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quarta-feira, 12 de fevereiro de 2014

LA TOLERANCIA









¿DE QUÉ HABLAMOS CUANDO HABLAMOS DE TOLERANCIA? ¿POR QUÉ ESTA PALABRA ESTÁ EN BOCA DE MUCHOS, PERO POCO SE PRACTICA? NOS VANAGLORIAMOS DE SER UNA SOCIEDAD TOLERANTE, ¿LO SOMOS?
por Jaime Clara en El Observador - Uruguay


Para muchas sociedades, aceptar la tolerancia forma parte de la consolidación del sistema democrático y de libertades individuales y sociales. Pero la tolerancia no es un axioma, es decir, una proposición que se considera evidente y se la acepta sin demostración previa. La tolerancia es un concepto que está en construcción todos los días y en todo momento.

Comencemos por las definiciones.

La tolerancia es saber respetar a las demás personas en su entorno, es decir en su forma de pensar, de ver las cosas, de sentir y es también saber discernir en forma cordial en lo que uno no está de acuerdo.

La tolerancia es el respeto con igualdad sin distinciones de ningún tipo.

La tolerancia es aceptarse unos a otros. Debemos aceptarnos a nosotros mismos y luego aceptar y respetar a todos los demás. Aceptar a los demás como son, sin peros y sin reparos.

La tolerancia es la virtud moral y cívica que consiste en permitir la realización de acciones, preferencias y creencias que aunque no sean consideradas como lícitas, sin embargo, no son impedidas por la autoridad con poder de impedir. La innegable actitud de soportar los actos ajenos, respetando su forma de pensar, quedando en la situación de recibir lo dado.

La acción de tolerar es respeto y consideración hacia creencias y opiniones de los demás. Es el margen o diferencia que se consiente en la calidad y cantidad de una cosa.

El concepto de tolerancia se aplica en diversos contextos, por lo que depende dónde se aplique, la dimensión que puede alcanzar.

Se trata de una idea compleja, pues supone la relación entre las personas, entre grupos sociales, que generalmente tienen discrepancias o, directamente, están enfrentadas. Para muchos la tolerancia puede ser una virtud, para otros un valor moral, puede tratarse como una actitud, una disposición de no interferir en la conducta de otra persona, o tratarse de una concesión gradual de libertad.

Voltaire, en su Diccionario, parte del cuestionamiento de cuál es el menor mal para la convivencia de los seres humanos, si la tolerancia o la intolerancia. Dado que todos los seres humanos están propensos al error, la tolerancia sería una especie de perdón recíproco. “…es indudable que debíamos tolerarnos mutuamente unos a otros, porque somos débiles, inconsecuentes, mudables y víctimas de errores.” En su Tratado de la tolerancia, el propio Voltaire critica duramente al catolicismo, el cual considera la religión más intolerante de todas.

El mismo espíritu de defender la libertad de conciencia, entendida como libertad de culto, aparece en los escritos sobre la tolerancia de John Locke, recogiendo así el concepto ilustrado de tolerancia en el siglo XVIII.

La tolerancia encierra una actitud de comprensión frente a las posturas contrarias en las relaciones entre las personas, cuya esencia se caracteriza por la diversidad.

En su Diccionario de Filosofía, Walter Brugger, dice que “tolerancia significa la actitud del hombre dispuesto a no suprimir las convicciones de los otros, especialmente religiosos y morales, aunque le parezcan falsas o desechables, ni a impedir la expresión de las mismas. Pero no significa la aprobación de tales convicciones, ni indiferencia frente a lo verdadero y bueno, ni es necesario que se apoye en el agnosticismo.”

El concepto de verdad absoluta no existe en un régimen donde campea la tolerancia. Debo admitir la duda sobre lo que piensa o dice la otra persona. Lo que está claro, según Ferrater Mora, es que “la intolerancia fue/es perjudicial, porque impide el florecimiento de las artes y de las ciencias, y, al limitar las condiciones del ejercicio del pensamiento, ahogó la originalidad y con ello, la posibilidad de descubrir la verdad”.

La tolerancia, en tanto derecho fundamental, se emparenta íntimamente con el principio de libertad de pensamiento, con el principio de igualdad, en contra de toda discriminación, ya sea por sexo, etnia, religión, pensamiento, país, cultura. Se trata de comprender y dialogar con el otro, en vez de discriminarlo, ignorarlo o exterminarlo. El sistema democrático no se concibe sin la tolerancia en su propia esencia.

Pero no podemos conformarnos tranquilamente con estas definiciones. Parte de la construcción que pretendemos realizar desde el taller, es la generación de pensamiento crítico sobre conceptos que parecen sólidamente constituidos.

Sin que signifique un juego de palabras, la tolerancia supone tolerar al otro. Tolerar al otro supone, respetarlo en la divergencia, en la diferencia, puede suponer también “aguantarlo”. Le decimos al otro, “te soporto, acepto que pienses diferente, pero yo tengo mi verdad.” Es decir, no hay negociación posible. Se corre el riesgo de generar una lucha entre las posiciones antagónicas.

Confieso que me genera más comodidad el concepto de la convivencia o coexistencia. Asumir que en la sociedad en que vivimos, todos somos distintos y no pensamos igual.

Durante una entrevista radial, el Dr. en Filosofía Facundo Ponce de León me manejaba el concepto de respeto, como posible desarrollo ante las observaciones a la tolerancia. El respeto por la opinión ajena. Estos conceptos, los de convivencia o el de respeto, no suponen competencia entre posiciones, entre verdades, sino que aspira a la armonía entre todas las posiciones. Si esto se logra, la sociedad que se construye día a día será mejor.

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