Al igual que ocurre con otros prefijos, super- se une en la escritura a la palabra a la que afecta. Por otra parte, el resultado es, en este caso, una voz aguda acabada en ene, por lo que le corresponde la tilde, incluso si bien va sin ella cuando se emplea de modo independiente; es decir, se trata de una situación similar a antigás, macroplán o semidiós. También se escribe unido supermal, que carece de tilde por ser aguda y acabar en una consonante distinta de ene y ese. |