Translate

domingo, 18 de maio de 2014

JIRRIAR

los vencejos ya tienen voz: "jirriar"


    Joaquí Araujo inventa el término 'jirriar' para darle voz a los vencejos comunes.



    El pájaro que menos ha tardado en entrar en el Diccionario de la lengua española es azul, no vuela y cuando canta tuiteaLa casa de las palabras es la casa de las palabras que se usan; las que caen en desuso y las que acaban de nacer no tienen alojamiento. En ese limbo se encuentra la fauna de nuestro país: de las 7.000 especies que producen sonidos, sólo 100 tienen palabra para definirlo.
    El revuelo onomatopéyico de las palabras que permiten a las aves seguir cantando es insuficiente. Así como las trampas llegan siempre antes que las leyes, el Diccionario siempre después de las palabras. Ulular es el de los autillos, chirriar es de lechuza (y de gorrión), chuchear de búho, crotorar de cigüeña, trisar de golondrina, zurear de paloma, etc.
    Pero, ¿cómo hace el mirlo, del que se dice que es uno de los cantos más hermosos de las aves europeas? Wikipedia, por ejemplo, se esfuerza por hacerse entender: “Tiene muchas otras llamadas, como un agresivo sriiii, pouk-pouk-pouk de alarma, señalando a un depredador terrestre (un gato, por ejemplo), y diversos tchink y tchouk, tchouk”… Pero nada.

    Los mirlos están en los parques y jardines de las ciudades, se han adaptado a nosotros y a nuestra contaminación como los vencejos. Ellos ponen la banda sonora de las calles y nunca nos hemos preocupado por bautizar su canto. ¿El vencejo qué hace? ¿Un trino, un gorjeo, un gorgorito? Nada, tampoco. Al menos hasta hace unos días.
    Pasando del mundo
    “Es una prueba del empobrecimiento expresivo. Hay que incitar a la gente a ocuparse de la realidad y tomar conciencia de ella. Tenemos falta de interés en las palabras y en el mundo, pero no tanto en la marca”, explica José Antonio Pascual, vicepresidente de la Real Academia Española y catedrático de Lengua Española en la Universidad Carlos III de Madrid, responsable del Nuevo diccionario histórico del español (concebido como consulta electrónica), donde van a parar todas aquellas palabras que ya no utilizamos. Quizá por eso conozcamos en canto de Twitter y no el del vencejo.  
    “Jirriar” ha nacido hace unos días. Ahora podremos saber que ha llegado la primavera porque los vencejos vuelven a “jirriar” de madrugada y al atardecer –con la fresca- durante los cuatro meses que están entre nosotros. Tanto alboroto, tanta alegría sobre nuestras cabezas y no habíamos prestado interés en bautizarlo. Gritan y chillan, juegan, comen, aman y duermen en el aire. Lo hacen todo volando y sólo lo interrumpen por causa mayor, es decir, en época de cría
    La propiedad intelectual del término es del naturalista Joaquín Araujo, que junto con Carlos de Hita y Mónica Fernández-Aceytuno elaboran, de manera espontánea y altruista, el Diccionario de la Naturaleza, donde están a punto de alcanzar los 500 términos para poder nombrar lo que nos rodea. La ultimísima es “glayar”, que es como gritan lastimosamente los arrendajos y las gaviotas.  
    De palabras y prismáticos
    “Es una palabra estrepitosamente mal sonante, como el grito de los vencejos, es una onomatopeya. Incluir la jota era atractivo para una especie que la tiene. No sé si algún día será aceptada por la Academia, como otras tantas más que preparamos”, cuenta a este periódico el miembro de la Real Academia de Extremadura de las Letras y las Artes y colaborador de Radio Nacional con sus grabaciones de la naturaleza. “He trabajado tanto con palabras como con prismáticos”, resume Araujo.
    Fue Miguel Delibes, naturalista infiltrado en la Academia, quien en su discurso de entrada aclaraba con nostalgia la vida en retirada de las palabras vinculadas al campo: “Me temo que muchas de mis propias palabras, de las palabras que yo utilizo en mis novelas de ambiente rural, como ejemplo aricar, agostero, escardar, celemín, soldada, helada negra, alcor, por no citar más que unas cuantas, van a necesitar muy pronto de notas aclaratorias como si estuviesen escritas en un idioma arcaico o esotérico, cuando simplemente han tratado de traslucir la vida de la naturaleza y de los hombres que en ella viven”.
    “¿Y cuánto va a durar tuitear?”, pregunta con malicia José Antonio Pascual.“Son productos muy perecederos”, añade. Se crean con habilidad y facilidad, inciden en la sociedad y desaparecen el tiempo que permanece el VHS en el mercado. A la naturaleza le falta un buen plan de marketing.
    El académico aclara que el diccionario no bautiza, que el diccionario refleja. Si una palabra se usa, con los años sube a sus tripas de papel. Dado que la vida y la palabra se usan mayoritariamente en las ciudades, entendemos quetambién los diccionarios han abandonado el campo para cumplir con el peor de los presagios de Delibes. “Piensa que hoy, en este momento, en un laboratorio se ha creado un nombre en inglés para una fórmula y los científicos españoles deben adoptarla como puedan. Es el desorden propio de la lengua y vamos ordenando poco a poco. ¡La Academia no tiene una ambulancia!”, cuenta con humor Pascual.   
    El diccionario es el atestado de una sociedad. El de ésta no canta todo lo que debiera, porque todo lo que no sea el ombligo de sus problemas no existe. No necesita ser nombrado. Ni siquiera el canto del ruiseñor. ¿Ruiseñorear? No, gracias. Y las mariposas, ¿cómo suenan las mariposas? El diccionario tiene tantos huecos como nuestro interés por la lengua.

    Nenhum comentário:

    LA RECOMENDACIÓN DIARIA:

      LA RECOMENDACIÓN DIARIA el maratón  y  la maratón ,   formas adecuadas   La palabra  maratón  puede emplearse tanto en masculino  ( el mar...