Una vejez prolífica
Las obras de Cervantes posteriores al Quijote, en particular las Novelas Ejemplares, son otra muestra de su capacidad de innovación e ingenio
En 1605, cuando publicó el Quijote, Miguel de Cervantes tenía 58 años y era considerado un escritor retirado y en cierta forma fracasado, ya que había escrito algunas piezas teatrales, unos pocos poemas sueltos, y publicado La Galatea (1584) con escaso reconocimiento. Había conocido la guerra, el cautiverio, la excomunión y la cárcel por deudas, y probado sin suerte distintos oficios -soldado, cobrador de impuestos, jugador de naipes, comerciante de bizcochos, gallinas, aceite y vinos. A eso se refería en el prólogo de las Comedias y entremeses (1615) al decir "tuve otras cosas en que ocuparme": a los trabajos de toda una vida, al margen de la poesía.
En una conversación sobre literatura entre un cura y un barbero de pueblo -en el famoso "escrutinio de los libros" del capítulo VI del Quijote-, el primero dice conocer a "ese Cervantes [que] es gran amigo mío, y sé que más versado en desdichas que en versos". Así, por medio de la opinión de un personaje de ficción, el autor interpela con humor amargo los dictámenes del medio y va construyendo su imagen para la posteridad. En las obras de esos últimos años es posible rastrear la construcción de un dispositivo autorial en el que Cervantes, en los prólogos y a través de personajes que asumen rasgos de su biografía, diseña en forma premeditada el retrato que no tuvo y se posiciona en el campo literario de la época.
FORTUNA DE UN HIJO ILEGÍTIMO.
En la primera parte de las aventuras de Don Quijote de la Mancha, Cervantes despliega numerosas estrategias de ocultamiento de la figura creadora, enmascarándose en otras voces que asumen distintos planos de autoría. El prólogo de la más famosa obra escrita en castellano y primera novela moderna, abunda en imágenes de esterilidad y carencia, al punto de declarar el firmante que "aunque parezco padre, soy padrastro de Don Quijote". Una autoridad menguada y falta de respaldos antecede la presentación de un hidalgo pobre y loco, un hijo vergonzante, "seco, avellanado, antojadizo y lleno de pensamientos varios", de quien no puede reconocer siquiera la paternidad. A lo largo de las aventuras van a sucederse apelaciones a distintas fuentes y autoridades, tan confusas como poco fiables: los dudosos "anales de la Mancha", un anónimo recolector de documentos que transcribe versiones parciales, un manuscrito árabe, un traductor morisco, un nombre diseminado por todos esos pliegues: el "puntualísimo" Cide Hamete Benengeli. Al paródico nombrete se suman las continuas descalificaciones implícitas a este absurdo "historiador arábigo y manchego", que explican los huecos, omisiones e inconsistencias denunciados a cada paso. Pero lo cierto es que el libro fue un éxito, pronto traducido a las lenguas europeas y con numerosas reediciones. La inesperada fama y la publicación en 1614 de una segunda parte apócrifa firmada con el seudónimo de Alonso Fernández de Avellaneda -un enigmático enemigo de Cervantes-, fortalecen el despliegue de autorrepresentación autorial, quizás torciendo su sentido.
UNAS NOVELITAS BURGUESAS
Con la publicación de la colección de doce Novelas Ejemplares (1613), Cervantes también hará gala de novedad e ingenio, ya que este tipo de relato breve, ambientado en la ciudad, de temática centralmente amorosa y motivaciones individuales, inspirado en Bocaccio, apenas se había ensayado en España. Cervantes innova, ya que da un giro a lanovella italiana, integrando a su formato ingredientes de todos los géneros narrativos circulantes en la época: la picaresca, las aventurasbizantinas, las anécdotas folclóricas, la comedia, los diálogos, la sátira filosófica. Nace así un producto híbrido, con altas dosis de autorreferencia y parodia, que bien puede considerarse, junto con elQuijote, el germen de todas las variantes de la narrativa moderna. Aun con distintos niveles de interpretación y no pocos misterios escondidos, tan al gusto barroco, Cervantes logra, sin embargo, que sus novelitas hayan podido leerse, durante cuatro siglos, en un sentido recto, logrando involucrar al lector, quien marcha suspendido por los vericuetos de la trama y por la manera llana de contar, por la distancia irónica de sus narradores, a veces entrometidos, otras excesivamente reservados o reticentes. La lectura actual de las NovelasEjemplares convoca a amplios públicos -a quienes gustan de los relatos de aventuras, las historias de amor con dificultades y final feliz, las de piratas, viajes y naufragios, las de héroes anónimos que se hacen a sí mismos por sus méritos, sorteando pruebas. En breve Ediciones de la Plaza presentará una reedición en cuatro tomos de las Novelas... y ya está disponible una versión cómic de las mismas, de la mano de Mojito Colectivo Editorial (ver "Vigencia del ejemplar").
En el Prólogo de 1613 de las Novelas... el autor se presenta más seguro de sí mismo, aun a pesar de la ironía que lo recorre. La excusa que justifica su presentación es que no hubo ocasión de incluir un grabado con su rostro en la primera página, como ya se iba haciendo costumbre en la época, ni de pedir un elogio a un amigo. De modo que Cervantes queda "en blanco y sin figura" y deberá"valerse por su pico", no sin advertir que los retratos que aparecen en los libros nunca dicen "puntualmente la verdad". Esto da lugar al célebre autorretrato, la única imagen posible que existe del autor: "Este que veis aquí, de rostro aguileño, de cabello castaño, frente lisa y desembarazada, de alegres ojos y nariz corva…". Burlándose de sí mismo en una descripción poco agraciada ("no tiene sino seis dientes, y estos mal acondicionados y peor puestos… algo cargado de espaldas y no muy ligero de pies"), aprovecha sin embargo para dejar sentados algunos motivos de orgullo: la invención y la capacidad de riesgo en la creación, el valor como soldado en la batalla de Lepanto. Respecto a las novelas, reclama la primicia del género en España y la originalidad, dando un giro significativo en la formulación del dispositivo autorial: "éstas son mías propias, no imitadas ni hurtadas; mi ingenio las engendró, y las parió mi pluma, y van creciendo en los brazos de la estampa".
UN LUGAR, UN NOMBRE.
Con su siguiente libro, el Viaje del Parnaso (1614), Cervantes ejercita otro género de moda, también de origen italiano, que consistía en presentar algo así como un mapa de nombres y obras de los mejores escritores de la época, y que funcionaba como sistema de consagración entre pares. La metáfora del viaje al monte Parnaso servía para reunir y destacar una selección de los escogidos para la fama, mediante un catálogo de poetas dignos de visitar el reino de Apolo y sus musas. El recurso es aprovechado como autopromoción, aun a través de la ironía y el distanciamiento que adopta el autor frente a las fórmulas usuales del éxito y el mecenazgo. El Viaje... se corre del género hacia el lado de la parodia, haciendo hincapié en la pobreza y simulación de los poetas: cuando Cervantes llega al Parnaso no hay lugar donde sentarse, de modo que Apolo le sugiere que se acomode en el suelo, sobre su capa. La humillación simbólica es doble, porque el poeta, además de no hallar un lugar, es tan pobre que ni siquiera tiene capa, así que debe quedarse de pie.
A este mismo texto corresponden algunas de las opiniones y juicios más citados de Cervantes, como el que rebaja su aptitud para la poesía -"la gracia que no quiso darme el cielo". En el contexto en que se inscribe, es posible dudar de la seriedad de esta opinión, sin embargo tan repetida para valorar la calidad de su obra.
En junio de 1615 Cervantes publica Comedias y entremeses (Ocho comedias y ocho entremeses nuevos, nunca representados es el título en la edición original). Es presumible que sintiéndose viejo y enfermo, quisiera aprovechar el cuarto de hora de fama para dar a conocer sus dramas, poco valorados por los empresarios teatrales. En el Prólogo da cuenta una vez más de la poca fortuna y estimación que merecieron sus versos y por qué decide venderlos a un librero por un módico precio, para su impresión. En el Viaje del Parnaso ya anunciaba que iba "dar a la estampa [sus obras de teatro], para que se vea de espacio lo que pasa aprisa y se disimula, o no se entiende, cuando las representan". Podemos suponer que estaba marcando un programa: escribir para la posteridad, para aquellos que sabrán leer "despacio" lo que disimulan sus obras y sus contemporáneos no apreciaron, jactándose además de haber sido "el primero que representase las imaginaciones y los pensamientos escondidos del alma".
La vejez de Cervantes fue prolífica, como compensación de una vida que dejó poco margen a la "ociosidad" de la escritura: en octubre de 1615, con la segunda parte del Quijote, remata su obra maestra. En el prólogo reivindica la propiedad del personaje, "cortado del mismo artífice y del mismo paño" que el de la primera parte. Con la muerte del protagonista y el cierre de la obra redoblaba la confirmación de la paternidad, en un gesto menos irónico que los asumidos diez años antes, más seguro de la valía y la fama.
Al final de su vida, Cervantes deja un libro más, Los trabajos de Persiles y Sigismunda (1616). En los textos preliminares, fechados el 19 de abril, cuatro días antes de su muerte, está la célebre y desenfadada dedicatoria que arranca "puesto un pie en estribo", las últimas confesiones vitalistas ("el tiempo es breve, las ansias crecen, las esperanzas menguan, y, con todo esto, llevo la vida sobre el deseo que tengo de vivir") y la conmovedora despedida: "¡Adiós, gracias; adiós, donaires; adiós, regocijados amigos; que yo me voy muriendo, y deseando veros presto contentos en la otra vida!". No faltan, sin embargo, los enigmas y la promesa de textos futuros que podrían suturar los huecos sin resolver y hacer uso de materiales no aprovechados: "Porque no son todos los tiempos unos: tiempo vendrá, quizá, donde, anudando este roto hilo, diga lo que aquí me falta, y lo que sé convenía". Quizás sea esta una forma de poner en evidencia su método escritural, que cuenta con la tensión de lo inacabado como principal sostén del suspenso lector, y está revelando indirectamente la estrategia de no contarlo todo. Cervantes, Novelas Ejemplares, Quijote, Viaje del Parnaso, Comedias y entremeses