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segunda-feira, 15 de outubro de 2012

CALIDAD Y TRADUCCIÓN (segunda parte)



En la primera parte de este artículo (número 85 de PUNTOYCOMA) presenté un instrumento para medir la calidad de las traducciones, cuya principal característica, y tal vez la más dada a la polémica, es la distinción que hace entre errores aditivos y no aditivos. Los errores de semántica no son aditivos, de forma que uno solo de ellos determina el nivel de calidad de toda la traducción. Dentro de ese nivel, la calidad podrá alcanzar un valor numérico u otro en función del peso y de la frecuencia de los errores aditivos, que son todos los demás.
Mi objetivo en esta segunda parte es demostrar que el instrumento de medida que se propone cuenta con el suficiente respaldo teórico y metodológico como para que su utilidad se pueda aceptar sin demasiados reparos.
El instrumento de medida
A todo instrumento de medida se le deben exigir, al menos, validez, sensibilidad y fiabilidad. Veamos, pues, hasta qué punto posee el nuestro estas tres características.
Validez. ¿Mide realmente aquello que queremos medir?
Con la única excepción de los neologismos para los que todavía no exista una traducción aceptada, la respuesta es SÍ, porque disponemos de suficientes referencias terminológicas y de otro tipo para identificar los errores en la traducción.
Sensibilidad. ¿Es capaz de detectar mínimas diferencias de la variable que medimos?
La respuesta, por definición, es SÍ. De hecho, la sensibilidad del instrumento está determinada básicamente por el número de opciones que admite en la medición (algo así como el número de decimales de una balanza). Así pues, la sensibilidad se decide en la fase de diseño y se pone a prueba durante la fase de ensayo previa a la aceptación del instrumento. Es en esta fase cuando hay que asegurar el mayor acuerdo interjueces posible, objetivo que solo se alcanzará si las opciones se han definido con precisión, y si además son exhaustivas y mutuamente excluyentes.
Fiabilidad. ¿Los resultados son independientes de la situación y del momento en que se lleva a cabo la medición?
Aquí tenemos que reconocer que el instrumento, o mejor dicho, su aplicación, presenta los mismos problemas que cualquier instrumento no automático, ya que el evaluador que lo maneja no es inmune a la fatiga, a la distracción, o al estrés. Estos y otros factores imputables al evaluador están sujetos a variaciones y tienen, sin duda, un reflejo en el resultado de la medición.
No obstante, a pesar de los problemas de fiabilidad, me parece que la utilidad de este instrumento no puede negarse solo porque requiera un manejo cuidadoso. En todo caso, habrá que garantizar que el evaluador posee el adecuado nivel de conocimientos y experiencia, y asegurar al mismo tiempo unas condiciones de medición que hagan mínima la probabilidad de cometer fallos.
El resultado de la medición
Se trata ahora de comprobar si efectivamente el resultado obtenido con este instrumento es una buena medida de la calidad de la traducción. En este punto, nuestro instrumento puede suscitar una duda razonable: ¿Por qué los deméritos penalizan toda la traducción, y además lo hacen sin tener en cuenta su frecuencia? Para dar respuesta a esta cuestión hay que decantarse por uno de estos dos planteamientos teóricos:
a. la traducción, como texto, es un todo unitario
b. la traducción, como texto, es un agregado de partes.
Yo defiendo la tesis de que una traducción es un todo unitario, y lo hago apoyándome en los siguientes argumentos:
Todo texto tiene como finalidad que alguien lo lea. Como consecuencia de la lectura, se produce en el lector inevitablemente una respuesta en forma de opinión, decisión, actitud, etc. Esta respuesta es unitaria, y lo es porque el lector ha convertido el texto, al leerlo, en una unidad. Es él quien integra los significados de cada elemento del texto y cambia su opinión respecto al uso de aerosoles (artículo en una revista de divulgación científica), o modifica su actitud hacia los minusválidos (reportaje en una revista semanal), o toma la decisión de comprar un determinado producto (folleto publicitario), o de votar a un partido político (programa electoral).
En un texto de seis frases, un error de traducción en la tercera de ellas no puede dar como resultado una calidad 5/6, puesto que el significado del párrafo equivocado puede influir en la interpretación de los otros, y por lo tanto, afectar a todo el texto.
En el proceso de traducción (y posterior revisión), el traductor busca activamente el contexto, y para ello rastrea en los párrafos o frases anteriores y posteriores cuando se encuentra, por ejemplo, ante una palabra polisémica. En ese momento no se pregunta por el significado de esa palabra, o por el significado de esa palabra en esa frase, sino por el significado de esa palabra en ese texto. Lo que está tratando de hacer es percibir el texto como un todo. Me gustaría ilustrarlo con un ejemplo. Supongamos que se debe traducir el título «La naturaleza engendra monstruos». El significado de este título no habría que buscarlo en el propio título, sino fuera de él, precisamente en el texto al que pertenece. Es el texto el que da significado a este título (otras veces es justamente al revés), de forma que no podrá traducirse antes de haber leído aquel en su totalidad. ¿Se trata de una crítica feroz a una persona? Entonces monstruo significa una cosa y tiene una traducción. ¿Se trata, por el contrario, de una muestra de admiración hacia una figura del deporte? Entonces monstruo tiene un significado diferente y su traducción es otra.
Aceptando este planteamiento, es fácil entender la lógica en la que descansa el doble sistema de calificación que se ha propuesto aquí. Por un lado, los errores que interactúan con otros elementos del texto le afectan por completo (deméritos), y por otro lado, los errores que no interactúan con otros elementos del texto se ponderan y se acumulan. El hecho de que la frecuencia de deméritos a partir de n = 1 no influya en el resultado es consecuencia del planteamiento de que hemos partido, es decir, de la consideración de la traducción como un todo. Quizá sea útil un símil. Los desperfectos observables en una bola de billar (el todo unitario) se pueden dividir en aditivos y no aditivos. Las rayas, manchas, fallos del color o picaduras son errores aditivos, unos más graves que otros (ponderación), y unos más numerosos que otros (cuantificación). En cambio, una abolladura, una sola, ya sitúa a toda la bola en una categoría, digamos B = la bola rueda dando saltos, del mismo modo que un aplanamiento de la superficie la sitúa en otra categoría, digamos C = la bola se para. Estos últimos serían los errores no aditivos.
El único problema que se nos puede plantear en este momento es el del volumen del texto. Es evidente que, por razones prácticas, no podemos tomar un texto de 500 páginas como unidad y, por razones teóricas, no podemos clasificar su calidad en la categoría B solo porque hay una frase mal traducida en la página 48. Afortunadamente existen técnicas de muestreo compatibles con los planteamientos expuestos en este trabajo. Es tarea del evaluador elegir una u otra en función de los objetivos y de las limitaciones de su plan de control de calidad.
Nota final
La traducción no es una ciencia exacta, pero tampoco es arte abstracto. Existe la necesidad de ir introduciendo en la práctica de la profesión elementos de objetividad, por mucha polémica que susciten. La traducción tiene, sin duda, su vertiente artística y creativa, pero también tiene su vertiente profesional, y es aquí donde debe dotarse de herramientas capaces de darle un nivel de tratamiento y elaboración equiparable al de otros productos del trabajo. La medición de la calidad es uno de los retos a los que debemos hacer frente los traductores. Tendremos que empezar haciendo concesiones y admitiendo la utilidad de la estadística y de los planes de muestreo; tendremos que seguir automatizando muchos procesos, y confiar a la informática problemas de traducción que hasta hace muy poco solo era capaz de resolver con éxito un cerebro humano. En cualquier caso, solo el rigor en los procedimientos y en la metodología podrán situar la profesión en el nivel de reconocimiento que todos queremos que alcance.
Referencias
http://universum.utalca.cl/contenido/index-86/rojas.htmlhttp://www.ntu.edu.au/education/csle/student/jang/jang0.htmlhttp://www.nist.gov/speech/tests/mt/doc/ngram-study.pdfhttp://www.ifi.unizh.ch/cl/volk/papers/LREC2000.pdfhttp://www.erudit.org/revue/meta/2001/v46/n2/003141ar.pdfhttp://www.unilat.org/dtil/MEXICO/dieguez.htmlhttp://www.bib.uab.es/pub/quaderns/11385790n1p65.pdf
Andrés López Ciruelos
Traducción médica. Alemania
minus3plus4@t-online.de

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