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sexta-feira, 22 de fevereiro de 2013

HABLANDO DE MODA...

En el mundo de la moda no eres nadie si no dices tres anglicismos por minuto
21/02/2013
Cada vez que hay una nueva edición de Madrid Fashion Week, o de su equivalente en Barcelona, se pone de manifiesto que en el mundo de la moda no eres nadie si no sueltas tres anglicismos por minuto. ¿Pose?, ¿pertenencia a grupo?, ¿complejo de inferioridad?, ¿papanatismo? Un poco de todo eso hay.

Conviene saber inglés, o al menos chapurrearlo, si se va a asistir a los fashion shows o desfiles de la antigua Pasarela Cibeles, que cambió su nombre hace unos años para darle mayor carácter internacional y unificarlo con las fashion weeks de otros países.
Si hace décadas era el idioma francés el que exportaba términos relacionados con la moda (glamour, prêt-à-porter, atelier…), desde hace tiempo ha ido ganando terreno el inglés, como ha sucedido en tantos campos. La pena es que el español, una lengua que hablan más de 400 millones de personas en el mundo, posee palabras de sobra para evitar esa invasión de extranjerismos.
«Hay cierto papanatismo en creer que, utilizando términos extranjeros, esto le da mayor seriedad al encuentro o mayor carácter internacional», le dice a Efe Salvador Gutiérrez, filólogo y académico de la Lengua. «Yo lo veo como una especie de complejo de inferioridad», asegura la escritora, y también académica, Soledad Puértolas.
Y es que, al parecer, se ve mejor el desfile del diseñador de turno si te han sentado en elfront row que en la primera fila, y es más trendy saludarlo luego en el kissing room que en la sala de encuentros.
Y no todo el mundo tiene acceso al backstage o camerinos para ver el ajetreo que se traen las esculturales top models, superando un fitting (prueba previa al desfile) tras otro.
Esas supermodelos, como recomiendan la Real Academia Española y la Fundación del Español Urgente (Fundéu BBVA) que se llame a las top models, comenzaron sus carreras mostrando un buen book o álbum lleno de las mejores fotografías que les habían hecho, y todas ellas cuentan con un booker, que en español es la persona encargada de asesorarles.
Y por supuesto, superaron en su día un casting, anglicismo definitivamente incorporado a nuestro vocabulario, aunque conviene escribirlo en cursiva. En esas sesiones las modelos suelen entregar su composite, que en la lengua de Cervantes equivale a una tarjeta de visita con fotos y datos como la altura, las medidas corporales y el color de ojos.
De las top models tomarán idea los aficionados a la moda para llevar esa prenda must-have o imprescindible. Y ellas se convierten también con frecuencia en las it girls o chicas de moda, al igual que entre sus compañeros masculinos de profesión hay muchos it boys.
La nueva revista Grazia, que irrumpe con fuerza en el mercado español, saca en la portada de su primer número a Cara Delevingne, una it girl. Otra prueba más de cómo esta expresión se ha extendido.
En el press book o dossier de prensa que se facilita en estas pasarelas internacionales, se incluyen también muchos extranjerismos, y se prefiere hablar de animal print, y no del estampado de cebra o leopardo de toda la vida; de escote halter, ese que deja los hombros al descubierto y que se abrocha en la parte trasera del cuello, y de estilos urban,casual, sport wear o minimal.
Salvador Gutiérrez atribuye la profusión de anglicismos en los desfiles de moda a un afán de «demostrar que están al día y que pertenecen a un grupo más competitivo, más internacional».
«Pero se pasan tres pueblos de la raya, porque no se utiliza el castellano ni siquiera en cosas elementales como puedan ser la misma situación de los espectadores, el descanso para tomar un café o el resumen de prensa», asegura.
«Creo que hay cierto papanatismo en todo esto, cierto descuido del español. No costaría nada emplear términos castellanos en determinadas ocasiones», señala Gutiérrez, coordinador de la nueva Ortografía de la lengua española.
Soledad Puértolas ve «un cierto complejo de inferioridad» detrás de esta invasión de extranjerismos: «Si tenemos un idioma que lo hablan millones de personas y tan rico como el español, ¿por qué hay que importar esos términos?», se pregunta la autora de novelas como El bandido doblemente armado o Mi amor en vano.
«Creo que es también una cuestión de marketing‘ y de que se ha impuesto en la moda una dependencia con respecto a otras pasarelas más importantes», añade esta destacada novelista.
Aficionada a la moda, aunque no asista a los desfiles, Puértolas considera que hay, además, algo de «espejismo» en esos usos lingüísticos. Como si quisieran «hacer ver que esto es otra cosa, que esto es París o Nueva York».
«Pero esto es Madrid y está muy bien que lo sea. No pasa nada por hablar en español», subraya.
En definitiva, responde a «una inseguridad y a un rechazo de lo que eres». «Hay una falta de orgullo cultural», asegura la escritora.
Tanto Gutiérrez como Puértolas —al igual que hacen la RAE y la Fundéu— recomiendan evitar esos extranjerismos y no «despreciar» las numerosas voces españolas que hay para decir los mismos conceptos.
«Deberíamos velar más por el cuidado de nuestra lengua, que es internacional, riquísima, y que no desmerece nada con el inglés en ningún aspecto», concluye Salvador Gutiérrez.
Ana Mendoza (Efe)

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