Translate

segunda-feira, 1 de março de 2010

MESTRES E CONTOS ZEN




Un Cuento
Monge Ryôtan Tokuda



Había una panadería frente a un templo budista. El monje del templo precisó viajar y pidió que el dueño de la panadería cuidase del templo, atendiese a las visitas etc. Aconteció que llegó un monje viajante a la aldea. Antiguamente, los monjes viajaban, en una especie de entrenamiento monástico, visitando a otros monjes, maestros y monasterios. Desafiaban a los más fuertes en el Dharma y se mantenían permanentemente entrenando. El recién llegado también practicaba así. En esas batallas del Dharma, con preguntas y respuestas, quien perdía era obligado a dejar el templo; quien ganaba podía quedar como responsable. Una batalla del Dharma era algo muy serio. No era una batalla de lucha, pero sí de conocimiento, de experiencias, de lenguaje.
El monje visitante estaba llegando y el dueño de la panadería, preocupadísimo, oía la sugestión del jefe de la aldea: "Afeite su cabeza, coloque el manto y apenas siéntese delante de la pared como si estuviese meditando. Haga como si estuviese en ejercicio de silencio, nada hable, ni escuche y no responda." El dueño de la panadería se animó: "Ah, es fácil, eso yo puedo hacerlo." Afeitó su cabeza, se colocó el manto y se sentó mirando para la pared.
En ese momento llegó el monje visitante y comenzó a hacer preguntas sobre el Dharma. El dueño de la panadería asumió un tono grave e indicó "Shhh". El monje entendió, "Ah, él está haciendo muchos días de entrenamiento en silencio, mas ya que estoy aquí después de tan larga caminata en las montañas, voy a aprovechar para preguntar con gestos, así él también puede responder con gestos, sin romper el voto de silencio."
Gesticulando, el monje preguntó, "¿Como es su corazón, su espíritu?" El dueño de la panadería respondió con un gran gesto para las diez direcciones, o sea los cuatro puntos cardinales, los cuatro puntos medios entre ellos, para arriba y para abajo: "Mi corazón es como el océano". Vino la segunda pregunta, "¿Como vivir en este mundo?", y el dueño de la panadería mostró los cinco dedos de la mano, los cinco preceptos: no matar, no robar, no cometer adulterio, no conducir a los otros al error, no usar drogas. El monje se sintió tocado, "¡Ah, qué bonito!" Y mostró tres dedos de la mano, preguntando, "¿Donde están las tres joyas, el Buda, el Dharma, la Sangha?" A lo que el dueño de la panadería respondió con el puño, "No los busque lejos, están aquí muy cerca, próximos de sus ojos, están aquí." Impresionado, el monje viajante se marchó.
Viendo esto, el jefe de la aldea corrió hasta el panadero, "¿Que aconteció? Él se marchó muy impresionado, ¡cuénteme!" Y el dueño de la panadería explicó, "Aquel monje es muy estúpido. Primero, hizo un gesto con las manos, preguntando cuanto costaba el pan, si el pan de la panadería era muy pequeño, y yo abrí bien los brazos, mostrando que mi pan es bien grande. Él preguntó cuánto cuestan diez panes y yo le mostré cinco dedos, diciendo cinco monedas, pero él me mostró tres dedos, pidiendo que le vendiese por tres, y yo pensé, ¡que sin vergüenza, y por poco no le acerté un puñetazo en un ojo!"
Esta es una historia muy graciosa que muestra a cada uno de los protagonistas viendo lo que está pensando en su propia mente, interpretando a su manera. [...] Lo que usted ve depende de su interés. Aquello que no le interesa, aún estando frente a sus ojos, usted no lo ve. Muchas veces ocurre lo opuesto, usted ve lo que no existe, usted crea. Por eso, no confíe mucho en aquello que esta viendo. ¿Cómo podemos ver las cosas verdaderamente? [...]
¿Aquí hay una mesa, pero que es una mesa? ¿Madera, árbol, clavos y que más? Al fin de cuentas, nada, vacio. Todo es vacio.
(Originalmente publicado en el Bodisatva)

Um Conto
Monge Ryôtan Tokuda

Havia uma padaria em frente a um templo buddhista. O monge do templo precisou viajar e pediu que o dono da padaria cuidasse do templo, atendesse as visitas etc. Ocorre que chegou um monge viajante à aldeia. Antigamente, os monges viajavam, numa espécie de treinamento monástico, visitando outros monges, mestres e mosteiros. Desafiavam os mais fortes no Dharma e mantinham-se treinando. O recém chegado também praticava assim. Nessas batalhas do Dharma, com perguntas e respostas, quem perdia era obrigado a deixar o templo; quem ganhava podia ficar como responsável. Uma batalha do Dharma era algo muito sério. Não era uma batalha de luta, mas de conhecimento, de experiências, de linguagem.
O monge visitante estava chegando e o dono da padaria, preocupadíssimo, ouvia a sugestão do chefe da aldeia: "Raspe a cabeça, coloque o manto e apenas sente-se diante da parede como se estivesse meditando. Faça como se estivesse em treinamento de silêncio, nada fale, nem escute e nem responda." O dono da padaria se animou: "Ah, é fácil, isso eu posso fazer." Raspou a cabeça, colocou o manto e sentou-se voltado para a parede.
Nisso chegou o monge visitante e começou a fazer perguntas sobre o Dharma. O dono da padaria assumiu um tom grave e fez "Shhh". O monge entendeu, "Ah, ele está fazendo muitos dias de treinamento em silêncio, mas já que estou aqui depois de tão longa caminhada nas montanhas, vou aproveitar e perguntar com gestos, assim ele também pode responder com gestos, sem quebrar o voto de silêncio."
Gesticulando, o monge perguntou, "Como é o seu coração, seu espírito?" O dono da padaria respondeu com um grande gesto para as dez direções, ou seja os quatro pontos cardeais, os quatro pontos médios entre eles, para cima e para baixo: "Meu coração é como o oceano". Veio a segunda pergunta, "Como viver neste mundo?", e o dono da padaria mostrou os cinco dedos da mão, os cinco preceitos: não matar, não roubar, não cometer adultério, não conduzir os outros a erros, não usar intoxicantes. O monge sentiu-se tocado, "Ah, que bonito!" E mostrou três dedos da mão, perguntando, "Onde estão as três jóias, o Buddha, o Dharma, a Sangha?" Ao que o dono da padaria respondeu com o punho, "Não procure longe, está aqui muito perto, perto do olho, está aqui." Impressionado, o monge viajante foi embora.
Vendo isso, o chefe da aldeia correu até o padeiro, "O que aconteceu? Ele foi embora muito impressionado, me conta!" E o dono da padaria explicou, "Aquele monge é muito estúpido. Primeiro, fez um gesto com as mãos, perguntando quanto custava o pão, se o pão da loja era muito pequeno, e eu abri bem os braços, mostrando que meu pão é bem grande. Ele perguntou quanto custam dez pães e eu mostrei-lhe cinco dedos, dizendo cinco moedas, mas ele me mostrou três dedos, pedindo que vendesse por três, e eu pensei, que sem vergonha, e por pouco não lhe acertei um soco no olho!"
Esta é uma história muito engraçada que mostra cada um vendo o que está pensando em sua própria mente, interpretando à sua maneira. [...] O que você vê depende e seu interesse. Aquilo que não lhe interessa, ainda que esteja lá, você não vê. Muitas vezes ocorre o oposto, você vê o que não existe, você cria. Por isso, não confie muito naquilo que esteja vendo. Como podemos ver as coisas verdadeiramente? [...] [A]qui há uma mesa, mas mesa, o que é? Madeira, árvore, pregos e o que mais? Afinal de contas, nada, vazio. Tudo é vazio.
(Originalmente publicado no Bodisatva)

LA RECOMENDACIÓN DIARIA:

  LA RECOMENDACIÓN DIARIA el maratón  y  la maratón ,   formas adecuadas   La palabra  maratón  puede emplearse tanto en masculino  ( el mar...