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segunda-feira, 13 de agosto de 2012

ARGENTINISMOS





Responso por el usted

-¡Cuidado, chee …!
- ¿Todo bien, capo?
- ¿Te podés correr, papá?
- ¿Qué hacés, viejo?
- ¿Qué necesitás, macho?




A estas frases las hermana un hecho singular: están dirigidas por un desconocido a otro. Gente que jamás se vio antes se trata con la más campechana familiaridad. Y se enmarca en un fenómeno que se va acrecentando: el inminente desenlace fatal del usted, luego de una prolongada y penosa enfermedad . Ignoro si los medios consignarán el obituario, pero sin duda lo merece luego de tan valiosos servicios prestados a la comunicación.
La Revolución Francesa terminó con los tratamientos honoríficos, proclamó el tuteo como norma obligatoria y el título de “ciudadano” por todo título. Al poco tiempo volvieron las excelencias y las vuestras señorías y toda la parafernalia de la nobleza, pero ya no era lo mismo.Estaban vaciadas de sentido.
Pero en la sociedad argentina de los siglos XIX y XX el usted -apócope del rancio “vuestra merced”-funcionó pasablemente bien. Y sólo la imposición publicitaria del parangón juvenil como modelo único -que colocó a la informalidad en un pedestal- terminó por derruirlo.
Y no estuvo mal eso de terminar con el saco, la corbata y los zapatos lustrados todo junto y obligatorio. El inconveniente es que el gesto en pos de modos de relación menos solemnes y más desestructurados se llevó puesto al usted.
Este tratamiento nos hacía ricos , créase o no, por el sencillo hecho de quecontábamos con dos maneras de dirigirnos a los otros. Ahora vamos camino a quedarnos con una sola.
Lo primero que el usted denotaba era el respeto. En relaciones desiguales (maestro-alumno, jefe-empleado y hasta abuelo-nieto), lo que marcaba era justamente esa asimetría . En gran parte del Interior del país esta forma sigue vivita y coleante para dirigirse a padres o abuelos.
Estas relaciones desiguales hoy aparecen difuminadas en el trato pero no por eso dejan de tener peso.
Aunque el usted no sólo remitía a una cuestión, de jerarquías -de edades, de condición social, de organigrama laboral-, quizá cuestionables: también servía para poner distancia . Un buen usted pronunciado en el momento adecuado resultaba muy útil para disipar cualquier tipo de falsa confianza.
Y otorgar el tuteo a otro significaba una confianza que no se dispensaba así nomás. En todo caso, había que ganársela . Y a veces pasaban años antes de que se concediera. “¿Y si nos tuteamos?” era una pregunta común.
Pero, sobre todo, el usted marcaba un espacio importante en diversas coyunturas. Era como una valla que delimitaba los lugares que ocupaba cada uno , sin dejarle resquicios a la mezcolanza.
Ahora vivimos un trato generalizado de menjunje amistoso , en el que todos nos besamos en las mejillas hasta como modo de presentación y nos tratamos de “querida/o” el día que nos conocemos, lo que nos lleva a una confusa promiscuidad en la cual no se sabe quién es quién porque todos nos tratamos como hermanos gemelos.
Una verdadera lástima. ¿Te quedó claro, chabón?

(Publicado en la columna Disparador de Clarín el domingo 5 de agosto del 2012)
Publicado por mmoreno el Sábado 11 de Agosto de 2012 |

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