cuadro económico general del país.

Y, si las guerras son tan malas, y si, en realidad, casi nadie se beneficia, ¿por qué los gobernantes recurren a ellas? La respuesta hay que encontrarla en la compleja psiquis humana.

Van a la guerra por oscuras razones enmascaradas tras elocuentes discursos morales y patrióticos, por el poder y la gloria, por el placer de mandar, por ensoñaciones ideológicas, por arbitrarias construcciones teóricas que casi siempre salen mal, por vengar agravios, por supersticiones religiosas, políticas o étnicas. A veces, pocas, por la libertad, en busca de derechos o para defenderse de una agresión. Es la extraña naturaleza humana

LA LENGUA VIVA






Hablemos de libros divertidos
Amando de Miguel



Hacía tiempo que no me reía por dentro con tanta gana. Ha sido el efecto de la lectura del libro Palabras al aire, escrito por Sagrario Fernández-Prieto (Ediciones Martínez Roca). Es un florilegio de frases dichas por personajes y personajillos con un micrófono delante. Hay también algunos titulares de periódicos. Tienen de común lo disparatados y divertidos que son los textos. Predominan los gazapos, los errores mayúsculos. Producen risa porque no se espera uno que en el habla pública menudeen tanto los analfabetos. Ya se sabe que la risa se produce ante lo inesperado. Los libertarios encontrarán muy familiar el repertorio de este libro de doña Sagrario. Suele ser también una parte jocosa de esta seccioncilla. La diferencia es que aquí no solo nos solazamos con los disparates ajenos (a poder ser de personajes empingorotados), sino que tratamos de buscarle alguna explicación.

Las "palabras al aire" que recoge doña Sagrario responden a estos cuatro tipos, por lo menos según mi lectura: (1) Confusión de palabras, seguramente por ignorancia o más bien por el nerviosismo que produce hablar o escribir para el público. Por ejemplo, "basilisco" en lugar de “obelisco”, “sodomizar” en lugar de “somatizar”, “dilapidar” en lugar de “lapidar”. Los payasos de todos los circos han acudido a ese registro de confundir las palabras. Produce una reacción hilarante. (2) Confusión de frases hechas, precisamente porque se suele ignorar el origen y sentido originario de la frase en cuestión. Por ejemplo, “dar coces contra tu tejado” o “ponerse el mundo por bandeja”. (3) Disparates gramaticales como consecuencia de la búsqueda del mayor énfasis posible. Por ejemplo, “último colofón” o “prejuicio preconcebido”. (4) Falsificación caprichosa de algunos latinajos. Por ejemplo, “por mutuo propio” en lugar de “motu proprio” o “non plus más” en lugar de “non plus ultra”.

El otro libro es Hablando pronto y mal, escrito por este cura (Editorial Espasa). Sale de las prensas esta misma semana. (Aunque me parece que ya no existen las prensas). Aviso que no es una recopilación de los artículos de Libertad Digital, aunque, como es lógico, pertenezcan al mismo género. El cual consiste en destripar el habla de nuestros compatriotas, especialmente los que se presentan en público. Por eso me detengo de modo particular en el politiqués y el tertulianés. No se trata de acumular disparates, sino de explicarlos. No sé si lo he conseguido, pero de momento resulta la mar de divertido asistir al espectáculo del habla pública. El libro puede ser útil a los profesores de Lengua y Literatura, por aquello que se rotulaba en los viejos telones de teatro: "Ridendo córrigo mores", algo así como "a través de lo divertido también enseño".

EL FÚTBOL

El fútbol, la Torre de Babel y la mitología
por Luciano López Gutiérrez en La Opinión de Zamora - España

De todos es sabido que el fútbol fue inventado por los ingleses, por lo que no es extraño que, desde un principio, en su terminología menudeasen anglicismos (felizmente muchos de ellos sustituidos o desterrados) como penalti, gol, referee, linier, sponsor, friki, offside....

Sin embargo, la pasión que se pone en este espectáculo, que a veces se trasforma en una sublimación de la guerra (de hecho el golpeo fuerte del balón es aludido mediante metáforas bélicas: disparo, cañonazo, tiro, obús...) provoca que, en muchas ocasiones, nos topemos en su vocabulario con términos sacados de la poesía épica antigua o de la mitología grecolatina.

Así, comienza a ser muy frecuente que, cuando un equipo está recibiendo un severo correctivo y apenas queda tiempo para la reacción, los locutores afirmen que solamente será posible la ansiada victoria apelando a la épica, palabra relacionada con el término latino epicus y el griego epikós, que acabaron sirviendo para referirse a unos poemas de tono elevado, en que se relataban las hazañas de dioses y héroes, de tal forma que, al usar esta expresión, los comentaristas están comparando las corajudas incursiones de los laterales por su banda con los indelebles combates de griegos y troyanos que narró Homero en broncíneos hexámetros, o con el peligroso viaje de Ulises, el versado en mil artimañas, a través de los cambiantes mares, a merced de las tormentas, de los monstruos, de las sirenas, de los cíclopes antropófagos, y de la tiranía de diosas y magas, que no sabe uno muy bien qué será peor.

También dos de los puestos claves en cualquier equipo nos remontan a la Antigüedad. Me refiero al de portero y al de delantero centro. En la actualidad, no pocas veces se denomina al guardameta cancerbero, sin duda recordando al mismísimo Cancerbero, el perro, provisto de tres cabezas y serpiente en lugar de cola, encargado de vigilar las puertas del Hades, o Mansión de los Muertos, para que los difuntos no salieran al mundo bañado por la luz del sol, ni los vivos visitaran las oscuras mazmorras infernales, si bien algunos lo lograron, como el piadoso Eneas, padre de Roma, con la ayuda de una mágica rama dorada, o el músico Orfeo, gracias a que con su enhechizante lira logró amansar a la fiera.

Y por lo que respecta al delantero centro, habitualmente el jugador con más instinto goleador del equipo, hay que decir que también está asociado a un nombre latino en el que resuenan voces de gesta, ya que, con frecuencia, los periodistas se refieren a él con la denominación de ariete, del latín aries arietis («carnero»), que antaño se usaba para referirse a una viga rematada con la cabeza de este animal en uno de los extremos, que servía como máquina de asalto, de tal forma que el fornido futbolista que desarbola la defensa rival es comparado a la robusta viga con la efigie de un carnero de retorcida cornamenta, que abatía las sólidas puertas de las murallas empujada por las torvas mesnadas ávidas de botín y sangre.

Sin embargo, los actuales idiomas romances también están aportando sus palabras a nuestro lenguaje futbolístico, a través de las cuales muestran su distinta concepción de este entretenido juego. Así el italiano con el vocablo catenaccio «cerrojo», relacionado con el latín catena «cadena» y con nuestro candado, nos declara abiertamente que lo que más buscan las escuadras de este país es el atrincheramiento, el repliegue sobre sí mismas para mantener su portería a cero, con objeto de aprovechar cualquier descuido del rival.

Ahora bien, algo completamente distinto nos revelan los lusismos, o vocablos procedentes del portugués, que también son de uso común entre los aficionados, pues, al provenir generalmente de Brasil evocan el reino de la fantasía, de lo inverosímil, de lo mágico. Piénsese en expresiones como folha seca, forma de disparar a puerta inventada por el desaparecido Didí, que consiste en golpear el balón de tal manera que coja una trayectoria muy ascendente para bajar después súbitamente hacia la portería; o paradinha, lanzamiento de un penalti parando por sorpresa antes de llegar al balón para provocar la estirada a destiempo del portero.

Y también ha acudido nuestro propio idioma a metáforas o metonimias, de aquende o allende de los mares, para aludir a lances del juego o a los propios elementos del mismo: túnel o caño (pasar al contrario el balón entre las piernas), vaselina (hacer que la pelota describa una suave parábola para salvar la altura del portero u otros jugadores y aterrizar mansamente en la red), sombrero (dar un ligero toque al esférico hacia arriba para salvar la entrada del contrario y controlarlo acto seguido rápidamente), cuero (balón), zaga (arabismo que alude a la retaguardia del ejército, otra vez el belicismo), rabona (golpear el balón con las piernas cruzadas, precisamente con la retrasada, no con la que soporta el peso del cuerpo), tridente (tres delanteros en punta)...

Así como, a la composición y derivación, los dos mecanismos para crear palabras nuevas partiendo de las ya existentes: balompié, centrocampista, carrilero (jugador que realiza incursiones por las bandas), arquero (portero), pañolada (flamear de pañuelos en protesta por el juego del equipo o por descontento con el presidente, entrenador, o árbitro)...

E incluso este lenguaje tan vivo de los futboleros ha invadido el lenguaje cotidiano y sirve para la creación de frases figuradas de estilo coloquial como: casarse de penalti (deprisa y corriendo por embarazo inesperado) o meterle a alguien un gol (sorprenderlo o engañarlo).

FUNDACIÓN DEL ESPAÑOL URGENTE

boicot y boicoteo, adaptaciones al español de boycott

Recomendación urgente del día

El término boicot —mejor que boycott o boicó— y su sinónimo boicoteo son las formas adecuadas en español para referirse a la ‘acción destinada a entorpecer o impedir que una persona o empresa desarrolle normalmente su actividad, a menudo como medida de presión’, tal como recoge el Diccionario de la lengua española.


El Diccionario panhispánico de dudas propone esos dos términos y sus plurales boicots y boicoteos como formas adaptadas de la voz inglesa boycott, y recomienda no hacer uso de la adaptación boicó.

Así, en frases como «Organizaciones sociales llaman a un boicó contra las medidas aprobadas» o «Personajes célebres apoyan un boycott en contra de los Juegos de Invierno», lo apropiado habría sido emplear los términos boicot o boicoteo.

PALABRAS

¿Por qué unas palabras, sí, y otras, no?
Por Graciela Melgarejo | LA NACION
Twitter: @gramelgar | Mail: lineadirecta@lanacion.com.ar |


El lunes pasado, el poeta argentino-español Marcos Ricardo Barnatán rescataba un tuit de @HerasHergueta: "Una de las palabras más repulsivas del castellano, mal que les pese a los ebanistas, es «rebaba»". Rápidamente otro tuitero contestó: "¡Que curioso! ¿Por qué le parece repulsiva? Tiene un uso técnico: «Sobrante de un mecanizado»".


El humor es una marcada característica de Twitter. Por eso, Barnatán rescató el tuit, y la discusión sobre la belleza o la falta de belleza de "rebaba" y otros vocablos fue tema de varias respuestas. Pasada la simpática discusión, quedó flotando el tema de la necesidad de existencia de ciertas palabras.

Línea directa debe a la recomendación del periodista cultural Nino Ramella la lectura de un excelente artículo de la escritora y académica Carme Riera, "La isla de las palabras perdidas" (http://bit.ly/16LmR5y). Aparecido el 25/8 en el diario español El País, su tema está desarrollado en el primer párrafo: "¿A dónde van las palabras que se pierden?¿A dónde van las palabras de las lenguas que mueren cada día cuando muere el último integrante de la pequeña tribu olvidada que todavía hablaba esa lengua minoritaria, quizá extraña y recóndita, sin registro escrito, sin literatura impresa, solo oral?".

Riera, que ocupa la silla n en la RAE y es especialista en el Siglo de Oro español, va más allá: "¿A dónde van las palabras que no se utilizan, las que nadie pronuncia, las que no tienen quien las diga, las que duermen entre las páginas de los libros que nadie lee, las que ya no registran los repertorios? Los sociolingüistas aseguran que de un tiempo a esta parte no solo hablamos peor, sino que lo hacemos con un vocabulario más restringido, cada vez con menos palabras de manera que la mayoría sobran".

Los lectores de esta columna son testigos de que ciertas palabras parecen casi a punto de desaparecer del español de todos los días, arrolladas por otras que los hablantes parecen preferir. "Generar", por ejemplo, está reemplazando a "crear", "provocar", "producir", "realizar", y otro tanto ocurre con "evento", usado en lugar de "acontecimiento", "encuentro", "hecho", pero también de "espacio", lo cual hubiera sido casi impensable antes.

En su correo electrónico del 26/8, el lector Rodolfo Arrigorriaga se pronunciaba en contra de las "verbosas" sugerencias de Fundéu para reemplazar el extranjerismo bunkering (en "Un caso más de plegarias no atendidas", 19/8) porque le parecían "excelentes ejemplos de los excesos en que podemos caer si olvidamos uno de los requisitos básicos que el idioma necesita para ser un instrumento eficaz de comunicación entre los seres humanos. Me refiero a la concisión, es decir, la virtud de expresar un concepto en el menor número posible de palabras". Y terminaba preguntándose: "¿Cómo haríamos para plantarnos en nuestro reducto idiomático y detener esa avalancha de términos nuevos que avanza incontenible cada día?".

Es un debate interesante el que se avecina, y está muy bien que abarque todos los sectores, tanto los académicos como los del rincón "de los pucheros", como decía Santa Teresa.

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