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domingo, 25 de outubro de 2015

ORTOTIPOGRAFÍA

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La ortotipografía amenaza el buen uso del lenguaje

Los expertos llaman la atención sobre el incremento de las incorrecciones en textos escritos


    EFE / LOGROÑO

Escribir bien pasa por la simplicidad y desterrar visualmente lasfórmulas tipográficas más complejas. Es lo que propone el grupo de especialistas en lenguaje Palabras Mayores, que ha defendido este sábado en San Millán de la Cogolla (La Rioja) los usos correctos del idioma español para una buena expresión. Para los lingüistas, las nuevas tecnologías han incorporado al lenguaje escrito el concepto ortotipografía por el que múltiples recursos tipográficos se incorporan a los textos impresos, en ocasiones de manera incorrecta.

SUBRAYADOS, NO GRACIAS

Uno de los errores más comunes es el poner un punto detrás de unidades de medida (por ejemplo cuando alguien escribe minutos abreviados -min- que no lo necesita) o el subrayar una parte de un texto, "que es algo que una herramienta como el programa Word permite, pero que nadie lo verá en un escrito serio", han explicado en el encuentro. La utilización de la negrita también se hace de manera arbitraria, lo mismo que la cursiva cuando pretende destacar algo, cuando no es para eso.

COMA, TRAS EL SUJETO

El inglés también influye negativamente en el uso de la lengua. Como el poner una coma después de un nombre al empezar una carta (Hola Javier,) cuando en español es diferente (Hola, Javier:). Nada peor en un texto escrito que cometer el imperdonable error de separar el sujeto del verbo mediante una coma.

EXPERTOS

El Centro Internacional de Investigación de la Lengua Española (Cilengua) ha acogido este curso impartido por Palabras Mayores, grupo formado por el filólogo y miembro del Departamento de Practica Español de la Agencia EFE, Alberto Gómez Font; el especialista en edición y traducción Antonio Martín; el diseñador gráfico mexicano Jorge de Buen; y el traductor y corrector Xosé Castro.

DUDAS

Los cuatro dan desde hace varios años cursos para mejorar la expresión en español, principalmente en Hispanoamérica y los Estados Unidos. El seminario de San Millán es el segundo que imparten en España, tras uno en el 2014 en Barcelona. El corrector Xosé Castro ha incidido, en declaraciones a EFE, en ese concepto de ortotipografía, sobre el que "casi cualquier persona que redacta un texto tiene dudas", ha dicho, sobre todo "ahora que las impresoras son de uso para cualquiera y que pocos textos son los que necesitan pasar por una imprenta y ser corregidos".

TIPOGRAFÍAS

El diseñador gráfico mexicano Jorge de Buen ha incidido en el aspecto formal de los textos escritos. En un escrito influyen "el tipo de letra, su tamaño, la anchura de las columnas, los caracteres por renglón, el espacio de los márgenes o cómo son de largos los párrafos". Todos son elementos incorporados en los últimos años en la expresión escrita habitual.

ESTRUCTURA

El consejo de los expertos es escribir textos fáciles de leer, respetar la estructura natural; sujeto, verbo y predicado. Esa fórmula pocas veces tiene una alternativa mejor desde un punto de vista comunicativo.

LENGUAS Y ACENTOS


Una de las cosas que más me divierten en las reuniones internacionales es averiguar por el acento de qué país son los que hablan
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Una de las cosas que más me divierten en las reuniones internacionales donde están representados muchos países es averiguar por el acento de qué país son los que hablan y esto, en general, es fácil en Europa. Italianos, griegos, alemanes, franceses, noruegos, portugueses o de cualquier país, todos llevan en el acento una seña de identidad que, por muy perfecto que sea su inglés, delata su origen sin problema. En países con diferencias regionales importantes como el Reino Unido, igual que aquí cuando el que habla es español, con dos palabras que diga sabemos si es vasco, gallego, catalán, andaluz o canario, si conoces bien el país del orador, hasta puedes averiguar de dónde es exactamente. En la mayoría de los países hay más lenguas y acentos de lo que pensamos y a mí esta diversidad lingüística y fonética me encanta, y creo que es un valor cultural que debemos preservar a toda costa.
Aquí, como tantos de nosotros, empleo indistintamente mis lenguas paterna y materna, el gallego y el castellano, y mis charlas divulgativas en Galicia siempre las doy en gallego, como es natural. En el resto de España hablo en castellano y en la mayor parte de las reuniones y conferencias empleo el inglés, que es la lengua de la ciencia. Por eso prácticamente todo lo que escribo lo hago en ese idioma, que utilizo a diario. En Francia intento recuperar mi oxidado francés en mis charlas, porque son tan chauvinistas que te ganas ya al auditorio solo con intentarlo. En Brasil y Portugal empleo el gallego con alguna palabra de cortesía en portugués y en Italia siempre les pregunto antes de la conferencias si quieren que les hable en inglés o en mi itañolo y, como tienen tantas dificultades con el inglés como nosotros, siempre me responden que en itañolo, que es una mezcla que empieza siendo un 70 % italiano y acaba siendo una mezcla a partes iguales de gallego, castellano e italiano que les hace mucha gracia y no tienen problemas para entender.
Pero todas estas lenguas las hablo con el único acento que tengo, que es el gallego, y envidio a mi amigo Xavier Alcalá, quien, además de hablar varios idiomas, imita cualquier acento, y a mi hijo Guille cuando habla portugués o a mi hija Mar, que puede imitar hasta el acento australiano cuando habla inglés.
El mezclar tantas lenguas lleva inevitablemente a malentendidos. Ya de niños desconcertábamos en casa a mi madre, vallisoletana, cuando al acabar de comer decíamos «¡qué bien comí!», y ella nos preguntaba invariablemente cuándo, ya que deberíamos decir «¡qué bien he comido!». Siempre recuerdo cuando de pequeño en Castilla fui a buscar leche a la tienda que no era y como, claro, no la tenían, pregunté «¿y luego?». Y la contestación del empleado, «luego, tampoco», me pareció muy maleducada, porque mientras para nosotros «¿y luego?» es «¿y por qué?», para ellos es «¿y después?».
Y es que hay también palabras con significados contradictorios en otros idiomas que ya me podrían explicar los lingüistas por qué evolucionaron de modo tan distinto. Así, como los gallegos en general sabemos, si te invitan a comer en Portugal o Brasil no puedes decir que la comida es «exquisita» porque allí eso significa «malo y raro» y se pueden ofender; en cambio, si dices «espantoso», quedas de maravilla, porque significa «genial». En muchos países de Latinoamérica ya no sé cómo sustituir la palabra «coger», e inevitablemente «cojo» autobuses, bolígrafos, personas y gripes, y se parten de risa con algunas de las cosas que somos capaces de coger.
Pero donde más vergüenza pasé, y aún me pongo colorado al recordarlo, fue hace ya años con una amiga inglesa que nos vino a visitar y con la que me puse a jugar al tenis de mesa. Para animarla, quería decirle que su revés era muy bueno, pero con mi inglés autodidacta utilizaba la palabra backside (culo) en vez de backhand, y no paraba de decirle que su backside era de alucine, que lo tenía perfecto y que nunca había visto nada mejor. Más tarde, entre risas, me confesaba que al principio pensó que los españoles éramos así de ligones, pero que, como insistía tanto, estuvo a punto de salir corriendo pensando que era un violador en potencia o algo así.
No puedo acabar sin recordar a mi amiga Leonor, una investigadora portuguesa muy brillante con la que compartí unas charlas en Brasil. El portugués que hablan en Portugal es fonéticamente muy complejo, pero el de Brasil es mucho más sencillo, parecido al gallego. Como Leonor tiene un acento lisboeta muy cerrado, en Brasil algunos la entendían muy mal y pensaban que ella era la gallega y yo, el portugués, lo que la enfadaba mucho. El colmo fue en el aeropuerto, volviendo los dos, cuando hablando el uno con el otro, ella en portugués y yo en gallego, la empleada que nos atendía nos dijo en perfecto inglés: «Lo siento, tenían asientos de emergencia, pero les tengo que poner atrás porque ahí solo pueden ir los pasajeros cuya lengua materna sea el portugués». Ella no dijo una palabra, cogió las tarjetas de embarque y después me soltó toda «chateada»: «Estes brasileiros até não sabem que o português vem de Portugal».

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