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quinta-feira, 16 de janeiro de 2014

RECOMENDACIONES DE ESTILO PARA LA REDACCIÓN EN ESPAÑOL






“La vida, la palabra y el pensamiento son inseparables; pensar y saber es querer decir y poder decir, porque lo que el hombre siente y piensa lo incorpora al mundo de las palabras. El juicio, pieza nuclear del pensamiento lógico, solo existe en el cerebro del hombre por su traducción en frase”.
Fidelino de Figueiredo


Llamamos ESTILO a cada una de las diferentes opciones que una lengua nos ofrece para la expresión de las ideas. En efecto, en una lengua tan extendida y de tan larga tradición de escritura como el español, un mismo contenido básico puede expresarse de muy diversas maneras, o mejor dicho, en muy diversos estilos.
También llamamos estilo, y más específicamente estilo personal, al repertorio de formas que, entre las opciones que ofrece la lengua, un hablante ha escogido y ha hecho características de su expresión particular.
Una primera clasificación puede asimilar los estilos a los niveles de lenguaje: culto y popular, formal e informal. Respecto de la formalidad, es posible distinguir los niveles con mayor precisión:
Solemne - Mayor formalidad / menor informalidad
Formal
Familiar
Íntimo - Menor formalidad / mayor informalidad
Hay estilos diáfanos (de expresión clara y comprensión fácil), y estilos oscuros (de expresión confusa y difíciles de interpretar). Asimismo, hay estilos macrológicos (con tendencia a los enunciados largos y complejos) y estilos braquilógicos (con tendencia a las frases cortas o a las expresiones elípticas).
Existen además estilos modernos (como el de la redacción periodística) y estilos anticuados (como el lenguaje legal).
Finalmente (solo para dar por concluida esta clasificación, que podría extenderse mucho más), mencionaremos que hay estilos “correctos” (ajustados a las normas de la lengua culta), y estilos “incorrectos” (no ajustados a esas normas).
Si no tenemos mucha experiencia en la composición de textos o si percibimos dificultades en el modo en que nos expresamos, nuestra meta ha de ser lograr, al menos en nuestra escritura, un estilo normal correcto medio, es decir, un estilo que reúna las siguientes cualidades:
• Claridad: Entendemos aquí por claridad una construcción tal de las frases y oraciones, que permita identificar sin dificultad los sujetos, los predicados, los complementos y las relaciones entre ellos.
• Precisión: Es la expresión de cada idea con la palabra exacta y más conveniente. No emplee la palabra <> en la frase un libro bueno si puede usar otra más precisa: interesante, entretenido, instructivo. En vez de ver un asunto prefiera examinarlo.
• Propiedad: Es el empleo de una palabra con el significado que le corresponde según la tradición culta o la autoridad. Detentar un cargo no es desempeñarlo, americanos no son solamente los estadounidenses. Por tanto, evítense las trasgresiones semánticas.
• Corrección: Es la adecuación de los enunciados a lo que se tiene por correcto según la norma culta de la lengua general o corriente, con relación tanto al léxico como a la sintaxis. Evite, pues, los errores gramaticales.
• Coherencia: Es la unidad de sentido del texto, constituida por la relación apropiada entre los sentidos parciales de cada oración y los de cada párrafo. En consecuencia, a menos que se avise convenientemente al lector del cambio de tema, respetando el encadenamiento lógico entre las ideas y los hechos (aunque sean ficticios), no puede tratarse en un mismo texto las especulaciones metafísicas de Aristóteles y pasarse abruptamente a discutir los resultados de un partido de fútbol.
• Trabazón o cohesión: Es el enlazamiento formal adecuado de una palabra con otra, de modo que los enunciados no parezcan entrecortados, truncados o desligados. Por lo tanto, úsense apropiadamente los medios de cohesión textual y los signos de puntuación, y evítense los anacolutos.
• Medianía o naturalidad: Es decir, el justo medio entre las tendencias extremas: ni tan diáfano que llegue a la perogrullada, ni tan oscuro que sea incomprensible; ni tan formal que parezca afectado, ni tan informal que llegue a la vulgaridad; ni tan macrológico que la expresión resulte enrevesada y vacía, ni tan braquilógico que omita lo indispensable para el sentido; ni tan “a la moda” que esté plagado de neologismos, ni tan “arcaico” que parezca de una época anterior.
• Adecuación al contexto: Es la adecuación del discurso al destinatario real o potencial, y a las circunstancias. No escriba una carta al rector como si estuviera escribiendo a un amigo íntimo, o viceversa; no refiera una anécdota graciosa como si estuviera exponiendo un asunto grave, o viceversa (a menos, claro está, que se busque deliberadamente el efecto gracioso que aquello puede producir).
Habiendo aprendido a emplear un estilo correcto medio, podremos entonces dar rienda suelta a nuestra expresión particular, a nuestro estilo personal. Podremos también seguir conscientemente nuestras tendencias estilísticas, aunque se aparten del justo medio recomendable, o incluso —si tenemos la habilidad y los conocimientos para ser audaces— de la corrección normativa.
No obstante, los muy variados modos de expresión de los que puede disponer una lengua ampliamente extendida y de larga tradición escrita, el español, como cualquier otro idioma, tiene tendencias o preferencias estilísticas que es conveniente conocer y, en la medida de lo posible, respetar, a fin de que los enunciados no parezcan inusitados, exóticos o inadecuados. Así pues, de tales tendencias pueden derivarse recomendaciones de estilo para la expresión individual, y en el caso que nos atañe, para la redacción.
Si bien las siguientes recomendaciones no son propiamente estilísticas, resultan, sin embargo, sumamente útiles para perfeccionar el estilo de escritura:
1. Planifiquemos nuestros textos
Ciertamente, hay personas que prefieren escribir un texto in promptu, es decir, sin planificarlo, confiando en la “inspiración momentánea”, en la espontaneidad. Sin embargo, la mayoría de nosotros, en la mayoría de los casos, obtenemos mejores resultados si planificamos el escrito.
Para planificar un texto es de gran utilidad buscar información suficiente y adecuada sobre el tema del cual se piensa escribir, y elaborar un esquema o esbozo en que se enumeren y enuncien sucintamente las ideas principales y secundarias, las cuales guiarán la composición del borrador (de cada parte del texto, e incluso de cada párrafo).
2. Revisemos nuestros textos
Puede parecer una labor molesta, tediosa y aburrida, pero es de la mayor importancia que el escritor revise sus propios textos, sea durante el proceso mismo de escritura, sea al terminar el texto (cada cual escoge el momento que le parezca más oportuno). Si es necesario, compongamos una nueva versión; y si no resulta satisfactoria o adecuada, otra más. Afortunadamente, los modernos procesadores electrónicos de texto facilitan en gran manera esta labor.
La razón de efectuar revisiones y componer varias versiones es que son muchos los aspectos que deben tenerse en cuenta: la ortografía, el léxico, la gramática, la claridad, la coherencia, el destinatario, el contexto... Así pues, no basta revisar solamente el uso correcto de las letras y de la tilde, a lo cual se limita la mayoría de las personas que desean escribir mejor.
3. Pongámonos en el lugar del lector
A menudo, nos habrá pasado que un texto compuesto por nosotros y que juzgamos perfectamente claro y comprensible no lo es tanto o no lo es de ningún modo para el lector al cual lo destinamos. Esto ocurre porque generalmente suponemos que, si entendemos nuestros propios escritos, los demás los comprenderán igualmente y sin dificultad.
Por tanto, para mejorar el estilo es indispensable desechar el egocentrismo; en otras palabras, es necesario ponerse en el lugar del lector. Si es posible, ofrezcamos nuestros textos a otra persona para que lo lea y para que verifique si resulta comprensible.

La presente publicación está basada en un resumen del trabajo del Profesor Francisco Morales Ardaya, APUNTES PARA LA REDACCIÓN.
Resumen de Currículo
Licenciado en Letras por la Universidad de Los Andes, Mérida (1996), Licenciado en Educación por la Universidad de Los Andes, Mérida (1998), Especialista en Promoción de la Lectura y la Escritura por la Universidad de Los Andes Táchira, San Cristóbal (2003), Profesor Instructor Ordinario del Departamento de Idiomas de la Universidad de Los Andes Táchira, San Cristóbal (desde 1999), Docente de las Cátedras de Lenguaje y Comunicación (carrera de Educación, todas las menciones, primer año, secciones 01 y 07), de Filología Grecolatina (carrera de Educación, mención Castellano y Literatura, tercer año, secciones 01 y 02), y de Taller de Competencias Comunicativas 10 (carrera de Comunicación Social, primer año, sección 03), Jefe del Área de Lingüística del Departamento de Idiomas (desde 2001), Representante Profesoral del Departamento de Idiomas ante el Consejo Técnico de la Especialización en Promoción de la Lectura y la Escritura (desde 2003), Facilitador del Curso de Redacción, ULA Táchira (desde 2003), Colaborador de la revista Contexto (Maestría en Literatura Latinoamericana y del Caribe, ULA Táchira), Colaborador de la Coordinación de Literatura de la Dirección de Cultura del Estado Táchira (San Cristóbal).

PARA SABER MÁS:
Álvarez, Alexandra, y otros (1992). El idioma español de la Venezuela actual. Caracas: Cuadernos Lagoven. Véase especialmente: Paola Bentivoglio y Mercedes Sedano, Morfosintaxis, pp. 46-70; y María Josefina Tejera, El léxico como elemento diferenciador, pp. 72-91. Álvarez Undurraga, Gabriel (s. f. e.). Manual de redacción e investigación documental. s. l. e.: Ediciones Librería Destino. Véanse Capítulo V: Algunos problemas gramaticales en el uso del lenguaje, y Capítulo VI: La redacción y construcción lógica. Basulto, Hilda (1996). Curso de redacción dinámica. 3.a ed. México: Trillas. Véase Parte Seis: Enfoques idiomáticos, especialmente el capítulo sobre Problemas de construcción; y Parte Siete: Estilística. (1996). ¡Mejore su redacción! 2.a ed. México: Trillas. Bello, Andrés (1847/1981). Gramática de la lengua castellana destinada al uso de los americanos. 2.a ed. facsimilar. Caracas: La Casa de Bello. Véanse los Caps. XVI y XLII. Grijelmo, Alex (1998). El estilo del periodista. s. l. e.: Taurus. López Guix, Juan Gabriel, y Jacqueline Minett Wilkinson (1997). Manual de traducción: inglés/castellano. Barcelona (España): Gedisa. Véase Capítulo tercero: El genio de la lengua y su importancia para la traducción; y Capítulo quinto: Rasgos diferenciales entre el inglés y el castellano (II): estructuras sintácticas. Martínez de Sousa, José (1998). Diccionario de usos y dudas del español actual. 2.a ed. Barcelona (España): Vox Bibliograf. Véanse las secciones 1.2.2 y 1.2.3. (2001). Manual de estilo de la lengua española. 2.a ed. Gijón: Trea. Véase Introducción: La normalización, el estilo y la edición; y Primera Parte, 2. La escritura. Mesanza, Jesús (1995). Cómo escribir bien: ortografía y temas afines. 2.a ed. Madrid: Editorial Escuela Española. Véase II. 14. El lenguaje administrativo, y III. Gramática. (2000). Los puntos sobre las íes: libro de estilo para profesores y estudiantes. Barcelona (España): Cisspraxis Metz, M. L. (1990). Redacción y estilo. En colaboración con Dolve Bolzoni. 2.a ed. México: Trillas. Núñez Ladevéze, Luis (1995). Introducción al periodismo escrito. Barcelona (España): Editorial Ariel. Romero Gualda, María Victoria (1996). El español en los medios de comunicación. 3.a ed. Madrid: Arco Libros. (Cuadernos de Lengua Española) Sabaté, Emilio (1998). Para escribir correctamente. 9.a ed., revisada y puesta al día por José María Nebreda. Barcelona (España): Editorial Juventud. Véanse los capítulos: ¡Cuidado con los gerundios!; Pronombres; Póngase la palabra adecuada, y Verbos. Seco, Manuel (1996). Gramática esencial del español. 4. ed. Madrid: Espasa Calpe. (Biblioteca El Nacional, 4). Véase V. 16. El hablante ante la lengua. Francisco Morales Ardaya APUNTES PARA LA REDACCIÓN Vivaldi, Gonzalo Martín (1998). Curso de redacción: teoría y práctica de la composición y del estilo. 27.a ed. Madrid: Editorial Paraninfo. Véase Capítulo II: Claridad y orden; y Capítulo III: Precisión en el empleo del lenguaje.
Y por supuesto, a pesar de algunas simplificaciones abusivas en las que pueden incurrir, siempre es útil consultar los numerosos manuales de redacción y estilo que publican las agencias periodísticas y los diarios, y leer las obras sobre el lenguaje dirigidas especialmente a los comunicadores sociales. He aquí algunos títulos:
• El País (1999). Libro de estilo. 15.a ed. Madrid: Autor.
• El Nacional (2001). Manual de estilo. 2.a ed. Caracas: Los Libros de El Nacional. (Colección Quirón, 11).
• El Tiempo (2001). Manual de redacción. 5.a ed. Bogotá: Autor.
• Equipo Editorial de Firmas Press (1994). Manual general de estilo Firmas Press. Editorial Playor.
• FUNDÉU - Departamento de Español Urgente - Agencia EFE (2000). Diccionario de español

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