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quarta-feira, 7 de abril de 2010


Por qué palavras?

Um monge aproximou-se de seu mestre - que se encontrava em meditação no pátio do Templo à luz da lua - com uma grande dúvida:
"Mestre, aprendi que confiar nas palavras é ilusório; e diante das palavras, o verdadeiro sentido surge através do silêncio. Mas vejo que os Sutras e as recitações são feitas de palavras; que o ensinamento é transmitido pela voz. Se o Dharma está além dos termos, porque os termos são usados para defini-lo?"
O velho sábio respondeu:" As palavras são como um dedo apontando para a Lua; cuida de saber olhar para a Lua, não se preocupe com o dedo que a aponta."
O monge replicou: "Mas eu não poderia olhar a Lua, sem precisar que algum dedo alheio a indique?"
"Poderia," confirmou o mestre, "e assim tu o farás, pois ninguém mais pode olhar a lua por ti. As palavras são como bolhas de sabão: frágeis e inconsistentes, desaparecem quando em contato prolongado com o ar. A Lua está e sempre esteve à vista. O Dharma é eterno e completamente revelado. As palavras não podem revelar o que já está revelado desde o Primeiro Princípio."
"Então," o monge perguntou," por que os homens precisam que lhes seja revelado o que já é de seu conhecimento?"
"Porque," completou o sábio, "da mesma forma que ver a Lua todas as noites faz com que os homens se esqueçam dela pelo simples costume de aceitar sua existência como fato consumado, assim também os homens não confiam na Verdade já revelada pelo simples fato dela se manifestar em todas as coisas, sem distinção. Desta forma, as palavras são um subterfúgio, um adorno para embelezar e atrair nossa atenção. E como qualquer adorno, pode ser valorizado mais do que é necessário."
O mestre ficou em silêncio durante muito tempo. Então, de súbito, simplesmente apontou para a lua.

¿Porqué palabras?
Un monje se aproximó de su maestro - que se encontraba en meditación en el patio del Templo bajo la luz de la luna - con una gran duda:
"Maestro, aprendí que confiar en las palabras es ilusorio; y delante de las palabras, el verdadero sentido surge a través del silencio. Pero observo que los Sutras y los recitados son hechos de palabras; que la enseñanza es transmitida por la voz. ¿Si el Dharma está más allá de los términos, porque los términos son usados para definirlo?"
El anciano sabio respondió:" Las palabras son como un dedo apuntando para la Luna; cuida de saber mirar para la Luna, no te preocupes con el dedo que la apunta."
El monje replicó: "¿Pero yo no podría mirar la Luna, sin precisar que algún dedo ajeno la señale?"
"Podrías," confirmó el maestro, "y así tu lo harás, pues nadie más puede mirar la luna por ti. Las palabras son como burbujas de jabón: frágiles e inconsistentes, desaparecen cuando están en contacto prolongado con el aire. La Luna está y siempre estuvo a la vista. El Dharma es eterno y completamente revelado. Las palabras no pueden revelar lo que ya está revelado desde el Primer Principio."
"Entonces," el monje preguntó," ¿por qué los hombres precisan que les sea revelado lo que ya es de su conocimiento?"
"Porque," completó el sabio, "de la misma forma que ver la Luna todas las noches hace que los hombres se olviden de ella por la simple costumbre de aceptar su existencia como hecho consumado, así también los hombres no confían en la Verdad ya revelada por el simple hecho de ella manifestarse en todas las cosas, sin distinción. De esta forma, las palabras son un subterfugio, un adorno para embellecer y atraer nuestra atención. Y como cualquier adorno, puede ser valorizado más de lo que es necesario."
El maestro se quedó en silencio durante mucho tiempo. Entonces, súbitamente, simplemente apuntó su dedo hacia la Luna.

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