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terça-feira, 28 de janeiro de 2014

LA LENGUA VIVA

De los errores se aprende
Amando de Miguel


Esto de la corrección en la escritura o en el habla no es cosa de dogmas ni de leyes científicas. Es un proceso de aprendizaje continuo en el que siempre se está rectificando y aprendiendo. La autoridad de la RAE no pretende ser jurídica; simplemente se propone llegar a un acuerdo amplio con la mejor tradición de los escritores en español. Es imposible la unanimidad. Por ejemplo, hay excelentes escritores leístas o dequeístas. No pasa nada.

Maribel Fernández se siente incómoda con la expresión persona humana; le parece redundante. Entiendo que no lo es del todo. Puede haber personas divinas (las de la Trinidad) o jurídicas. Además, no está dicho que la redundancia sea siempre un vicio. Doña Maribel lanza una pregunta inquietante: "¿Por qué hay más mujeres que varones en las personas que envían comentarios a su sección?". No me había percatado de esa diferencia y no se me alcanza a qué pueda deberse. En mi Facebook hay tantas mujeres como varones. De paso, nuestra enviada en las Rocosas se alarma de la voz entendible que emplean algunos periodistas. Es comprensible. No se habla solo para hacerse entender; cuenta también el deseo humanísimo de llamar la atención.

Fidelio Herrera redarguye que le suena mejor "me alegra que vengas" o "me alegro de que vengas". Me parece un extremo de finura.

Gabriel Ter-Sakarian Arambarri se defiende. Sostiene que su regla para el dequeísmo es muy sencilla. Si se dice "Me alegro de algo", se puede decir también "Me alegro de que haya venido". En cambio, "me alegra algo" pasa a ser "me alegra que haya venido”. Lo siento, pero me resulta un galimatías. Yo debo de ser un simple. Don Gabriel me critica, con toda la razón, cuando yo digo “ese agua", ya que se trata de una palabra femenina. El error se me escapa algunas veces. Será mi simpleza. Peor es cuando digo "esa aceite", ya que el aceite es masculino. Me parece que la siesta homérica que me echo empieza a ser despreocupación culpable. Don Gabriel ─educado en Francia─ confiesa que a las cerillas las llamaba al principio "alumbretes". No me parece un gran error. Las cerillas actuales son palillos de madera con una cabeza de fósforo; no tienen cera. Lo de cerillas proviene de cuando se fabricaban con papel encerado.

Luis Lebredo disiente de la forma "la mayoría de los españoles opinan", que yo empleo conscientemente. Se pregunta si, en ese caso, no habrá que decir, por ejemplo, "el Congreso opinan". No es lo mismo. Me suena bien "el Congreso opina” e incluso “el Congreso de los Diputados opina”, pero me parece más lógico decir “la mayoría de los congresistas opinan”. No sabría decir por qué. Es cuestión de oído. Por tanto, me puedo equivocar, pero es lo que me pide el cuerpo. Tampoco intento convencer a nadie. Lo mío es hacer pensar

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