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terça-feira, 7 de janeiro de 2014

LA LENGUA VIVA

La comunicación no verbal
Amando de Miguel en Libertad Digital - España


Una cosa es el lenguaje propiamente dicho (el que se modula con la lengua y otros órganos de la fonación, y que luego se escribe). Otras son las diferentes formas de comunicación a través de gestos, imágenes, símbolos, etc. A. Rodríguez sostiene que tendríamos que decir "lenguaje anoral" en lugar de "no verbal". La expresión es un tanto contradictoria, pues la lengua no puede estar fuera de la boca. Pero creo que todos nos entendemos.

El hombre no solo es el único animal que habla sino el único que propiamente ríe, llora y gesticula. Se comunica no solo con la palabra sino con la posición del cuerpo, las manos, las piernas. A una película le quitamos el sonido y podemos adivinar a qué cultura pertenecen los actores. Los gestos se encuentran condicionados culturalmente. En la televisión, cuando aparece un busto parlante, le quitamos el sonido y podemos adivinar qué tipo de programa es. Por ejemplo, si el busto habla de deportes es probable que sonría alguna vez.

Lo malo de la comunicación no verbal es que sus elementos no se hallan tan bien codificados como en el lenguaje verbal. Un gesto puede ser interpretado de diversas maneras según los países, las situaciones y las personas.

El arte cinematográfico nos ha acostumbrado a una serie de imágenes que tienen un sentido de comunicación. Por ejemplo, en las películas clásicas los dos protagonistas, hombre y mujer, se pueden enamorar, pero no debe haber una escena explícita de coito. Incluso cuando aparecía el dormitorio se tendía a presentar dos camas. Esa convención la copiaron luego los hoteles. Los dos protagonistas pueden besarse y abrazarse, pero no pueden explorar los respectivos cuerpos ni llegar al coito. De otra forma entraríamos en el género pornográfico. Para evitar ese peligro, el coito se sustituye por una imagen de olas que rompen suavemente en una playa o la llama de una chimenea. Por cierto, en muchas películas aparece ese símbolo hogareño de la chimenea encendida, pero no se ve a nadie que la encienda ni la atice. No es por desperdiciar planos, pues son corrientes en los que sí se ve a una persona encender un cigarrillo o un puro. También es verdad que es raro ver cómo se fuma ese cigarro o cigarrillo en su final.

Ya que estamos con imágenes, resulta cotidiano el hecho de hacer fotografías familiares o amicales para enviarlas instantáneamente por la internet. Hay una norma no escrita de que los fotografiados deben mirar a la cámara (muchas veces un teléfono). No deben hablar, ni tampoco moverse. Es un recuerdo de hace un siglo, cuando el que se movía no salía bien en la foto. Además hay que sonreír. Los angloparlantes dicen "cheese" (= queso), lo que provoca necesariamente algo parecido a una sonrisa. Los hispanohablantes decimos "patata", pero así no hay forma de sonreír. Hay que recurrir a alguna broma para que los fotografiados sonrían.

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