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segunda-feira, 28 de março de 2011

ERIC NEPOMUCENO


La traducción literaria es un puente de integración entre culturas


Publicado en Correo del Orinoco

Uno de los invitados de lujo en la séptima edición de la Feria Internacional del Libro de Venezuela (Filven) fue el escritor brasileño Eric Nepomuceno. El periodista, cuentista, guionista y traductor vino a la tierra de Bolívar por cortesía del Centro Nacional del Libro (Cenal), para dictar un taller de tres días, sobre creación y traducción literaria. Ha trasladado al portugués parte de la obra de autores medulares de la literatura latinoamericana escrita en la lengua de Cervantes, como Julio Cortázar, Gabriel García Márquez, Horacio Quiroga, Juan Carlos Onetti, Juan Rulfo y Eduardo Galeano, entre otros. La traducción de El perseguidor, de Cortázar, y de Extraños peregrinos: 12 cuentos, escrito por el nobel colombiano, convirtieron a Nepomuceno en la única persona en ganar dos premios Jabuti, galardón brasileño que reconoce a las mejores traducciones. Este autor considera la traducción como una vertiente más del "oficio de escribir", que ejerce desde los 17 años, cuando comenzó en el mundo del periodismo, otra vertiente más de la actividad, según su opinión, junto con la creación de textos de ficción. "Tengo mi oficio que es el de escribir. Yo sé hacer tres cosas: cocino bastante bien; manejo muy bien, sería el chofer ideal para asaltantes de banco, porque soy muy veloz y muy atrevido, y escribo". "Llevo 44 años en eso (escribiendo) y bueno, algo sabré ¿no? porque ha sido mi vida. Nunca me vino una invitación formal, seria, responsable, honrada, para ganarme la vida cocinando. Ninguna pandilla de asaltantes de banco me llamó a la casa para ver si tenía la mañana libre para un trabajito. Así que no me quedó de otra que escribir", comentó con su recurrente sentido del humor durante el primer día del taller. Entre los aspectos más importantes en el arte de intercambiar de un idioma a otro cualquier obra literaria, señala como importante su cualidad de instrumento para "hacer un puente de conocimiento y de integración entre culturas, que muchas veces son vecinas y se ignoran". Por cuanto el arte es un elemento de integración y al mismo tiempo de identidad, opina que la traducción debería ser algo "para encarar de manera muy seria, como un elemento de interés político", "como forma de difusión de la cultura de un país". Sostiene que los países de Latinoamérica, especialmente los que hablan español, deberían adoptar medidas para la integración con otras regiones de raíces similares u otros aspectos comunes donde se habla otras lenguas, como en el Caribe y África. "En este momento que vive Venezuela, eso es importante", precisó. FIDELIDAD NO ES LITERALIDAD La única regla absoluta a la hora de traducir, dijo, es que todas las demás "pueden cambiar a cada línea". Más que una actividad donde privan sesudas teorías, la técnica y la metodología, Nepomuceno la vincula con el plano sensorial, el de las evocaciones y con "la sensación que la memoria me da de sensaciones". "El único libro que trata de traducción que leí en mi vida fue escrito por un diplomático brasileño, un gran poeta y estupendo traductor de poesía. Más que una discusión teórica, él traza un testimonio de su trabajo y de su vida. Lo único que guardé en la memoria fue su método de trabajo. Todo lo que teoriza sobre comunicado y comunicante, efectivamente, no me interesa, no es música para mis oídos", expresó. La mayoría de las reglas de la traducción sugieren leer la pieza a traducir al menos una vez y tanto mejor si son dos o tres las lecturas. Esto le suena lógico y razonable, "para prever las difi dificultades, buscar acercarse, como una estrategia casi militar". A pesar de eso, "yo nunca leo antes de traducir. Yo voy traduciendo en la medida que leo. Porque al traducir quiero tener la misma tensión, ansiedad y sorpresa que tengo cuando escribo mis cuentos, mis trabajos", apuntó el escritor. Tampoco usa mucho los diccionarios que dan el equivalente de las palabras entre uno y otro idioma. Primero, hace una versión que sale corrida de lo que va leyendo. Cuando se tropieza con términos que le generen dudas, los coloca en mayúsculas y continúa, para no quitarle fluidez al trabajo. Una vez con esa primera versión es cuando llega una de las partes que más disfruta en esta tarea: "La negociación con las palabras", ahí sí recurre al diccionario, preferiblemente al del idioma original de la obra y solamente a manera de apoyo. Su principal instrumento en este punto son sus memorias, vivencias y experiencias que le ayuden a conseguir la palabra con la textura, el color, la armonía y el tono adecuado, según lo que deseó trasmitir la escritora o el escritor del libro original. "Siempre le va a faltar algo a una traducción", reconoce. Ese "negociar con las palabras" es buscar la manera de no perderlo todo y, por el contrario, tratar de recuperar algo en ese sentido. "La mar, el mar en femenino, que tiene una sonoridad en castellano, remite a cosas en castellano, en portugués es intraducible", refirió a manera de ejemplo. Insiste en que la literalidad es para las máquinas. No obstante, una buena traducción es como "un triángulo conyugal", en el que se debe ser fiel al autor, al idioma de este y a la lengua a la que se traduce el texto. "Creo que el buen traductor es el que no aparece". Una buena traducción" es el título que tú lees como si hubiera sido escrito por un extranjero, por supuesto, pero en tu idioma", recalcó. Desde hace un par de años, Nepomuceno trabaja en una nueva traslación de Rayuela, de Cortázar. Una de las más difíciles que le ha tocado. En esta tarea lo ayuda mucho escuchar a Astor Piazzola. "Yo entiendo que el texto es música, hay mucha similitud en la estructura armónica, rítmica, las pausas, el silencio, la tonalidad, la sonoridad. Siempre trabajo con música, me ayuda a encontrar el flujo literario y yo no cuajaba con Rayuela, escuchaba jazz, a Cortázar le encantaba y era gran conocedor del jazz, pero yo no cuadraba, no me ayudaba. Hasta que puse a Piazzola, ahí entendí. Claro, Piazzola es jazz, pero es muy Buenos Aires, es un alma agitada, desesperada, como son los personajes de Rayuela, que aunque pasa en París, es un reflejo muy nítido de determinada París, porque fue escrito por un argentino"

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