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domingo, 8 de outubro de 2017

DRAE

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CreditRachel Levit
AMHERST, Massachusetts — Haga usted un experimento: busque una palabra no solamente en un diccionario, sino en muchos distintos. Lo que hallará lo sorprenderá.
Yo mismo lo hice hace poco. Le seguí la pista a la palabra mujer, que —no hace falta decir— está sobrecargada de significado. Desarrollé este experimento en orden regresivo, del diccionario más usado en la actualidad al más polvoriento.
Primero fui al Diccionario de la Lengua Española, que es algo así como un instrumento evangelizador en el mundo hispánico. La edición a la que acudí es de 2001. Dice, entre otras cosas, que mujer es una “persona del sexo femenino”.
Hoy esta definición parecerá sensata a la mayor parte de los usuarios. Se ajusta más o menos a los lineamientos culturales de nuestra sociedad. Pero hay quien se siente incómodo y tengo prueba de ello. Hace unos días se la mostré a un grupo de estudiantes de entre 18 a 22 años. Casi todos estaban inconformes. Propusieron una definición alternativa: “Persona que por sí misma se identifica con el sexo femenino”. Argumentaron que en el presente entendemos la sexualidad como un atributo biológico y también como una dimensión cultural. Uno no nace mujer sino se hace o elige serlo. Es decir, el sexo es una construcción social. Las personas transgénero optan por pertenecer a un sexo u otro.
Esa actitud es muestra de cómo los diccionarios están atrapados irremediablemente en su época. En sus páginas cabe toda la lengua. Vamos a ellos en busca de exactitud. Pero la exactitud de ahora es la inexactitud de mañana. Las expresiones que nos ofrecen son de quienes las hacen y, como anunciaba José Ortega y Gasset, cada uno de nosotros es en sí mismo y en su circunstancia. No es improbable que en la próxima edición del DLE se introduzcan cambios, no importa cuán sutiles sean.
Mi aventura me llevó a otros diccionarios. El Breve diccionario crítico etimológico del español (edición revisada de 1991), de Joan Corominas, dice que mujer viene del latín mulier y da estos derivados: mujercilla, mujerzuela, mujeriego, mujerío, mujerona y mujeruca. La lista da miedo.
María Moliner, una de mis heroínas (por cierto, esta palabra está en vías de extinción) que hasta donde entiendo es la única mujer que por cuenta propia se ha encargado de compilar un diccionario entero (salió en 1962) en castellano, y cuyo interés estaba en los usos que hacemos de las palabras, dice, otra vez entre otras cosas, que ¡Mujer! (Moliner envuelve la palabra entre signos de puntuación) es un “vocativo empleado en exclamaciones en lenguaje familiar, dirigiéndose a niñas o mujeres a las que no se les trata con respeto”. Da varios ejemplos, entre ellos: “¡Mujer… qué cosas dices (ve con más cuidado, …no digas esas cosas, …no quería decir eso, …acompáñame a casa)!”.
Moliner empezó a recopilar palabras en la segunda mitad de los cuarenta, un par de décadas antes de la así llamada “segunda ola feminista”. Ya para entonces ella compartía algunos de los manifiestos de esa ola. Su amigo Dámaso Alonso la impulsó a convertir su pasión en un libro que fuera útil a los demás. Ella silenciosamente insertó en sus definiciones un rechazo a las normas aceptadas de su contexto. Lo hizo sin propuestas aparatosas. Así, poco a poco y desde la sombra, es como trabajan los lexicógrafos. Su impacto es enorme porque establece los parámetros del conocimiento.
Hoy el de Moliner se conoce como Diccionario de uso del español. La edición que tengo en mi biblioteca personal ofrece una lista de variantes del uso de la palabra mujer. Por ejemplo, “mujer de la calle”, “mujer pública”, “mujer fatal”, “mujer objeto” y “de mujer a mujer”. Estas variantes dan muestra de la dosis de subjetividad que inyectamos en la palabra. Reconocer su veracidad es comprobar que hay pocas palabras neutrales.
Seguí luego en mi búsqueda con el Diccionario de autoridades, que fue hecho entre 1726 y 1739. Este lexicón sirvió de base en la redacción del Diccionario de la Lengua Española. El de Autoridades anuncia que muger (hasta el siglo XIX la palabra se escribía con g) “se entiende regularmente a la que está casada con relación al marido”. Dice que muger de la casa es “la que tiene gobierno y disposición para mandar y ejecutar las cosas que le pertenecen y cuida de su hacienda y familia con mucha exactitud y diligencia”. El mensaje es inconfundible: la mujer es esposa y regente doméstica.
De allí, lo que encontré fue, como decía Cantinflas, “de mal en pior”. El primer diccionario importante en nuestra lengua es el Tesoro de la lengua castellana o española, de Sebastián de Covarrubias, que fue auspiciado por el Santo Oficio de la Inquisición y apareció en 1611. Esta es una fecha importante porque está entre la aparición de la primera y la segunda parte del Quijote, la obra cumbre de la hispanidad renacentista. Allí hallé un párrafo largo y laberíntico que no alcanza a compactarse. Entre otras cosas —y aunque usted no lo crea— dice que muger es “tormento de la casa, naufragio del hombre, embarazo del sosiego, cautiverio de la vida, daño continuo, disfrazado veneno y mal necesario”.
Más que una definición, la de Covarrubias es un exabrupto misógino. Claro que en su época la actitud general ante las mujeres era la de verlas y tratarlas como seres inferiores. Hacia 1680, unos setenta años después, sor Juana Inés de La Cruz, la monja poeta, escribía en México sobre los “hombres necios que acusáis a la mujer sin razón, sin ver que sois la ocasión de lo mismo que culpáis”.
Mi experimento fue a la vez asombroso y revelador. Los diccionarios son depósitos de la memoria colectiva. Un recorrido a través de ellos es un viaje en el tiempo. Sirve para percatarse de que las palabras que usamos a diario son más que meros vocablos. Guardan secretos históricos. Este ir y venir me hizo pensar en la “Oda al diccionario” de Pablo Neruda, acaso uno de los poemas más hermosos que conozco:
Diccionario, no eres tumba, sepulcro, féretro, túmulo, mausoleo,
sino preservación, fuego escondido, plantación de rubíes, perpetuidad viviente de la esencia, granero del idioma.

LA ESQUINA DEL IDIOMA

Piedad Villavicencio Bellolio

La pronunciación de magíster es [majíster]
La palabra magíster se emplea con el sentido de ‘título de posgrado inmediatamente inferior al de doctor’.
En español se escribe con tilde porque es palabra grave terminada en ere. Su pronunciación es [majíster], no [majistér], [mayíster] ni [mayistér].
Con respecto a su abreviatura, dependiendo del método que se use, esta puede tener varias formas:
Método 1: Por truncamiento o eliminación de las últimas letras o sílabas finales de la palabra. En este caso la abreviatura no debe terminar en vocal. Ejemplo: De asociación resulta asoc. pero no aso.
Método 2: Por contracción o supresión de los grafemas centrales de la palabra hasta dejar las sílabas o letras más significativas. En este procedimiento se conservan las letras o sílabas iniciales y finales. Ejemplos: De vicealmirante queda Valmte.
Como abreviaturas de magíster son apropiadas las formas Mag. (que se ajusta al método 1), Mgtr. y Mtr. (que se encasillan en el método 2).
Además de esto, hay que tener presente que van con mayúscula inicial las abreviaturas de nombres propios, títulos académicos y las fórmulas de tratamiento en general; mientras que las abreviaturas de nombres comunes se escriben con minúscula.
Buche y pluma
La forma más usual es buchipluma. Se emplea en el lenguaje espontáneo y dependiendo de la intención comunicativa puede transmitir matices peyorativos.
Se usa para referirse a una persona que no es lo que aparenta ser o que no cumple lo que promete. Asimismo tiene el sentido de ‘insignificante o sin valor’. En sí, un buchipluma es un ‘fanfarrón’. Ejemplo: Su novio resultó ser un buchipluma. Suele aplicarse también a cosas. Ejemplo: Esa llanta reencauchada fue buchipluma: se rompió al pasar el primer bache. (F)
FUENTES:
Diccionario de la lengua española (2014), Ortografía de la lengua española (2010) y Diccionario panhispánico de dudas (2005), de la Real Academia Española y la Asociación de Academias de la Lengua Española.

HUMOR

Diccionario empresariés-español

¿Qué diferencia hay entre una incubadora de empresas y un 'coworking'? 

En el 'coworking' le tienes que pedir la clave de la wifi al barista


Steve Castle, el tipo de los 80, de 'Futurama'
Steve Castle, el tipo de los 80, de 'Futurama'
El mundo de la empresa es innovador hasta el punto de que cada día surgen términos nuevos para explicar las acciones y estrategias de las compañías, y también para que los consultores y asesores puedan alimentar a sus hijos. Explicamos algunos de los términos más utilizados, para contribuir así a que el capitalismo siga destrozando la lengua española.
Agendar. Chequear la agenda para writear down los appointments.
Análisis DAFO. Estudio de las debilidades, amenazas, fortalezas y oportunidades, que se lleva a cabo con el objetivo de darle la razón al director general, admirar la estrategia del consejero delegado y alabar la capacidad de visión del presidente.
Benchmarking. Proceso de evaluación de productos, servicios y procedimientos de trabajo, que se lleva a cabo con el objetivo echarle la culpa de todo a García, de contabilidad; a Fernández, de calidad, y/o a Martínez, de ventas.
Business angel. Empresario que pasa por la crisis de los 40 y que no tiene suficiente con el descapotable y los gintonics de 15 euros. O, como en la serie de Netflix Ozark, que necesita blanquear dinero.
Competencia. Ladrones de ideas que han conseguido llevarlas a cabo antes y peor, haciéndose con una cuota de mercado que no les corresponde. Seguro que tienen enchufe en el ministerio. Además, uno de los socios estuvo ya en esa otra empresa que quebró. Unos mafiosos.
Coworking. Starbucks.
Eficiencia. Relación entre recursos utilizados y la cantidad de recursos estimados. Para hacer una estimación adecuada hay que tener en cuenta que cada aportación de un directivo retrasa cada proyecto una media de seis horas.
Emprendedor/a. 1. Traducción incorrecta de entrepreneur, que significa empresario. Esta palabra se usa para dotar a la actividad de connotaciones positivas: nuevos proyectos, ideas ilusionantes, compañías modernas, nombres que no significan nada, dinero de los padres para desarrollar una app, etcétera. 2. Autónomo.
Estrategia. Lo primero que se le ocurre al consejero delegado mientras desayuna en casa a las once y cuarto.
Expediente de regulación de empleo. Proceso mediante el que el empresario intenta convencer a todo el mundo de que está completamente arruinado y no puede pagar los sueldos de sus trabajadores, por lo que se ve obligado a cerrar la empresa y abrir otra exactamente igual dos semanas más tarde. Eso sí, el logo es diferente.
Horario flexible. Las empresas modernas son conscientes de que hay que trabajar por objetivos, por lo que calentar la silla no tiene ningún sentido. Por este motivo, se puede llegar a la oficina entre las 8:30 y las 9:15, y salir entre las 18:00 y el 12 de marzo de 2027.
Incubadora de empresas. Oficinas baratas.
Innovación y desarrollo. Actividad que consiste en darse cuenta por casualidad de algo que está haciendo la competencia y encargarle un informe al becario. Olvidar el informe durante ocho meses. Recordarlo. Pedirle a otro becario que lo actualice. Volverlo a olvidar. Cinco meses más tarde, abroncar a un tercer becario por no haber comenzado la implantación.
Motivar. Convencer a un empleado de que no necesita un aumento de sueldo.
Objetivos estratégicos. Objetivos a largo plazo, es decir, sin ninguna importancia.
Oportunidades. Lo que está haciendo la competencia.
Plan de empresa o Business plan. Informe en el que se detalla todo el dinero que se va a ganar en los primeros cinco años de trabajo. Tras las primeras tres semanas, se guarda en un cajón y se olvida, para evitar así deprimirse y prender fuego al edificio.
Proactivo/a. Empleado que trabaja sin molestar.
Productividad. Medida de rendimiento cuya unidad es el trabajador alemán. Un trabajador alemán equivale a 1,3 trabajadores españoles, a 9 consejeros delegados, a 17 emprendedores o a 268 diputados.
Proyecto ilusionante. Descripción habitual en ofertas de trabajo en busca de becarios o para puestos de empleo muy mal pagados.
Reestructuración. Remodelación de la empresa, ajustando la organización de las áreas y el número de empleados que trabajan en cada una de ellas. El objetivo es ahorrar dinero, despidiendo a empleados si es necesario, todo ello sin tocar el sueldo de los directivos.
Ronda de financiación. Dinero a repartir.
Salida a bolsa. Más dinero a repartir. En ocasiones ha terminado con una entrada en prisión.
Sinergias. Colaboración entre dos o más empresas (por ejemplo, tras una fusión) con el objetivo de despedir a empleados.
Visión. Resumen de los valores y objetivos de la empresa. Se escogen al azar de una lista de términos como innovación, servicio, crecimiento, atención, creatividad, calidad, etcétera.
Fonte: https://verne.elpais.com/verne/2017/09/14/articulo/1505399764_092878.html

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