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domingo, 16 de junho de 2013

Hernán Ulm:


“Hay acto político cuando uno es arrancado de la indiferencia”
00:57 Por María de los Angeles Rojas

MARIA DE LOS A. ROJAS - El Tribuno - Salta - Argentina

“Pensar es una actividad riesgosa, políticamente arriesgada, porque se piensa contra nuestro propio presente”.

Hernán Ulm es profesor y licenciado en Filosofía, y magíster en Filosofía Contemporánea con orientación en Etica por la UNSa. Actualmente está haciendo su tesis de doctorado en Literatura en la Universidad Fluminense (Río de Janeiro). Además, es docente de las cátedras Estética e Historia del Arte en la UNSa.
Lo obsesionan las imágenes. La manera en que las imágenes confeccionan una forma de ver y entender el mundo. Desde cualquiera de sus roles piensa de manera intempestiva su presente, con franqueza, como cuando dice: “El periodismo no produce pensamiento”. Dice que cuando enseña piensa con otros y que por ello concibe el pensamiento como un acontecer colectivo. Otro aliciente para él es el arte, pero el arte que no puede dejarnos indiferentes.
¿Cuál es el punto de contacto entre estética y política?
El punto de contacto es que la estética es una forma de abrir el horizonte perceptivo del mundo. Antes que hacer una teoría de la belleza, o de ser un problema relativo al arte, la estética es, primero, el problema de la percepción. Entonces, el modo de percibir el mundo no es un problema de gusto, de cualidad de lo sensible, sino más bien de cómo hacer visible una comunidad en el interior de la cual estamos todos viviendo. Y en ese sentido lo estético y lo político se encuentran juntos.
El problema de la percepción del mundo exige un pensamiento arduo, un ejercicio en el que no estamos todos interesados...
Y no es algo que se haga de un día para otro, ni que se haga cotidianamente, y siempre supone un riesgo. Pensar es una actividad riesgosa, políticamente arriesgada, en la medida en que se piensa contra nuestro propio presente, decía Deleuze. En ese sentido, me parece que si hay o no interés en pensar en estas cosas, en realidad lo que revela es el tipo de comunidad en que estamos viviendo.
¿Cuál es el enemigo del pensamiento?
Creo que es el sentido común. El sentido común es el lugar confortable en el que todos nos sentimos en nuestra propia casa y es lo que nos da seguridad, nos da certezas. Es enemigo del pensamiento en la medida que nos hace repetir lo que ya sabemos. Es muy fácil no correr ningún riesgo, vivir en las certezas, tener algunas evidencias y que las discusiones estén contenidas por una especie de red, en la cual estamos más o menos de acuerdo. En verdad, entonces no hay una discusión, una apuesta por cambiar las cosas, sino que, por el contrario, la discusión tiende a mantener el estado de cosas. Hay una falsa discusión de lo político.
Pero la democracia es un ámbito propicio para discusiones...
La democracia siempre fue un modo de gobierno cuya representación no da cuenta de aquello de lo que se supone representa.
¿Por qué las imágenes son políticamente importantes?
El nexo es ese modo cotidiano en que a través de las imágenes se forma el pensamiento. Las imágenes conforman nuestro horizonte de visibilidad, forman nuestra percepción y nuestro pensamiento. Este es un proceso que se inicia en el siglo XIX; la idea de que las imágenes capturan lo real o reproducen mejor lo real no es nueva, y a mí lo que me interesa es estudiar ese proceso a través del cual las imágenes han ido capturando lo real, nuestro pensamiento, y ver qué herramientas teóricas podemos construir para pensar con las imágenes y contra las imágenes, a partir de las imágenes. Porque tampoco se trata de pensar en contra de las imágenes: volver a una cultura sin imágenes sería ridículo.
Un momento insoslayable para pensar la relación entre estética y política es el nazismo...
Sí, claro... ahí tendrías un momento en el que las imágenes se hicieron evidente e inmediatamente políticas. La famosísima puesta en escena de las olimpíadas de 1936, por ejemplo, en las que se presentó al mundo el régimen nazi, a través de imágenes. Porque, por ejemplo, en (Helene Bertha Amalie “Leni”) Riefenstahl, la directora que hizo el montaje de las olimpíadas, ahí está el cine constituido como herramienta de propaganda y publicidad política, no solo por las imágenes en cuanto tales sino por el modo de montarlas, por el modo de hacer los encuadres, el modo de iluminar la escena. La idea de producir una imagen que no existía en lo real y que esa producción de imagen es lo que conforma en nosotros una sensibilidad. Eso es lo que hay que estudiar. Cuando tirás una foto en el diario no estás solamente reproduciendo un hecho, sino que estás produciendo un hecho.
El problema es que esas imágenes se nos vuelven verdaderas...
Toda imagen tiene un punto ciego. Siempre hay algo que la imagen no quiere mostrar y que, más allá del contenido manifiesto de una imagen, es lo que nos resulta interesante pensar. ¿Qué cosa pasa como invisible a través de una imagen? ¿Qué cosa no se deja ver en una imagen? Y eso que no se deja ver es el ojo que produjo la imagen. Entonces tenemos que tratar de extraer de la imagen ese ojo invisible. En la imagen siempre hay un plus, un resto, un exceso más allá del contenido manifiesto.
Pensar la imagen como autorreferencial...
Sí. Lo que ha pasado es que las imágenes han anulado el mundo, entonces la imagen ya no refiere a algo distinto de ella, la imagen es el propio referente: este es el efecto más totalitario que tiene la imagen. Es lo que me decías vos: lo que hace el nazismo o la gran jugada del nazismo es haber creado una realidad de imágenes que no refiere a algo que está detrás de ella. La gran diferencia entre lo que se llama hoy el mundo de las imágenes y lo que era un cuadro renacentista, por ejemplo, es que este último remitía a algo diferente de sí. Si yo pintaba el retrato de un cortesano, el cuadro me remitía a ese cortesano, ahora las imágenes electrónicas, técnicas, han hecho algo diferente: se han propuesto ellas mismas como referentes. En una fotografía ya no miro lo que está por detrás de la fotografía, ella se produce como real. De lo único que disponemos es de las imágenes. No hay una realidad detrás de las imágenes... Viendo la televisión, la pantalla no representa algo, me presenta algo que se muestra como verdad a mis ojos. Entonces lo que hay que trabajar es esa realidad autorreferencial de las imágenes.
Para que nuestro sentido común no nos tiente a estar confortables...
Sí, esa es la crueldad del sentido común. Lo terrible del fascismo es que estemos confortables. El fascismo no es que nos persigan, que se nos torture o que se nos condene. El fascismo es que estemos confortables, que nuestro sentido común sea confortable con esto, que nuestro sentido común sea conformado así, que la foto pase por verdad, que no seamos capaces de cuestionarla. Y al no hacer eso, vivimos tranquilos.
Es un ejercicio del pensamiento...
Pero por qué vamos a pensar si estamos confortables, si se nos crea una ilusión de una confortabilidad, para qué vamos a pensar. Pensar es horrible. Por eso no pensamos.

¿El arte puede ser inmediatamente político?
Sí, en la medida en que desorganiza nuestro sentido común perceptivo. El arte interrumpe la sensibilidad cotidiana. Nos obliga a algo más, cuando estamos ante una verdadera obra de arte, como cuando estamos ante un verdadero concepto, hay un extrañamiento, un distanciamiento de no comprender lo que se está viendo, escuchando o qué experiencia estamos haciendo frente a la obra de arte. Si uno pasa con indiferencia, entonces no hay arte. El arte no es lo indiferente, el arte es la producción de una diferencia en lo sensible.
Te saca de la indiferencia no solo por el contenido -que puede ser más o menos entre comillas político-, sino por el modo en que afecta directamente tu sensibilidad. Por ejemplo lo que Jorgelina Sánchez hizo con María Laura Bucchianti “Lloronas”, una intervención urbana contra la violencia de género. La cámara está puesta de un modo tal que te obliga a transformar tu mirada. O cuando vos estás viendo la película de Daniela Seggiaro “La belleza”, hay momentos en que te tenés que correr del lugar del espectador de Hollywood para ver lo que te está mostrando la cámara. Para una película de Bruce Willis vos tenés el ojo común, cotidiano, y entendés todo, y lo sabés todo desde la primera imagen.
Se puede estar planchando, ir y volver...
¿Te das cuenta? Una película de Bruce Willis no interrumpe tu vida. Habrá más muertos, menos muertos, más sangre, no importa. Ahora, con una película de Daniela no podés estar planchando. Aparte me hace ver que vivo en la indiferencia.
Lo que acaba de afirmar me inquieta porque si una foto de una mujer a la que se le quemó la casa y quedó desamparada con sus hijos provoca estos comentarios: “Quién te manda a tener tantos críos”, “Dejá de vivir de nosotros” -que me parece que encubren una postura de comodidad-, entonces, para que acontezca lo contrario, ¿es posible despertar en el otro una sensibilidad que no tiene?
No es fácil producir una imagen nueva de sensibilidad. Imaginate el esfuerzo que debe ser para un artista hoy, en este mundo de la imagen, tan saturablemente confortable, inventar una imagen, un punto de vista que no has visto, producir una nueva forma de sensibilidad. Hay una forma de sensibilidad que es esta que me estabas diciendo recién, porque es tan confortable el sentido común y ver una imagen y poder seguir planchando y que nada te interpele. Creo que la gran diferencia entre los medios de comunicación y el arte y la filosofía es esa actitud de búsqueda, esa experiencia de producir algo diferente, de generar algo diferente, de no dejarse arrastrar por la indiferencia. Por ejemplo, la televisión quiere que nos quedemos indiferentes, que no atravesemos la pantalla. Ahí por eso no hay política, no hay pensamiento. Un periodista -perdón- no piensa, tiene que producir lo que está obligado a producir, lo que se espera de él.
Es un ejercicio editorial de ideas preconcebidas, de decir esto es así, yo te explico y no hay espacio para dejar mirar y pensar más allá...

Y pensar es romper con la indiferencia. Si no hay ruptura con la indiferencia no hay pensamiento.
Y esa que dice usted es una linda misión para la vida: romper con la indiferencia..

Claro que sí, pero se lo puede hacer desde la filosofía, el arte, la ciencia; pero no es fácil. Es mucho más cómodo mantenerse en el horizonte de lo indiferente, de lo confortable, de lo ya sabido. Sí es mucho más fácil prender una cámara y poner un plano fijo, que alguien hable delante de eso y que no pase nada...
Además, estamos tranquilos aún pensando en un lector unívoco, cuando hay una diversidad y una plasticidad en las mentalidades que tal vez jamás vamos a poder llegar al que está del otro lado...
Sí, de hecho lo que hace el medio es producir la masificación, producir una opinión común. Ya imagina de antemano a un lector o espectador unificado. No puede imaginarlo diferenciado, tiene que imaginarlo unificado y masificado. Si los medios de comunicación son masivos no es por el gran número de medios sino porque producen masa.
La política también debiera servir para romper con la indiferencia...
Ahí tenés una buena definición de qué es lo político. Solo hay un acto político cuando se produce una ruptura con la indiferencia generalizada. Si no hay solo debates entre gente que está tratando de adueñarse de lo que ya está, no está tratando de producir otra cosa. Discuten acerca de lo mismo con los mismos términos y lo único que hay son grupos de poder, grupos económicos de poder tratando de apropiarse de lo real, de nuestra vida... Hoy decir que alguien es de izquierda o de derecha qué te hace ver. Hay política cuando vos, frente a lo real, empezás a ver cosas nuevas, cuando se rompe con ese horizonte común. Solo hay un acto político cuando uno es arrancado de la indiferencia en la que vive cotidianamente.

La apuesta tecnológica de Latinoamérica


ANDRÉS OPPENHEIMER AOPPENHEIMER@ELNUEVOHERALD.COM

El éxodo de jóvenes emprendedores latinoamericanos a Silicon Valley y a otros centros tecnológicos de Estados Unidos podría convertirse en una calle de doble vía: cada vez más “techies” estadounidenses están viajando al sur para aprovechar los paquetes de ayuda a proyectos de empresas tecnológicas extranjeras que ofrecen Brasil y Chile.

Brasil, siguiendo los pasos de Chile, acaba de lanzar un programa que ofrece a nuevas empresas tecnológicas, tanto nacionales como extranjeras, casi $100,000 de ayuda gubernamental, además de espacio gratuito para oficinas, asesoramiento empresarial y servicios legales y contables.

Bajo el programa público-privado llamado Startup Brasil, hasta un 25 por ciento de las empresas beneficiadas serán extranjeras, y tendrán que comprometerse a permanecer en Brasil.

El director operativo de Startup Brasil, Felipe Matos, me dijo que 909 empresas aspirantes —entre ellas unas 60 de Estados Unidos — se han postulado para la primera ronda de 50 empresas ganadoras, que terminó el viernes. Estados Unidos fue, después de Brasil, el país de donde más postulaciones vinieron.

“Queremos atraer mentes interesantes, y gente que pueda ayudarnos a volvernos más competitivos”, me dijo Matos.

Separadamente, el gobierno de Brasil ha anunciado planes para aumentar significativamente sus visas de trabajo para extranjeros altamente capacitados y graduados universitarios para resolver la escasez de profesionales que sufre el país.

Cuando le pregunté por qué un joven techie de Estados Unidos querría mudarse a Brasil, que según el Banco Mundial es uno de los países del mundo con más trabas burocráticas para nuevas empresas, Matos me respondió que “Hay mucho más terreno para crecer en Brasil que en las economías maduras. Brasil es el mayor mercado de consumo de Latinoamérica. Tiene 80 millones de usuarios de internet, y apenas están empezando a comprar cosas online”.

El comercio electrónico representa en Brasil menos del 2 por ciento del comercio total del país, mientras que en el Reino Unido representa más del 50 por ciento del comercio total. O sea, que para los desarrolladores de programas de comercio electrónico, Brasil ofrece oportunidades increíbles, explicó Matos.

En Chile, cuyo programa Startup Chile ya tiene tres años, se han postulado hasta ahora más de 7,200 emprendedores de internet de más de 50 países.

De esos, han sido seleccionados 670, que están recibiendo $40,000 cada uno, además de oficinas gratis y visas de trabajo. El postulante promedio tiene 27 años de edad.

De los 670 startups seleccionados, más de 160 son de Estados Unidos, me señaló Horacio Melo, el director ejecutivo de Startup Chile.

A diferencia del programa de Brasil, Startup Chile busca casi exclusivamente proyectos tecnológicos extranjeros, y no pretende que las empresas se queden en el país.

Después de pasar seis meses en Chile y hacer su trabajo —tener reuniones con emprendedores locales y hablar en universidades, entre otras cosas—, los extranjeros pueden volver a sus países de origen o ir adonde quieran. Un 30 por ciento se queda en Chile, señala Melo.

“Uno de los principales requisitos es que las empresas postulantes tengan potencial de crecimiento global”, me dijo Melo. “Nosotros estamos convencidos de que si atraemos a todo este talento extranjero y lo ponemos a interactuar con los chilenos, obviamente van a incentivar un cambio cultural muy positivo”.

Cuando indagué cuál es el atractivo de Chile para startups de Estados Unidos, me dijo: “Aceptamos startups en etapas muy tempranas, cuando todavía son muy riesgosas para inversionistas ángeles en Estados Unidos. Entonces, vienen a Chile, prueban sus hipótesis, validan que esa hipótesis funciona, y disminuyen los riesgos para potenciales inversionistas”.

Mi opinión: Startup Brasil, Startup Chile y otros programas similares que se están contemplando en Perú y Colombia son excelentes iniciativas para internacionalizar y hacer más competitivas a las industrias tecnológicas latinoamericanas.

Obviamente, el éxodo de jóvenes talentos latinoamericanos hacia Estados Unidos no se detendrá.

Para poner las cosas en perspectiva, las empresas de Estados Unidos reciben el 75 por ciento del capital de riesgo a escala global, según un nuevo informe de Merril Lynch titulado Un mundo en transformación. Además, Estados Unidos es de lejos el país que más dinero invierte en investigación y desarrollo.

No es casualidad que Estados Unidos registró 134,000 patentes de nuevas invenciones el año pasado, comparado con 256 de Brasil, 153 de México, 67 de Argentina y 38 de Chile, según la Oficina de Marcas y Patentes de Estados Unidos. Una sola empresa estadounidense —IBM— registró 6,400 patentes el año pasado, diez veces más que todos los países latinoamericanos juntos.

Pero Startup Brasil y Startup Chile van a ayudar a crear la circulación de talentos que tanto ha beneficiado a China, India, Corea del Sur, y otras potencias tecnológicas emergentes en las últimas décadas. Y tienen la gran ventaja de que, tal como dijo Matos, pueden ofrecer a los emprendedores tecnológicos mucho espacio para crecer en Latinoamérica.

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CREATIVIDAD

Cómo diseñar la vida que quiero tener
Desde que nacemos, tenemos la capacidad de generar nuevas ideas y conceptos, de encontrar alternativas más originales. ¿Cuáles son las herramientas que necesitamos para desarrollar nuestra creatividad?
Por Eduardo Chaktoura - La Nación - Buenos Aires |

Alguna vez apareció la frase Usa la creatividad contigo mismo para cambiar tu vida. La sugerencia tiene gran potencial, pero las investigaciones científicas sobre el tema dejan en claro que hasta el más incrédulo o desmotivado puede llegar a encontrar una salida. Todos tenemos la posibilidad de crear, transformar, innovar, cambiar nuestra realidad y estar más cerca de quien queramos ser.

"Más creatividad en nuestras vidas significa no sólo la capacidad de resolver problemas, destrabar conflictos o lucirse en el trabajo, sino de tener una vida mejor y más disfrutable", introduce Estanislao Bachrach, doctor en Biología Molecular. El autor del libro Ágil mente está convencido de que, tal como lo certifican las neurociencias, "ya somos creativos desde el nacimiento, pero luego la escuela y la sociedad van pidiendo que dejemos de usar esos circuitos neuronales para enfocarnos principalmente en los otros: la lógica y el análisis. Estos, en detrimento de la creatividad, se convertirán en nuestros patrones de pensamiento dominante". Eso sí: que se nos encienda la lamparita no es lo mismo que frotar la lámpara; la creatividad no es cuestión de magia ni bendición de los dioses.

La creatividad es una capacidad, un potencial a descubrir y ejercitar que le permite al hombre generar nuevas ideas y conceptos, encontrar soluciones o alternativas originales, y tener, incluso, la voluntad de modificar el mundo. Como dijo Steve Jobs, fundador de Apple: "Consiste simplemente en conectar cosas. Los conceptos más remotos -aclaró- surgen usualmente de combinaciones de cosas que ya existen. Apple no inventó los reproductores de MP3 ni las computadoras tipo tableta, sino que se limitó a mejorarlos e incorporó elementos de diseño".

Los dichos de Jobs ayudarán a entender que quien desee mejorar o transformar su vida tendrá que hacer las conexiones neuronales necesarias y suficientes (ponerse a disposición de los procesos de asociación, los atajos de la memoria, la capacidad de síntesis, la recuperación de datos) como para darle más recursos a nuestro cerebro. En definitiva, darle cuerda a nuestra existencia hasta el último de nuestros días.

En un artículo publicado por LA NACION, el experto en innovación Álvaro Rolón destaca: "Estudios recientes demostraron que las personas alcanzan sus aportes más creativos, en cantidad y calidad, entre los 30 y 60 años, con un dato nada menor: una enorme cantidad de casos dejaron huella siendo longevos. Por citar dos: Frank Lloyd Wright finalizó el Museo Guggenheim a los 91 años, y Miguel Ángel, a los 89, pintaba frescos de la capilla Paulina en el Vaticano. "Los estudios biográficos -agrega Rolón- dejan un mensaje que provoca y entusiasma: nuestro aporte significativo se da en la segunda mitad de la vida. La primera mitad sirve de plafón sobre el que edificaremos la obra maestra, nuestra master piece. Ser flexibles, desaprenderse rápido y reaprender más rápido todavía son requisitos imprescindibles. El impacto de nuestra segunda mitad puede ser significativo no sólo en nuestra vida personal, sino en el desarrollo de la sociedad."

El doctor en Psiquiatría Juan Manuel Bulacio, experto en estrés y ansiedad, apasionado por la creatividad como herramienta terapéutica, nos invita a pensar en una simple escena de la vida cotidiana: "¿Qué pasaría si un día modificamos el recorrido habitual que hacemos a pie, en bicicleta o en auto? Seguramente, nuestro cerebro desplegará toda su energía para ponerse a prueba, hacer ajustes o recalcular. Esta es una forma simple y cotidiana de ejercitar nuestra mente creativa con un propósito".

En medio de este juego sencillo donde, dice Bulacio, "tampoco se trata de estar a toda hora buscando variantes, porque la rutina es compleja y tenemos otras urgencias", el psiquiatra nos ayuda a pensarnos como conductores de nuestra vida: "Un auto modesto con un buen conductor va a llegar mucho más lejos que un gran auto sin un buen chofer. El auto solo no va a ningún lado. Es el conductor el que mueve el vehículo para llegar a destino".

Permitirnos y animarnos a ser más creativos será la posibilidad que tendremos de encontrar la salida (y la llegada) o pensar en un mejor camino. Somos nuestros conductores, quienes disponemos qué pasos seguir y en qué dirección.

¿CUÁL ES EL CAMINO?

Así como tenemos una tendencia hacia las soluciones con el menor esfuerzo posible para responder a la supervivencia (entropía), tenemos también la posibilidad de programarnos hacia la exploración y la búsqueda de lo novedoso (creatividad).

Desde hace millones de años, nuestro cerebro está entrenado para sobrevivir, pero el tiempo demuestra que la vida nos pide ir más allá de lo esencialmente conocido.

Bachrach, en este sentido, dibuja en su libro a un hombre tirado por dos caballos. La ilustración ayuda a que identifiquemos hacia qué lado suele movernos a menudo nuestro cerebro, en qué sentido pugnan nuestras fuerzas e intenciones: ¿hacia el ahorro de energía y la preservación o hacia la curiosidad y el deseo por estar mejor? ¿Solemos recorrer el camino de siempre o nos atrevemos a explorar otras alternativas en busca de mayores beneficios? ¿Somos choferes o pasajeros de nuestra vida?

Esto de que hay una forma de pensar distinta al pensamiento lógico o racional es una manera de diferenciar creatividad de inteligencia. Es lo que, en 1967, Edward de Bono definió como pensamiento lateral, cuando publicó su libro New Think: The Use of Lateral Thinking. Pero si bien es una preocupación moderna, la creatividad como objeto científico comenzó unas décadas antes de este psicólogo de reconocimiento en Oxford.

Fue en 1950, durante la conferencia Creativity, organizada por la Asociación Americana de Psicología, cuando el psicólogo Joy Paul Guilford sorprendió a todos con la propuesta de un Modelo sobre la Estructura del Intelecto (MEI), en el que formula la existencia del pensamiento productivo.

Un primer gran indicio para dar cuenta de que la usina de ideas funciona dentro de todos y de cada uno de nosotros, y que, como confirmaron años después las reiteradas investigaciones, no es propiedad exclusiva de los genios del arte y de las ciencias.

Según comprobó Guilford en un estudio sobre rasgos de personalidad realizado en 1967, "la creatividad es un rasgo normalmente distribuido en la población". Pero antes que nada planteó que, así como hay un tipo de pensamiento convergente, que suele encontrar una única salida al problema, contamos con un tipo de pensamiento divergente, que busca múltiples respuestas y alternativas. Es el pensamiento divergente el que nos permite hablar de imaginación y creatividad.

Serán más creativos quienes pongan en práctica las aptitudes que necesita como combustible el pensamiento divergente: fluidez, flexibilidad, sensibilidad para detectar problemas, originalidad, capacidad de elaboración y transformación, entre otras. Este pensamiento productivo, divergente, lateral, no dominante, es ese refugio de nuestra mente en el que todo puede pasar.

INGENIOSO, POR NECESIDAD Y URGENCIA

Los estudios sobre los determinantes ambientales, sociales y culturales hacen hincapié en la creatividad como herramienta de adaptación e influencia. Si hay algo que es fundamental son las posibles motivaciones (recompensas internas y del mundo exterior) que prometa el entorno familiar, escolar, laboral, cívico, político. Los contextos complejos entorpecen los procesos creativos de progreso, crecimiento y expansión, aunque suelen ser disparadores de lo que se conoce como creatividad primaria por emergencia. Es evidente la relación de la creatividad con la resiliencia (la capacidad que tenemos todos de superar y revertir situaciones adversas). La crisis de 2001 así como otros episodios desfavorables permiten analizar la creatividad de los argentinos en el intento por superar conflictos.

El argentino Tony Waissman, director de la escuela de creativos Underground, sorprende con una reflexión sociológica más que artística a la hora de diferenciar al creativo argentino con los del resto del mundo. "Por un lado -explica-, la publicidad argentina es mejor que cualquier otra, porque, valga la humorada, los argentinos creemos que somos los mejores. Por otro, y esto es propio de América latina, estamos culturalmente acostumbrados a vivir sorteando crisis políticas y económicas. En el mundo nos conocen por poder atarlo todo con alambre (pero bien atado). Las crisis nos ayudan a ser creativos, a disponer mejor de nuestros escasos o mayores recursos. Un ama de casa argentina es una experta creativa para llegar a fin de mes."

"Empresas, gobiernos y organizaciones -retoma Bachrach- requieren de la creatividad de su gente para sobresalir del resto. Son las personas más empáticas y creativas las que hacen la diferencia en la sociedad, la economía, la educación y el comercio." Es hora de pensar también, entonces, en variables como calidad, conveniencia, utilidad.

A propósito del mundo de los negocios y la producción, la profesora de Harvard Teresa Amabile definió en 1963: "Un producto o respuesta es creativa en el momento en el que los observadores apropiados, de forma independiente, están de acuerdo en que lo es. Un producto o respuesta será juzgado como creativo en la medida que sea novedoso, apropiado, útil, valioso, a la hora de dar respuesta a un problema dado y la tarea en cuestión sea heurística, más que algorítmica".

Si nacemos creativos, cuán saludable sería poder volver a ese estado natural donde el mundo fantástico y el reino de lo lúdico nos permite ir, incluso, más allá de lo imaginable. Y si es la educación formal la que, por estandarizada, inhibe la creatividad, tenemos la responsabilidad de estimular la exploración en nuestros hijos o alumnos. Ofrecer los conocimientos básicos y fundamentales con una cuota de educación emocional, donde les ofrezcamos la posibilidad de llegar a un resultado por los caminos que sean posibles.

Para los que pasaron la línea de los primeros años de vida, tener siempre presente que cada día está la posibilidad de recuperar la magia creativa de la infancia. Cuando creemos necesitar ayuda para lograrlo, deberíamos considerar la relación de la psicología con la creatividad. "Cuando buscamos un psicólogo o psiquiatra -explica Bulacio- es porque no podemos enfrentar alguna situación traumática o porque ya hemos explorado muchos caminos y ninguno nos ha resultado satisfactorio."

La rigidez o el racionalismo extremo de tener que encontrarle respuesta a todo; la inseguridad, baja autoestima; la soberbia de no prestar atención a otras voces y no capitalizar la crítica saludable; no tener curiosidad por el conocimiento; ser dependientes, responder todo el tiempo a las expectativas de los otros. Suelen ser enemigos de la creatividad.

Siempre estamos a tiempo de ser quien queramos ser, desde la gestación hasta el último de nuestros días.

SUGERENCIAS PARA PROMOVER LA CREATIVIDAD

Estudiar, explorar, tomar contacto con las escenas de la vida cotidiana.
Incorporar la práctica de actividades que nos den placer y nos ayuden a la relajación.
No obsesionarse con encontrar la solución adecuada en dos minutos.
Tener una actitud positiva, más allá de las adversidades.
ENTUSIASMARSE. Cuando hay intención, hay ideas
Una cuota justa de humor distiende y facilita el hallazgo.
Saber cruzar la calle y ver la vida desde la vereda de enfrente.
Permitirse crecer poniendo en práctica el juego del ensayo y error.
Hacer deportes, aunque más no sea caminar
Elongar, recordando que el cerebro también es un músculo que debe ganar flexibilidad.
Pensar por momentos como cuando niños; sin juicios ni prejuicios, perdernos en el tiempo como en un juego.
Animarnos a hacer un bollo con lo que hasta hoy hemos aprendido.
Darle sentido al persevera y triunfarás.
Aceptar que podemos y que de nosotros también depende que podamos aún más.
Distinguir en qué momento del día solemos estar menos tensos, ansiosos, preocupados. Son esos los buenos momentos para la posibilidad de crear.
No compararnos con los otros, eso nos limita.
No hay fórmulas universales porque lo creativo es inespecífico y particular.
Promover espacios saludables, evitar los lugares de tensión y competencia.
Creer que la idea que tuvimos es una revelación autogenerada y no un milagro o una estrella fugaz mensajera.
Atrevernos a pensar distinto. Como dice Estanislao Bachrach: "Pensar distinto es empezar a conocernos más".
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