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quinta-feira, 16 de dezembro de 2010

DRAE?...


Entrevista |
Víctor García de la Concha, a días de abandonar la dirección de la RAE:

"Lo que ha ocurrido con la ortografía ha sido un disparate, un error de comunicación que asumo"

García de la Concha deja el timón de la RAE, tras doce años de ejercicio. El jueves se realizó la sesión para escoger al sucesor, pero no hubo humo blanco (se requería mayoría absoluta). El 16 habrá otra votación para elegir al nuevo mandamás de la RAE, que en las últimas semanas se ha visto en medio de la controversia.

Nuria Azancot El Cultural de El Mundo

Intentó engañar a su médico, pero el director de la Real Academia de la Lengua está seriamente enfermo y tuvo que renunciar a recibir en Guadalajara diversos homenajes "de despedida y cariño", y a ser investido Doctor Honoris Causa por la Universidad de esa ciudad mexicana, en el contexto de su reciente Feria del Libro.
Resignado, García de la Concha (Villaviciosa, 1934) acepta la cura de humildad y aunque va a seguir siendo "un académico ejemplar", se le vienen encima, uno a uno y cargados de nostalgia, los doce años en los que ha pilotado la Academia y los cerca de 50 viajes a América que ha vivido en su período. Contesta las preguntas en su despacho, presidido por un retrato de Santa Teresa. También le amparan una falsa misiva cervantina, "que regalaron con gran pompa a la RAE en tiempos de Menéndez Pidal y que llegó a presidir el salón de actos, debajo del retrato de Cervantes".
-La aparición de la nueva ortografía ha traído a la Academia a las páginas de los periódicos. Hay polémica. A los escritores y profesores, por lo general, esos cambios no les gustan...
"Lo que ha ocurrido ha sido un disparate, un error de comunicación que asumo, aunque no tuve ni arte ni parte. Aparecieron cuatro cositas accidentales".
-¿Pero son verdad o no?
"Lo que se ha publicado son cuatro cosas sacadas de contexto que dan la impresión de que estamos haciendo una reforma de la ortografía, cuando lo importante de esta obra es que por primera vez se explica el sistema ortográfico español. Y eso ha quedado eclipsado por anécdotas como el nombre de las letras. ¿Qué más da la "ye"? ¡Si eso no es ortografía, sino onomástica!
-¿Cree que es lo mismo tomar un café sólo o solo ?
"No, no, pero desde el año 1959 en todos los escritos de la Academia, ¡todos!, el "solo" adverbio no se acentúa. No hace falta acentuarlo, pero si lo acentúa, no pasa nada. Hace años se acentuaba pára, ahóra. ¿Que surgen confusiones? Desde el contexto no hay confusiones, pero si coge el Diccionario de Dudas de Seco, esto está ahí, desde hace años. No se ha tocado una letra: lo referido a las tildes está igual que en la última edición".
-¿Y lo de la y griega, la v y la b ?
"En parte de Hispanoamérica, a la y griega se la llama "ye" y el Diccionario de 1952 también la llamaba así. Existe el yeísmo. En gran parte de América lo que nosotros llamamos b y v se llama b larga, b corta, o b alta, b baja; dado que las Academias fijaron como norma el tratar de eliminar las opcionalidades en lo posible, vamos a recomendar que se puedan unificar las designaciones de las letras. Pero todo está en el aire, porque lo que importa es la unidad del idioma".
-Ha vuelto a mencionar las opcionalidades... ¿La Academia ha renunciado a su labor normativa?
"No, pero cuando dicta normas, tiemblan los cimientos..."
-¿Puede destacar algunos hitos de estos años al frente de la RAE?
"Sobre todo, he proseguido el trabajo iniciado por Fernando Lázaro Carreter, que reformó los estatutos de la Academia y estableció de su puño y letra que el objetivo de la Real Academia ya no era pulir, limpiar y dar esplendor, sino velar por la unidad de la lengua. Heredaba una vieja preocupación, verdaderamente revolucionaria, de Dámaso Alonso, que en 1956 confirmó que esa debía ser nuestra prioridad".
La lengua de América
-¿Cómo descubrió la importancia que para la lengua podía tener América?
"Gracias a Alonso Zamora Vicente y a Alfredo Matus, el director de la Academia de Chile: cuando acabamos la ortografía de 1988-89, decidimos someterla a la supervisión de las academias americanas para incorporarlas como coautoras, y Matus me reprochó que no fuese una ortografía verdaderamente panhispánica, "ya que no la hemos hecho juntos desde el principio". Entonces me saltó la palabra 'panhispánica' y el germen de lo que podía ser una política de la Academia. Además, poco antes de que me eligieran director, Lázaro Carreter me señaló las grandes cuestiones pendientes: 'consolidar la economía de la Academia', y 'América'.
-No fueron los únicos...
"Claro que no. También Paco Ayala me lo pidió "porque en esta casa no se ve bien que la lengua es América". Y en mi primera visita al rey, don Juan Carlos me dijo: "No te voy a pedir más que una cosa, que te dediques a América. Yo te abriré todas las puertas". Y no fue una frase retórica: a mí me resultó muy fácil moverme por Hispanoamérica con semejante aval. Recorrí por primera vez las 22 academias, entre 1999-2000: empecé por Chile, de ahí fui a Argentina, a México, donde viví experiencias tan traumáticas como positivas. Me di cuenta de que muchas academias no tenían sede ni medios, y negocié con la Agencia Española de Cooperación Iberoamericana que si un Estado daba a una Academia americana un edificio con una cierta nobleza, el gobierno español contribuiría. Les donamos bibliotecas y logramos que Telefónica dotara de infraestructura tecnológica a las que lo necesitaban. Y siempre con el aval del rey ".
-La política lingüística panamericana es la que más satisfacciones le ha proporcionado...
"Sin duda. La verdadera labor hispánica, que consiste en que los tres grandes códigos en que se expresa y sustenta la unidad de la lengua; es decir, el Diccionario, la Gramática y la Ortografía, ahora son obra colectiva de todas las Academias. También hemos creado la Escuela de Lexicografía Hispánica, por la que han pasado 450 becarios de todos los países, a los que hemos formado en el trabajo filológico de la Academia y que cuando vuelven a sus países colaboran con sus Academias".
El español y la política
-El balance de su gestión es positivo, pero hay una pregunta tan incómoda como inevitable: ¿por qué el español va tan bien fuera, y tan mal dentro?
"No es un problema de incomodidad, sino de que la Academia no debe entrar en política. Siendo Lázaro Carreter el director de la Academia se hizo un escrito, animado por distintas instituciones, en defensa del español... Ahí estaban Julián Marías, Laín, Alarcos, se discutió hasta la última línea, lo mandamos a los periódicos y fue terrible, terrible. Ni un solo periódico nos defendió, todos dijeron que la Academia no tenía que entrar en política. Lección para toda la vida. Hoy tenemos una excelente relación con las Academias de las Lenguas de España, con el Institut de la Lengua Catalana, con la Academia vasca y con la Gallega".
-La calle vive el problema con normalidad, pero se echa de menos que el Instituto Cervantes o la Academia no defiendan algo tan simple como que los españoles que quieran hablar en castellano en cualquier lugar de España puedan hacerlo.
"Lo siento, pero no creo en la acción política de la Real Academia Española, porque la gente no la quiere ahí. Si la Academia entra en ese juego, la trituran".
-Muchos escritores se confiesan preocupadísimos por la decadencia de los estudios en humanidades, por la escasez de la cultura y la estupidez reinante...
"Eso es una preocupación evidente. No es la primera vez que ocurre en España, pero nunca ha sido tan grave el deslenguamiento, el aplebeyamiento, el aflamencamiento general. Estamos en un momento horrible. El otro día le preguntaron a un ex ministro por sus negocios y respondió que iban "de puta madre". A mí no me escandaliza un "de puta madre", pero es un indicador de cómo se habla y del deterioro general. Y, como decía Andrés Bello, por la corrupción del lenguaje empiezan otras muchas corrupciones...
Consenso necesario
-¿Cuál es el perfil del futuro director? ¿Tendrá que continuar su labor americana?
"Desde luego, porque no ha sido una opción personal mía, yo la desarrollé porque la Academia me empujaba. Está muy a la vista el tercer centenario de la Real Academia, la nueva edición del Diccionario, y en estas semanas vamos a presentar el nuevo portal de la lengua española, un programa digital muy ambicioso. Cada director pone siempre el énfasis en alguna cosa, pero las grandes líneas no son ocurrencias suyas".
-¿Qué le falta a la Academia?
"Un poeta, porque ya quedan muy pocos. Bueno, tampoco hay una poeta por encima de todos los demás, ¿verdad?"
-Mójese: ¿quién va a ser su sucesor, José Manuel Blecua, Darío Villanueva...?
"No lo sé, prefiero mantenerme al margen. Sé que hay dos nombres, aunque sospecho que la Academia va a preferir volcarse en uno. Creo que el director de la RAE debe tener el mayor consenso posible, porque necesita sentirse arropado".
El director de la RAE debe tener el mayor consenso posible, porque necesita senirse arropado.
Cada sillón corresponde a una letra
Fundada en 1713, la RAE tiene 46 académicos de número -elegidos de por vida por el resto de los miembros- y cada uno ocupa una letra del abecedario, que puede ser mayúscula o minúscula. En el listado no figuran, a estas alturas, ni la Ch ni la Ll . Miguel Delibes, por ejemplo, ocupaba la e, que está vacante por su fallecimiento. En la conformación actual, Luis Goytisolo ocupa la C , Luis María Ansón la ñ, Javier Marías la R, Álvaro Pombo la j , Antonio Muñoz Molina la u , Juan Luis Cebrián la V y Mario Vargas Llosa (que tiene la nacionalidad española) la L. En la página de la RAE (www.rae.es) se puede consultar la lista de académicos que han ocupado la misma letra a través de la historia.
Destacados escritores e intelectuales han sido académicos en el pasado, como Pío Baroja , Gerardo Diego, Gregorio Marañón, Julián Marías, Benito Pérez Galdós, Miguel de Unamuno, Azorín, Ramiro de Maetzu, Manuel y Antonio Machado y Gonzalo Torrente Ballester. Algunos, eso sí, fueron nominados pero no alcanzaron a tomar posesión. También lo han integrado, entre otros, los nobeles Vicente Alexaindre, Jacinto Benavente y Camilo José Cela. El único Nobel de Literatura español que no ingresó como académico es Juan Ramón Jiménez. Entre los directores más conocidos de la RAE en las últimos cien años figuran Dámaso Alonso, Fernando Lázaro Carreter, Pedro Laín y Ramón Menéndez Pidal, que ocupó el cargo en dos ocasiones.

Fuente: El Mercurio.com - Chile

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