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terça-feira, 13 de janeiro de 2015

ZORRA

De mujer holgazana a vender su cuerpo por 
dinero

A pesar del grado ofensivo que posee, el término «zorra» fue utilizado por todos los autores del Siglo de Oro y llegó pleno de fuerza expresiva al siglo XVIII

A primera vista, resulta curioso observar como al calor del mundo animal surgen una gran cantidad de insultos que empleamos con relativa frecuencia en nuestra vida diaria. Aunque bien es cierto que para no hundir la balanza hacia el lado más soez, utilizamos la memoria de elefante o la astucia del felino para resaltar ciertas virtudes, lo cierto es que sin comerlo ni beberlo los seres humanos hemos estigmatizado al perro, al lobo o al cerdo, agregando en su definición un componente ofensivo cuando de emplearlos para señalar a otra persona se trata.
En esta ocasión vamos a explorar el feroz apelativo de «zorra», que, como señala Pancracio Celdrán en el «El gran libro de los insultos», publicado por la editorial La Esfera, «se documenta con intención insultante en el siglo XIII a través del significado de persona holgazana, de donde por extensión pudo predicarse de la mujer que se entrega por dinero». Este término que no procede del latín y solo se encuentra en portugués y castellano, ya aparecía en el Poema de Alfonso Onzeno, mediado el XIV:
Y fue muerta otra sorra,
reyna era pagana,
fija fue de una chamorra
que salió falsa xristiana
A pesar de que «zorra» resulta muy ofensivo si hace alusión a una mujer, no parece ser un obstáculo para su expansión y larga tradición tal y como Celdrán señala, «aparece en todos los autores del Siglo de Oro y llegó pleno de fuerza expresiva al XVIII». Mediado el XIX Bretón de los Herreros se hace eco de los desórdenes que la vida airada ocasionaba en burdeles y calles:
Si hay de noche camorra
por culpa de una zorra
Sin evitar que haya ciertas voces discordantes, lo más probable es que su etimología proceda de la voz del árabe surriya (concubina). Cuestionado por el componente sexual que desprende el término, Celdrán desmiente que haya una ligazón generalizada, «el masculino ‘zorro’ no es ningún elogio, ya que remite a la persona excesivamente cautelosa y taimada de la que no conviene fiarse, mientras que ‘zorra’ alude asimismo a una condición moral inaceptable».
Ligando con lo anterior, otra de sus particularidades atañe al componente exclusivo de género que evidencia presentar. Un hecho que en palabras del autor guarda relación con la moral, «por lo general, la forma femenina del insulto es siempre más hiriente, hace más daño, que el insulto masculino. Eso es así, en general, porque del hombre se puede esperar cualquier cosa grotesca y mala, mientras que de la mujer, no».

V y B


¿Desde cuándo se 

distingue en castellano la «V» y la 

«B»? 

¿Cómo surge y por qué la 

diferenciación?

 | 
CELIA FRAILE (ABC.ES)

Cuentan con orígenes fonéticos diferentes, pero su confusión se generaliza en la Edad Media y hoy en día ambas grafías representan el mismo fonema, lo que origina no pocas equivocaciones a la hora de escribir las palabras.


«La pregunta correcta es: ¿Desde cuándo no se distinguen en castellano los fonemas /b/ y /v/?», afirma Salvador Gutiérrez, académico de la RAE y director del departamento de «Español al día» y director adjunto de la Escuela de Lexicografía Hispánica.
Se trata de dos letras de origen diferente. «La oposición proviene del latín», aclara el también coordinador de la «Ortografía de la lengua española». La historia de la letra «v» se corresponde con la de la letra «u»: la «u» latina deriva de la «y», ípsilon griega, que procede a su vez del fenicio «wau». Mientras, la «b» proviene de letra griega «β» beta y la «b» del alfabeto latino o romano.
En el castellano primitivo, entonces, la «b» representaba un fonema oclusivo sonoro bilabial y la «v», labiodental. Sin embargo, «la diferenciación se pierde pronto en el norte de Castilla», apunta Salvador Gutiérrez. Aunque esta distinción fonológica «se mantieneen la pronunciación culta en la época alfonsí, su confusión se generaliza ya en la Edad Media», indica el académico de la RAE.
[…]
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FUNDACIÓN DEL ESPAÑOL URGENTE

Agencia EFEFundéu - BBVA
FUNDACIÓN DEL ESPAÑOL URGENTE

espacio Schengen, 


con la e inicial 

minúscula

Recomendación urgente del día
La denominación espacio Schengen (o espacio de Schengen), con eminúscula en espacio y Schengen sin comillas, es la grafía adecuada para referirse a la Europa sin fronteras internas.
En los medios de comunicación pueden encontrarse frases como «Circulación de personas por el Espacio Schengen», «Muchos inversores aprovechan este visado para viajar libremente y hacer negocios en el Espacio de Schengen» o «Al ser España miembro del “espacio” de Schengen, cualquier ciudadano español puede viajar a otro Estado miembro sin necesidad de pasaporte».
Schengen, con entre la ese y la hache y sin después de la ge, es el nombre de un pueblo luxemburgués que se encuentra en la frontera con Alemania y Francia y donde se firmó en 1985 el primer acuerdo de levantamiento de fronteras entre esos dos países, Luxemburgo, Bélgica y los Países Bajos. A partir de entonces se conoce como espacio de Schengen a la zona formada por los países que, progresivamente, se han adherido a dicho acuerdo.
Dado que espacio (de) Schengen es una denominación meramente descriptiva, y no un nombre propio oficial, lo adecuado es escribir espacio con minúscula. Además, puesto que el sustantivo espacio se está utilizando con su significado habitual, no hay razón para emplear las comillas ni ningún otro resalte.
Respecto a la presencia o ausencia de la preposición entre espacio Schengen, la opción más asentada es espacio Schengen, si bien también es válida la estructura espacio de Schengen.
Por otra parte, cuando se alude al Acuerdo de Schengen y al Convenio de Schengen, los documentos que regulan esa eliminación de fronteras, las palabras acuerdo y convenio se escriben con inicial mayúscula según laOrtografía, ya que se trata del nombre de dos documentos oficiales. Además, el Libro de estilo interinstitucional de la Unión Europea prefiere esas denominaciones a Tratado de Schengen, que se ve con frecuencia en los medios.
Finalmente, en las noticias sobre este asunto se menciona en ocasiones el acervo de Schengen, que se refiere al conjunto de textos (acuerdo, convenio y normas y acuerdos relacionados) que regulan esta cuestión y en el que, por no tratarse del nombre propio de un documento, acervo se escribe con minúscula.

LA MIRADA EN LA LENGUA:


   Ferris y ponis

 |  
FRANCISCO RÍOS (LA VOZ DE GALICIA.ES)

El incendio de un transbordador italiano en el mar Adriático puso de manifiesto hace unos días la lentitud con que a veces asimilamos las adaptaciones de voces extranjeras al español.


Muchos de quienes se informan por la prensa de Madrid se enteraron de que había «300 personas atrapadas en el ferry italiano incendiado». Así escrito, ferry es palabra inglesa, por lo que debe utilizarse algún tipo de diacrisis tipográfica, como la letra cursiva, para poner de manifiesto que es un préstamo no asimilado. Pero el caso es que este sustantivo que da nombre a los barcos que enlazan dos lugares, también llamados transbordadores, está adaptado al español con la forma ferri.
No es propia de nuestro idioma la terminación -y precedida de consonante. Por eso cuando se toman del inglés palabras con esa coda se modifican para ajustarlas al canon. El primer caso que conocemos data de la segunda mitad del siglo XIX. Se trata de tílburi, nombre de un carruaje de dos ruedas tirado por un caballo, que fue diseñado por el carrocero James Tilbury. Después llegó dandi (de dandy), que apareció por primera vez, junto con dandismo,en la edición de 1927 del diccionario manual de la RAE: «anglicismo por petimetre». Pasó al diccionario usual en 1936.
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BLOG DE LA LENGUA


errores en el imperativo como «si me queréis, irse» o «iros de aquí»

 |  
EMISORA DE RADIO CADENA SER (MADRID)

Lola Flores nos dejó en herencia una de las frases más famosas de nuestro país y uno de los errores más clamorosos. Pero no es la única que ha errado al utilizar el imperativo, una forma «curiosa» que hace, por ejemplo, que si echamos a alguien indeseado tengamos que ordenar «idos» y no «iros».

El imperativo en castellano siempre se forma terminado en –d, y no en –r. Es uno de los grandes errores que solemos cometer, pero que como todo en esta vida, tiene una explicación. Alberto Bustos, profesor de la Universidad de Extremadura y que mantiene el Blog de Lengua (http://blog.lengua-e.com/), nos explica que es un caso «especial», sobre todo cuando usamos la negación y acabamos diciendo «Juan y Carlos, no tirar ladrillos», en lugar de «no tiréis», con el subjuntivo.
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EL INSULTO



«El insulto es siempre más sincero que el piropo 
o el halago»



De la mano de Pancracio Celdrán, autor de «El gran libro de los insultos», ABC ofrecerá a sus lectores un serial diario sobre el origen de los términos ofensivos más conocidos del castellano

«No es lo mismo estar dormido que estar durmiendo, porque no es lo mismo estar jodido que estar jodiendo», avisaba el insigne Camilo José Cela, Premio Nobel de literatura en 1989, ejemplificando una vez más las fuertes raíces que unen al castellano con el amplio abanico de palabras malsonantes que posee. La riqueza de nuestro idioma, unido al sutil uso de la ironía que maneja la sociedad, ofrece un terreno abonado para la proliferación de lo que también se conoce como tacos. Un reguero de términos que nos acompañan casi diariamente sin que podamos o queramos hacer nada para evitarlo.
Pancracio Celdrán, autor de la obra «El Gran Libro de los insultos», publicado por la editorial La Esfera, donde quedan recogidos alrededor de 10.000 improperios, pone el foco en la larga tradición que atesoran, «entre las voces del léxico, en cualquier idioma, destacan los adjetivos de valoración: malo, bajo…incluyendo en sus épocas muy formativa de las lenguas los insultos. De hecho, estas voces críticas se encuentran entre las más antiguas. En castellano insultos como fementido, felón, vil o villano pueblan los primeros monumentos literarios: Poema de Mío Çid, Auto de los Reyes Magos».
Incluso en las situaciones más comprometidas se nos puede haber escapado algún exabrupto, y es que su expansión desde hace siglos es un hecho innegable, «ello es así porque forman parte de la cosmovisión del hablante, de la manera peculiar que cada uno tiene de considerar a las cosas y a los individuos, siempre en relación con la experiencia personal». Celdrán señala la inclinación natural del hablante a la crítica negativa, más que a la alabanza, «a menudo el emisor no es mesurado en el uso de estas armas arrojadizas que son los insultos, de modo que conviene andar avisado al respecto, y a quien sólo es un canalla no cargarle con la responsabilidad adicional de ser también un cabrón».
Sin necesidad de que este artículo se convierta en un diccionario de sinónimos, habrá observado el lector que aún no ha salido mencionado el término 'palabrota'. «Acaso no deba hablarse de palabrotas, ya que el aumentativo no se aviene con la realidad. Tampoco hay palabritas, fuera de las del amor. Debemos hablar de palabras, que por su etimología (del griego parabola) indica un acercamiento figurado a la realidad de las cosas. De ahí que un término no sea inferior ni superior a otro, sino que todos remiten a una realidad nombrada. Esto vale también para el insulto y el elogio, para la imprecación y la blasfemia», explica Celdrán.
La importancia que desprenden este tipo de vocablos queda reflejado en la intención con que se profieren, «el insulto es siempre más sincero que el piropo o el halago, y ello es así porque quien insulta es porque se siente agredido, no es cosa que se haga de manera gratuita o sin motivación oculta. Y es que remedando al clásico: ‘Ay de quien es adulado, porque acabará corrido o engañado’».
El alto número de blasfemias que recoge el Diccionario de la lengua española (DRAE) impresiona a primera vista, pero no tanto si atendemos al conciso análisis que expresa Celdrán, «la cantidad sorprende, pero no tanto si se advierte que cada región, cada pueblo, cada rincón del mundo hispano parlante tiene peculiaridades al respecto. El tesoro lingüístico del castellano o español es particularmente extenso en este tipo de términos».

Apelativos «marcados» por el sexo

Una de las cuestiones que más sorprende es la aparente exclusividad que parecen tener determinados improperios en relación al género del destinatario, «no es lo mismo braguetero dicho al hombre que da el braguetazo…, que braguetera o mujer que se calienta con facilidad, referido a la hembra lujuriosa atacada de lascivia. El gorrón, es criatura que vive parasitariamente…, pero la gorrona es mujer que se prostituye; el cambio de sexo del término se da en miles de insultos, donde el femenino es más grave que el masculino: guarro es malo, pero guarra es peor. Decimos que es quedón el muchacho un tanto bromista…, pero es quedona la muchacha que rápidamente accede a los avances del varón».
Celdrán termina explicando que gran parte de culpa de esta polémica procede de la confusión sustentada en la creencia de que el género gramatical es inherente al sexo de la cosa nombrada, «en latín, lengua de la que procedemos lingüísticamente, el concepto de genus hominum alude al género humano sin distinción de sexo; el términohomo aludía al individuo de la especie y no distinguía entre hombre y mujer. En latín civis (ciudadano), es masculino y femenino; parens es femenino y masculino, y significa 'padre' o 'madre' o ambas cosas; 'parentes' alude a la familia o parentela, incluidos cuantos viven bajo un mismo techo. La ignorancia de estos usos hace que caigamos en disputas vanas propiciadas por cierta hipersensibilidad feminista que algunos personajes han querido aprovechar para aparecer como los salvadores de la extensa grey femenina»

FUNDACIÓN DEL ESPAÑOL URGENTE

Agencia EFEFundéu - BBVA
FUNDACIÓN DEL ESPAÑOL URGENTE

espacio Schengen, 


con la e inicial 


minúscula

Recomendación urgente del día
La denominación espacio Schengen (o espacio de Schengen), con eminúscula en espacio y Schengen sin comillas, es la grafía adecuada para referirse a la Europa sin fronteras internas.
En los medios de comunicación pueden encontrarse frases como «Circulación de personas por el Espacio Schengen», «Muchos inversores aprovechan este visado para viajar libremente y hacer negocios en el Espacio de Schengen» o «Al ser España miembro del “espacio” de Schengen, cualquier ciudadano español puede viajar a otro Estado miembro sin necesidad de pasaporte».
Schengen, con entre la ese y la hache y sin después de la ge, es el nombre de un pueblo luxemburgués que se encuentra en la frontera con Alemania y Francia y donde se firmó en 1985 el primer acuerdo de levantamiento de fronteras entre esos dos países, Luxemburgo, Bélgica y los Países Bajos. A partir de entonces se conoce como espacio de Schengen a la zona formada por los países que, progresivamente, se han adherido a dicho acuerdo.
Dado que espacio (de) Schengen es una denominación meramente descriptiva, y no un nombre propio oficial, lo adecuado es escribir espacio con minúscula. Además, puesto que el sustantivo espacio se está utilizando con su significado habitual, no hay razón para emplear las comillas ni ningún otro resalte.
Respecto a la presencia o ausencia de la preposición entre espacio Schengen, la opción más asentada es espacio Schengen, si bien también es válida la estructura espacio de Schengen.
Por otra parte, cuando se alude al Acuerdo de Schengen y al Convenio de Schengen, los documentos que regulan esa eliminación de fronteras, las palabras acuerdo y convenio se escriben con inicial mayúscula según laOrtografía, ya que se trata del nombre de dos documentos oficiales. Además, el Libro de estilo interinstitucional de la Unión Europea prefiere esas denominaciones a Tratado de Schengen, que se ve con frecuencia en los medios.
Finalmente, en las noticias sobre este asunto se menciona en ocasiones el acervo de Schengen, que se refiere al conjunto de textos (acuerdo, convenio y normas y acuerdos relacionados) que regulan esta cuestión y en el que, por no tratarse del nombre propio de un documento, acervo se escribe con minúscula.

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