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sexta-feira, 30 de maio de 2014

LA LENGUA VIVA

Las señas de 




identidad de un 



'españuelo'


 en Libertad Digital - España


Teóricamente las señas de identidad se comprimen en mi DNI(Documento Nacional de Identidad). Observo la tarjetica con atención. "Sexo: M". Primera duda, esa M, ¿quiere decir mujer, macho, masculino o múltiple? ¿No será male en inglés, de acuerdo con algún código internacional? Sigo leyendo. "Válido hasta el 01-01-9999".¡Cuán largo me lo fiais! A saber dónde estaré yo en 9999 para renovarlo.
Lo que me llena de estupefacción es "Nacionalidad: esp". ¿Querrá decir especial, española, espiritista, espirituosa? ¿Por qué no han completado la palabra?
─Don Amando, no se ponga tonto. Usted sabe que quiere decir "española".
Bien, ya tengo una certeza. Pero supongamos que Cataluña se declara independiente como si fuera un republiquita de Ucrania. En ese caso, ¿qué sería la nacionalidad española? ¿Tendría que aceptar que "me siento de España menos Cataluña"? No tenemos una palabra para eso. El problema intelectual o afectivo es que mis antepasados y yo (aunque hubiera algunos dignísimos marranos) nos hemos sentido de España desde hace 500 años por lo menos. Pero en ese conjunto se incluía Cataluña, naturalmente, que formó parte desde el principio de la corona de Aragón. Al desgajarse ahora Cataluña de la común nación (es un suponer, claro), lo que queda ¿sigue siendo España?
Además, resulta que los colores catalanes son el rojo y el amarillo, coincidentes con los de la bandera española. Ese símbolo figura en mi DNI. ¿Habrá que cambiarlo? Yo lo tengo en mi casa, junto al de Cataluña y el de Texas, lugares donde he profesado. ¿Será eso un delito?
No son especulaciones vanas lo que digo. Me preocupa no saber bien lo que soy, o mejor, dónde estoy y dónde estaré en 9999. Técnicamente eso se llama asomatognosia, palabra difundida por un catalán, Laureano López-Rodó, en conversación con otro catalán, Salvador Pániker.
Bien, ya me estoy habituando a pensar que "soy de España menos Cataluña". Pero ¿y si se plantea la independencia de Galicia, País Vasco, Baleares, Asturias, Valencia, Canarias, Andalucía y otras regiones? En ese caso hipotético, los que quedáramos sí tendríamos que buscar otro gentilicio. Por cierto, el de español suena más bien a catalán. Lógicamente en castellano tendríamos que ser españuelos. También es gracioso que el gentilicio común de los españoles se tenga que decir en catalán o limusín.
Nada, nada, que históricamente somos la primera nación de Europa (junto a Portugal) y vamos a ser la primera que se desmiembre. Cuando nos dejen solos a los castellanos y leoneses pediremos asilo a nuestros hermanos portugueses. Alguna vez ellos también se llamaron españoles por aquello de Hispania, de donde venimos todos. Podríamos reivindicar también Sefarad. Según Damián Galmés, significa "el labio de tierra al otro lado del mar", visto desde Israel, claro. Cuando vaya a renovar el DNI en 9999 aduciré todos esos razonamientos. A ver si para entonces ya tengo mi nacionalidad españuela. No habrá que cambiar nada. Seguirá siendo "Nacionalidad: esp". Sabiduría del funcionario.

IX SEMINARIO INTERNACIONAL DE LENGUA Y PERIODISMO

Las frases de la segunda jornada

«¿Estaremos hablando ya español antiguo?», se ha preguntado el periodista Antonio Fraguas en el IX Seminario Internacional de Lengua y Periodismo que se ha celebrado en San Millán de la Cogolla con el título «El español del futuro en el periodismo de hoy».



Antonio Fraguas, durante el Seminario. Foto: ©Judith González
ANTONIO FRAGUAS, DURANTE EL SEMINARIO. FOTO: ©JUDITH GONZÁLEZ
A continuación se relacionan algunas otras de las frases pronunciadas en la segunda jornada del encuentro, organizado por la Fundéu BBVA y la Fundación San Millán de la Cogolla.
.- Carmela Ríos, periodista especialista en medios sociales.
«En caso de duda no tuitees y si bebes… no tuitees».
.- Toño Fraguas, periodista colaborador de La Ser, Rolling Stone y otros.
«El español es una red social con usuarios, como Twitter».
.- Pablo Mancini, periodista, director de Estrategia Digital de Infobae.
«El trabajo del periodista es ocupar la mente de los usuarios y ser confiable para ellos».
.- Agustín Alonso, responsable de redes sociales de RTVE.
«Somos personajes de una vida, la nuestra, que se ha convertido en un reality show».
.- Enrique Infante, periodista y profesor de la Universidad Internacional de La Rioja.
«Un único periodista no puede escribir para los diferentes soportes porque el lenguaje no es el mismo».
.- Pablo Gervás, profesor de Ingeniería del Software de la Universidad Complutense de Madrid.
«No hay que tener miedo a la tecnología. No se puede sustituir al creador humano; hay que adaptarse».
.- Concepción Polo, lingüista computacional.
«Con la ayuda de la tecnología podemos dedicar más tiempo a la reflexión y al cuidado y la elegancia de la redacción».
.- Idoia Salazar, periodista, autora de “Las profundidades de internet”.
«El periodista estructura los datos, aporta fiabilidad, enlaces y recursos para que se actualice la información».
.- José Carlos González, ingeniero de telecomunicaciones y socio fundador de Daedalus.
«Si se automatizan las tareas auxiliares, el periodista tiene flexibilidad para hacer otras cosas».
.- Juan Andrés Muñoz, jefe de la unidad de medios alternativos de CNN en español.
«Se acabó el periodista que predica; comunicación es conversación».
.- Elena Gómez, catedrática de Redacción Periodística de la Universidad Europea de Madrid.
«Lo bien hecho bien parece, y esto es aplicable al lenguaje y a la persona que lo utiliza; es tu imagen».
.- Carmen Galán, catedrática de Lingüística de la Universidad de Extremadura.
«La lengua es como los maridos, los últimos que se enteran… (de los cambios)».
.- Elena Hernández, directora del departamento del «Español al día» de la RAE.
«Los signos de puntuación han perdido usos preceptivos, pero han ganado otros (como los emoticonos)».

BALCELLS & WYLIE


Así se forja una nueva superagencia literaria



La relación entre Balcells y Wylie es la historia de dos rivales con estilos distintos a los que la reconversión del mundo libro, acelerada por conglomerados digitales, ha obligado a entenderse


Tras la noticia del acuerdo entre Carmen Balcells y Andrew Wylie para crear una superagencia literaria se esconde toda una jugada maestra. Con el pacto (¿una compra paulatina?, ¿una joint venture) nace un intimidante conglomerado de un millar de autores, entre ellos, 13 premios Nobel. Pero también se suman dos innovadoras maneras que, cada una a su modo, han definido el mundo de la edición del último medio siglo.
En la decisión de uno y de otro, hecha pública justo a tiempo de marcar hoy el arranque de la Feria del Libro de Madrid, la gran cita anual del sector, ha pesado la presión que ejerce la rápida modificación del ecosistema del libro. Una amenaza que les ha empujado, según las fuentes consultadas, a una unión inevitable para sobrevivir, o vivir mejor, en un negocio cuyo modelo centenario ha sido dinamitado por los tres grandes operadores virtuales y globales: Amazon, Google y Apple. ¿En qué condiciones? Es difícil saberlo con exactitud. Primero, porque los implicados no han compartido la letra grande ni la pequeña. Y segundo, porque la partida de póquer, señalan algunas fuentes, no ha terminado aún. Se barajan dos opciones: o se trata de una fusión en toda regla o de una venta progresiva al estilo de la adquisición de algunas editoriales en los últimos años (caso de Anagrama-Feltrinelli).
La unión parece inevitable para sobrevivir al empuje de Amazon o Google
Esta penúltima huida hacia adelante del sector, bautizada como Balcells & Wylie, comenzó a fraguarse hace tres lustros. Y se aceleró hace unos seis años. Algunas fuentes señalan que desde hace más o menos tres se estableció entre ambos un pacto de no agresión.
Cada uno reina sin sombra en su área: ella, en el mundo hispanohablante y él, en el universo anglosajón y más allá. Pero las deudas de la agencia Balcells sumadas a la intención de asegurar la continuidad de una empresa pionera encontraron la horma de su zapato en las ambiciones expansionistas de Wylie por querer entrar en el mercado en lengua española. Y así fue cómo, finalmente, el 27 de mayo, firmaron ese primer acuerdo para convertirse en la agencia literaria más potente del mundo.
La estrategia de conquista del próximoeldorado editorial (el mundo hispanohablante, también en EE UU) recuerda al reciente movimiento de Penguin Random House cuando hace unos meses compró Alfaguara y los sellos literarios de Santillana. La idea es tomar un atajo en un mercado en crecimiento y enfrentar fuertes el reciente desembarco de los grandes operadores virtuales que ya tocan todas las partes de la cadena de valor del libro.
Para reconstruir la historia de esa relación es justo empezar por Carmen Balcells. Su irrupción en 1960 sacudió el mundo del libro. Hizo saltar por los aires el concepto del contrato vitalicio. Con ella, llegó la fragmentación, los pactos de corta vigencia y la parcelación (por cada país donde se publicara, por el tipo de libro, por sus traslaciones a teatro o audiovisuales…). No sólo innovó en los negocios (fruto quizá de su afilada astucia en el peritaje mercantil que estudió de joven), también fue revolucionaria en lo literario. La Agencia Balcells fue durante años la única que contaba entre su equipo con asesores literarios en nómina y también la única con una especie de plan de becas: adelantaba dinero de su bolsillo a la manera de mensualidades para liberar a los autores de las obligaciones laborales mundanas y permitirles así dedicarse solo a escribir. El caso más sonado fue el de Mario Vargas Llosa. Pero no hace mucho hizo algo parecido con el colombiano Evelio Rosero.
Tenaz y dura, en 1965 inició un viaje por América Latina para contactar con los autores que le interesaban. Ahí nació su espectacular catálogo, especialmente del periodo del bum, con Gabriel García Márquez y Vargas Llosa a la cabeza y sobre el que ha construido un pequeño imperio en el que llegaron a trabajar casi una treintena de personas. En la actualidad no superan las 15.
Su hermetismo es leyenda en el sector. Su práctica de arrebatar autores a punta de talonario, también. Su equipo, al parecer, de un poco más de medio centenar de personas en su núcleo duro, trabaja bajo las órdenes de un verdadero obseso laboral; a pesar de sus 65 años, sobre las cinco de la mañana ya está respondiendo correos, entre otras razones (además de porque sus clientes están por todo el globo terráqueo) porque mantiene normalmente de lunes a viernes una reunión con su equipo a las 7.45 de la mañana.Es precisamente esa privilegiada cartera de clientes la que atrajo al otro gran agente literario del mundo, Andrew Wylie, también conocido comoEl Chacal, hijo de editor y de una heredera de la banca nacido en Boston, summa cum laude en la exigente Harvard, que en 1984 montó su agencia literaria, con sedes en Nueva York y Londres, y que representa —asegura él— a un millar de escritores: desde Bolaño a Art Spiegelman, pasando por Philip Roth.
Es en esas reuniones donde se crean grupos específicos de trabajo para afrontar la política con determinados autores, las estrategias de promoción y la gestión de sus legados. También se analizan las líneas de defensa ante Google, Amazon y Apple, los grandes conglomerados que son ahora su enemigo ante el desarrollo digital.
Hace unos años el gran demonio era otro: Carmen Balcells. Wylie era consciente de su talón de Aquiles, la literatura en lengua castellana y, como él mismo mantiene, “una agencia con solo uno o dos autores fuertes en un ámbito no tiene fuerza”. Hasta esta semana representaba a Jorge Luis Borges, Guillermo Cabrera Infante, Muñoz Molina o Roberto Bolaño.
A mediados de los 90 El Chacal tuvo un primer contacto en Fráncfort con Balcells, en una comida de la que ambos salieron asustados y molestos. Poco después Wylie abrió oficina en España a finales de la década. Cortejó grandes plumas que en muchos casos no conquistó, como Javier Marías. Entonces, afinó el tiro con la viuda de Borges, María Kodama, o con Cabrera Infante. Más o menos por aquella época se cobró otra preciosa cabeza, la de Bolaño, y Balcells se dedicó a lanzar irónicas diatribas sobre las habilidades del agente con las viudas.
El principio de acuerdo entre ambos trae tranquilidad al mundo de la edición. Al menos, para ellos: Wylie se evita la desgastante guerra de guerrillas que mantenía con Balcells. Y a esta, le garantiza el blindaje de sus autores de los que en verdad se cuida como si fueran su propia familia.

Una preciada lista de clientes

La agencia de Andrew Wylie cuenta, entre otros, con:
- Jane Bowles
- Saul Bellow
- V. S. Naipaul
- Vladimir Nabokov
- Antonio Tabucchi
- Jorge Luis Borges
- Philip K. Dick
- Salman Rushdie
- Art Spiegelman
- Milan Kundera
- Mo Yan
- Orhan Pamuk
- Lou Reed
- Antonio Muñoz Molina
- Philip Roth
- Royal Shakespeare Company
- Roberto Saviano
- Susan Sontag
- Henry Kissinger
- The Andy Warhol Foundation
- John Updike
- Roberto Bolaño
- J. G. Ballard
- William Burroughs
- Guillermo Cabrera Infante
- Italo Calvino
- Allen Ginsberg
Y Carmen Balcells puede presumir de clientes como:
- Gonzalo Torrente Ballester
- Mario Vargas Llosa
- Gabriel García Márquez
- Julio Cortázar
- Camilo José Cela
- Carlos Fuentes
- Pablo Neruda
- Álvaro Mutis
- Miguel Delibes
- Juan Goytisolo
- Rosa Montero
- Terenci Moix
- Alfredo Bryce Echenique
- Manuel Vázquez Montalbán
- José Luis Sampedro
- José Ángel Valente
- Isabel Allende
- Miguel Ángel Asturias
- Vicente Aleixandre
- Ana María Matute
- Juan Marsé
- Javier Cercas

BARBARISMOS

Andrés Neuman publica sus "Barbarismos", un diccionario irreverente

Andrés Neuman Foto: teinteresa.es







El español es un "idioma que le queda grande a España", dice el escritor en su libro. 
AGENCIA EFE | MAYO 30 DE 2014
Por Ana Mendoza.


Para el escritor argentino Andrés Neuman, el español es ese "idioma que le queda grande a España", y Europa es un "continente separado por la misma moneda". Ambas definiciones pertenecen a su nuevo libro, "Barbarismos", un irreverente diccionario en el que se replantea "radicalmente el lenguaje".

Este libro "puede leerse como homenaje, y a la vez como sátira, de los diccionarios. Contiene el mismo amor por las palabras que un diccionario clásico, pero con la vocación traviesa de cuestionar la institucionalización del lenguaje, la aspiración museística de centralizarlo", afirma el escritor en una entrevista con Efe.

Neuman (Buenos Aires, 1977) acaba de pasar una temporada en Estados Unidos, donde ha presentado la traducción al inglés de su novela "Hablar solos" y ha dado clases en varias universidades, y ha viajado también a Gran Bretaña para participar en el Hay Festival de Gales.

Regresa cansado a España, el país en el que reside desde los catorce años, pero contento y dispuesto a promocionar sus "Barbarismos" (Páginas de Espuma), un libro en el que propone "una reinterpretación un tanto salvaje de la norma lingüística y contradice bárbaramente ciertos eufemismos de la corrección política", señala el escritor.

Abundan las definiciones en las que el autor de "Bariloche" o "El viajero del siglo" lanza dardos ácidos contra los sistemas políticos y las instituciones, pero siempre desde "la autosátira". "Todos participamos en mayor o menor medida de la barbarie", asegura.

Como ejemplos de esos dardos, pueden valer estas entradas: "Democracia: derecho de todos a elegir el bien de unos pocos"; "Izquierda: ideología política que parece irreconocible hasta que gobierna la derecha"; "Monarquía: sistema que garantiza la igualdad entre todos sus vasallos".

"Presidente: individuo elegido entre los diversos candidatos que no representan a sus electores", es otra de las definiciones de este "intrépido aventurero del logos" que es Neuman, en opinión del escritor José María Merino, prologuista del libro.

El ingenio, la poesía, el humor y la ironía impregnan muchas de las entradas de "Barbarismos", un provocador diccionario en el que Neuman demuestra su facilidad para los aforismos y redefine las palabras.

"Hay algo fascinante y fundacional, sutilmente primitivo, en la palabra literaria, que es la posibilidad de replantearse radicalmente el lenguaje, vocablo por vocablo, como hacen los niños o la poesía", dice Neuman, que refleja su amor por la lectura y la escritura en muchas definiciones.

"Biblioteca: muchedumbre que espera su turno de palabra". "Escritor: individuo que fracasa en el intento de ser exclusivamente lector". "Libro: Soledad plural". "Poeta: extranjero de su lengua materna".

En este singular diccionario, que amplía y revisa el glosario que el autor publicó en el suplemento cultural del periódico ABC, también está presente la nueva realidad digital con definiciones como las de "Facebook: sistema inmejorable de espionaje en que los vigilados colaboran activamente con sus vigilantes" y la de "Internet: éter superpoblado".

Este escritor, que fue seleccionado por la revista británica Granta entre los mejores narradores jóvenes en español y que ha merecido premios como el Nacional de la Crítica, el Alfaguara de novela y el Hiperión, se pasa media vida viajando y reconoce que ese trajín puede afectar al proceso de escritura.

"Cambiar de lugar, hora e idioma te dificulta escribir, pero propicia algo tan o más importante: distanciarse de lo escrito, cambiar de opinión, sentirse un poco más extranjero que de costumbre. La costumbre también es una nacionalidad. Y bastante peligrosa, porque te impide imaginarte siendo otro, que es una de las funciones más subversivas de la escritura", afirma.

La definición de "argentino" ("extranjero específico") refleja a la perfección cómo se siente Neuman, "con familia y memoria en ambas orillas" del Atlántico y acostumbrado a observar a cada uno de sus países "desde el otro".

"Eso genera dos identidades, pero también dos extranjerías. Incluso tengo dos acentos, que me resultan naturales porque ambos fueron adoptados en la infancia. Así que me siento un poco anfibio. Mi madre nació en Buenos Aires y murió en Granada. ¿Cómo vas a elegir entre la cuna y la tumba de tu madre?", señala.

El humor es para Neuman "una manera de transgredir los límites socialmente aceptados y tiene, por tanto, cierta vocación crítica. Su efecto ideal sería pensar riendo".

Y ese humor invade las páginas de "Barbarismos", como lo demuestra, por ejemplo, la definición de "gilipollas: célebre insulto que murió al ser admitido por la Real Academia de la Lengua". 

FUNDACIÓN DEL ESPAÑOL URGENTE

Agencia EFEFundéu - BBVA
FUNDACIÓN DEL ESPAÑOL URGENTE

obras de arte citadas 


por su autor, en 


mayúscula y sin 


resalte

Recomendación urgente del día

Cuando el nombre de un artista se aplica a sus obras de creación, se mantiene la mayúscula y no son necesarias cursivas ni comillas: un Van Gogh, un Mondrian, dos Picassos
Sin embargo, en los medios de comunicación es habitual encontrar frases como «Hacienda descubre un ‘van gogh’ en la caja de seguridad de un defraudador», «Un ‘mondrian’ que quiere ser el más caro del mundo» o «Los multimillonarios chinos, adictos a los ‘picassos’, los ‘dalís’ y los ‘mirós’».
Aunque en estos casos funcionan como sustantivos comunes, la Ortografía de la lengua española señala que «Cuando el nombre de un autor, sea completo, sea solo el apellido, se utiliza para designar cada una de sus obras, debe mantenerse la mayúscula del antropónimo». En los ejemplos con que se ilustra esta norma, no se emplea resalte tipográfico alguno.
Así pues, en las frases anteriores habría sido preferible escribir «Hacienda descubre un Van Gogh en la caja de seguridad de un defraudador», «Un Mondrian que quiere ser el más caro del mundo» o «Los multimillonarios chinos, adictos a los Picassos, los Dalís y los Mirós».

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