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segunda-feira, 13 de dezembro de 2010

LOS DOS PATOS Y LA TORTUGA

Relájese, tranquilícese y escuche atentamente este cuento sobre una tortuga que vivía en una enorme laguna de aguas frescas y cristalinas. Quiero decir, ¡hasta que algo muy extraño aconteció! ¿Que podría ser? ¡Vamos a ver si usted lo descubre!
Hace mucho tiempo, la tortuga vivía en una tierra distante, donde hacía un calor muy fuerte. Durante años, ella vivió feliz nadando perezosamente y tomando sol en las grandes hojas de lirio del agua que cubrían la superficie de la laguna. A veces, atrapaba una libélula, o intentaba capturar un gordo y suculento escarabajo para comer.
La vida era agradable para la tortuga... hasta que, en un verano extremamente caliente y seco, la lluvia paró y el sol brilló tan ferozmente que el agua fresquita y transparente de la laguna se comenzó a secar. Poco a poco, la laguna disminuía; y cada día estaba más seca. Un día, había tan poca agua que la tortuga decidió procurar una nueva casa, antes que la laguna desapareciese. Pero, ¿como ella haría eso?
De mañana temprano, cuando el sol apareció en el cielo, la tortuga se preparó para buscar ayuda. De repente, escuchó dos patos gritando - ¡cuac!, ¡cuac!, ¡cuac! -, mientras volaban por encima de ella. Sin pensarlo dos veces, la tortuga los llamó:
- ¡Patos! ¡Eh, ustedes ahí arriba! ¡Por favor, ayúdenme! Mi casa se está secando. ¿Ustedes gentilmente me llevarían para otra laguna llena de agua?
- ¿Pero cómo podemos hacer eso? - respondieron los patos. - Nosotros estamos volando en el cielo abierto y tú estás allí en el suelo.
En el momento en que todo eso acontecía, la tortuga tropezó en una vara bien larga que estaba en el medio del camino. Y tuvo una idea:
- ¿Y si ustedes cargasen esta vara entre sus picos? - sugirió. - Así yo podría asegurarme a él con la boca y ustedes me cargarían hasta otra laguna.
- Es una buena solución - concordaron los patos, y aterrizaron cerca de la tortuga. - Pero usted debe prometer no abrir la boca mientras la transportamos.
Y así quedó combinado. Los patos colocaron la vara entre sus dos picos, como una barra, en la cual la tortuga se aseguró con la boca. Ellos levantaron vuelo y cargaron a su amiga por el cielo en dirección a una laguna llena de aguas cristalinas y frescas que brillaba en el horizonte.
En el camino, pasaron sobre un campo donde algunos niños jugaban ruidosamente. Al oír las alas de los patos batiendo, los niños miraron para arriba y se rieron con la extraña escena.
- ¡Que ridículo! - gritó una niña. - ¡Dos patos cargando una tortuga en una vara! ¿No es una tontería?
Hum... la tortuga quedo muy molesta con aquello. La escena podría realmente parecer muy rara, mas había una buena razón para todo aquello. Irritada, ella se enojó con los niños:
- ¡Ustedes son los estúpidos! ¡No entienden naaaaaadaaaa!
Así que abrió la boca para hablar, la pobre tortuga soltó la vara y cayó por el cielo soleado hasta golpear en el pasto.
- ¡Hay! - exclamó ella, refregando la cabeza dolorida. - Si por lo menos yo no hubiese escuchado a esos niños... Ahora voy a pensar dos veces antes de responder con rabia a alguien.
Muchas veces, nos expresamos con rabia, sin reflexionar sobre lo que puede suceder después. Una persona sabia piensa antes de hablar y, si no puede decir nada gentil, opta por quedarse en silencio.
"Noches Encantadas"
Autor: Dharmachari Nagaraja

OS DOIS PATOS E A TARTARUGA

Relaxe, se aquiete e ouça atentamente este conto sobre uma tartaruga que vivia numa enorme lagoa de águas frescas e cristalinas. Quer dizer, até algo muito estranho acontecer! O que poderia ser? Vamos ver se você descobre!
Há muito tempo, a tartaruga morava numa terra distante, onde fazia um calor forte. Durante anos, ela viveu feliz nadando preguiçosamente e tomando sol nas grandes folhas de lírio d'água que cobriam a superfície da lagoa. Às vezes, abocanhava uma libélula, ou tentava capturar um gordo e suculento besouro para comer.
A vida era agradável para a tartaruga... até que, num verão extremamente quente e seco, a chuva parou e o sol brilhou tão ferozmente que a água fresquinha e transparente da lagoa começou a secar. Pouco a pouco, a lagoa diminuía; a cada dia estava mais seca. Um dia, havia tão pouca água que a tartaruga decidiu procurar uma nova casa, antes que a lagoa sumisse de vez. Mas como ela faria isso?
De manhã cedo, quando o sol apareceu no céu, a tartaruga se preparou para buscar ajuda. De repente, ouviu dois patos gritando - qüéim, qüéim, qüéim -, enquanto voavam por cima dela. Sem pensar duas vezes, a tartaruga os chamou:
- Patos! Ei, vocês aí em cima! Por favor, me ajudem! Minha casa está secando. Vocês gentilmente me levariam para outra lagoa cheia de água?
- Mas como podemos fazer isso? - responderam os patos. - Nós estamos voando no céu aberto e você está aí no chão.
No momento em que tudo isso acontecia, a tartaruga tropeçou num galho bem comprido que estava no meio do caminho. E teve uma idéia:
- E se vocês carregassem esse galho entre os seus bicos? - sugeriu. - Assim eu poderia segurar nele com a boca e vocês me carregariam até uma outra lagoa.
- É uma boa solução - concordaram os patos, e aterrissaram perto da tartaruga. - Mas você deve prometer não abrir a boca enquanto a transportamos.
E assim ficou combinado. Os patos colocaram o galho entre os dois bicos, como uma barra, na qual a tartaruga se segurou pela boca. Eles levantaram voo e carregaram a amiga pelo céu em direção a uma lagoa cheia de águas cristalinas e frescas que brilhava no horizonte.
No caminho, passaram por sobre um campo onde algumas crianças brincavam ruidosamente. Ao ouvirem asas dos patos batendo, as crianças olharam para cima e caíram na gargalhada com a cena estranha.
- Que ridículo! - zombou uma menina. - Dois patos carregando uma tartaruga num galho! Não é uma bobagem?
Hum... a tartaruga fi cou muito zangada com aquilo. A cena poderia mesmo parecer muito esquisita, mas havia uma boa razão para tudo aquilo. Irritada, ela esbravejou com as crianças:
- Vocês é que são estúpidos! Não entendem naaaaaada!
Assim que abriu a boca para falar, a pobre tartaruga soltou o galho e caiu pelo céu ensolarado até estatelar-se na grama.
- Ui! - exclamou ela, esfregando a cabeça dolorida. - Se pelo menos eu não tivesse escutado essas crianças... Agora vou pensar duas vezes antes de responder com raiva a alguém.
Muitas vezes, nos expressamos com raiva, sem refletir sobre o que pode acontecer depois. Uma pessoa sábia pensa antes de falar e, se não pode dizer nada gentil, opta por ficar em silêncio.
"Noites Encantadas"
Autor: Dharmachari Nagaraja


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