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domingo, 2 de novembro de 2014

JOSÉ MANUEL BLECUA



El señor de las palabras: Don José Manuel Blecua, mandamás de la lengua española

Wikipedia versus las enciclopedias clásicas, el futuro de la ortografía, la ebullición del español y si Cortázar escribía correctamente. Una charla desacartonada con el director de la RAE
Por   | Para LA NACION - Buenos Aires 
Foto: EFE / Fernando Villar
 
Cordial, cortés y generoso para sonreír. El señor de las palabras, director desde enero de 2011 de la institución que desde hace 301 años gestiona el destino de las voces que conforman nuestro idioma, poco tiene del perfil severo que supone su augusto cargo. "No, ¡qué va!", dice divertido cuando se le pregunta si de civil, en su vida doméstica, anda rectificando las formas en que se expresan familiares y amigos. "Al contrario, tengo una hija pequeña que es profesora de lenguas clásicas -latín y griego antiguo- y es ella la que me corrige los textos que escribo, incluso la entonación con la que hablo."
-No se lleva el trabajo a casa, entonces.
-De eso puede estar usted segura.
Imponente tarea, sin embargo, la que enfrenta cada día en el palacio sede de la Real AcademiaEspañola don José Manuel Blecua. Doctor en Filología Románica, catedrático de Lengua Española y experto en fonética y fonología, Blecua encabeza a los 46 académicos o "inmortales" -entre quienes figuran Pere Gimferrer, Javier Marías, Mario Vargas Llosa o Álvaro Pombo- que aportan quórum cada semana para discutir la incorporación, acepción, modificación o destierro de los términos más variados de éste, el nuestro, un idioma hablado por 528 millones de personas en todo el mundo.
"Los únicos dueños de la lengua son los hablantes", dirá este zaragozano de 75 años que -dato más que curioso para su puesto jerárquico en un país en el que la "cuestión catalana" es todo un tema de discordia- lleva más de medio siglo viviendo en Barcelona. Y lo repetirá a lo largo de la entrevista, subrayando de este modo que la RAE no inventa, impone, sentencia ni se encapricha con las palabras, sino que documenta la evolución del lenguaje sobre la base de lo que la ciencia, la tecnología, las formas de la comunicación y nosotros los de a pie vamos añadiendo a nuestro léxico.
Breve y categórico justificativo el suyo de por qué la 23a edición del diccionario, conocido como DRAE y presentado en Madrid el pasado 16 de octubre, salió de imprenta con 93.111 entradas -5000 más que la anterior, de 2001- y no sin su debida cuota de polémica sumó expresiones como "oenegé", "GPS", "birra", "tuitear", "amigovio" o "papichulo".
-Da la impresión de que algún día valdrá todo en nuestro idioma.
-Todas las palabras que se han introducido cumplen unas normas de vigencia y revisión que las hacen características de las bases de datos de la lengua española. El léxico del español actual está representado en un modelo a escala del Corpus del Español del siglo XXI, compuesto por textos de todos los tipos -novelas, obras de teatro, guiones de cine, transcripciones de noticieros y de programas de radio, discursos- producidos por los países de habla hispana desde 1975. Tiene 500 millones de formas, almacenadas en soporte informático, mediante las cuales se ve qué palabras son más frecuentes, en qué zonas y qué vigencia tienen. De ALLÍ es posible extraer información para estudiar los términos, sus significados y sus contextos. Dada la extensión del territorio de la lengua española, los contactos con otras lenguas -sobre todo con el inglés- y las variedades dentro de las distintas regiones como la andina o la rioplatense en vuestro caso, el diccionario no es más que un modelo que intenta reflejar toda esta ebullición que hay en estos momentos.
-Los que más contribuyen a esta ebullición, imagino, deben de ser Internet y las redes SOCIALES.
-No crea. Mire, por ejemplo, toda la revolución que hubo en el campo de las pesas y medidas con la nanotecnología o en el de la mecánica del automóvil. Ha habido un conjunto de sectores léxicos que se han renovado en muy poquísimo tiempo y que, efectivamente, hoy son muy importantes.
En el capítulo 68 de Rayuela ni una sola de sus palabras existe en la lengua española, y el lector lo entiende perfectamente
-Tantos miles de palabras y usamos siempre las mismas 500. De hecho, usted argumenta que los chicos y jóvenes perezosos para leer y escribir por lo menos lo hacen a través de chats y tuits. La pregunta es si un chat o un tuit son una buena gimnasia de escritura.
-Es que la escritura se ha vuelto autónoma en estos momentos. Es como sostiene ese libro clásico con un título tan representativo, La escritura en libertad, que recopila textos de más de cien autores, músicos, pintores o poetas de una veintena de países cuyo denominador común es abordar el campo de la escritura de forma experimental y renovadora. Antes estábamos sometidos a una serie de normas desde la misma página, y de pronto nos hemos encontrado con unos sistemas de telemática e informática que permiten construir textos con principios muy diferentes, combinándolos con dibujos, manejando colores y tamaños de letras, etc. Esta creatividad era impensable hace diez años.
-Hay comunicadores que declaran orgullosos que son periodistas de 140 caracteres. Como pionero dentro de la RAE de la aplicación de las nuevas tecnologías me dirá que hay que adaptarse a los cambios. Pero mutilar la lengua porque lo dice la tecnología?
-Yo creo que el sistema de Twitter es productivo y eficaz.
-Pero don José Manuel?
-[Risas] Nuestro tuiter esta mañana tenía 678.000 seguidores. No los había tenido nunca en toda su vida la Real Academia Española. Eso es positivo. Después está el problema del espacio? Es una limitación, como es lógico, todos estamos de acuerdo con eso. Pero también desarrolla el ingenio. Es maravilloso que colegas suyos puedan escribir grandes ideas con 140 caracteres. En el fondo es lo mismo que sostenía el escritor del Siglo de Oro Baltasar Gracián en el 1600: la búsqueda de un conceptismo puro dentro de la creación literaria, concentrar el máximo pensamiento en un mínimo de forma. Gracián hubiera sido un buen tuitero.
-Pareciera que algún día incluso se van a aceptar como normales las faltas de ortografía. Hay gente que ya perdió la capacidad de escandalizarse ante ellas.
-Es muy difícil hacer predicciones a futuro en materia de ortografía. Pero pensando en el carácter regular de la enseñanza primaria y secundaria en los países de habla española, creo que no hay ningún peligro.
-¿A usted personalmente qué le pasa con ellas?
-Lo he vivido. Fui profesor durante mucho tiempo y le aseguro que los niños con diez años de edad no ingresaban en el bachillerato si tenían tres faltas de ortografía. Esta falta de conocimiento de las normas ortográficas es una cosa que se ha ido produciendo generación tras generación y es indudable que el problema es de los responsables de los ministerios. Gracias a Dios, la Academia no tiene ninguna relación con la enseñanza reglada, que les pertenece a los gobiernos.
-¿Wikipedia no es un dolor de cabeza para las grandes enciclopedias clásicas? Primera fuente de datos de muchos, tiene también información errónea, no contrastada o poco rigurosa.
-Este año vino a Gerona Jimmy Wales, el creador de Wikipedia, y se quejó precisamente de lo mismo, de los problemas de rigor que pueden aparecer en la redacción de determinados artículos -él mismo recomienda usarla con cuidado y nunca como fuente-. Pero en septiembre pasado entre la Biblioteca Nacional de Madrid, el Instituto Cervantes y la Real Academia organizamos la primera Editatón de Wikipedia de España. Las tres instituciones colaboramos proporcionando documentación bibliográfica in situ y virtual a los participantes, más de 120 VOLUNTARIOS que se dedicaron a corregir de la mañana a la noche los aspectos técnicos y científicos de los artículos sobre lengua y literatura en español. Creo que el camino es colaborativo, no sólo en la redacción, sino y sobre todo en la búsqueda del rigor y la excelencia científica en estas páginas que pueden resultar al final un conocimiento decisivo para todos nosotros.
-¿Por qué un niño o adolescente, nativo digital hiperestimulado, debería sentarse y obligarse a leer un libro entero? ¿Cómo lo convencería?
-Es que a lo mejor hay un camino previo al ingreso del niño en la novela. Podría leer los relatos breves de Augusto Monterroso. Son excepcionales, una maravilla de la fabulación. O las historias de cronopios de Cortázar, sus "Instrucciones para subir una escalera". Hay una serie de alternativas que llevan hacia el estudio de las obras extensas y que son muy atractivas para ellos. ¿Qué niño no podría sentirse atraído por Los Tres Mosqueteros?
Yo creo que el sistema de Twitter es productivo y eficaz
-A un García Márquez, que escribe un párrafo de dos páginas sin un solo punto, o a un Cortázar, con su temeraria, libertina sintaxis, ¿se los excusa porque son, precisamente, García Márquez y Cortázar?
-Fíjese todavía más: en el capítulo 68 deRayuela ni una sola de sus palabras existe en la lengua española, y el lector lo entiende perfectamente. La dimensión literaria de la creación es muy variada y puede ir desde la falta de signos de puntuación hasta la elaboración de elementos léxicos nuevos que, en cambio, están cargados de significación por la posición que ocupan en la sintaxis o por los sufijos que se les añaden. Ocurre lo mismo con Salvador Elizondo en México.
-Cuando los académicos se ponen a discutir palabras, se deben de armar unas controversias -y disculpe que apele a este término, pero lo veo aceptado por el DRAE- del carajo.
-[Risas] A veces hay discusiones muy apasionadas, sí. Recuerdo perfectamente la revolución que produjo la definición de "tableta electrónica", de la voz tablet. Fue una cosa extraordinariamente difícil. Uno de sus rasgos era el tamaño reducido. Pero ahora las tabletas tienen distintos tamaños y resulta entonces que su definición ya no sirve.
-Lo mareo un poquito por aquí y por allá? ¿Las mayúsculas sí o sí hoy llevan acento?
-Ahora sí, no hay ningún problema porque los procesadores de textos admiten mayúscula y acento.
-Un mailyo lo escribo todo en minúscula, incluso los nombres y luego de los puntos.
-Hace usted muy bien porque así no pierde su tiempo [risas].
-¿Es verdad que la palabra más buscada en el mes de junio fue "abdicar"?
-Sí, eso es relación entre Lengua e Historia Contemporánea, coetánea. Con la abdicación de su Majestad, todo el mundo buscó "abdicar", no sólo por el significado, sino también por la construcción sintáctica, qué preposición la rige, etcétera.
-La segunda más buscada? a ver cómo se lo pregunto? ¿es cierto que fue "puto"?
-Eso es cierto.
-Acá es lo que ustedes llaman un taco, una mala palabra. ¿Si está en el diccionario de la RAE deja de serlo?
-Sí, claro, es una palabra del español clásico que está viva en determinadas zonas, como en México por ejemplo. Cada forma de la lengua española luego le da un distinto valor semántico. Los tacos son voces malsonantes del idioma, pero siguen siendo voces del idioma.
-También figura "quilombo".
-Claro, ¿cómo no va a estar "quilombo"?
-Lo mismo sucede con "laburo", "mina" o "jeta". ¿No deberían estar sólo en un diccionario de lunfardo?
-Son italianismos que se desarrollaron en el Río de la Plata después del siglo XIX, con la inmigración. Si son voces de extensión general en el español de la Argentina deben estar en el DRAE.
-Con más de 40 millones de visitas por mes a la versión online del diccionario, ¿no peligra su edición impresa? ¿Hay mucha gente que aún la consulta?
-Pues mire usted, la venta del primer fin de semana tras su salida ha sido a personas normales y corrientes que han ido a las librerías a comprarlo por capricho y libremente. Las universidades no van los sábados a buscar un diccionario a un gran almacén. Se imprimieron cincuenta y tantos mil en España y cincuenta y tantos mil para los países americanos. Tengo el mío aquí al lado, pegado a la mesa del teléfono. No veo su desaparición.
José Manuel Blecua estará el próximo jueves en la Academia Argentina de Letras para presentar en nuestro país la 23a edición del Diccionario de la Lengua Española..

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