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terça-feira, 24 de julho de 2012

GRIPE



El mundo vive, anualmente, una sorprendente epidemia de gripe, Ya los antiguos conocían el azote de las ocasionales gripes que sobrevenían con cierta regularidad, por ejemplo, solían revelarse en primavera o en otoño. Esa constancia hizo que recurrieran para nombrarla a la voz influenza que en la lengua toscana era una palabra de los astrólogos para designar el influjo de los astros en la vida humana.


La epidemia de 1357 en la Toscana fue llamada precisamente "la grande influenza". Galeno escribe que le epidemia de 1579 se debió "ab oculta coeli influentia", algo así como ”la influencia oculta de los cielos” A partir del siglo XVIII los ingleses se refieren a esa enfermedad como influenza, que luego pasó a ser coloquialmente flu. Se ha señalado la extraña recurrencia de algunas epidemias de gripes coincidentes con el cenit en los ciclos de las manchas solares Últimamente he visto que algunos periodistas señalan que la enfermedad recibe en inglés el nombre de "gripe". No es así. Las palabras gripe y gripa proceden de la francesa grippe (procedente del suizo-alemán grupi) (acurrucarse), mientras que influenza procede del italiano. Dice Amando de Miguel que grippe fue el nombre que se dio en francés porque ese era el nombre de un insecto que se creía que era el agente transmisor de la dolencia. Respecto a la palabra "gripe", la Nueva Enciclopedia Larousse en la que se aduce que el origen está en el alemán grupen (= temblar de frío). Me quedo con la interpretación que trae el Diccionario de Barcia, el que la gripe procede de un verbo en las lenguas nórdicas que significa "agarrar". La verdad es que ese origen coincide con la expresión coloquial de "agarrar una gripe o un catarro". Esa denominación se hizo universal, en español "gripe" y a veces "gripa". Lo de la gripe no es el único ejemplo en el que un nombre se acepta por razones equivocadas. La extraña enfermedad pasó a ser entonces la "gripe española". Después de 1918 hubo una gran polémica sobre las causas de la terrible epidemia. Muchos sospecharon que provenía del contacto con los animales domésticos. Al menos en España estuvo claro que la epidemia se cebó en las regiones ganaderas. En 1919 un veterinario de Iowa (USA), J.S. Koen, descubrió que el origen de la epidemia estaba en el ganado porcino, pero la ciencia de entonces no pudo descubrir lo que se creía que era un bacilo. Los microscopios de la época no podían detectar los virus, mucho más pequeños que los microbios o bacilos. Los virus sólo se lograron percibir en 1933. Otra constancia que se repite en la gripe de 1918 y en la de 2009 es su blanco preferido en la población juvenil. Es falsa la creencia de que la población más afectada (en términos relativos a la población) es la de los viejos y los niños. Como queda claro, no es la única impresión equivocada. Se dice, por ejemplo, que la incidencia de la epidemia de 1918 fue muy suave al principio. Todo lo contrario, en sólo unos pocos meses hubo millones de muertos en todo el mundo y alcanzó a todos los países de la Tierra. Llegó incluso a cebarse con la población esquimal, que seguramente no había padecido las olas anteriores y por eso carecía de defensas naturales. Es posible que las aves migratorias sean en todos los casos un poderoso agente transmisor. La etiquetación actual sigue siendo ambivalente. Se llamó sucesivamente gripe porcina, mexicana, nueva y ahora gripe A. (Ahora, en 2012, H1N1 y H2N2)

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