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segunda-feira, 3 de maio de 2010





A PENEIRA

História de Sabedoria Zen

Um grupo de devotos convidou a um mestre de meditação a casa dum deles para que os ensinasse. O mestre disse que deviam se esforçar por liberar-se de reagir em demasia frente aos fatos da vida diária, por atingir uma atitude de reverência, e por adquirir a prática regular dum método de meditação que, a sua vez, lhes explicou em detalhe.
O objetivo era dar-se conta de que a vida espiritual deve estar presente em tudo. É estar conscientes disto não só durante o período de meditação, senão constantemente, no cotidiano. O processo é como encher uma peneira com água. O mestre fez uma reverência ante eles e partiu.
O pequeno grupo se despediu dele e logo um deles se dirigiu aos demais, tirando chispas de frustração: O que nos disse é como dizermos que nunca poderemos fazer-lo!
- Encher uma peneira com água! Isso é o que acontece, não? Ao menos para mim. Escuto um sermão, rezo, leio algum livro sagrado, ajudo a meus vizinhos com suas crianças e ofereço o mérito a Deus, ou algo pelo estilo e depois me sinto elevado. Meu caráter melhora durante um tempo... não me sinto tão impaciente, nem faço tantos comentários sobre outras pessoas. Porém pronto o efeito se evapora e sou o mesmo que antes. É como a água numa peneira, por suposto. E agora ele nos disse que isso é tudo.
Continuaram reflexionando sobre a imagem da peneira sem atingir nenhuma solução que satisfizera a todos. Alguns pensaram que ele mestre lhes dizia que as pessoas como eles neste mundo só podiam aspirar a una elevação transitória, outros acreditaram que o mestre simplesmente estava caçoando. Outros pensaram que tal vez estaria se referindo a algo nos clássicos que acreditava que eles sabiam... buscaram, então, referências sobre uma peneira na literatura clássica, sem nenhum êxito.
Com o tempo, o interesse de todos se desvaneceu, exceto o duma mulher que decidiu ir ver ao mestre. O mestre lhe entregou uma peneira e uma xícara, e foram juntos a uma praia perto. Pararam sobre uma rocha rodeada pelas ondas.
- Mostra-me como enches uma peneira com água. -Lhe disse o mestre
Ela se inclinou, tomou a peneira numa mão e começou a encher-la com a xícara.
A água apenas chegava a cobrir a base da peneira e logo se filtrava a- través dos furos.
- Com a prática espiritual acontece o mesmo -disse o mestre – Em quanto um permanece de pé na rocha da personalidade e tenta se encher com colheradas de consciência espiritual. Não é esse o modo de encher uma peneira com água, nem nossa essência com vida espiritual.
- Então, como se faz? -perguntou a mulher.
O mestre tomou a peneira em suas mãos e a jogou longe ao mar. A peneira flutuou uns instantes e depois se submergiu.
- Agora está cheia de água e assim permanecerá - disse o mestre. -Esse é o jeito de encher uma peneira com água e é o jeito de realizar a prática espiritual. Não se atinge vertendo pequenas doses de vida espiritual na individualidade, senão jogando a individualidade dentro do mar da vida espiritual.


EL COLADOR
Historia de Sabiduría Zen

Un grupo de devotos invitó a un maestro de meditación a la casa de uno de ellos para que los instruyera. El maestro dijo que debían esforzarse por liberarse de reaccionar en demasía frente a los hechos de la vida diaria, por lograr una actitud de reverencia, y por adquirir la práctica regular de un método de meditación que, a su vez, les explicó en detalle.
El objetivo era darse cuenta de que la vida espiritual debe estar presente en todo. Es estar conscientes de esto no sólo durante el período de meditación, sino constantemente, en lo cotidiano. El proceso es como llenar un colador con agua. El maestro hizo una reverencia ante ellos y partió.
El pequeño grupo se despidió de él y luego uno de ellos se dirigió a los demás, echando chispas de frustración: ¡Lo que nos dijo es como decirnos que nunca podremos lograrlo!
- ¡Llenar un colador con agua! Eso es lo que ocurre, ¿no? Al menos para mí. Escucho un sermón, rezo, leo algún libro sagrado, ayudo a mis vecinos con sus niños y ofrezco el mérito a Dios, o algo por el estilo y después me siento elevado. Mi carácter mejora durante un tiempo... no me siento tan impaciente, ni hago tantos comentarios sobre otras personas. Pero pronto el efecto se disipa y soy el mismo que antes. Es como agua en un colador, por supuesto. Y ahora él nos dice que eso es todo.
Siguieron reflexionando sobre la imagen del colador sin lograr ninguna solución que los satisficiera a todos. Algunos pensaron que el maestro les decía que las personas como ellos en este mundo sólo podían aspirar a una elevación transitoria, otros creyeron que el maestro simplemente les estaba tomando el pelo. Otros pensaron que tal vez se estaría refiriendo a algo en los clásicos que suponía que ellos sabían... buscaron, entonces, referencias sobre un colador en la literatura clásica, sin ningún éxito.
Con el tiempo, el interés de todos se desvaneció, excepto el de una mujer que decidió ir a ver al maestro. El maestro le dio un colador y un tazón, y fueron juntos a una playa cercana. Se pararon sobre una roca rodeados por las olas.
- Muéstrame cómo llenas un colador con agua. -Le dijo el maestro
Ella se inclinó, tomó el colador en una mano y comenzó a llenarlo con el tazón.
El agua apenas llegaba a cubrir la base del colador y luego se filtraba a través de los agujeros.
- Con la práctica espiritual sucede lo mismo -dijo el maestro - Mientras uno permanece de pie en la roca de la personalidad e intenta llenarse con cucharadas de conciencia espiritual. No es ése el modo de llenar un colador con agua, ni nuestra esencia con vida espiritual.
- Entonces, ¿cómo se hace? -preguntó la mujer.
El maestro tomó el colador en sus manos y lo arrojó lejos al mar. El colador flotó unos instantes y después se hundió.
- Ahora está lleno de agua y así permanecerá -dijo el maestro. -Ese es el modo de llenar un colador con agua y es el modo de realizar la práctica espiritual. No se logra vertiendo pequeñas dosis de vida espiritual en la individualidad, sino arrojando la individualidad dentro del mar de la vida espiritual.

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