SERGIO MUÑOZ BATA:
Contra la ignorancia
SERGIO MUÑOZ BATA - http://www.elnuevoherald.com/opinion-es/article36175983.html
El reconocimiento de la cultura, las tradiciones, la lengua y las contribuciones de mexicanos, centroamericanos, sudamericanos y españoles que viven en Estados Unidos data de 1968, cuando el presidente Lyndon B. Johnson proclamó la semana de la Hispanidad. Veinte años después, Ronald Reagan amplió la celebración a un mes. De entonces a la fecha, del 15 de septiembre al 15 de octubre en Estados Unidos se festejan las fiestas patrias de varios países iberoamericanos al tiempo que se reconoce la integración de más de cincuenta millones de latinos al “estilo de vida americano”.
Sin embargo, en este casi medio siglo no han faltado políticos oportunistas que lejos de reconocer a los hispanos se han esforzado por demonizar a la comunidad latina acusando a los inmigrantes indocumentados, es decir a nuestros parientes y amigos, de todos los males que vive este país. El último ataque ha sido contra nuestra lengua. Justo en el mes de la hispanidad, Donald Trump le reclamó a Jeb Bush que respondiera en español a una pregunta durante un acto de campaña. “(Jeb) debería dar el ejemplo y hablar en inglés mientras esté en Estados Unidos”, dijo Trump en uno más de los arrebatos que le enrojecen ese rostro normalmente color de rosa como la ubre de una vaca.
Aunque parezca increíble a estas alturas de una campaña presidencial en la que Trump se ha distinguido por sus exabruptos y sus superlativos, su reacción visceral contra el idioma español me sorprendió. ¿Será que su propia incapacidad para hablar otros idiomas le obliga a criticar a quienes no tienen sus limitaciones? ¿Será que su odio a los inmigrantes latinos es tan grande que le ofende oír a alguien hablando español? No lo sé. No soy psiquiatra para poder interpretar las agresiones de un ególatra del calibre de Trump.
Lo que no me sorprendió nada es que la inefable Sarah Palin saliera en su defensa y aprovechara la ocasión para sermonear a los latinos como si fuéramos niños y ella una maestra de jardín de niños entre sádica y analfabeta. “¿Quieren estar en América?” dijo Palin, “A, vengan legalmente o los sacaremos de aquí. B, cuando estén aquí, vamos a hablar “americano”, así, tal y como lo está leyendo usted.
A diferencia de Trump, Palin sí estudió español pero al mismo tiempo que estudiaba francés y, según dice ella el esfuerzo fue excesivo, se confundió con los dos idiomas y se quedó hablando solamente “americano”. Pero no vaya a pensar usted que Trump y Palin son los únicos estadounidenses que padecen de xenofobia lingüística aguda. En Phoenix, Arizona, a algunos miembros de la audiencia del canal televisivo de Telemundo les irrita que la presentadora Vanessa Ruiz, quien nació en Miami, se crió en Colombia y estudió en España pronuncie correctamente palabras en castellano. Que diga Mesa en vez de “Meisa”.
La sinrazón podría explicarse por el bajo porcentaje de estadounidenses que hablan un segundo idioma. Según el último informe del secretario de educación, menos del 20% de la población puede conversar en un segundo idioma y cada vez son menos las escuelas que enseñan lenguas extranjeras. De ese porcentaje, la mayoría de las personas bilingües son inmigrantes o hijos de inmigrantes y la inmensa mayoría son hispanos.
En Europa, más de la mitad de los ciudadanos pueden conversar en otra lengua aparte de la natal; el 25% habla tres idiomas, incluyendo el propio, y uno de cada diez habla cuatro. Inglaterra, Portugal e Irlanda son los países europeos más monolingües aunque no tanto como Estados Unidos.
Ser monolingüe es un problema grave en la época de la globalización. Lo que Estados Unidos necesita son políticos, militares, científicos, empresarios, técnicos, historiadores, artistas y escritores que puedan comunicarse en otras lenguas. No solo en español, también en chino, en árabe, en ruso, en alemán. El país no debe seguir la ruta marcada por Trump pensando que le corresponde al resto de los países aprender a hablar inglés para comunicarse con los americanos monolingües.