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segunda-feira, 23 de dezembro de 2013

FÚTBOL




¿El opio de los pueblos?
Eduardo Galeano (Uruguay)

Opio

¿En qué se parece el fútbol a Dios?. En la devoción que le tienen muchos creyentes y en la desconfianza que el tienen muchos intelectuales.


En 1880, en Londres, Rudyard Kipling se burló del fútbol y de "las almas pequeñas que pueden ser saciadas por los embarrados idiotas que lo juegan". Un siglo después, en Buenos Aires, Jorge Luis Borges fue más que sutil: dictó una conferencia sobre le tema de la inmortalidad el mismo día, y a la misma hora, en la selección argentina estaba disputando su primer partido en el Mundial del '78.

El desprecio de muchos intelectuales conservadores se funda en la en la certeza de que la idolatría de la pelota es la superstición que el pueblo merece. Poseída por el fútbol, la plebe piensa con los pies, que es lo suyo, y en ese goce subalterno se realiza. El instinto animal se impone a la razón humana, la ignorancia aplasta a la Cultura, y así la chusma tiene lo que quiere.

En cambio, muchos intelectuales de izquierda descalifican al fútbol porque castra a las masas y desvía su energía revolucionaria. Pan y circo, circo sin pan: hipnotizados por la pelota, que ejerce una perversa fascinación, los obreros atrofian su conciencia y se dejan llevar como un rebaño por sus enemigos de clase.

Cuando el fútbol dejó de ser cosas de ingleses y de ricos, en el Río de la Plata nacieron los primeros clubes populares, organizados en los talleres de los ferrocarriles y en los astilleros de los puertos. En aquel entonces, algunos dirigentes anarquistas y socialistas denunciaron esta maquinación de la burguesía destinada a evitar la huelgas y enmascarar las contradicciones sociales. La difusión del fútbol en el mundo era el resultado de una maniobra imperialista para mantener en la edad infantil a los pueblos oprimidos.

Sin embargo, el club Argentinos Juniors nació llamándose Mártires de Chicago, en homenaje a los obreros anarquistas ahorcados un primero de mayo, y fue un primero de mayo el día elegido para dar nacimiento al club Chacarita, bautizado en una biblioteca anarquista de Buenos Aires. En aquellos primeros años del siglo, no faltaron intelectuales de izquierda que celebraron al fútbol en lugar de repudiarlo como anestesia de la conciencia. Entre ellos, el marxista italiano Antonio Gramsci, que elogió "este reino de la lealtad humana ejercida al aire libre".

LA PUNTA DE LA LENGUA



“Caerán precipitaciones en forma de nieve”
Alguna extraña razón activa en ciertas personas la costumbre de alargar los términos
ÁLEX GRIJELMO en El País - España

Este invierno tendremos “condiciones climatológicas adversas”, se lo digo con toda seguridad. Y además se lo anuncio con toda solemnidad. Si no hubiera querido deslumbrarle a usted solemnemente, habría escrito que este invierno tendremos mal tiempo, y ya está.

Ese mal tiempo, de todas formas, hará que suba “la siniestralidad en las vías interurbanas”, lo cual también le expreso a usted con la ampulosidad precisa para que le dé la importancia debida al hecho de que habrá más accidentes en las carreteras.

Y los habrá, sin duda; por mucho que para evitarlo se produzca un despliegue de las “fuerzas y cuerpos de la seguridad del Estado”, mayormente de la Guardia Civil.

Lógico, porque las condiciones climatológicas adversas y el consiguiente despliegue de las fuerzas y cuerpos de la seguridad del Estado para evitar la siniestralidad en las vías interurbanas se van a dar porque “caerán precipitaciones en forma de nieve”. También pueden sobrevenir “precipitaciones en forma de granizo”, incluso “precipitaciones en forma de agua”.

Y no se quede usted ahí: las peores precipitaciones son las de viento: se precipitan los árboles, se precipitan las cornisas, se precipitan los carteles de las peluquerías… Sí, a veces ocurren tales desgracias por la negligencia de los responsables de conjurar esos riesgos, personas que descuidan sus obligaciones y que en algunos casos se merecen acabar encerradas en una institución penitenciaria, lo que antes de inventarse el idioma administrativo se llamaba prisión.

Los accidentes de tráfico debidos a que nevará, granizará o lloverá (o sea, precipitaciones en forma de tal y tal) se concentrarán en algunos “puntos kilométricos”: “Atención, se ha producido un desprendimiento de tierras (o sea, otra precipitación) en el punto kilométrico 21”; es decir, lo que veníamos llamado “el kilómetro 21”.

Y eso nos lleva a la perplejidad de conocer que hay puntos kilométricos, cuando siempre los imaginábamos redonditos y pequeños; vamos, de milímetros. Los puntos siempre fueron milimétricos.

Alguna extraña razón activa en ciertas personas la costumbre de alargar los términos de cualquier idea. Quizás el subconsciente les dice que así consiguen alargar la idea misma. Y entonces incurren en pleonasmos como el de esas fuerzas y esos cuerpos (se nos haría raro pensar en cuerpos de seguridad sin fuerza, o en fuerzas de seguridad sin cuerpos); o el de las precipitaciones que caen (o caídas que se precipitan); casi siempre hacia abajo, por cierto.

Hoy se celebra la Lotería de Navidad. Así que a algunos se les precipitará el Gordo. Les caerán precipitaciones en forma de premios. Y lo organiza todo la Sociedad de Loterías y Apuestas del Estado, que no debemos entender como la sociedad mediante la cual el Estado lanza sus envites (las apuestas del Estado), sino como la “sociedad estatal de loterías y apuestas”, pues se supone que quienes juegan son los ciudadanos. (Bueno, y también el Estado, ciertamente, porque a veces le tocan los números que nadie compró).

En fin, ante tanta precipitación en el lenguaje oficial, constituye nuestro deber avisar a los lectores: habrá euforia de los agraciados, que se amontonarán si el premio, como acostumbra, está muy repartido. Eso puede generar “la invasión de las vías urbanas”; y “los efectivos de las fuerzas y cuerpos de la seguridad del Estado” no podrán desplegarse “por toda la geografía nacional”. Por tanto, se informará con puntualidad acerca de eventuales “alertas de nivel amarillo (circulación intermitente)” para evitar “la siniestralidad invernal”.

Ahora bien (y aquí viene el principal aviso): se oirá decir en los medios de comunicación que algunos afortunados, deseosos de celebrar su suerte, han tirado la casa por la ventana. Eso, que conste, forma parte del lenguaje popular (tan distinto del lenguaje verdadero) y, por tanto, no debe tomarse al pie de la letra, pues en ningún caso significará que se estén produciendo precipitaciones en forma de muebles.

A MIS AMIGOS...

LA LENGUA VIVA







Correcciones fraternas
Amando de Miguel en Libertad Digital



No se puede uno descuidar. Escribía yo que soy "pejiguero" en un alarde de novedad. Pero Emilio Soria me recuerda que solo existe pejiguera (= cosa molesta y fastidiosa), voz femenina. Perdóneseme la licencia. Pero es que realmente me siento pejiguero. Eso de corregirnos entre nosotros es una buena acción, ya que nos hace pensar. Pero las palabras no son un depósito fijo; algunas se archivan y otras son nuevas.

María Dolores Torres López de Atalaya me consulta si la frase "debe ser prescrito por especialidades concretas" es correcta o no. No la entiendo muy bien. Los fármacos deben ser prescritos por los médicos especialistas, es decir, de distintas especialidades, pero las especialidades no prescriben.

Ignacio de Despujol y Coloma plantea la diferencia entre humor y comicidad. Su idea es que el primer concepto es más difícil de realizar, sobre todo en España. Un chiste llega a aburrir cuando se repite; el humor, no. Para mí es humor o comicidad todo lo que hace reír (o al menos sonreír) al oyente o espectador. La clave suele estar en el doble sentido de algunas palabras o frases. La distinción no es tanto entre humor y comicidad como entre el polo inteligente y el vulgar. Un cómico puede ser un prodigio de inteligencia y finura, mientras que otro expresa un humor chabacano, de sal gorda. Hay una facilidad que admiro: saber contar chistes a tiempo. Ignoro cómo se adquiere.

Gabriel Ter-Sakarian Arambarri se felicita porque yo escriba quizá en lugar de quizás. Comenta el agudo vascoarmenio: "Tengo la impresión de que tú y yo somos los únicos que lo hacemos". Hombre, no será tanto, pero la fórmula más corta suele ser preferible. Puede que quizá sea preferible en medio de una frase, mientras que quizás se avenga mejor cuando vaya sola. No estoy muy seguro.

Juan José Carballal no está de acuerdo con mi idea de que el verbo informar pueda llevar el que o el de que cuando indique transmitir alguna información. Don Juan José sostiene que no es lo mismo "informar algo; por ejemplo, un documento" que "informar o advertir a otro de algo". Pues hasta aquí estamos de acuerdo. La cuestión sigue siendo si es más correcto decir "informar de que" o “informar que” respecto a la información que sigue. Mi idea es que se impone el dequeísmo, en este y en otros casos. Hay veces en las que el dequeísmo sistemático molesta un poco. Por ejemplo, ese insufrible “pienso de que”.

Félix Redondo Quintela insiste en que el Sistema Internacional de Unidades dictamina que los números de más de tres cifras se separen por un espacio, no por un punto. Así, "5 113" y no "5.113". Me siento incómodo con esa norma. A lo largo de mi carrera creo que he manejado más números que ningún otro sociólogo español. Mi experiencia me dice que la separación con un espacio, y no con un punto, se presta a muchos errores. El Nuevo diccionario de dudas y dificultades, de Manuel Seco (que para mí es la Biblia en materia léxica), emplea el punto y no el espacio para la cuestión dicha. El espacio lo veo mejor parea separar números de teléfono o de identidad. Sí estoy de acuerdo en que los años de cuatro cifras no separen las cifras. Comprendo que haya una norma al respecto, incluso internacional, pero puede cambiarse. Más difícil es llegar a un acuerdo sobre si los decimales deben indicarse tras un punto o una coma para separar la parte entera. Para mí sigue teniendo más sentido el uso de la coma, pero reconozco que se ha producido ya el desembarco de la costumbre anglicana en las costas españolas.

IDIOMAS







Los diez idiomas necesarios para triunfar en el siglo XXI
BITACORAS.COM

En un mundo globalizado es tan necesario saber idiomas como escoger aquellos que puedan resultar más útiles
Los diez idiomas necesarios para triunfar en el siglo XXI
ABC España

Las diez lenguas necesarias
Uno de los principales motivos para estudiar un idioma extranjero es que pueda resultar de alguna utilidad a la hora de viajar o para mejorar nuestras expectativas laborales. Prueba de ello es que la demanda de cursos de alemán o chino es cada vez mayor.

Teniendo en cuenta estos factores, en el blog «Do you speak English» han elaborado una lista con los algunos de los idiomas que será imprescindible conocer si se desea triunfar en los próximos años. Casi con total seguridad, las diez lenguas globales del siglo XXI:

1.-Inglés
Aunque posee menos hablantes nativos que el chino o el español, su fuerza radica en que se habla en los cinco continentes y es la lengua oficial de algunos de los países más poderosos del planeta. Todo esto hace que sea el idioma más utilizado en negocios, el comercio internacional e Internet y el más estudiado en todo el mundo.

2.-Español
Quienes lo hablan como primera o segunda lengua suman aproximadamente unos 500 millones de personas, repartidos por más de 20 países. Es la segunda lengua más estudiada después del inglés, lo que hace que su importancia sea cada año un poco mayor.

3.-Chino Mandarín
Debe su importancia a que es el más hablado de todo el planeta. En concreto, más de mil millones de personas lo tienen como su lengua nativa en China y países próximos como Indonesia, Camboya o Malasia. El crecimiento de la economía china ha contribuido enormemente a la difusión de esta lengua a la que muchos consideran el idioma del futuro.

4.-Francés
Aunque es, junto al inglés la única lengua que se habla en todos los continentes, el Francés es tan solo la novena más hablada del mundo. Pese a ello, es el idioma oficial en 32 países y lengua materna de 80 millones de personas y se estima que es hablado por más de 200 millones en todo el mundo, ya que alrededor de medio centenar de países, regiones y dependencias lo utilizan de forma cotidiana.

5.-Árabe
Idioma oficial de una veintena de países, entre los que se destacan Arabia Saudita, Marruecos o Egipto, el árabe es la auténtica lengua franca de Oriente Medio, gracias a la enorme influencia del islam. Con 280 millones de personas, es el octavo idioma con mayor número de hablantes nativos.

6.-Ruso
La larga sombra de la extinta Unión Soviética permite convierte al ruso en el idioma eslavo más hablado del mundo. Posee carácter oficial en Rusia, Bielorrusia, Kirguistán y Kazajistán, mientras que en el resto de repúblicas de la antigua URSS se emplea como segunda lengua. Entre hablantes nativos y quienes lo tienen idioma secundario es hablado a diario por unos 260 millones de personas.

7.-Alemán
El idioma que es visto como un seguro de salida laboral por miles de españoles cuenta con unos 150 millones de hablantes, la gran mayoría concentrados en Europa, donde es el idioma más hablado después del ruso. Su uso predomina en Alemania, Austria y Suiza, pero hay importantes comunidades germanohablantes en la República Checa, Hungría, Polonia y otros veinte países más.

8.-Japonés
Posee unos 130 millones de hablantes, casi todos concentrados en Japón, aunque hay algunas comunidades que lo usan como lengua habitual en Hawaii, Brasil y algunas islas del Pacífico. Su mayor atractivo radica en que Japón es la tercera economía mundial.

9.-Portugués
Aunque cerca del 70 por ciento de quienes lo hablan se encuentran en Brasil, este idioma es lengua oficial en ocho países y se emplea de forma habitual en una veintena de enclaves que alguna vez fueron colonia portuguesa. Se calcula que lo hablan más de 260 millones de personas, lo que lo convierte en la sexta lengua más hablada

10.-Italiano
Con unos 70 millones de hablantes —60 millones en Italia y 10 en el resto del mundo—, es lengua oficial en Italia, Suiza, San Marino y el Vaticano. Su influencia se extiende a otros once países, donde su uso es también habitual, y a los que hay que sumar veinte más con una amplia colonia procedente del país transalpino, como Argentina, Alemania, Australia o Estados Unidos.

DICCIONARIO RAE


Darío Villanueva: «Es inadmisible un diccionario de la RAE políticamente correcto»

23/12/2013 | AGENCIA EFE
El secretario de la Real Academia Española, Darío Villanueva, está convencido de que «no es admisible un diccionario de la RAE políticamente correcto» porque la lengua no lo es, y este es su mensaje ante las «continuas presiones» para que se supriman acepciones que pueden considerarse «ofensivas».



En una entrevista emitida por Correo TV, el ex rector de la Universidad de Santiago (USC) ha insistido en que sería «absurdo» elaborar un diccionario «bienpensante» en el que aparezcan todas las «palabras bonitas» y ninguna más.

En este sentido, el secretario de la RAE, institución que este año celebra su tricentenario, se ha mostrado seguro de que, de ceder a este tipo de reivindicaciones, «siempre habría alguien que aduciría que una determinada palabra resulta hiriente para una determinada sensibilidad».

Oriundo de Vilalba (Lugo), Darío Villanueva ha dicho también que el hecho de que el diccionario recoja una palabra, por ejemplo canalla, no significa que la Academia la promocione, porque al final su uso «depende de la voluntad de los hablantes».

«Hay quien cree que la RAE inventa las palabras y las intenta imponer, pero lo que hace la institución es recoger la lengua, codificarla, depurarla y en cierto modo institucionalizarla», ha subrayado.

Villanueva también ha avanzado que la próxima edición del Diccionario, que se publicará en octubre de 2014, traerá consigo «muchas novedades», incluso en el propio formato, lo que permitirá introducir más palabras.

«El Diccionario actual, que apareció en 2001, tiene unas 83.000 palabras y el próximo tendrá 10.000 más», ha puntualizado.

Además, habrá un aumento de los americanismos, algo «lógico» si se tiene en cuenta que sólo el 10% de los hablantes del español residen en España, y se introducirán nuevas acepciones y términos propios de la era digital.

Ante los anglicismos asociados a las nuevas tecnologías, el secretario de la RAE explica que los académicos se esfuerzan por encontrar una adaptación al español que resulte «eficaz». Un ejemplo es la palabra tablet, que el nuevo Diccionario recoge como tableta.

¡Felices fiestas!



¡Felices fiestas!

La voz crismas es una posible hispanización del término inglés christmas, que designa la tarjeta que habitualmente se usa para felicitar la Navidad y el año nuevo. Aunque la incluyó el Diccionario manual e ilustrado de la lengua española de 1989, se prefiere la expresión tarjeta navideña. En cualquier caso, lo importante es el mensaje:

¡Felices fiestas!

MORRIÑA DA MIÑA TERRA







“La inmigración es como una condensación de la vida”
María Liliana Da Orden estudió los vínculos de la inmigración gallega en nuestro país. Hija de españoles, doctora en Historia y Geografía, docente y peregrina entre dos mundos, pudo ver a través de su obra, y las cartas de los recién llegados, claves para entender un conflicto y una oportunidad para hombres y mujeres que buscan un sitio en el mundo.

Por Sergio Kisielewsky en Página12 - Buenos Aires

–Su libro Una familia gallega y un océano de por medio está dedicado a las mujeres trabajadoras que no perdieron la ternura. ¿Con qué ilusiones llegaban los inmigrantes gallegos a la Argentina?

–En el caso de la inmigración española e italiana, básicamente venían a buscar el progreso, no digo hacer la América, pero sí estar mejor de donde salieron. En el caso gallego estamos hablando de una migración que viene de aldeas, en especial a fines del siglo XIX y principios del XX; pero si hablamos de la migración de posguerra, aldeas donde apenas había cambiado algo, la forma de trabajo, el minifundio continuaba como siglos atrás, y recién algunos elementos de modernización llegaron en los años ’60 para la gente desBpués del trauma de la Guerra Civil, de una posguerra que fue durísima, que duró hasta los años ’60; venir acá era la posibilidad de acceder y trabajar muchísimo, ahorrar, tener su casa, educar a los hijos, cosa que no era accesible en los pueblos.

–¿Veían la posibilidad de ascenso social?

–Claro que sí. Por un lado estaba la Argentina de Perón, la segunda oleada masiva de migración en 1948 y 1954. Es una Argentina que les mandó barcos de trigo y carne cuando la España franquista estaba bloqueada, y además están los parientes que habían venido antes; entonces está la posibilidad de la llamada, las cartas, lo que se cuenta y lo que ellos a la vez cuentan, y se trataba del hambre y del frío. No eran los más pobres los que venían, porque de hecho había que pagar el pasaje o tener recursos, como tener un tío que estuviera dispuesto a adelantarles el pasaje, hacerles los papeles, llamarlos para que vengan y ellos trabajando e ir devolviendo ese dinero, y eso es un capital: tener a alguien que a uno lo llame y le diga “vení, vas a tener trabajo, vas a tener una piecita al fondo”, no es gente desprovista de todo.

–No les salía gratis...

–No todos los que tenían parientes acá eran llamados, porque el que ya estaba asentado no conocía a los sobrinos, porque se vino en los años ’20 y ’30 y se ocupaba de saber quién era el que le estaba pidiendo venir, porque no quería verse perjudicado al traer a alguien que no trabajara.

–Cuenta cosas que se registran y se escriben en listas de embarques, libros de mutuales, periódicos, diarios íntimos, cartas, fotos... eso da una pista de lo que significó la inmigración.

–Eso es con lo que trabajamos. En realidad la inmigración, como todo movimiento de gente que se mueve, es muy difícil asirla, es muy difícil encontrar rastros. Se escribían muchísimo, pero son pocos los que guardaban las cartas, o que podemos acceder a eso: lo que se publica a través de las asociaciones siempre es de un sector, no es la gente común. Los diarios íntimos también existen, pero por distintas razones, porque no lo quieren dar, porque es abrir su intimidad; eso no es fácil, todo eso aporta sobre todo en la medida en que podemos entrecruzarlo, y si estamos hablando de inmigraciones recientes, las entrevistas y testimonios son muy importantes.

–¿Esa fue la metodología de trabajo?

–En mi caso tuve la posibilidad de cruzar todos esos elementos porque era emigración de posguerra. Yo me inicié con las grandes emigraciones. De 1880 a 1930 se complica. No tenemos testimonios personales, salvo algunas colecciones de cartas, escasas, y tenemos que trabajar con datos duros, listas.

–¿Qué datos le llamaban la atención de esa escritura cadenciosa y dura, también de extrañamiento, pérdida y encuentro?

–En realidad la carta de un inmigrante, cualquier carta de tipo privada, es una construcción: uno trata de representar una imagen al otro de acuerdo con lo que piensa que el otro espera. Cuando se trata de un inmigrante, es no mostrar si tiene padecimientos o penurias, no es cuestión de estar mostrándolas si le va demasiado bien, porque del otro lado hay una familia que a lo mejor no le va tan bien, los padres que se quedaron o los hermanos, sobre todo. Y del otro lado también ocultar, salvo en un lenguaje muy crudo, sin mediaciones: “Murió tu hermano”, “Murió tu madre”, recibir eso sin posibilidad de réplica inmediata ni de llegar, como hoy podemos tener el teléfono o tomar un avión.

–¿Qué relación establecían los recién llegados con los compatriotas y con los criollos?

–En el caso de nuestro país, es excepcional el que viene sin ninguna referencia previa, sin un pariente. No pasaba lo mismo en Estados Unidos: allá estaba más institucionalizado el contrato de trabajo y aquí es más una migración en el plano de las relaciones, redes, cadenas migratorias, uno llama a otro y así, pero siempre en relaciones familiares y la relación tiene de todo, de ayuda, de conflicto, de rendición y pedido de cuentas; no es sólo solidaridad, pero es muy útil para la primera estadía llegar al puerto y contar con alguien, las primeras orientaciones y tener un lugar donde vivir.

–¿Cómo se rescatan los testimonios, la historia oral, en especial en la época de migración de masas?

–La migración de masas es la época que está en un contexto internacional de grandes migraciones europeas y asiáticas. La Argentina no es una excepción. En Estados Unidos y Canadá, la migración de masas fue muy anterior a la nuestra. La que llega a la Argentina, Uruguay y sur del Brasil despega sobre todo de 1880, se interrumpe con la Primera Guerra y se retoma en los años ’30. Las redes migratorias en el caso argentino son muy importantes y hay que ver quién es el pionero, el primero de un pueblo, porque es muy interesante de ver que la gente se nuclea por pueblos de origen, por parroquias. Y Buenos Aires hacia 1910, e incluso antes, era una gran ciudad, creciente, pujante, modernizada. Para alguien que viene del campo no es lo mismo si venían de Madrid o Barcelona; estas redes implicaban que, aunque no vivieran en la misma cuadra o zona, siguen vinculados.

–¿De qué manera?

–Le cuento un caso más cercano en el tiempo. En los años ’50, una señora que era modista en el pueblo y vivía en Wilde, atendía a las de su pueblo de origen que vivían en Pompeya y se iban de Pompeya a Wilde para que le siguiera cosiendo la misma persona. Las redes estaban activas no sólo en las visitas o de la ayuda en un momento de enfermedad. Para el inmigrante es fundamental no perder días de trabajo y eso requiere mucho apoyo familiar, cuidado y educación de los chicos. Construirse la casa era el trabajo de los sábados y domingos, algo fundamental para la vida cotidiana, y hacía la diferencia. En el caso de los gallegos se da una gran ductilidad para relacionarse con otros, no sólo paisanos o españoles sino con italianos, con criollos. El estereotipo del mozo gallego de bar o restaurante no es casual porque eso supone la facilidad de socializarse, la actitud para adaptarse. De un gallego se dice que si uno lo ve en la escalera no sabe si sube o si baja, y eso tiene que ver con la atención y el espíritu de servicio, era un recurso. Por ejemplo, en Avellaneda está la Avenida Galicia, hay trabajadores de la pesca, pescadores, del frigorífico. Está el gallego que hace cierta fortuna y se inserta en centros sociales, está en el Centro Gallego, de asistencia mutual, tradicional, que se conoce en Buenos Aires como los centros que se forman en otras ciudades, porque eran un vehículo de notoriedad y daban la posibilidad de relacionarse con directivos de otras instituciones.

–Señala que la historia de la escritura epistolar no es un aspecto menor al analizar el fenómeno de la inmigración, tanto en lo que se cuenta como en lo que se omite. ¿Hay un fortalecimiento de la identidad a través de la escritura lejos de la patria?

–Hay un fortalecimiento y hay una recreación. La escritura es un acto reflexivo, interior. Aunque se diga: “¿Cómo están en el pueblo fulanito, cómo están las vacas, cómo fue la cosecha?”. Aun en eso hay una elaboración que no es sencilla, es todo un género la escritura epistolar, cruzado esto con los estudios culturales, los estudios históricos y además del idioma, de los códigos del lenguaje, el conocimiento de la lengua materna es una competencia que no está abierta a cualquiera, el humor, ciertas frases, desplazamientos que son del pueblo, la carta está en castellano, pero para expresar cosas que son de la intimidad se usan palabras propias. Eso forja la identidad y la recrea y se deslizan cosas de la nueva experiencia, y esto afecta al que recibe la carta. Y una cosa que me conmueve es el deseo de aprender: la inmigración favoreció el recurso autodidacta, hay un gran esfuerzo, personas que quizá son analfabetas, pero que la necesidad y el deseo de movilidad social les estimuló el aprendizaje, las ganas de comprender el nuevo mundo. Hay una mujer, Dolores, de 70 años, en la década de los años ‘60, una mujer de pueblo, de aldea, una labradora que trabajaba en las viñas en la zona sur de Pontevedra, en el límite con Portugal sobre el río Miño, que desde muy joven se tuvo que ver con cuatro hijos chicos, sola, porque el marido emigró. Después le pide al hijo que viene a la Argentina en los años ’50 que le mande “las naciones” (se refería al diario La Nación) o revistas, y esa apertura mental tiene mucho que ver con la emigración.

–Usted narra en el libro que a partir de las fotografías se puede ver cómo estaba la gente, sus cambios físicos, los retratos de familia.

–La fotografía es algo fascinante y se ven los cambios en las ciudades. Pontevedra no es la Pontevedra del siglo XIX, y en los años ‘50 hay una movilidad social en los lugares de origen. Lo que se teme y pesa mucho en la migración de posguerra es el miedo a otra guerra y sus consecuencias. Cuando se cortan las posibilidades en la Argentina, están los regresos en los ’60 o la migración a Francia, Alemania, la migración de Galicia va hacia otros rumbos. Una idea de prosperidad no era sólo la vestimenta, el traje, sino también era el estar gordo como signo de salud. Hay una carta donde se refiere a alguien como que está más flaco que un telegrama sin hilos. No olvidemos que el racionamiento duró bastante después de la Guerra Civil.

–Me llamó la atención que se exigieran certificados de buena conducta para entrar a España y a la Argentina.

–Hubo una progresiva restricción, trámites engorrosos después de los años ’30, se requería cierta gente que trabaje y había ciertos prejuicios, en especial sobre la raza amarilla; se quería a trabajadores especializados, no tanto agricultores. De principios del siglo XX lo que había eran mujeres que venían a reunirse con el marido o con sus primas o amigas, y tenían que tener el permiso del padre o del marido, no podían venir solas, y eso requiere nombres, caras, poder ver a las personas.

–Con la investigación quiso darles rostro, nombrar a los emigrantes. ¿El que se quedó en España albergaba la idea del retorno, de que algún día va a volver su familiar?

–Es tanto del que se quedó como del que vino. Para partir hay que tener la esperanza de volver. En la medida en que pasa el tiempo y se van arraigando, no se escribe que no se va a volver. La idea del retorno nunca se pierde. Se compensa con la posibilidad de viajar, en especial cuando los padres están vivos; en muchas cartas, sobre todo de migración italiana, los padres siempre están reclamando que vuelvan. Y no se dice que no sino que se cuenta que se está esperando un hijo o se casa. Y al casarse con alguien de otro origen, los lazos son otros y se replantea qué lugar va a tener la familia de origen con el nuevo matrimonio.

–¿Cómo se manifestaban las tensiones en los grupos familiares, entre cuñadas y sobrinos?

–Es sorprendente la capacidad de adaptación y de permanencia, más allá de que existan 10 mil kilómetros y un océano de distancia. Las mujeres, nueras y cuñadas porque es la competencia por el lugar de la madre; entre cuñadas por lo material, por lo mío, el que puso más en el cuidado de los padres, y eso genera tensiones. Y la relación de la madre con las nueras, la escritura de esta mujer de pueblo al hijo: “Te escribo pero no te cuento más porque no sé quién lee estas cartas”. Y siempre se dirige al hijo o al nieto, ni siquiera un saludo para la nuera. Se da un fenómeno en la mujer que cuando emigra el marido, la mujer se empodera porque tiene que administrar lo que tiene, es la que lleva adelante la casa y eso potencia su rol, y sobre todo el fenómeno de la madre soltera, que tiene que migrar, o si se queda es posible que tenga más hijos y si es muy trabajadora se haga un lugar.

–Hace recordar a las mujeres que desarrolló como personajes Federico García Lorca en sus obras de teatro...

–A La casa de Bernarda Alba. Federico estuvo en Galicia y conoció lo que fue el mundo gallego: uno ve a esas mujeres vestidas de negro en apariencia sumisas, con su pañuelo, encorvadas, surcadas de tiempo que no es sólo el de ellas. Y con todo, esas mujeres no son débiles, son fuertes, son mujeres que ejercen poder sobre los hijos, sobre el marido y sobre las otras mujeres que se incorporan a la familia. Por eso mi dedicatoria a las mujeres esforzadas, trabajadoras, pero no endurecidas. Como esta mujer que es capaz de escribir “tengo el corazón lleno de flores” porque recibió una carta y se la leyó a todos para que “vean, yo estoy acá sola, pero mi hijo tiene todo esto”, poder expresarlo y eso no es tan común en estas madres, que son muy parcas en la expresión de los afectos.

–¿Hay alguna clave para describir el ascenso social del que emigra?

–Hay trabajo y hay mucha habilidad para asociarse, y había posibilidades de cambiar de trabajo en las fábricas y en el comercio; hay un horizonte que permite el ascenso social, hay mucho subconsumo, no salir a comer afuera, cuidar la ropa de los domingos, coser las prendas, hacer la huerta, amasar el pan y los fideos, tener las gallinas, sus cerdos y hacer chorizos; cada peso era juntado en términos de la carencia que se había tenido. Diez pesos para un inmigrante no era lo mismo que para un argentino, había que mirar muy bien qué se gastaba.

–¿Por qué eligió a Manuel Correa? ¿Qué vio de típico para incluirlo como eje de la narración?

–Hay una frase de Sartre que dice que una persona no es nunca un individuo: en tanto persona, siempre está en relación con otros. A través de la biografía podemos ver muchas cosas que le pasan a la gente; esas cartas me llegaron de forma casual y era una colección muy numerosa que me daba material para hacer una lectura comparativa, cruzar elementos. Correa personifica al inmigrante que le fue bien en la migración de los años ’50.

–¿Cómo se manifestó en Mar del Plata este fenómeno inmigratorio?

–Fue una inmigración concentrada en la ciudad, pero a veces pasaba por el área rural o por las quintas, en la agricultura y cría de animales de la franja hortícola y cerealera que arrendaban. Y después, si no conseguían tener una pequeña parcela de tierra –que a muchos les pasó eso con la crisis del ’30–, invertían en terrenos en la ciudad o en un comercio, la hotelería, todo lo que tenga que ver con el turismo y, en menor medida, en el puerto. No nos olvidemos de que los de La Coruña y Pontevedra tienen una tradición pesquera. También se advierte en los cafés de la rambla.

–Hay una alusión a los patios con canarios...

–Un señor que era mozo en Mar del Plata, y lo había sido en Galicia, está en una especie de conventillo con otros compañeros, y uno de ellos regresa a España y le escribe: “Cómo me acordaba de ti cuando hacías callar a los canarios”. Porque el que se va, ya no puede volver nunca más, te vas de tu pueblo y ese pueblo ya no está; lo engañoso de la emigración es que se cree que se puede volver. Y ya no es el mismo, y lo que encuentra tampoco es lo mismo. En uno de mis viajes a La Coruña vi que los gallegos que habían emigrado a Buenos Aires recordaban su vida aquí, y en especial en Mar del Plata. El desarraigo no les trabó su desarrollo, pero incidió en la nostalgia y en cierta melancolía, “morriña” como dicen los gallegos.

–“Al escribir me parece estar hablando con vosotros”, le dice en una carta Dolores a Manuel Correa; eso es maravilloso cuando se lo dice océano de por medio.

–Es parte de la expresividad de esta persona. Una persona autodidacta y puede expresarse poéticamente: “Me gusta tanto escribir, leo y releo tus cartas”. Pensar las cartas como un canal de expresión propia tiene un impacto en la vida de nosotros, uno tiene un abuelo y eso deja marcas.

–¿Cuál es la condición básica del inmigrante?

–Me gusta pensar la inmigración como una condensación de la vida, las pérdidas, las ganancias, los desafíos que tiene la vida de una persona, que se acentúan de una manera especial. Y la capacidad de las personas de buscar mecanismos que los saquen de situaciones difíciles; la gente busca salidas, las personas tienen alternativas posibles. Cuando no hay situación de persecución, se buscan estrategias que son personales. Se puede mantener lo propio, pero hay que aprender a relacionarse. En los colonos judíos, por ejemplo, hay un adentro que es mantener costumbres originarias, y un afuera que debe adaptarse porque hay que dialogar con los otros para salir adelante, y eso genera una apertura mental muy grande. Se ve un saldo muy positivo de la inmigración. Eva Canel, una poeta asturiana, decía: “Ese afán de ser y de tener, no sólo de tener”.

FUNDACIÓN DEL ESPAÑOL URGENTE




Navidad: claves para una buena redacción

Recomendación urgente del día

Con motivo de las fiestas navideñas, se ofrecen algunas claves para una redacción más cuidadosa de las noticias en las que aparecen términos relacionados con estas celebraciones.

- Navidad, Navidades, Nochebuena, Nochevieja, Año Nuevo y Reyes se escriben con mayúscula inicial por tratarse de nombres propios de festividades, según indica la Ortografía académica. En el caso de Navidades, que se emplea para referirse a una época del año, se admite también la escritura con minúscula: «Cerca de 2,4 millones de pasajeros pasarán estas navidades por los aeropuertos canarios». Además, y aunque ambas son correctas, se prefieren las formas Nochebuena y Nochevieja a las separadas Noche Buena y Noche Vieja.

- Términos como feliz, próspero, amor, paz o felicidad, que suelen verse con inicial mayúscula («El presidente del Gobierno deseó una Feliz Navidad a los periodistas»), se escriben, al tratarse de adjetivos y nombres comunes, con minúscula inicial: «El presidente del Gobierno deseó una feliz Navidad a los periodistas».

- Las expresiones tarjeta de Navidad o tarjeta navideña son preferibles a la voz inglesa Christmas y su hispanización crismas, cuyo empleo se da especialmente en España.

- La representación de la escena del nacimiento de Jesús se escribe con minúsculas, el belén, ya que, aunque proviene del nombre de la localidad donde la Biblia sitúa el nacimiento, se usa en este sentido como nombre común. Solo se escribe con mayúscula inicial si se refiere a la ciudad: «Jesús nació en Belén». También se escriben en minúscula sus sinónimos nacimiento, portal y pesebre.

ERRATA






Lo que puede haber detrás de una errata
Por Graciela Melgarejo | LA NACION
Twitter: @gramelgar | Mail: lineadirecta@lanacion.com.ar |



No hay que ser Funes el memorioso, pero sí un consecuente gustador de la zarzuela, para recordar este fragmento de La verbena de la Paloma , tan regocijante e irónico: "Don Sebastián: -Hoy las ciencias adelantan, que es una barbaridad / Don Hilarión: -¡Es una brutalidad! / Don Sebastián: -¡Es una bestialidad!¡Es una bestialidad!" (para los que estén interesados, hay una linda versión en YouTube: http://bit.ly/1cWvnlV).

Don Sebastián estaría totalmente de acuerdo con esto: hoy las ciencias, más precisamente las neurociencias, nos están demostrando que, detrás de muchas dificultades de niños, adolescentes y adultos tanto en la escritura como en la lectura y la comprensión de textos, hay a veces algo más complejo que falta de estudio, mala voluntad, poca memoria o, simplemente, mala ortografía. Por ejemplo, en el diario español El País le están dedicando al tema de la dislexia ("Una dificultad de aprendizaje con origen neurológico que afecta a la lectura y a la escritura"), varias notas de divulgación. La última, una entrevista a la lingüista e investigadora Luz Rello (http://bit.ly/JayVW2) , es sumamente ilustrativa de cuán importante es detectar este problema lo antes posible en los chicos cuando ingresan en la escuela -Rello, que reprobó lengua y literatura hasta que alcanzó los 12 años, confiesa: "Creía que era tonta" - y para evitar que sufran largos años de discriminación personal, familiar y social.

Desde luego, esto no es una excusa para disimular o disculpar ciertas erratas y errores tan habituales, sobre todo, en los medios gráficos, en particular, y en los medios de comunicación en general. Antes de despedirse de 2013, un tema conocido pero sobre el que se puede volver. El 29/9, Claudio Sánchez escribió a Línea directa un mail, cuyo asunto era "La saga de la zaga". Comentaba el lector: "En una carta publicada hoy, del lector Jorge Marcovecchio, sobre el caso Ángeles Rawson, se dice que «no le fue en saga ...». Entiendo que debería haberse escrito «zaga». En cualquier caso, es una buena oportunidad para aclarar la diferencia entre «saga» y «zaga», ¿no le parece?".

Por supuesto, aunque tengan alguna semejanza en forma o en sonido, saga y zaga son palabras distintas y de distinta etimología. Saga , como "cada una de las leyendas poéticas contenidas en su mayor parte en las colecciones de primitivas tradiciones heroicas y mitológicas de la antigua Escandinavia" o "relato novelesco que abarca las vicisitudes de varias generaciones de una familia", viene del alemán Sage. Y zaga como "parte trasera de algo" y muy usada en las locuciones adverbiales coloquiales no ir , o no irle , alguien en zaga a otra persona, o no quedarse en zaga, por "no ser inferior a otro en aquello de que se trata", viene del árabe hispano sáqa , y este del árabe clásico s?qah, ?retaguardia'. Nada que no se pueda constatar si se consulta el Diccionario de la Real Academia en línea o en soporte papel.

Claro que muchos hispanohablantes confunden, además, saga con serie , pero eso, como diría Kipling, ya es otra historia. Y ahora que hablamos de historias historias, va una recomendación para los regalitos de Nochebuena: Rompecabezas (Pequeño Editor), un relato del ilustrador y artista plástico Diego Bianki acerca de la diversidad y la tolerancia, a partir de la propuesta de armar nuestro propio rompecabezas, el del lenguaje y el personal.

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