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terça-feira, 21 de junho de 2016

EL IDIOMA ESPAÑOL


«América es la gran fuente que nutre nuestra lengua de palabras»

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  • Los escritores defienden un idioma mestizo que se enriquece con la emoción y la musicalidad que aportan los diferentes acentos


La lengua española es mestiza y dispar, ecléctica, emotiva y musical, toma de aquí y allá, contamina y se deja contaminar. Esa es su gran virtud, que es espejo de la cotidianidad y se fija y se hace magia a través de la literatura, que pese a ser tan distinta es tan parecida, tan útil y tan hermosa que es la herramienta de comunicación que une a 500 millones de personas. 'Futuro del español, el idioma que nos une' reunió ayer en el Laudeo de la Universidad de Oviedo las palabras de escritores de este y el otro lado del charco para hablar de ese español común.
'El español, viaje alrededor de un idioma compartido' fue el título en e l englobar las palabras del asturiano Ignacio del Valle -que actuó de moderador- del periodista cultural colombiano, poeta, escritor y traductor Mario Jursich, el escritor y cineasta chileno Luis Sepúlveda y el escritor y periodista peruano y venezolano Doménico Chiappe.
Del Valle fue el encargado de plantear la pregunta dle millón: «¿Es posible homologar el español?» Fueron muchas las respuestas y todas conducían en la misma dirección, en apuntar que las normas y las reglas estrictas están de más en un mundo tan libre y anárquico como es el de las palabras. De hecho, fue Mario Jursich quien apuntó en primer término hacia los históricos desencuentros que han alumbrado los lingüístas en distintas épocas ya desde que a finales del siglo XVIII se creó la Real Academia Española (RAE), cuyo papel homologador se ha observado desde América Latina con cierto temor. Nunca ha gustado demasiado ese tutelaje del lenguaje, que se tradujo incluso en malestares tan destacados como el de Gabriel García Maárquez, que allá por los años sesenta cuando llegaron a España sus primeras novelas rechazó que estas aparecieran corregidas para adaptarlas al castellano que se habla en España. «¿Por qué esta autoridad?», se preguntó Jursich, antes de añadir que ni el inglés ni el francés tienen una RAE que ejerza esa misión de vigilancia. «Se fían de su idioma», dijo. No tiene sentido, añadió, el temor a que las diferencias dificulten la comunicación entre esos 500 millones de hablantes de español.
Luis Sepúlveda, el escritor afincado en Gijón, lo dejó clarísimo: «Nombramos las cosas con diferentes palabras pero nos entendemos». Recordó una expresiva anécdota sobre la definición de chimichurri para dejar clara la viveza y cotidianidad de la lengua. La RAE puso su origen en la lengua aimara, cuando en realidad el término es fruto del error de pronunciación de algún inmigrantes de origen desconocido afincado en Argentina o Uruguay que ante la inminencia de uno de esos asados que impusieron en territorio austral los terratenientes ingleses. De aquellos «curris» británicos nacieron estos «chimichurris» hispanos. Sin más. Sepúlveda fue de la prosaica salsa a aliños mucho más poéticos y de enorme valor sociólógico para poner en 'La Araucana' de Alonso de Ercilla el punto de inflexión que marcó la relación entre las palabras y las personas de este y el otro lado del Atlátnico. «Rompe con el odioso paternalismo y se pone del lado del otro», reflexionó Sepúlveda. El chileno definió la lengua como una «casa común» que no ha parado de enriquecerse desde que llegó a América, y eso a pesar de la invasión de anglicismos. «El continente americano es la gran fuente que nutre nuestra lengua de palabras de forma cotidiana», concluyó.
Ese continente es la riqueza mayúscula, y en ella más que de países hay que hablar de regiones. Lo dejó claro Doménico Chiappe, para quien encerrarlo en demasiadas normas es empobrecerlo. Aunque, también es cierto, el propio debate sobre la necesidad o no de que la RAE marque su ritmo, sirve para enriquecer la lengua. Dio un paso más allá el venezolano, quien unió otro ingrediente al que dictan los usos regionales a la hora de que el idioma esté vivo y sea diferente. «Detrás de las palabras están los acentos, que dan significados y emoción». Y eso no está en los diccionarios, incapaces de recoger las formas de decir, de pronunciar, de ponerle ese componente que trasciende las letras.
De emociones sabe mucho la literatura, que añade un punto más de complejidad, que elije las justas para contar historias y para hacerlo como en una pulpería de la Patagonia, es decir, «como un poeta y no como un doctor», como relató Sepúlveda. Es decir, con esa emoción que trasciende las fronteras y consigue lo que Cervantes logró con el Quijote, «que independientemente del lugar y del tiempo en el que esté el lector, se traslade inmediatamente a La Mancha». Porque en este mundo cada vez más cinematográfico y más visual, el texto escrito debe permitir ver. Obrar ese milagro exige de una ambición universal que deje de lado las naciones y el buen hacer de quien escribe: «La magia está en la elección de unas palabras y no de otras», apuntó Doménico Chiappe.
El exilio interior
Que las literaturas de las orillas del Atlántico y las que baña el Pacífico se quieran, se lean, se admiren y atraviesen las aguas que las separan depente no solo de las editoriales -cuya propiedad está cada vez más concentrada lo que dificulta la travesía y, por tanto, la huida del exilio interior-, sino también de la voluntad. «El océano se cruza de manos de bibliotecarios y lectores», afirmó Chiappe. Porque quien quiere leer un libro, conocer a un autor, da con la manera de hacerlo: «Yo antepongo la curiosidad y el deseo de conocer, nunca he dejado de leer un libro que quisiese leer, hacen falta tiempo y ganas», afirmó Mario Jursich. Eso sí, en eso coincidieron los ponentes, la utopía de lo digital se ha quedado por ahora en una utopía que aún no alcanzado ese cruce de caminos marítimos y literarios universal. También destacaron el papel que cumplen las editoriales pequeñas a la hora de acabar con un problema «muy gordo», en palabras de Sepúlveda. Lo es que los uruguayos no sepan lo que escriben los argentinos y estos a su vez no conozcan lo que se hace, se dice y se cuenta por Venezuela.

FUNDACIÓN DEL ESPAÑOL URGENTE

Agencia EFEFundéu - BBVA
FUNDACIÓN DEL ESPAÑOL URGENTE

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Recomendación urgente del día
Dividendo en acciones es una alternativa en español a scrip dividend.
En las noticias económicas pueden encontrarse frases como «Claves para seguir el scrip dividend de la entidad telefónica», «El scrip dividend es una peculiaridad de los tiempos de crisis» o «¿Qué hacer con el scrip dividend?».
La expresión inglesa scrip dividend describe la práctica de algunas sociedades de retribuir a sus accionistas mediante el reparto gratuito de derechos de suscripción de acciones liberadas (es decir, que no exigen a su adquirente hacer desembolso alguno). El nombre en inglés de estos derechos (scrip) es el origen de la expresión inglesa.
Esta técnica de retribución al accionista suelen utilizarla las empresas que quieren aumentar su capital o que desean evitar el desembolso en efectivo que exige el pago de dividendos. Aunque la expresión utiliza la palabradividend, la retribución obtenida por el accionista no suele tener esa consideración fiscal, lo que en muchos países —como en España— puede suponer ventajas para los pequeños accionistas.
La expresión scrip dividend puede, pues, traducirse con carácter general como dividendo en acciones, a sabiendas de que la retribución no es técnicamente un dividendo a efectos fiscales y de que lo repartido no son directamente acciones, sino derechos de suscribirlas de forma gratuita.
Dado que con frecuencia las empresas ofrecen a sus accionistas la posibilidad de elegir entre recibir tales derechos de suscripción (que podrán utilizar para suscribir las nuevas acciones o podrán vender en el mercado o a la propia sociedad) o recibir un dividendo en efectivo, esta técnica de retribución a los accionistas suele denominarse asimismo dividendo flexible.
Así pues, en los ejemplos citados más arriba lo adecuado habría sido escribir «Claves para seguir el dividendo en acciones de la entidad telefónica», «El dividendo en acciones es una peculiaridad de los tiempos de crisis» y «¿Qué hacer con el dividendo en acciones?».

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