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terça-feira, 28 de abril de 2015

CÓMO SER UN (BUEN) ESCRITOR


El filólogo, autor y editor Luis Magrinyà propone una guía para el buen uso de la lengua en «Estilo rico, estilo pobre»

Decía Frank Zappa (1940-1993) que «escribir sobre música es como bailar sobre arquitectura». Un esfuerzo vano, si no inútil, al resultar imposible atrapar su esencia con meras palabras. Siguiendo la lógica «zappiana», pero dándole un giro filológico, Luis Magrinyà (Palma de Mallorca, 1960) se ha propuesto animarnos a «pensar la lengua» para, así, maltratarla un poco menos. «Estilo rico, estilo pobre» (Debate) es una guía repleta de ejemplos sacados de libros (hay best-sellers, pero también la llamada «alta literatura») y prensa, además de consejos para cometer menos errores lingüísticos.
No se trata de un manual de estilo al uso (Magrinyà es escritor y editor, además de filólogo y traductor): la primera parte está dedicada a aquello que el autor denomina«estilo rico» (pretencioso, hinchado, pedante); la segunda, al «estilo pobre»(simplón, facilón, ramplón y lleno de tics); en la tercera se abordan algunas cuestiones gramaticales, y en la cuarta hasta hay sitio para el sexo y la violencia (porque el coito... ¿se practica o se ejecuta?). Todo ello regado (verbo que Magrinyà subrayaría con rojo sin dudarlo en esta crónica) con la fina ironía y el humor que siempre han caracterizado a Magrinyà.
«Yo creo que no es tan difícil», asegura el autor al preguntarle por la tarea de «pensar la lengua». «El problema está en que, como todos hablamos, la lengua es un fenómeno natural, y la damos por hecha y la utilizamos muy inconscientemente». Como bien advierte Magrinyà en el prólogo, el instrumento de la literatura es la lengua, e igual que a un médico le exigimos que domine el medio con que trabaja, esa misma exigencia debería trasladarse a la gente que escribe. «Los profesionales de la escritura (periodistas incluidos) deberían tener un conocimiento clínico de la lengua. Todo el mundo que habla, o se expresa, o escribe, de una forma profesional o pública, lo menos que puede hacer es cuidar un poco el material con el que trabaja. Tampoco es tan difícil, y a lo mejor guías como esta sirven como llamada de atención, porque, como con la lengua lo naturalizamos todo muy rápidamente, pues estas cosas a veces se nos pasan».
Se nos pasan a los humildes plumillas, pero también a los grandes escritores, y hasta al autor de este «Estilo rico, estilo pobre», que no ha dudado en incluirse entre los ejemplos (algunos de los cuales no sentaron demasiado bien). «Hay gente muy prestigiosa y gente que son anónimos de foros de internet. La conclusión es que todos metemos la pata, son cosas que nos ocurren a todos». Para localizar los gazapos estilísticos, a veces Magrinyà se inventaba barbaridades, las buscaba... ¡y las encontraba! «Todo esto de “realizar cosquillas” y “realizar pipí”… pensaba que era imposible que a alguien se le hubiera ocurrido». Pero la capacidad creativa es infinita.

«El buen estilo no se nota»

Teniendo en cuenta que «el buen estilo no se nota», el verdadero peligro lo representan las consignas que tenemos interiorizadas de lo que significa escribir bien. Son estas, a juicio de Magrinyà, sobre «las que hace falta reflexionar, porque lo vemos en la llamada alta literatura, y esto tiene consecuencias, no sólo lingüísticas, sino de estilo narrativo». El autor se refiere a ejemplos como «sacudir la cabeza» y a todos los gestos que siempre acompañan a los diálogos en la novela. «Lo único que están delatando es que ahí hay puro relleno; ya no de palabras, sino de concepción narrativa. ¿Por qué tiene que hacer tantas cosas la gente en los diálogos? Lo curioso es que siempre hacen las mismas cosas: arquean una ceja, fruncen el ceño, miran fijamente, hablan entrecortadamente… Esto, analizado en el conjunto de la alta literatura, te dice que hay mucho relleno».
Un peligro, el del relleno y la (supuesta) alta literatura, que en la prensa tiene consecuencias nefastas. «Se supone que tendría que ser el estilo de los hechos, que para mí es el más difícil y, por tanto, también el más meritorio». Para encontrarlo, sin alejarse del periodismo narrativo, hay que quitarse de encima «las interiorizaciones literarias, y la manera de describir con metáforas y alegorías». En ese contexto, se pueden hacer interpretaciones, pero «fundamentadas y un poco objetivadas», hasta llegar a «una prosa que sea descriptiva de verdad, informativa y, al mismo tiempo, que tampoco sea un telegrama».
Una tarea complicada, que «exige mucho», como reconoce el propio Magrinyà, pero posible y hasta exigible. Sin olvidar internet, como instrumento narrativo y periodístico. «Lo podemos utilizar bien o mal. En Twitter ha florecido el genio del aforismo, que no siempre lo es; hay un montón de genios espontáneos, convencidos de que hacen alto pensamiento. Además, ya sabemos que los grandes defensores de internet no dicen que no a una publicación en papel». Y, entretanto, la lengua sigue creciendo, y evolucionando «de una forma que es un poco imprevisible». Magrinyà, que trabajó en la Real Academia Española (en la redacción de la 22 edición del Diccionario) advierte que «todas las lenguas son corrupciones de lenguas anteriores», y por eso no tiene miedo a los neologismos o neografismos, a las nuevas formas de escribir (bien, eso sí). «Ya se verá. La vacilación también es una característica de la lengua», remata.

Seis consejos:

LA INDUSTRIA DE LA LENGUA

La mina de oro del español está en la web

La industria estudia cómo sacar partido al tercer idioma más usado en Internet

 EL PAÍS- Madrid 
  • I
  • El español en el mundo ( letra ñ) , ilustración de Marcos Guardiola.


    A primera vista, los datos son buenos. El español es la tercera lengua más usada en Internet, por detrás del inglés y el chino. Un 7,8% de los internautas se comunica en este idioma, que es el segundo más frecuente en Facebook y Twitter. Entre 2000 y 2011, el español creció un 807%, todo según el informe El español, una lengua viva 2014 del Instituto Cervantes. Las llamadas industrias de la lengua española se frotan las manos. La eñe es un negocio en la red, y una muestra de ello es el Foro Internacional del Español (FIE) que se ha celebrado desde el 23 y hasta el 26 de abril en el recinto ferial IFEMA de Madrid.

    “Hay mucha demanda de contenidos en español a la que no se le da respuesta”, asegura Iris Córdoba, gerente de Plataforma del Español, un conglomerado formado por empresas de la industria de la lengua que a su vez está integrado en la compañía de innovación Madrid Network. Entre sus socios están Google y Amazon (además de organizaciones educativas y editoriales), lo que da una idea bastante ajustada de la veta que el mercado ve en los contenidos web en este idioma. Pero, advierte Córdoba, no todo son triunfos: en Wikipedia hay más entradas en sueco que en español. “¿Por qué nuestra presencia no supera a la de un idioma que hablan unos 10 millones de personas?”, se pregunta.

    Porque, si las cifras se miran de cerca, empiezan a verse sombras. De los 2.405 millones de usuarios de la web, la mitad hablan en inglés o chino, e idiomas minoritarios como el japonés están solo tres puntos por detrás del español. Un crecimiento del 800% en una década es mucho, pero se relativiza al saber que el árabe (hablado en países con tasas de penetración de la red mucho menores que las de los territorios hispanohablantes) aumentó cerca del 2.400% en el mismo período. El mercado hispanohablante no está aún desarrollado, pero precisamente por eso, aún tiene posibilidades de expansión. Estos son algunos de los puntos clave que afronta el sector:

    Traducir, enseñar, producir

    Entre las compañías más interesadas en esta vía están las de ventasonline, productos culturales o medios de comunicación, entre otras, según indican en la Plataforma del Español. Para que funcionen, es necesario producir contenidos en español, adaptar los existentes a ese idioma y ampliar el porcentaje de la población que maneja el lenguaje (solo el 7% de los estudiantes de lengua extranjera lo elige, frente al 69% del inglés). Y ahí entran los negocios de tecnología lingüística, enseñanza y traducción. Estos son los sectores en los que la industria de la lengua debe poner el foco.

    Expandir la red

    “Es un idioma homogéneo y geográficamente compacto, pues la mayor parte de los países hispanohablantes ocupa territorios contiguos”, explica Miguel Marañón, jefe de Comunicación Digital del Instituto Cervantes. Sin embargo, la penetración de Internet no es igual en todos los territorios. En Argentina es del 66%, pero en Nicaragua solo del 13%. La media en Iberoamérica y el Caribe es del 43%, y la de la Unión Europea el del 73%. Esta barrera física es difícilmente salvable sin inversión en infraestructura, y sin políticas públicas.

    Cuidar la lengua

    Un correcto uso del castellano viene a ser como trabajar con una buena materia prima. Si esta se pervierte, la cadena industrial se verá tocada, advierten en la Plataforma del Español. Esta es una de las principales preocupaciones del Instituto Cervantes, pero no en un sentido de conservación. “Escribir o hablar con corrección y con buen estilo en Internet, si sustancialmente es como hacerlo antes de que existiera, implica ahora otros componentes y nuevas convenciones”, indica Marañón. Es también uno de los temas tratados en el Foro, con cursos como “Escribir en español, en Internet”, impartido por la Fundación Fundéu BBVA. No se trata de fijar la lengua, sino de adaptarla. Su política de aconsejar al usuario desde la propia red, y no como una fuerza censora, parece funcionar: su cuenta de Twitter tiene 198.000 seguidores. La de la Real Academia, que responde a dudas de los hablantes a través de la red social, acumula 767.000. Este éxito se explica también por la alta tasa de utilización del español en Facebook y Twitter, la segunda lengua favorita de sus usuarios según datos de 2012. Otra veta a descubrir por las empresas hispanas.

    LA LENGUA VIVA




    Salmorejo de opiniones

     en Libertad Digital - España



    Agradezco, una vez más y no será la última, el cúmulo de observaciones ingeniosas, críticas atinadas y sugerencias léxicas que me envían los libertarios. Es para mí un entretenimiento continuo y un estímulo para consultar lexicones y ejercitar el intelecto.
    Juan José Carballal me recuerda la magnífica muletilla de Nicolás Redondo (padre) "a lo último". Creo más bien que se trata de "al último". Es un vasquismo muy salado que aparece algunas veces en las obras de Pío Baroja. Se queja mi corresponsal de algunas expresiones del lenguaje de los comentaristas deportivos. Por ejemplo, "el delantero se torció su tobillo". Comenta: "El se y el su junto como que se estorban". El como quees ironía, pero me parece un logro del habla popular. Permite matizar el verbo.
    José Antonio Martínez Pons se fija en la nueva acepción del verbo apostar. Lo utilizan mucho los políticos para indicar lo que desean o a lo que aspiran. Supongo que es un anglicismo más. En inglés, el verbo to betse emplea muchos con ese sentido de un deseo próximo. No me parece una mala importación, siempre que no se abuse, claro.
    Don José Antonio añade algunas reflexiones sobre los lavabos públicos o toilettes. Por ejemplo, que las mujeres suelen acudir de dos en dos. No aporta la explicación, pero hay una teoría. Es el recuerdo inconsciente de cuando las mujeres tenían que bajar al corral para hacer sus necesidades. Iban de dos en dos para que una vigilara a los posibles mirones.
    Jesús Laínz me envía un recorte de un anuncio de lo que parece ser una oferta para enseñar eso del liderazgo. Entre los rasgos de un líder está este: "emocionalidad: autorregulación de las emociones/tensionamientos". Debe de ser cosa difícil de lograr, a no ser que uno asista al curso correspondiente. Las palabras largas siempre resultan misteriosas y atractivas. ¿Por qué no emocionamientos?
    JC se pregunta por el sentido actual de charnego en Cataluña. Al igual que protestantesudaca y tantos otros epítetos despectivos, sucede que se le da la vuelta y llegan a ser encomiásticos. Francamente, yo me he sentido charnego algunos años de mi vida.
    J. Miguel Trallero sostiene que los perros también se ríen… a su modo. No lo creo. Puede que manejen algunos gestos de satisfacción, pero la risa y la sonrisa son gestos específicamente humanos. Lo que sí puede aparecer en los animales son gestos de miedo. Por ejemplo, el de las terneras o los corderos cuando se aproximan al momento final del matadero.
    Jesús García Castrillo señala un eufemismo precioso en las alumnas del Colegio de la Asunción, monjas francesas: sortir. Era la palabra mágica para pedir permiso de ir al lavabo.
    Luis Lebredo recoge una frase de Monedero, el de Podemos, en la que critica la propuesta de C's de una tasa igual de IVA: "Igual IVA para el pan que para un ferrari. No me fastidies, Albert Rivera". Comenta don Luis que no es lo mismo la tasa que el resultado a pagar. No me extraña el error. Monedero es un producto de mi Facultad, donde he comprobado que los alumnos no saben calcular una tasa.

    LA LENGUA VIVA




    El tiempo no existe


    En nuestra lengua (y en otras muchas) manejamos tres tiempos verbales:pasado, presente y futuro. Lo hacemos de forma automática para referirnos a acciones que han sucedido, que se están ejecutando o que se harán después. A los niños les cuesta un poco establecer ese continuo de antes, ahora y después. Cuando juegan, pueden decir "yo era bombero" para referirse a algo imaginado y,
    por tanto, futuro.

    En la conversación cotidiana decimos, por ejemplo, "mañana vengo" para indicar una acción futura. En otros idiomas cercanos (por ejemplo, en catalán o en inglés) se dice el equivalente a "mañana vendré", que parece más lógico. Pero esa mezcla del futuro y el presente proporciona a la frase en castellano una determinación muy firme. Es como decir que "te prometo que mañana vendré". En ocasiones los historiadores dan a los sucesos pretéritos una impresión de actualidad, de importancia, como si los estuviéramos viviendo. Por ejemplo, “Colón descubre América”. El tiempo presente es el normal en los escritos más o menos abstractos.

    Nuestro tiempo se caracteriza por el presentismo, una ilusión de realismo por la que creemos olvidarnos del pasado y descartamos las preocupaciones por el futuro. Pero lo que creemos presente no es más que un corte virtual entre la memoria del pasado y lo que nos espera en el porvenir inmediato. Por tanto, si bien se mira, el presente no existe. Sin darnos cuenta, la realidad actual deja de serlo en cuanto la vivimos. Pasa entonces a albergarse en el almacén de la memoria.


    Pero el recuerdo del pasado es también muy engañoso. Imaginamos que tal cosa sucedió como la recordamos, pero es sabido que la memoria es sumamente selectiva. Es decir, recordamos lo que nos apetece y como nos interesa. De tal manera se producen esas desviaciones que resulta muy difícil certificar lo que realmente ocurrió. Además, tampoco coinciden del todo los recuerdos de los diferentes testigos. Lo siento por los historiadores, pero los sucesos del pasado nunca sabremos realmente cómo fueron. Incluso los testimonios escritos tampoco resultan del todo fiables; admiten varias versiones e interpretaciones. Todo el mundo sabe que en los juicios los testigos mienten de forma consciente o inconsciente. Es más, el juez o el fiscal no saben a qué carta quedarse si sospechan que un testigo ha dicho la verdad. Desde luego, resulta una simpleza que diga "la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad". Parece mentira que se pueda jurar una cosa así. Menos mal que para nosotros eso es solo en las películas americanas.

    Entonces, ¿el futuro es lo más cierto? Hasta cierto punto, sí. Mis pensamientos actuales se tejen con el propósito de lo que voy a hacer a continuación. Nuestra mente está continuamente planificando el inmediato futuro cotidiano. Es casi imposible pensar sin esa determinación continua. El futuro a más largo plazo lo mezclamos inevitablemente con nuestros deseos. Los pronósticos más o menos serios o científicos suelen teñirse de esa contaminación volitiva. Total, que el futuro tampoco resulta real. Nos encontramos ante una figuración más.

    La conclusión puede parecer desoladora. No es para menos. Si no existe propiamente el pasado, y tampoco el presente o el futuro, entonces el tiempo es una quimera, una ilusión. Algo de eso es lo que quiero decir. La medición del tiempo es tan convencional como poner los relojes en hora de acuerdo con el huso horario que nos toca. De ese modo el tiempo que es responde a una convención, el paso regular de los infinitos tictacs según el lugar que ocupamos en la Tierra.

    Encima, en castellano (y en latín y otros romances) se añade el "tiempo (atmosférico) que hace". Es una magnífica observación, la de que los meteoros se muestran con un ritmo cronológico, lo que los hace bastante previsibles. O lo que es parecido, que los acontecimientos se suceden de forma cíclica, no lineal. Así hay menos sorpresas. Por eso también la experiencia es un grado.

    FUNDACIÓN DEL ESPAÑOL URGENTE

    Agencia EFEFundéu - BBVA
    FUNDACIÓN DEL ESPAÑOL URGENTE

    tanto 


    este como aquel


    mejor que


    tanto este y aquel

    Recomendación urgente del día
    Cuando se emplea tanto para encabezar dos elementos coordinados, lo adecuado es unirlos con como y no con y.
    En los medios de comunicación, sin embargo, se encuentran en ocasiones frases como las siguientes: «Tanto el jugador y el cuerpo médico le han dicho que está “al cien por cien”», «Tanto el presidente y su esposa revelaron el valor de todo su patrimonio» o «Tanto los profesores y los taxistas están siendo interrogados».
    La suma de dos elementos se suele expresar con la conjunción y, como eneste y aquel, pero hay otros giros con función similar y, entre ellos, uno de los más habituales es tanto este como aquel. Dado que estas dos fórmulas tienen sentidos muy próximos y a menudo son intercambiables, ha aparecido el híbrido impropio tanto uno y otro, que no está recomendado en la Gramática académica.
    Por ello, en los ejemplos anteriores, habría sido mejor escribir «Tanto el jugador como el cuerpo médico le han dicho que está “al cien por cien”», «Tanto el presidente como su esposa revelaron el valor de todo su patrimonio» y «Tanto los profesores como los taxistas están siendo interrogados».

    TRADUCCIÓN E INTERPRETACIÓN

    El español, un modelo de negocio que impulsa la economía

    El sector de la traducción y la interpretación mueve en torno a 35 billones de euros a nivel mundial
    El español está de moda. El mundo globalizado en el que nos encontramos hace que las necesidades de comunicación sean cada vez mayores. Y más si nuestro idioma es la segunda lengua materna más hablada en el mundo, que comparten más de 470 millones de personas con una contribución al PIB mundial de casi el 10 por ciento.  Esta es una de las claves que se desprende del Foro Internacional del Español, que ha tenido lugar durante todo el fin de semana.
    Por ello, no es de extrañar que el sector de la traducción y la interpretación haya sido uno de los menos golpeados durante la crisis. Y es que en 2011 creció un 7,4 por ciento, acompañado de un incremento del 12,17 por ciento durante el año 2012.
    Las empresas saben que el español tiene un gran valor añadido debido a su diversidad geográfica y no cesan en su empeño de mejorar su modelo de negocio para obtener mayores beneficios a la vez que nos ayudan a comunicarnos.
    Este es el caso de la teletraducción, un servicio de interpretración telefónica inmediata que permite que nos comuniquemos en cualquier idioma desde distintas partes del mundo. SeproTec, una de las empresas líderes en este campo, ha sido una de las pioneras en desarrollar este sistema.
    Como consecuencia de la progresiva llegada de inmigrantes a España, el método de la teletraducción ha incrementado su demanda especialmente en el sector público. Es por esto que los servicios de emergencias son unos de los grandes clientes de estas compañías. La necesidad de comunicarse cuando hay un accidente y personas de distintas nacionalidades llaman al 112 es vital. Gracias a este sistema, el profesional que atiende una llamada desde emergencias tiene la posibilidad de conectar automáticamente con el servicio de interpretación inmediata, que detecta el idioma y posibilita la comunicación cuando hay una vida en juego.
    La era digital
    El español es la tercera lengua más utilizada en internet, tan solo por detrás del inglés y del chino. Su uso creció un 807,4 por ciento entre 2000 y 2011, hasta el punto que hoy en día el 7,8 por ciento de los usuarios en internet en todo el mundo se comunican en español.
    Por ello, el punto de mira se encuentra actualmente en los entornos digitales entre las empresas del sector de la traducción y la interpretación, ya que es uno de los ámbitos que más ha crecido en los últimos años y que prevé seguir en auge.
    Y no es de extrañar, puesto que los usuarios que visitan páginas web a menudo o visualizan contenidos multimedia demandan la traducción de esos recursos que, generalmente, vienen dados en inglés. Lo mismo ocurre con las empresas que operan con softwares creados en otros países, quienes utilizan estos servicios de interpretación para hacer su trabajo más fácil.
    Sea como sea, el español viene decidido a integrarse cada vez más en todos los ámbitos. Dentro de tres o cuatro generaciones, se prevé que un 10 por ciento de la población mundial se comunicará en nuestra lengua. Pero, ¿qué pasa con el 90 por ciento restante? La respuesta está en el sector de la traducción y la interpretación.

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