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terça-feira, 9 de outubro de 2012

FUNDÉU RECOMIENDA...


Recomendación del día


esperar algo, mejor que esperar por algo

El verbo esperar, cuando se emplea para indicar que se espera algo que se desea, no va seguido de ninguna preposición.

Sin embargo, cada vez es más frecuente ver la construcción esperar por, calco del inglés, como en el siguiente ejemplo: «El jugador espera por un milagro para poder jugar la Copa Davis», cuando lo recomendable, tal como se explica en la Gramática de las Academias de la Lengua, sería «El jugador espera un milagro para poder jugar la Copa Davis».

Por la misma razón, tampoco es apropiado el uso de por cuando se habla de esperar a alguien o de esperar a que ocurra algo, pues en estos casos la preposición adecuada es a, de modo que en «Los taxistas piden que se pueda estacionar mientras se espera por los clientes» habría sido mejor decir «se espera a los clientes».

Sí es correcto, sin embargo, esperar por cuando la preposición tiene los valores propios de causa, duración, finalidad, etc., como en «esperó por su indecisión todo el día» (‘debido a’) o «esperó por veinte días» (‘durante’).

CONCORDANCIA Y RECCIÓN








rección. (Del lat. rectĭo, -ōnis, der. de regĕre, regir).
1. f. Ling. Relación gramatical obligatoria entre una palabra y otra que depende de ella.


La concordancia y la rección son fenómenos lingüísticos que se asemejan por el hecho de que tanto una como otra relacionan ciertas palabras de la cadena hablada entre sí, de tal forma que, si dos palabras concuerdan entre sí en una misma oración, al cambiar los rasgos morfológicos (género y/o número) de una de ellas, estaríamos obligados a cambiar los mismos rasgos morfológicos de la otra. Del mismo modo, si una palabra está relacionada con otra de la misma oración por el mecanismo de rección, al cambiar ciertas características de la palabra rectora (la que rige a la otra y la obliga a ser de un determinado modo), estaríamos obligados a cambiar esa segunda palabra regida por una anterior.
Veámoslo con ejemplos:
La concordancia, que sirve para relacionar distintas palabras de un enunciado entre sí, con la función de facilitar que el oyente o el lector interpreten que también existe una relación semántica entre esas palabras, se manifiesta exclusivamente mediante la repetición de determinados rasgos morfológicos (contenidos en las desinencias morfológicas de las palabras variables: sustantivos, adjetivos, verbos, pronombres, determinativos, etc.) en las palabras que establecen la relación de concordancia.
Así, por ejemplo, el sustantivo y el adjetivo que forman parte de un mismo sintagma nominal están obligados a concordar entre sí en número y género. De esta forma, el hablante manifiesta que sustantivo y adjetivo están relacionados semánticamente, es decir, que el adjetivo nos informa de una cualidad de ese sustantivo y no de otro cualquiera que pueda aparecer en la oración. Y las marcas de la concordancia residen en los morfemas de género y número que se repiten tanto en el sustantivo como en el adjetivo:
El gato negro / La gata negra / Los gatos negros
Si el adjetivo 'negro' califica al sustantivo 'gato' ha de concordar con él en género (masculino) y (número) singular. Si decidimos cambiar el sustantivo en alguno de sus rasgos, por ejemplo, de género masculino a femenino, tanto el adjetivo 'negro' como el determinante 'el' han de transformarse en las formas correspondientes del femenino. Y lo mismo si el cambio afecta a los morfemas de número.
Cuando la concordancia se establece entre el sujeto y el verbo (con la función, normalmente, de indicar al oyente cuál es el agente de la acción que expresa el verbo, aunque no siempre el sujeto de una oración es el agente), la concordancia se establece mediante los rasgos de número y persona. Ya no se tiene en cuenta el género, puesto que no es un rasgo gramatical de la morfología del verbo.
Así, si quiero expresar que el gato negro se ha comido los restos del pescado, el verbo auxiliar 'haber' tiene que concordar con el sujeto en número singular y tercera persona, puesto que los sintagmas nominales no son pronombres ni de primera ni de segunda persona (que serían las otras dos opciones de morfología personal del verbo). Se puede detectar que se trata de un caso de concordancia porque al cambiar 'gato' de singular a 'plural' y decir 'los gatos', el verbo tiene que aparecer en plural.
Ahora bien, ¿cuándo nos encontramos ante un caso de rección, y no de concordancia? Ya hemos visto que la concordancia siempre exige que se repitan los mismos contenidos gramaticales (género, número, persona) en las palabras que concuerdan. Frente a esto, la rección relaciona palabras entre sí cuyas características morfológicas no coinciden. En la rección, el significado de una palabra exige unas determinadas características en otra palabra con la que está relacionada, pero no las mismas características morfológicas que posee la palabra rectora.
Por ejemplo, el verbo 'esperar', frente a verbos cuyo significado no es virtual ni apunta al futuro, como 'decir', rige o impone que cualquier verbo subordinado a él tenga modo subjuntivo:
Espero que venga.
Dice que viene.
El verbo 'decir', por el contrario, no rige nada parecido.
Como se ve, la aparición del verbo 'esperar' como verbo principal del que depende uno subordinado mediante una oración subordinada sustantiva que funciona como su complemento directo obliga a que ese verbo subordinado esté en subjuntivo, pero ese rasgo morfológico (de modo subjuntivo frente a modo indicativo) no es el mismo rasgo morfológico del verbo esperar, que está en indicativo. Las palabras relacionadas entre sí mediante rección no comparten los mismos morfemas de tiempo, modo, persona, etc., sino que una de ellas impone un cierto morfema en otra.
Otro ejemplo de rección: en las construcciones condicionales, si........., entonces............ ocurre lo siguiente: Si el verbo que va en la primera parte (prótasis), detrás de 'si', está en presente de indicativo, el verbo de la apódosis (la segunda parte de la oración, la que informa sobre las consecuencias de que se cumpla la condición que expresa la oración de 'si') también tiene que estar en modo indicativo. Si vienes, voy yo también. Si vienes tú, iré yo también. Sin embargo, si el primer verbo está en imperfecto de subjuntivo, es obligatorio que el segundo esté en condicional, luego, la aparición de un imperfecto de subjuntivo en la prótasis de una oración condicional rige la aparición del condicional en la apódosis: Si vinieras tú, yo también iría. La vinculación entre 'vinieras' e 'iría' es obligatoria, pero sus rasgos morfológicos con coinciden, así que se trata de rección, no de concordancia.
En el caso de la concordancia 'ad sensum', lo que ocurre es que el significado plural de ciertos sustantivos, por ejemplo los colectivos, se impone como rección a otras palabras, como los verbos, que, entonces, en vez de concordar mediante la repetición del rasgo de número con el sujeto gramatical, prefieren, por el sentido plural del sustantivo, ser regidos en plural:
La mayoría de los alumnos viene a clase regularmente.
La mayoría de los alumnos vienen a clase regularmente.
En la primera oración, 'mayoría', núcleo del sintagma nominal que funciona como sujeto, concuerda en singular con el verbo 'viene': se repite el mismo rasgo morfológico de singular, luego se trata de concordancia.
En la segunda oración, 'mayoría' es singular pero su significado colectivo parece regir la aparición del verbo en 'plural'. Se trata de un caso de concordancia 'ad sensum' o de rección.

TRADUCCIÓN







TRADUCCIÓN ESPAÑOL-PORTUGUÉS: LAGUNAS Y PERSPECTIVAS
Hermeneus. Revista de Traducción e Interpretación Núm. 2 - Año 2000
Joaquín GARCÍA-MEDALL - Universidad de Valladolid


1. INTRODUCCIÓN
Que sepamos, no hay un estudio sobre el estado de la cuestión de los trabajos sobre traducción entre estas dos lenguas ibero románicas. Las referencias que aportan las bibliografías españolas recientes sobre la traducción español-portugués y viceversa son ciertamente escasas (un par de tesis doctorales y una tesina de licenciatura, más algunos artículos dispersos). Lo que abundan, lógicamente, son estudios sobre los pares de lenguas predominantes en el panorama lingüístico español, sobre todo de inglés-español, francés-español y alemán-español (Santoyo, 1996; Navarro Domínguez, 1996), que gozan de una tradicional (y desigual) implantación pedagógica en nuestro país. Es una muestra más del poco interés que hay y ha habido en España por el conocimiento
lingüístico del portugués, el segundo idioma románico más hablado del mundo, actitud que contrasta vivamente con la pasión que andan despertando los estudios sobre el español en el Brasil y, en mucho menor grado, en Portugal. Nos planteamos aquí describir lo ya hecho, y abordar lo que podría llevarse a cabo. Hay, como mínimo, los siguientes ámbitos relacionados con la traducción español-portugués (ESP/PT) y portugués-español (PT/ESP):
a) estudios filológicos de la escuela lingüística española;
b) estudios contrastivos, análisis y crítica de las traducciones;
c) estudios sobre enseñanza y aprendizaje del español para luso hablantes;
d) estudios sobre el estado de la traducción ESP/PT y PT/ESP en América del Sur.
Por último, aportamos, a título informativo, la mayor parte de las referencias
bibliográficas más o menos recientes que hemos podido recopilar sobre los estudios español-portugués (y viceversa) por si fueran de interés para los investigadores.

2. –TIPOLOGÍA DE LOS ESTUDIOS ESPAÑOL-PORTUGUÉS

2.1. –ESTUDIOS TEXTUALES DE LA ESCUELA LINGÜÍSTICA ESPAÑOLA

Los estudios textuales de traducción PT/ESP o bien ESP/PT de textos escritos, sobre todo medievales, modernos, clásicos (en menor grado) y barrocos (en especial, por parte de la escuela lingüística española), son muestra de la aplicación filológica al análisis de los textos más representativos de ambas culturas en sus contactos a través de la traducción de textos. Tales trabajos se siguen publicando a fines del XX.
Es el caso de los estudios sobre la Primera Crónica General (Menéndez Pidal, 1921; Catalán, 1959) la Estoria de los Godos, del conde don Pedro de Barcelos (Catalán, 1962), las Cantigas de Santa María en su versión española (Mundi Pedret, 1989), en las Cantigas de amor, en relación con los adverbios pronominales i, en/end/ende y su traducción al español (Sáez Durán & Víñez Sánchez, 1994); la Crónica Troyana en su versión portuguesa (García Martín, 1999); el romancero tradicional, tanto en la península ibérica (Suárez de Albán, 1989), como en el nordeste de Brasil (De Oliveira País, 1991); la obra en español de ciertos autores portugueses de renombre en época
renacentista, como el condestable don Pedro de Portugal y sus Coplas del menosprecio e contempto de las cosas fermosas del mundo (Martín Fernández, 1988); ciertas reflexiones teóricas sobre la traducción en el Leal Conselheiro de Don Duarte (Fernández Sánchez & Sabio Pinilla, 1998), los fragmentos de una traducción portuguesa del Libro del buen amor (García Solalinde, 1914), Os Lusiadas, sus traducciones al español y sus cultismos (Vidart, 1880; Ares Montes, 1981; Sabio Pinilla, 1983; Extremera Tapia & Sabio Pinilla, 1989a y 1989b, 1994), parte de la obra de sor
Juana Inés de la Cruz traducida por el Padre Manuel Bandeira (Rossi, 1971), algunas obras de don Pedro Calderón de la Barca, como El alcalde de Zalamea (Ares Montes, 1983), o una obra del Padre Antonio Vieira en su versión española (Trías Folch, 1989).
Llaman más la atención ciertas ausencias que lo hecho: no conocemos obra alguna dedicada al estudio de las traducciones del Quijote, por ejemplo, al portugués (la primera conocida es de finales del siglo XVIII, esto es, casi 150 años después de la publicación de la segunda parte de la obra cervantina). Todo lo elaborado desde esta perspectiva tiene un interés filológico claro, de carácter positivista e inductivo, y que llega hasta nuestros días, donde lo propiamente lingüístico (basado en la gramática histórica) no va desligado en absoluto de lo propiamente literario, ni ambas cosas del mismo acto traductor, que es analizado tan solo en relación con el resultado textual,
escriturario, y en búsqueda constante de la fidelidad o infidelidad que sus soluciones puedan suponer respecto al original. Todo lo cual se aviene, lógicamente, con la índole teórica de la escuela lingüística española.
Indica Portolés (1986) que Menéndez Pidal "dedica su labor a la historia de la literatura y de la lengua, pero no las entiende aisladas, sino parte de un proyecto historiográfico más amplio... y se afana en estudiar crónicas, épica y romancero, los géneros menos innovadores, pero más apegados a la vida diaria del pueblo, a la 'intrahistoria'". Por consiguiente, encontramos en esta ingente labor positivista un claro interés por la historia de las dos lenguas románicas, por el análisis textual y el cotejo de las fuentes, por la búsqueda de los cultismos léxicos y de manos intervinientes y hasta de
los errores (en tanto sean portadores de información sobre el estado de la lengua), por la elaboración de ediciones críticas, así como por la historia cultural de la traducción, tanto como por la crítica de la traducción literaria de textos clásicos de las lenguas consideradas (español y portugués), etc.
Es de notar que el españolismo de don Ramón Menéndez Pidal, compartido por otros muchos intelectuales españoles de la generación del 98, como don Miguel de Unamuno (cf. Lôpez-Suevos, 1986; Robles, 1991), le llevaba a afirmar que la separación definitiva entre el portugués y el español, que tuvo lugar en el siglo XVI, no se debía a causas internas (adopción de una innere Sprachform - forma interna del lenguaje), diferente para cada lengua, a la manera de Humboldt), sino que respondía "a la extremada individualización que el renacimiento fomentaba", es decir, a razones histórico-políticas que habrían de determinar la extensión de los dominios lingüísticos peninsulares.
Por su parte, don Miguel de Unamuno, más apartado de la escuela lingüística española, como es sabido, no solo tradujo durante buena parte de su vida intelectual del inglés (Carlyle, Spencer, Ingram, etc.), del alemán, del danés (Bratli) y, en menor medida, del italiano (Carducci) al español, sino que se preocupó constantemente por las traducción de sus obras principales, especialmente al inglés, al alemán, al francés y al italiano (Robles, 1991), pero también, por ejemplo, al húngaro o al checo: "Tengo casi todas mis obras principales traducidas al italiano, dos al francés, otra al húngaro, otra al checo y en inglés una traducción espléndida magníficamente editada por Macmillan-de mi libro Del sentimiento trágico de la vida" (1926). De su epistolario se desprende que facilitó los esfuerzos de los traductores de sus propias obras. Pero, a pesar de conocer la obra de un buen número de poetas y novelistas portugueses que le eran contemporáneos, muchos de los cuales se cartearon con él y llegaron a ser sus amigos (Teixeira de Pascoaes, Guerra Junqueiro, Carlos Vaz Ferreira, Manuel Laranjeira, Anthero de Figueiredo) y de publicar diversos ensayos en La Nación sobre la literatura portuguesa contemporánea (1907) y en otras publicaciones americanas sobre el "renacimiento portugués", nunca mostró el menor interés porque sus propias obras fueran
traducidas a esta lengua románica. Ni siquiera habla de una posible (y más que
razonable) traducción de su libro Por tierras de Portugal y España. No obstante, es bien cierto que informaba a traductores como Marquina de lo que podía ser interesante dentro del campo literario portugués por si se animaban a emprender la tarea.
Tal vez una de las causas de esta postura fuera que consideraba insignificantes las diferencias entre el portugués y el español, como lo eran para él las que se pueden encontrar entre el noruego y el danés escritos, y de estos en relación con el sueco (Unamuno, carta a M. Grönvold, 1923, en Robles, 1991), aparte de otras consideraciones ideológicas que han merecido muchas críticas, como que no creía en "los países pequeños" o la convicción (demostradamente infundada hasta ahora) de
que Portugal iba a terminar hablando español.
Este aparente desinterés puede matizarse de tomar en cuenta las palabras del profesor J.-C. Santoyo (1998; 1999), para quien Unamuno fue autor de una serie de traducciones principales de ensayo, narrativa y poesía (Spencer, Hunter, Ingram, Carlyle, Coleridge, Wordsworth, Whitman para el inglés, Humboldt, Wolf, Schopenhauer, Lemcke, Kautsky y Sudermann, para el alemán, Larsen para el danés, Carducci y Leopardi para el italiano, Maragall y Verdaguer para el catalán), pero también tradujo del portugués (poesía) al español. No obstante, no constan en este estudio los nombres de los autores traducidos ni de las obras que tradujo, salvo la de una sola composición poética de Antero de Quental, publicada en 1909 con el título de Resurrección. Es comprensible
que no sepamos qué ocurrió con las traducciones de Unamuno del portugués al español: afirma el profesor Santoyo (1998) que "las traducciones de Unamuno nunca han formado parte de su canon personal, ni se han incluido en la edición de sus obras completas. Es como si no existieran..." Lo mismo puede decirse de las traducciones valle-inclanescas de las obras de Eça de Queirós o de otros muchos intelectuales notables que traducían del portugués "pro pane lucrando", como afirmaba
Unamuno, o simplemente movidos por una inquietud intelectual. El resultado de esta postura en relación con la traducción en general y más en concreto, con la traducción entre el portugués y el español a principios del siglo XX es un extendido desinterés por la historia de la traducción entre estas dos lenguas, que, en parte, se ha de ver mitigado con otro tipo de estudios.

2.2. –ESTUDIOS CONTRASTIVOS, ANÁLISIS Y CRÍTICA DE TRADUCCIONES
MODERNAS

En este segundo apartado predomina la intención de poner en contraste las estructuras
gramaticales de ambas lenguas desde una perspectiva sincrónica y estructural. Tal tarea se lleva a cabo en tres frentes. En primer lugar, se intentan comparar las divergencias de los sistemas de ambas lenguas mediante el cotejo de estructuras generales, muchas veces creadas ex profeso por los gramáticos. En segundo término se comparan las soluciones lingüísticas concretas, derivadas de la traducción entre el español y el portugués publicadas hasta la fecha, con el fin de llevar a cabo críticas de las soluciones aportadas por los traductores. En tercer lugar se relacionan las soluciones de la traducción efectivamente realizada con las diversas normas de las lenguas consideradas y los problemas de adecuación que plantean, pero, en particular, con las normas divergentes del portugués de Europa frente al portugués del Brasil y, en menor grado, con las normas del portugués de África.

a) Se estudian aspectos gramaticales del portugués o del español en relación con la otra
lengua (a veces hay comparación multilingüística): aspectos comparativos generales (Marrone, 1996), contraste según clases de palabras (Duarte, 1999), sistemas fonológicos en contraste (Quilis, 1979), preposiciones (Benedetti, 1994; Sabio Pinilla, 1990), oraciones adverbiales (Barleta de Morais, 1972-1973, también del gallego, francés e italiano), orden de palabras (Bentivoglio & Braga, 1988), que concluyen que la organización es bien similar en ambas lenguas; infinitivo "pessoal" o flexionado (Sabio Pinilla, 1992), paremias y expresiones idiomáticas (Díaz Ferrero, 1998), falsos amigos o falsos cognados (Sanz Juez, 1987; Feijóo Hoyos & Hoyosd Andrade, 1992;
1998; Alves Marra, 1996; Mello & Bath, 1996), préstamos (García Jiménez, 1992; Marrone, 1990).
El tratamiento teórico es, predominantemente, estructuralista, y responde, por lo general, a la semántica léxica clásica o bien, en sus versiones más avanzadas, a la semántica estructural europea.
No obstante, y dada la cercanía genética y tipológica entre estas dos lenguas románicas, predomina el estudio del "lenguaje repetido" o de los "falsos amigos", esto es, de un sector de la fraseología y del léxico antes que, por ejemplo, del resto de las técnicas del discurso, como las estructuras comparativas, la distribución divergente del gerundio, el estudio del uso diverso de la oposición modal indicativo-subjuntivo en la oración compuesta, el de las conjunciones y de las locuciones conjuntivas o el de los participios cortos, por poner solo algunos ejemplos poco o nada tratados.
Tampoco, que sepamos, se han contrastado estas lenguas en su organización textual, de acuerdo con las tipologías, ni se han estudiado los verbos ni expresiones performativas en el seno de los actos de habla, ni se han analizado las correspondientes partículas ilocutivas. Tampoco podemos hallar nada en lo referente a la estructura conversacional de ambas lenguas en contraste. Es notorio que, desde luego, no se haya elaborado una gramática contrastiva sistemática, que había de facilitar sin duda la labor traductora, tal como defiende Cartagena (1994) o Aarts & Wekker (1990), siguiendo a Coseriu (1981) y a Krzeszowski (1990). Sin embargo, en este notable estudio que acabamos de
mencionar del gramático chileno, se insiste en la necesidad de elaborar análisis
contrastivos, metodológicamente híbridos, entre el español y el inglés, el español y el francés o el español y el alemán, sin que se haga mención alguna de la lengua portuguesa en relación con el español, tal vez por su gran cercanía estructural o su supuesto escaso interés teórico para el contraste de lenguas.
b) Se investiga la labor específica (y a menudo deficiente) de ciertos traductores españoles modernos de renombre, como R. M.ª del Valle-Inclán, Marquina, Villaespesa y González-Blanco cuando traducen la obra de autores como Eça de Queirós (Mayone Dias, 1991), o la ignorancia lingüística del portugués y de lo portugués por parte de intelectuales españoles de altura, como don Miguel de Unamuno (Lôpez-Suevos, 1984), así como la notable y copiosa labor traductora de otros, como Ángel Crespo (Bento, 1992; Carvalho da Silva, 1992; Chicharro, 1995) y la calidad (muchas veces escasa y a veces nula) de ciertas obras literarias traducidas del portugués al español, como
alguna poesía de Jorge de Sena (Canellas de Castro Duarte, 1994), la narrativa de Pepetela (Correia, 1992, 1993) o la de Lídia Jorge (Sabio Pinilla, 1992). Se llevan a cabo talleres de traducción de poesía portuguesa (Renato Teixeira) al español (Merlino, 1994) e incluso se proponen traducciones al portugués (por parte de traductores españoles) de alguna obra poética en francés de Paul Valéry, como Cimitière Marin (Pamies Bertran, 1995). Se plantean problemas específicos de traducción al portugués de algunas obras en español, como El gran teatro de mundo, de don Pedro Calderón de la Barca o Dejemos hablar al viento, de Juan Carlos Onetti (Martini, 1993), de acuerdo con la nomenclatura de los procedimientos de la traducción empleados por Vinay & Darbelnet (1977), esto es, la adaptación, el chassé-croisé – (cruce), la concentración, la dilución, la economía, la equivalencia, la modulación, la pérdida (o entropía) y la transposición.
c) Se estudian los problemas de traducción derivados de las normas distintas del portugués de Portugal, de Brasil y de Angola y la engañosa facilidad de la traducción de lenguas tan cercanas (Canellas de Castro Duarte, 1987; 1993; Correia, 1992; 1993; Sabio Pinilla, 1992). Entre los derivados de tales problemas de proximidad siempre se mencionan (Canellas de Castro Duarte, 1993) los falsos amigos, como port. rato (esp. ratón), port. oficina (taller), port. talher (cubierto), port. escritório (oficina), port. cinta (faja), port. fita (cinta), port. cadeira (silla), port. espantoso (extraordinario/asombroso), port. absolutamente (sí, por supuesto), port. toro (tronco de árbol), etc. Se critica el desconocimiento del infinitivo pessoal: Atingirás a perfeiçâo de seres (Alcanzarás la perfección de ser tú mismo, y de ningún modo *Alcanzarás la perfección de los seres). También se entra en aspectos más pragmáticos, como la dificultad de traducir interjecciones españolas como !hostia! y, al contrario, la dificultad de traducir disfemismos portugueses como port. fogo (para foda-se). Se constata que el ámbito español para el disfemismo religioso no es parangonable con el del portugués (Kröll, 1984), como "me cachis en la mar". No obstante, estos trabajos son meramente
descriptivos, en su mayor parte. Por su lado Sabio Pinilla (1992) defiende que una lengua no se hace por sus coincidencias con otra lengua, sino precisamente, por lo que las separa. De ahí que no se puedan admitir centenares de soluciones erróneas en las traducciones modernas del portugués al español, que pueden clasificarse de este modo: (a) barbarismos (telefonema por llamada telefónica); (b) calcos (después de mañana, por pasado mañana; al vivo, por en directo); (c) falsos amigos (engañarse por equivocarse; descender por bajar; dispensar por eximir; rever por volver a ver; romance por novela; apenas por solo o tan solo; todavía por sin embargo, etc.); (d) agramaticalidad en español de oraciones o sintagmas completos (ve cómo soy feliz por mira lo
feliz que soy; ¿quieres ver cómo es esto de feo? por ¿quieres ver lo feo que es esto?; me quedé embarazada en mitad de la calle por me quedé desconcertada en mitad de la calle; ¿Está? por ¿Dígame? (e) Dificultad de traducir las preposiciones, tanto en las perífrasis verbales como en la rección de ciertos verbos (precisar de; esperar por; falar para, estar convencido que, por necesitar, esperar, hablar con, estar convencido de); (f) Uso divergente de los tiempos verbales: indefinido polisémico en portugués, especificado por el juego de indefinido/perfecto en español; uso extenso del gerundio en portugués en relación con el gerundio en español (solo aceptado en oraciones con verbos durativos y coincidentes o traducible por oraciones con verbo flexionado o en frases temporales con al + infinitivo, y no siempre); Distribución diversa de la forma pasiva: uso más
frecuente de la pasiva en portugués, generalmente traducible por una pasiva refleja en español (Fui chamada por Dona Florete: Me llamó Dona Florete; (g) Oraciones hendidas con diversa forma en portugués (Foi entâo que eu a encontrei: Fue entonces cuando la encontré) (h) Divergencia formal de conjunciones discontinuas (nâo só... como, nâo só...mas sim, por esp. no solo...sino también); Respuestas-eco del portugués, que no deben calcarse en español (a no ser que se reproduzca el español aportuguesado de un hablante o enfaticemos la respuesta); Divergencia en las fórmulas de tratamiento (simplificadas en Brasil, más complejas en el portugués europeo y en español (respeto y lejanía/familiaridad y cercanía), etc.

2.3.–ESTUDIOS SOBRE ENSEÑANZA Y APRENDIZAJE DEL ESPAÑOL PARA
LUSOHABLANTES

Se investigan los problemas específicos de aprendizaje que surgen en el proceso de
adquisición de la otra lengua, en especial, en el proceso de adquisición del español por parte de luso hablantes brasileños (Benedetti, 1993; Schmitz, 1991; Almeida Filho (org.) 1995; Barbieri Durâo, 1998; AA. VV. (1993); las interferencias (Canellas de Castro Duarte, 1993a, 1993b) y las situaciones de contacto de lenguas en América, con el denominado "portuñol" (Monterroso Devesa, 1986). Se intentan asentar las bases metodológicas de lo que debería ser la enseñanza del español en algunos territorios luso parlantes, como Portugal (Martínez Soler, 1997). En este último trabajo se
incide, acertadamente, a nuestro ver, en la necesidad de profundizar en la lingüística contrastiva español-portugués, el análisis de errores, la interlingua de los aprendices y la elaboración de manuales y otros materiales didácticos del español como lengua extranjera. Estos estudios son, cada vez, más numerosos en Brasil y, según suponemos, también en Argentina, pero muy raros en España hasta la fecha. Reflejan, de hecho, la gran preocupación de los profesionales de la enseñanza de lenguas extranjeras por hacer de su disciplina pedagógica una metodología cada vez más adecuada y eficiente en un ámbito en continua expansión. Se trata de estudios de carácter predominantemente aplicado, en donde, por lo general, predomina una base teórica descriptiva o tradicional que se combina con perspectivas estructuralistas, descripción del uso lingüístico y otros
varios tipos de estrategias de aprendizaje (metodología ecléctica y heterogénea:
gramática traducción, método estructuralista americano, método audio-lingual y, en menor grado, método nocional-funcional o "comunicativo"). Suelen ocuparse de la descripción del español con fines de aprendizaje. Por lo que sabemos, sus paralelos para el aprendizaje del portugués (al menos en España, tal vez no así en Argentina) son mucho más escasos y esporádicos.

2.4.–ESTUDIOS ESPECÍFICOS SOBRE EL ESTADO DE LA TRADUCCIÓN EN
AMÉRICA DEL SUR

Especialmente, se llevan a cabo en Argentina, Uruguay, Perú y el sur de Brasil. Se establecen las bases del estudio de la historia de la teoría de la traducción literaria en Brasil (Milton, 1996), o la situación de la enseñanza y la investigación en este país luso hablante (Rocha Bordenave, 1990), a veces en el marco general de los estudios sobre traducción en la América latina (Cabrera & Hörmann, 1990; López & Valdivieso, 1990). Se llevan a cabo estudios teórico-prácticos sobre el desarrollo de la traducción como disciplina de conocimiento en Brasil, entre la teoría y la praxis (M. Wolf, ed., 1997), desde perspectivas esencialmente funcionalistas, pero sin olvidar el carácter
intrínsecamente interdisciplinar de la actividad del traducir. Estos trabajos tienen por objeto el establecer los currículos imprescindibles para la enseñanza, el aprendizaje y la práctica traductora en un ámbito geográfico específico, pero por lo común tratan de lenguas predominantes en el mundo, como el inglés, en relación con el portugués y el español.
3.–CRÍTICA Y SÍNTESIS DE LA TIPOLOGÍA PROPUESTA
Por lo anterior podemos sintetizar la situación como sigue:
(a) Los estudios textuales de la escuela lingüística española no estudian la traducción per se, como una finalidad en sí misma, sino como un instrumento de conocimiento de los textos publicados y vehiculados en cada época histórica del español y del portugués, como corresponde a sus planteamientos teóricos (inducción, positivismo, historicismo, búsqueda de la fidelidad e infidelidad textual, etc.). Se trata de estudios propiamente filológicos, especialmente diacrónicos e interesados solo subsidiariamente en la
traducción.
b) Los estudios comparativos tienen una finalidad especialmente pedagógica: pretenden una mejora en el aprendizaje, sobre todo del español, por parte de los luso hablantes. Por tanto, si bien aportan información relevante sobre la gramática de estas dos lenguas, sus planteamientos no tienen por qué ser siempre de interés a la hora de resolver muchos de los problemas de traducción, actividad que parece requerir un aprendizaje específico también entre lenguas tan emparentadas genética y tipológicamente. Dicho de otro modo, son trabajos que buscan, a la postre, una
competencia comunicativa en la lengua extranjera, que puede ser oral y escrituraria, pero no tienen por objetivo una competencia traductora en la lengua materna respecto a los textos de una lengua extranjera. No obstante, y de modo paralelo al lingüista que conoce la gramática de una lengua sin tener competencia para hablarla, el traductor puede, perfectamente, ser inexperto en el uso de la lengua que traduce, pero debe ser un excelente conocedor de su gramática, y, desde luego, de la gramática de su propia lengua. A pesar de ello, estos estudios son de gran ayuda porque pueden incidir en los aspectos más problemáticos de la diferenciación entre las lenguas románicas. Son
trabajos correlativos a los que apunta Ettinger (1980-1986) para la descripción de la semántica léxica del portugués frente a la del alemán, en la perspectiva de la semántica estructural europea, y Jean (1988) para el francés frente al español, o Lorenzo (1991) y Dittami (1998) para el italiano frente al español, o Payán Sotomayor (1994) para el italiano, el francés y el español, entre sí, o Elamane (1992), que intenta (generalizando, tal vez, en exceso) sistematizar problemas de traducción entre parejas de lenguas cercanas y parejas de lenguas diferentes, entre otros, desde una perspectiva descriptiva (falsos amigos, calcos, préstamos, traducción literal, "hipnosis de la lengua original", etc.).
(c) Los estudios sobre la obra específica de diversos traductores son útiles, al menos, desde dos puntos de vista: 1.-En primer lugar, proporcionan información contrastada sobre la historia de la traducción, tanto en los países hispanohablantes como en los luso hablantes. 2.-En segundo término, son interesantes en la medida en que sus autores muestran soluciones desacertadas, esto es, suelen ser de sumo interés como muestra del no deber ser de la traducción español-portugués. Pero dado que las posibilidades de desacierto en la traducción son tantas o más que las de acierto, de acuerdo con la siempre variable competencia del traductor y el carácter parafrástico de las gramáticas de las lenguas naturales, su información no nos enseña mucho sobre cómo hacerlo, sino
más bien, sobre cómo no hacerlo. En traducción, sin duda, hay muchas maneras de hacerlo mal, pero, a pesar de lo que pueda parecer, el problema entre español y portugués es, en cambio, que suele haber varias maneras de hacerlo bien. En suma, estos estudios aportan información en negativo sobre la práctica traductora efectuada entre el español y el portugués. Son una suerte de patología de la traducción (Krzeszowski, 1990) que dice relativamente poco del estado que pudiéramos llamar saludable de las lenguas en contraste. Se trata de estudios direccionales (no verticales), puesto que parten de una lengua para llegar a las correspondencias adecuadas en la otra, pasando por la crítica de las soluciones erradas de los traductores, pero sin el fundamento de un criterio explícito, coherente y positivo de comparación (el llamado en lingüística contrastiva tertium comparationis), lo cual no significa que tal criterio no exista, sino que se da por supuesto junto con la teoría que subyace a la descripción misma. A lo sumo, nos dan una idea cabal del conocimiento de los traductores sobre la L2, sobre la L1 y sobre su escasa competencia para la resolución de problemas lingüísticos y culturales de traducción (en un sentido amplio). En realidad, estos estudios han heredado el carácter positivista de la escuela lingüística española desde el momento en que cotejan textos sistemáticamente, pero divergen de dicha escuela en que no lo hacen con la mera
actitud del "esto-es-lo-que-hay", sino con la pretensión trascendente del "esto-es-lo-que-hay" más la conclusión "pero-no-debería". También divergen del positivismo tradicional en que no dudan en emplear el metalenguaje propio del estructuralismo europeo en las descripciones de traducción/ texto original y en que adoptan, predominantemente, una perspectiva sincrónica para la descripción.
(d) Los estudios propiamente pedagógicos sobre la enseñanza del español para luso hablantes tienen, por lo general, las limitaciones propias del método del análisis de errores (AE), esto es, son básicamente descriptivos, no suponen casi nunca un seguimiento cronológico de la interlingua de los aprendices (Nickel, 1998) y tienen como finalidad principal el aportar información sistemática sobre lo que no se asimila bien por parte del aprendiz. En cambio, la información que proporciona puede mejorar la metodología de la enseñanza a posteriori, esto es, su valor radica en el carácter
didáctico de sus conclusiones. No obstante, no dicen mucho sobre la competencia de una habilidad específica como es la traducción: suelen incidir más en la competencia comunicativa oral y escrita en/de la L2. Este es también el caso, en el fondo, de algunas gramáticas descriptivas "clásicas" del portugués, como la de Vázquez Cuesta & Mendes da Luz (1971/1987), y, en mucho menor grado, Cegalla (1995). En todo caso, tampoco analizan la traducción como un fin en sí mismo, sino como una actividad vicaria y subsidiaria del aprendizaje del español para luso-hablantes y, en menor medida, del portugués para hispano-hablantes (Martínez Soler, 1997). Son, sobre todo, trabajos
descriptivos, pedagógicos y se refieren al estado actual de la gramática de las lenguas consideradas, al tiempo que tienen como modelo de la comparación alguna de las normas predominantes de las lenguas correspondientes, aunque no suelan especificarlo.
A modo de resumen, tenemos lo siguiente:
a).-Estudios histórico-filológicos: diacrónicos, interesados por la gramática histórica y la historia cultural, descriptivos, donde las traducciones históricamente elaboradas permiten cotejar los textos y, secundariamente, criticar la fidelidad o infidelidad al texto de los traductores medievales o clásicos.
b)- c).-Estudios lingüístico-contrastivos: sincrónicos, descriptivos, selectivos, de inspiración estructural, que buscan el contraste sin finalidad pedagógica o donde el análisis parcial de las traducciones modernas elaboradas permite, sobre todo, criticar la escasa competencia de los traductores (patología de la traducción).
d).-Estudios y materiales para la enseñanza y el aprendizaje de la L2: sincrónicos,
descriptivos, selectivos, didácticos, asistemáticos. En ellos la práctica de la traducción se concibe como una habilidad vicaria para mejorar la competencia comunicativa a través del contraste de lenguas mediante textos empleados ad hoc. Lo común salta a la vista: a) La traducción no es, generalmente, actividad considerada por sí misma; b) Su abordaje es ecléctico; c) Los problemas que plantea están atomizados y localizados
en cada investigación; d) Su tratamiento depende del desarrollo coyuntural de la lingüística contrastiva (escasamente desarrollada hasta ahora entre el español y el portugués), de la pedagogía de las lenguas (solo parcialmente desarrollada, y más en Brasil que en Portugal y España), del análisis dinámico de la interlingua de los aprendices (apenas esbozado) y del análisis estático de las traducciones efectuadas. A lo anterior cabe añadir otra asimetría evidente: e) Solo parece interesar la traducción del español al portugués como instrumento pedagógico, y del portugués al español
como fuente de crítica (negativa) de las traducciones publicadas (especialmente de las literarias).

4. –CONCLUSIONES Y PERSPECTIVAS

De lo dicho cabe deducir que no existe un gran número de obras coherentes y
sistemáticas sobre la traducción E/P y P/E que aúnen requisitos de descripción de lenguas, lingüística contrastiva, enseñanza del español y del portugués y aprendizaje de la traducción per se entre las dos lenguas románicas más habladas y más parecidas. Sin duda el profesor y excelente traductor de grandes escritores en lengua portuguesa Basilio Losada (traductor de muchas obras de J. Amado, J. Saramago, J. de Sena, etc.) acierta de lleno al afirmar que nuestras culturas se dan una espalda compartida, como la de los siameses que nacen y crecen unidos (1998), pero sin verse las caras. Tal
situación no se aviene con la necesidad imperiosa de abordar el estudio comparado de ambas lenguas, necesidad derivada de realidades económicas e históricas cada vez más acuciantes (en la actualidad, en Brasil, se buscan miles de nuevos profesores de español para brasileños). Tanto o más que las culturas respectivas, estas dos lenguas que las vehiculan también se han dado la espalda. ¿Cómo se debería afrontar una obra semejante? Tampoco tenemos una obra teórica satisfactoria que dé cuenta de la complejidad de la traducción general a finales del XX, dado que se trata de una seudociencia sin paradigma predominante, a veces solo una metodología, hasta el punto de que se suele llegar a cifrar todo, erróneamente, en un problema de culturas (Bueno García, 1998). Ante esta situación el profesor de traducción se ve obligado a ser especialmente ecléctico.
Este eclecticismo no es exclusivo, en absoluto, de la traducción, sino que también es
característico de la enseñanza y el aprendizaje de las lenguas a fines de siglo (Cuenca, 1993; Cuenca (ed.) 1994; James, 1995; Muñoz Martín, 1997), en el seno de ese melting pot que es el panorama de la lingüística aplicada en nuestra época. No obstante, no es razonable renunciar a la lingüística contrastiva (y, menos aún, de la lingüística general, que debe ser su fundamento) en el aprendizaje de la traducción, aunque esto no sea, sin duda, suficiente (Widdowson, 1995, Llobera, 1995; Cartagena, 1994). Por lo que precede, parece que la enseñanza de las lenguas, en este caso español-portugués y portugués-español, debería incluir las siguientes etapas, por orden de
importancia:
A.–Etapas de la enseñanza/aprendizaje de la L2 (E/P y P/E):

a) Estudio contrastivo sistemático, de carácter descriptivo, entre las lenguas.
b) Adquisición de una cierta competencia comunicativa elevada en la L2.
c) Empleo de la práctica tutorizada de la traducción a la L2.
d) Uso de la práctica eventual de la traducción inversa, desde L1 a L2.
e) Sistematización de los errores orales y escritos más frecuentes, cuyo conocimiento
suponga un feedback de contraste para la elaboración de prácticas más adecuadas.
f) Evaluación del interlenguaje mediante estudios temporales de errores.
Lo anterior es evidentemente válido si el objetivo es la ampliación de la competencia
comunicativa general, pero no tanto si la finalidad es la ampliación de la habilidad específica de la traducción. Si lo pretendido es esto último, la prelación se podría establecer como sigue:

B.–Etapas de la enseñanza/aprendizaje de la traducción (E/P y P/E):

a) Estudio contrastivo sistemático de las lenguas.
b) Práctica sistemática de la traducción desde la L2 a la L1.
c) Sistematización de los errores más frecuentes de traducción.
d) Evaluación continua de la "Interlengua" traductora.
Como se observa, la finalidad debe determinar el proceder en el aprendizaje de la traducción como habilidad específica, y solo parcialmente, dicho proceder ha de coincidir con el aprendizaje general de una L2, que, no obstante, se presupone simultáneo. También debe repararse en el hecho de que no se ha incluido aquí ninguna teoría general prevalente sobre la traducción, antes bien, la perspectiva que preferimos tiende a una visión "natural" de la traducción: un proceder cognitivo interactivo para la
resolución de problemas específicos entre códigos lingüísticos y sus bagajes culturales respectivos en la infinidad de situaciones comunicativas posibles entre los humanos.
Hay que considerar que la traducción puede, al menos, conceptuarse como (a) una actividad intelectual compleja cuyo desarrollo y mejoramiento puede ser sometido a la teoría y a la práctica si considerada en sí misma, una suerte de "energía", como quería Humboldt (Hernández Sacristán, 1996); (b) una habilidad integrada en el conjunto de habilidades que favorecen el aprendizaje de las LL2. Se cree que, puesto que la mayor parte de los estudiantes de español que hay en Brasil tienen como finalidad alcanzar un alto grado de competencia comunicativa general del español, la traducción, tanto directa como inversa, debe ser empleada, especialmente, como una práctica sistemática que facilite la mejora de la conciencia lingüística contrastiva de los lusohablantes. Es notorio que, al emplear dicha técnica, volvemos, en parte, al método tradicional gramática traducción, tan denostado por parte de los especialistas en la enseñanza y el aprendizaje de las lenguas durante las últimas décadas del siglo que termina (en especial por su particular relación con el aprendizaje, que no competencia comunicativa, de las lenguas clásicas).
A finales del XX, los estudios sobre la traducción entre estas dos lenguas románicas (las de mayor afinidad estructural) siguen teniendo las características (y las limitaciones) del positivismo de la escuela lingüística española, de la gramática tradicional para la
enseñanza de las lenguas extranjeras y del estructuralismo europeo y americano
imperante desde los años 30 y desarrollado por Hjelsmlev, Alarcos y Coseriu, especialmente, en último término durante las décadas de los años 60 a 90. De hecho, se siguen publicando trabajos en estos tres frentes, y, muchas veces, en dos o tres a un tiempo. Por lo general, un mismo estudio se inspira tanto en el positivismo (estudio de los datos textuales, búsqueda evaluativa de las soluciones de traducción, crítica del traductor), como en el estructuralismo europeo (análisis de las estructuras lingüísticas funcionales en sus sistemas comparados), sobre todo en el plano del léxico y en particular, en el "lenguaje repetido". El resultado es muy ecléctico, sobre todo si, además, empleamos el método gramática-traducción, por un lado, y, además, reforzamos el aprendizaje (o eso se intenta, al menos) mediante los patterns del
estructuralismo americano de Bloomfield a partir de los errores en el aprendizaje que demuestran los textos producidos por los aprendices.
No conocemos trabajo alguno de carácter generativo-transformacional ni cognitivo que haya escogido como objeto de estudio la cercanía indudable entre estas dos lenguas románicas en relación con su aprendizaje ni con su traducción. No hay, por tanto, un análisis conjunto del español y del portugués en términos de principios y parámetros (y, menos aún, según el programa minimalista) con estas finalidades, por más que haya sido propuesto aquel marco teórico en lo relativo a aspectos parciales de la gramática del portugués, como el análisis del sujeto nulo, del infinitivo flexionado o pessoal y de los clíticos nominativos, no sin dificultades de generalización a otros idiomas, incluso tan cercanos como el español (Brito, 1995). Hay algunos estudios postestructuralistas acordes con la teoría Rección y Ligamiento (Chomsky, 1981), sobre las categorías vacías en posición de objeto en el portugués de Brasil (Kato, 1993; Roberts & Kato,
1993; Lucchesi & Lobo, 1995), trabajos que, según creemos, resultarían muy útiles para la evitación de un error recurrente de traducción por parte de los luso-hablantes brasileños, y que consiste en eliminar, sistemáticamente, los pronombres foricos imprescindibles en español, allí donde el portugués de Brasil prescinde de ellos, creando una categoría vacía (Pedro disse sobre Maria que Luiz viu na festa/*Pedro dijo de María que Luiz vio en la fiesta). Para terminar, tampoco ha llegado hasta nosotros ningún estudio útil a la enseñanza de la traducción ESP/PT ni PT/ESP en términos de "teoría de los prototipos", al contrario de lo propuesto por Cuenca (1993; 1994) para el aprendizaje de ciertos aspectos gramaticales del catalán por parte de los castellano-hablantes en España.
Desde luego, no ha sido dicha ni una sola palabra, que sepamos, sobre cómo dichas teorías podrían, si fuera el caso, abordar problemas específicos de traducción español-portugués. De hecho, los estudios reseñados son propios de la lingüística general y en ningún momento plantean cuestiones sobre cómo abordar la divergencia gramatical en términos de traducción (Gauger, 1994).
Por supuesto, no toda divergencia gramatical entre dos lenguas supone un problema de traducción. Por ejemplo, el portugués crea frases condicionales, temporales y modales con infinitivo allí donde el español exige oraciones temporales, condicionales y modales con verbo flexionado. Es de interés para la lingüística general estudiar las condiciones de aparición de estas estructuras. Es de interés para la lingüística contrastiva dar cuenta de la divergencia en términos teóricos. No importa mucho para la enseñanza de la traducción del portugués al español porque la versión en la otra lengua es, simplemente, automática y nada conflictiva. Importa en la enseñanza de la traducción del español al
portugués solo en la medida en que pueda ser fuente de error estructural. No obstante, estamos seguros de que los análisis lingüísticos proporcionan informaciones que deben considerarse necesarias para la resolución de este tipo de problemas.
La prevención ante la teoría lingüística, si llevada a su extremo, no puede sino
empobrecer el panorama de estudios sobre la traducción. Más de dos milenios de reflexión gramatical no deben ser marginados de un plumazo. Que yo sepa, los lingüistas son producto de su época histórica de análisis sobre su objeto, y actualmente no son insensibles a la función de intercambio de los códigos en su uso vital. Cualquier estudio sobre la traducción que adopte versiones no integradas de la reflexión gramatical moderna está despreciando un trabajo intelectual de primer orden sobre el
funcionamiento del lenguaje, y, por consiguiente, de las lenguas naturales. Tampoco creemos que la lingüística deba ser arrinconada por no responder a las expectativas de la traducción. Más bien la traducción ha de aprovecharse de la práctica milenaria de la reflexión gramatical en todo aquello que pueda dar respuesta a sus interrogantes. En definitiva, lo que se debería buscar es la botella "medio llena" de la lingüística en relación con la traducción, antes que la "medio vacía". Lo anterior supone reconocer algo obvio: la lingüística no ha alcanzado el estatus de disciplina científica que
pretendía desde casi su constitución, lo cual no significa que no haya servido para nada. La traducción surge, históricamente, como una actividad lingüística necesaria para el intercambio humano, y teóricamente, como una reflexión entre mundos divergentes, el mundo verbal, el mundo social y el mundo real, articulados mediante códigos de difícil conmensurabilidad. Precisamente la búsqueda de la conmensurabilidad de los códigos en su uso y en su desarrollo es una tarea prioritaria de la lingüística moderna. En su seno, corresponde a la lingüística contrastiva el desarrollar criterios generales y específicos de comparación (Krzeszowski, 1991).
En general, no es descabellado plantear que la enorme cercanía estructural entre español y portugués los haga susceptibles de un análisis contrastivo en términos casi "dialectales" o "locales" (es decir, con escasa distancia paramétrica entre las soluciones lingüísticas respectivas), al contrario que el contraste de lenguas muy alejadas, más afín a análisis de índole "tipológica" (López García, 1998). Lo cual no siempre es una ventaja para el traductor. En el plano práctico, de hecho, y al contrario de lo que sucede con el francés, el inglés, o el alemán, por ejemplo, no existe, hoy en día, un manual de traducción publicado en España entre el español y el portugués, obra que, sin duda, habría de sistematizar pragmáticamente lo que sabemos sobre las dificultades habituales que la traducción de los textos (Coseriu, 1995) plantea entre estas dos lenguas (con un cierto carácter selectivo, instrumental y "recetario", si se prefiere), y aun sobre otros muchos aspectos de sus gramáticas manifestadas textual y conversacionalmente, menos conocidas de lo que parece, que todavía no han sido contemplados.
Tal vez una obra de estas características evitara, en alguna medida, que se publicaran
traducciones (especialmente del portugués al español), que solo demuestran a) un alto grado de intrusismo profesional, por parte de aficionados; b) un escaso conocimiento gramatical del portugués y del español; y c) una escasa o nula competencia traductora, como resultado inevitable de a) y de b). Es de desear que aquí, como en otros muchos campos de la traducción, la lingüística teórica, por un lado, y la lingüística contrastiva, por otra parte, sean capaces de aportar una sistematización racional de las diferencias en todos los planos del significado intralingüístico manifestable en ambas lenguas para el intercambio comunicativo, trabajo que no podría sino redundar en beneficio de aquellos que se interesen por la traducción entre estos dos idiomas tan parecidos lingüísticamente y tan alejados culturalmente.


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EL CAMINO A VIRGINIA WOOLF





07.10.2012 | La argentina Irene Chikiar Bauer exploró la huidiza personalidad de quien creó "Orlando" y "Al faro", no para diseccionar su personalidad, sino para ponerla a la vista como un argumento más. El resultado es un libro monumental.
Irene Chikiar Bauer precisa "ella (Virginia Woolf) teorizó acerca de la biografía -"cada generación tiene que volver a contar las cosas"-, lo que me dio pautas de escritura; porque sostiene que una biografía es la transcripción fidedigna de una personalidad y que eso está formado por los hechos (que tiene la solidez del granito) y la personalidad (que tiene algo de lo sutil del arco iris). Desde ahí me desafía".

"De joven ya había leído algunos de sus libros, como "Un cuarto propio", y me llamaba la atención que esa novela escrita en 1929 tuviera resonancias en alguien de veinte -considera-. A mi generación ese libro le seguía diciendo cosas acerca de la condición de la mujer, de la mujer y el trabajo y de la mujer y la literatura".

Siguiendo el itinerario que la condujo a escribir esta monumental biografía -más de novecientas páginas editadas por Taurus-, Chikiar Bauer cuenta que en una librería encontró ""una oferta de un libro que hablaba de la relación de la escritora con su hermana Vanessa"".

VOLVER A LEER

"Me interesó tanto que me hizo volver a sus libros y quise revisar todo, la biografía del sobrino (Quentin Bell) y un texto sobre los últimos años de su vida. Y sus textos autobiográficos, agrupados en un volumen, sus diarios y sus cartas", enumera.

Todo esto la llevó a "una visión propia", acerca de lo que quería transmitir y empezó a escribir ""sin imaginar que iba a ser una cosa tan monumental. La idea de la cronología surge cuando a partir de la muerte del padre, ella ya tiene mucha correspondencia escrita rescatada por su amiga Violet Dickinson, que le tenía mucha fe. Pensaba que iba a hacer una genia y tenía razón".

La primera parte del libro abarca los ancestros y la familia -que la marcan mucho- y luego, debido a la cantidad de material (cinco diarios personales, más un tomo del diario de juventud y seis de cartas) "el desafío fue contar las cosas que cambiaban más que las cosas que sucedían", define.

Jugando con las entrelíneas de todos los textos autobiográficos y la propia obra de Virginia, de alguien que no quiso ser autorreferencial -porque igual se podía hablar de lo que nos pasaba, decía- se arma el libro (que cuenta con un álbum de fotos) pergeñado por la autora de ensayos literarios sobre San Juan de la Cruz, Julio Cortázar, Felisberto Hernández y Juan L. Ortiz.

Después de la muerte de su padre (1904), un hecho determinante y que da fin a la primera parte de la biografía, se muda en poco tiempo a Bloomsbury y comienza una vida independiente.

AÑO POR AÑO

Cada capítulo sigue año a año su vida desde que se va a vivir con sus hermanos Vanessa, Thoby y Adrian (hijos de Leslie Stephen y Julia Duckworth) y sus medio hermanos George (quien tuvo actitudes abusivas con ella) y Gerald, hijos de un anterior matrimonio de su madre. Y posteriormente su casamiento con Leonard Woolf y su intensa relación con Vita Sackville Sacks.

"Cuando fallece Thoby es algo terrible, porque todavía representaba la tradición patriarcal, y las hermanas (Virginia y Vanessa) quedan libres, con mucha vocación de libertad. Se mudan de barrio y dejan atrás la era victoriana", apunta la biógrafa.

A la gran riqueza documental sobre su vida, se suma el mito, la figura icónica acerca de ella. "La famosa foto de perfil -una de las más vendidas en la National Portrait Gallery de Londres-, mucha gente que no la leyó sabe quién es y a esto se agrega un verdadero hito: la obra "Quién le teme a Virginia Woolf" de enorme popularidad", dice.

"También leí para este trabajo la autobiografía de su marido Leonard Woolf, que son cinco tomos, muy interesantes. El comienza publicando novelas, y después se dedica a la política y a la editorial que fundan los dos (Hogarth Press) y da un paso al costado para ocuparse de la literatura de Virginia", deslizó.

GRANDES CRISIS

El libro no elude las crisis depresivas de la escritora que la llevaron a ahogarse voluntariamente en el río Ouse, cerca de Monk"s House, el 28 de marzo de 1941. Crisis que están presentes en sus obras; en "La señora Dalloway" "hay un personaje que tiene alucinaciones, tratado por los médicos de forma coercitiva y se termina matando".

El tema de la sexualidad, analiza la autora, "no está explícito en ninguna obra, pero está presente también en todas como en "Fin de viaje", "La señora...", "Un cuarto propio" o "Noche y día".

"A pesar de las dos guerras mundiales -la primera dejó una marca muy fuerte en la pareja-, de pertenecer a un grupo con ideas pacifistas y de pensar que los alemanes iban a invadir Inglaterra, los Woolf nunca dejaron de ir a las librerías, los museos, de hacer su vida", comenta la biógrafa.

La finalidad del libro, resume, "fue integrar todo el rompecabezas que había reunido pero sin fijarla nunca, tratando de conocer a Virginia como uno se puede conocer a sí mismo, no del todo".

"La vida es el desafío de intentar conocernos y conocer a los demás sin encasillamientos. Me impactó su vitalidad, la capacidad de trabajo y el gran disfrute tanto de su ciudad como del campo".

"Virginia no estuvo nunca en una torre de cristal, estaba preocupada por lo social y la problemática de la mujer, tuvo crisis psiquiátricas aunque las superó y en ese sentido es un ejemplo en su intención de no querer fijar la verdad, ver las perspectivas múltiples y las distintas visiones de las situaciones... y el humor. Para mí es una maestra", finaliza.

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