Marco Aurelio, meditaciones
para vivir
Autor: Esteban
López
Marco
Aurelio (121-180 AD) fue un emperador
romano y filósofo muy amado por su pueblo. Se le conoció por una gran
humanidad, adherencia a la justicia y espíritu pacífico. Roma como imperio
conoció a cinco buenos emperadores: Nerva, Trajano, Adriano, Antonino Pío y
Marco Aurelio. Hay informes sobre todos ellos gracias al historiador
Tácito, el biógrafo Suetonio y Casio Dión.
Marco
Aurelio nació en Roma en el año 121, pero sus antecesores habían vivido antes
en Córdoba, Sevilla y Cádiz, donde habían amasado una enorme fortuna con la
explotación olivarera. Quedó huérfano siendo un niño y fue adoptado por su
abuelo, Vero, de quien escribió, “De mi abuelo Vero heredé un
carácter afable y poco dado a la cólera “.
De
su madre, Domicila Lucila, quien ejerció en el joven Marco una gran influencia,
escribió, “De mi madre, en cambio, heredé la religiosidad, la generosidad y
una tendencia a no obrar mal, a ni siquiera pensar mal; y también a llevar una
vida frugal y poco apegada a las riquezas “. Y de su bisabuelo, “le debo la costumbre de no discutir en público y de frecuentar a
los mejores maestros, consciente de que en tales asuntos no conviene reparar en
gastos “.
De su tío y padre adoptivo, el
emperador Antonino Pío, escribe de forma elogiosa y agradecida:
“De mi padre aprendí la mansedumbre de ánimo y una serena firmeza a
la hora de sostener las decisiones que tomo tras sopesar pros y contras; a no
vanagloriarme con honores vacuos; a amar el trabajo y a ser perseverante; a
prestar atención a quienes pueden aportar algún beneficio a la comunidad…
Aprendí a ser riguroso y constante a la hora de investigar y a no darme por
satisfecho con las primeras impresiones; el afán por conservar los amigos, sin
disgustos ni acaloramientos locos; la autosuficiencia y la serenidad en todo…
Me enseñó a usar los bienes que contribuyen a hacer la vida más fácil – y la
fortuna se los había ofrecido generosamente – sin afectación y con honradez; él
los tomaba con naturalidad cuando estaban a su alcance, y no los echaba en
falta cuando escaseaban… Nunca fue cruel, ni hosco ni violento, y nadie pudo
decir de él: ‘está que bufa’. Al contrario, sopesaba cada cosa en cada momento
en con calma, sin inmutarse, ordenadamente, con decisión y sentido de la
proporción. Y cuadraría a la perfección decir de él lo que se decía de
Sócrates: que podía abstenerse y disfrutar al mismo tiempo de aquellos placeres
que pocas personas son capaces de rechazar y a cuyo goce se abandona casi todo
el mundo. Tener tal vigor y mostrarse superior y sobrio al mismo tiempo es algo
propio de una persona que posee un espíritu equilibrado e indómito, cosa que
demostró durante la enfermedad que llevó a Máximo a la tumba”.
Pero
fue su maestro, Junio Rústico, quien más influyó en su formación, hasta el
grado de que suele admitirse que, sin esa influencia, Marco Aurelio habría
llegado a ser emperador pero no filósofo, y mucho menos el autor de sus
conocidas Meditaciones. Todo lo
anterior ilustra muy bien cómo el ser humano que finalmente se llega a ser,
depende en gran medida del entorno y de las influencias que se reciben.
En
el ámbito del Imperio romano no era poco común que miembros de clase influyente
se interesaran, además de en los deberes en el Senado, en el estudio
de la filosofía, la poesía, la historia o la literatura. Fueron los casos
también de Cicerón y Séneca. Y fue la filosofía estoica la
que más cautivó a Marco Aurelio después de haber leído una copia de las Disertaciones del filósofo Epícteto que le había
regalado su maestro Rústico.
En
la antigüedad ser filósofo no era, como sucede hoy día, dar clases o escribir
libros. Era más bien alguien cuya vida seguía la línea de las ideas de alguna
escuela filosófica. Era una posición o actitud más vital que profesional. En el
caso de Marco Aurelio, parece que estaba vinculado al movimiento o escuela
filosófica del Estoicismo, sobre todo a su ética, cuyo pensamiento era
el de la ‘coherencia con uno mismo‘, y que hunde sus raíces en la
ética socrática, la física de Heráclito y la dialéctica de Aristóteles. El
estoico debía acomodar su vida armónicamente a la naturaleza de la que todos
formamos parte, lo que proporciona libertad e independencia de los demás
factores externos (“nada es malo si es conforme a la naturaleza
“). Asume además la idea de la fraternidad universal entre todos los seres
humanos, como es el caso del Estoicismo de Séneca y Epicteto.
Las Meditaciones de Marco Aurelio consisten en un
conjunto de escritos o notas de carácter personal, mezcolanza de ideas y
apuntes desordenados y repetidos. Las escribió hacia el final de su vida y
están divididos en doce libros. A veces la narración es en primera persona y
parece que el autor escribe de sí mismo y para sí mismo; otras veces escribe en
tercera persona, y otras son citas de otros filósofos o pensadores. Y aunque
trata de diversos temas relacionados con llevar una vida buena, parece que el
más recurrente de todos es el de lo efímero de la existencia y que más pronto
que tarde todos desaparecemos. Es interesante el hecho de que en las
Escrituras hebreas o Antiguo Testamento de la Biblia, encontremos un estilo de
pensamiento parecido en el caso del libro de Eclesiastés con aquella expresión
tan propia de su autor de “todo es vanidad y un esforzarse
para nada “.
Marco
Aurelio muestra sabiduría práctica en sus escritos basada en la experiencia y
la observación personal. Fue un hombre profundamente reflexivo que intentó
plasmar lo que significa vivir una vida buena y de provecho. Su pensamiento,
sigue siendo actual en muchos aspectos, tanto como es el caso de muchos otros
clásicos, y que siempre sorprenden por su actualidad. Muchas de sus
‘meditaciones’ calan por su sentido común y brillo certero. Sin embargo,
carecen de lo que a menudo a mucha filosofía humana le falta: la esperanza de que esta existencia no sea simple ‘vanidad y un esforzarse para nada’.
Algunas de sus ‘Meditaciones’
“La felicidad de tu vida depende de la calidad de tus pensamientos:
por lo tanto mantén la guardia y cuida de que se entretengan en nociones
adecuadas a la virtud y el carácter razonable “.
“Cuando te veas obligado por las circunstancias a entrar en estado
de turbación, retorna a tu propio ser cuanto antes, y no rompas tu ritmo más de
lo necesario. Serás tanto más dueño de tu armonía interior cuanto más retornes
a él“.
“Los
elementos de la naturaleza se mueven hacia arriba, hacia abajo, en círculo;
pero la virtud se mueve de otra manera bien distinta: es algo divino, y camina
felizmente por un sendero inconcebible”.
“La gente busca el retiro en el campo, en el mar o en la montaña; y
tú también sueles buscar tales retiros; pero todo ello es de lo más vulgar,
porque puedes retirarte hasta tus adentros cuando lo desees. En ninguna parte
puede el hombre hallar lugar más tranquilo ni más libre de preocupaciones que
en su propia alma… Concédete ese tipo de retiro una y otra vez, y renuévate
“.
“No actúes como si fueras a vivir diez mil años. El destino pende
sobre nosotros, de modo que mientras vivas y te sea posible, sé un hombre de
bien”.
“Aporta no solo la tranquilidad de ánimo que permite obrar bien,
sino además la que se deriva de no estar demasiado ocupado. Lo cierto es que la
mayor parte de las cosas que decimos y que hacemos, al no ser imprescindibles,
las podríamos suprimir, con lo que conseguiríamos mayor tiempo para el ocio y
más tranquilidad… En una palabra: la vida es breve; debemos aprovechar con buen
criterio el presente y hacerlo de modo justo. Sé sobrio y vive con tranquilidad
de ánimo”.
“Presta atención a quienes son sabios y a sus motivaciones. Fíjate
en qué cosas evitan y cuáles persiguen “.
“Tu dignidad consiste en hacer y decir siempre lo que es conforme a
naturaleza. Que no te aparten nunca de tu camino las opiniones o las calumnias
de otras personas; por el contrario, si has dicho y hecho lo que se debe, no te
consideres indigno. Los demás siguen su propio criterio y sus propios impulsos.
Tú no codicies esas cosas y sigue tu camino particular, el que te marca tu
naturaleza y la naturaleza común. Para ambas existe un único camino
“.
“Trata con cariño y generosidad a los animales y en general a todos
los objetos, pues tú tienes la razón de la que ellos carecen. Y a los hombres
-que además están dotados de razón- trátalos como a iguales. Para dicho
cometido, invoca ayuda a los dioses. Y no te preguntes cuánto tiempo tendrás
que actuar así: con tres horas que vivieras serían suficientes “.
“No te disgustes, ni desfallezcas ni te muestres impaciente si tus
acciones no se ajustan a tus rectos principios. Una vez que hayas superado ese
contratiempo inicial, inténtalo de nuevo con renovadas fuerzas y date por
satisfecho si tus actos y tus objetivos se han vuelto más humanos “.
“Ama el modesto oficio que aprendiste y encuentra solaz en él. Pasa
el resto de tus días como quien ha confiado a los dioses toda su hacienda, de
todo corazón, sin creerte señor ni esclavo de nadie “.
“Abstráete en ti mismo; tu conocimiento racional puede, por
naturaleza, bastarse a sí mismo con tal de que practique la justicia y,
consecuentemente, consiga la calma “.
“Cada uno disfruta con una cosa; yo disfruto con que mi conciencia
sea sana, con que no dé la espalda a ningún ser humano ni a nada que les
afecte; que mire todo con ojos benévolos y acepte y use cada cosa según su valía
“.
Esteban López