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segunda-feira, 25 de fevereiro de 2013

BRASIL


Andrés Oppenheimer: Brasil en la encrucijada

ANDRÉS OPPENHEIMER AOPPENHEIMER@ELNUEVOHERALD.COM

Brasil, el país más grande de América latina, todavía puede convertirse en el futuro en una súper-estrella de la economía global, pero para eso deberá dejar de ser un gigante ensimismado.
Hay nuevos datos que indican que - a pesar del anuncio de la presidenta Dilma Rousseff de que Brasil tendrá este año una cosecha récord de granos, del reciente descubrimiento de enormes yacimientos de petróleo y del hecho de que la Copa Mundial de Fútbol 2014 y de los Juegos Olímpicos 2016 le darán a Brasil una oportunidad única para estar en el candelero mundial - las tendencias del comercio brasileño no son buenas.
Un estudio del Banco Mundial publicado la semana pasada, titulado El precipicio competitivo de Brasil, revela que las exportaciones brasileras de productos industriales no van bien, y que Brasil está enfrentando “considerables desafíos competitivos”.
Traducción: el país se está quedando atrás de otras potencias emergentes, como China, India, Rusia y Sudáfrica.
El informe, escrito por los economistas Otaviano Canuto, Matheus Cavallari y José Guilherme Reis, dice que las exportaciones totales de Brasil se han más que duplicado en los últimos años, en gran parte gracias al aumento de los precios mundiales de las materias primas. Sin embargo, siguen estando muy por debajo de las de otras potencias emergentes.
Mientras que las exportaciones brasileñas aumentaron 262 por ciento durante la última década, el crecimiento promedio de las exportaciones de otras potencias emergentes como Rusia, India, China y Sudáfrica fue del 439 por ciento, dice el estudio.
La integración comercial de Brasil con otros países “está entre las más bajas del mundo”, y no hay “ningún signo reciente de progreso”, indica.
Aunque Brasil es por lejos el líder latinoamericano en exportaciones de alta tecnología -sus aviones Embraer, por ejemplo, están entre las aeronaves más vendidas del mundo-, “hay una clara reducción en la proporción de exportaciones de alta tecnología en los últimos años”, revela el informe.
Las exportaciones de alta tecnología de Brasil disminuyeron del 10.4 por ciento del total del país en el 2000 al 5 por ciento en el 2010. Inversamente, la proporción de exportaciones de materias primas de Brasil aumentó del 46 por ciento al 63 por ciento de las exportaciones totales en el mismo período, consigna el estudio.
En otras palabras, Brasil se ha vuelto demasiado dependiente de las exportaciones de alimentos, y demasiado dependiente de China.
Durante la década pasada, las exportaciones de alta tecnología de Brasil crecieron en un “modesto” 36 por ciento, mientras que las de China e India aumentaron en un 873 por ciento y un 389 por ciento respectivamente, señala el informe.
Entre las razones del mediocre crecimiento de las exportaciones brasileñas se cuentan una moneda sobrevaluada que encarece los costos laborales, la baja productividad, los altos costos logísticos y la burocracia gubernamental, explica el informe.
“El gobierno brasileño es muy consciente de estos problemas”, me dijo en una entrevista telefónica Canuto, principal autor del estudio. “Pero debe implementar rápido sus planes, porque los factores de crecimiento que funcionaron bien para el país en los últimos años se han agotado. Los precios mundiales de las materias primas no seguirán aumentando como en los últimos 10 anos”, agregó.
Otros economistas ven un cuadro más optimista, acentuando que la economía brasileña probablemente se recuperará y crecerá un 3.5 por ciento este año, y que el gobierno de Rousseff planea nuevas licitaciones de infraestructura para el sector privado, que sugieren un alejamiento de las políticas estatistas. Además, Brasil está tomando medidas drásticas para combatir la corrupción y mejorar los estándares educativos. Recientemente, Rousseff lanzó un plan para enviar a 100,000 graduados universitarios brasileños a hacer maestrías y doctorados en universidades estadounidenses y europeas.
Mi opinión: Soy un gran admirador de la campaña anticorrupción de Rousseff, de sus planes para mejorar la educación, y de sus programas sociales para combatir la pobreza. En casi todos los frentes -menos en la política exterior, en que el gobierno tiene relaciones demasiado amistosas con algunas de las peores dictaduras del mundo-, Brasil es un modelo para sus vecinos.
Pero Brasil tiene que salir de su aislamiento económico. En un momento en el que el mundo parece encaminarse hacia enormes mega-bloques comerciales -tal como el acuerdo de libre comercio que están negociando Estados Unidos y la Unión Europea, que representaría el 47 por ciento de la economía mundial-, Brasil no puede permitirse no tener acuerdos de libre comercio con Estados Unidos, ni con la Unión Europea, ni con cualquier otro bloque importante de libre comercio extra-regional.
Brasil tampoco puede seguir basando su crecimiento en el consumo interno, ni en el constante aumento del precio de las materias primas. Para crecer como las otras potencias emergentes mundiales y beneficiar con su crecimiento a toda Sudamérica, tiene que dejar de ser un gigante mirándose el ombligo.

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