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terça-feira, 5 de agosto de 2014

LA LENGUA VIVA



Cuestiones de gramática más o menos 


parda

 en Libertad Digital - España




Me he reído con ganas al leer el comentario de Ignacio de Despujol y Coloma a propósito de mis ideas sobre el ensayo. A mi corresponsal le recuerda el caso de la obra de Zubiri, Sobre la esencia, 500 páginas sin una sola cita. Menos páginas, tío Jeromo, pero la esencia de la cosa es la misma. Me honra la comparación con el filósofo donostiarra (no creo que haya otro). Comparto las ideas de don Ignacio sobre la necesidad de escribir ensayos sin necesidad de lucirse citando a otros autores. Basta con recordar a algunos clásicos, pero sin entretenerse en la minucia de la referencia bibliográfica. Está todo en Google.
Manuela Mansas Enrique se refiere al asunto del infinitivo a pelo, el que abre una frase solemne. Dice ella que también se llama "introductorio, solitario, enunciativo o radiofónico". Propone una nueva denominación: tarzánico.
Recuerda a los escasos parlamentos de Tarzán, o también a los de los indios en las películas del Oeste. En ese último caso, sucedía a veces que en la versión original los indios hablaban español. La forma de traducir era algo así como "Rostro pálido venir a las montañas". Ignacio Frías añade otra propuesta para esa forma de hablar: "infinitivo viudo". Habría que dar una explicación de por qué se utiliza tanto en el politiqués. Se me ocurre que de esa forma, al eludir el verbo principal, se eliminan también muchas responsabilidades.
José Manuel Sánchez Guerra se pregunta por la diferencia entre ejercer y ejercitar. No tiene mucho misterio. Aunque puedan parecer intercambiables los dos verbos, ejercer es tanto como desempeñar las obligaciones propias de un cargo, una posición social, una profesión. En cambio, ejercitar se aplica mejor a una acción concreta de esas obligaciones.
Jesús Flores Thies se maravilla de la modificación reciente de las ordenanzas militares en el sentido de promover "la igualdad entre hombres y mujeres". Se pregunta si en la Legión tendrán que cambiar el himno que habla de "el novio de la Muerte" por “la novia del muerto”. En español la Muerte es una mujer. En cambio, en alemán es un varón. Mejor será dejarlo como está.
Jesús Fierro comenta que, junto a la ortografía, deberíamos ocuparnos de la prosodia. Condena provincianismos incorrectos como pato (pacto) o catar (captar). Mi opinión es que hay variaciones regionales en la forma de pronunciar las palabras perfectamente respetables, sobre todo en el lenguaje coloquial. Los andaluces eliminan las eses finales y todos se entienden.
José Antonio Martínez Pons redarguye que él ya había aludido a la posible etimología de xuetó como diminutivo de jueu (judío). Me parece razonable. He escrito una novela en la que los protagonistas son chuetas, y así lo es un buen amigo de tertulia doméstica, Damián Galmes. Lo llamamos Salomón, por lo sabio que es, además de libertario.

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