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quinta-feira, 9 de maio de 2013

Laura Restrepo


“La identidad se da en el idioma”
“Hot sur” es la nueva novela que la escritora colombiana presentó en la Feria. Antes pasó por el stand de Ñ, donde habló del sueño americano fallido y la libertad de fronteras.

POR IVANNA SOTO


RESTREPO. "Ojalá la fraternidad, el idioma y nuestra historia común hagan posible la unión Latinoamericana"

En Hot Sur está María Paz, una colombiana que va a parar a Estados Unidos. Ahí se casa con un policía norteamericano -blanco, rubio- con la idea de que con él va a tocar el cielo con las manos y va a poder arreglar ese problema de papeles que tiene todo inmigrante en ese país.

Pero las cosas le salen distintas a lo planeado: su príncipe Cleve Rose resulta estar metido en tráfico de armas. Lo asesinan y a ella es a quien culpan de su muerte. Por eso va presa y en la cárcel se asocia al clan latino, que es la única manera que encuentra de sobrevivir ahí adentro. Hasta que le sacan el último rastro de identidad que le queda: su idioma.

Después del paneo por su Colombia natal en Delirio y luego la Argentina de la dictadura en Demasiados héroes, en Hot Sur Restrepo se desplaza a Estados Unidos, a esa “América” que persiste como sueño consagrado. “Estamos hablando de ficción y personajes con nombre propio e historias propias que hacen uso de su derecho de no sentirse restringidos por el territorio”, aclara la escritora en entrevista con Ñ digital. Así y todo, María Paz, Violeta o Bolivia, los personajes de su última novela, podrían ser todos aquellos seres que buscan su libertad en el peregrinaje hacia otras tierras por un futuro mejor.

-¿Ve alguna relación entre la idea del fin del sueño americano y la integración latinoamericana?
-Los personajes de Hot Sur echan a andar haciendo uso de su derecho de vivir donde la vida sea posible y donde se de. Estos personajes: Bolivia, María Paz, Violeta, llegan de distintas partes de América Latina persiguiendo lo que se ha pintado siempre como un sueño, y desde luego el sueño se les cae por la cabeza. Encuentran que está resquebrajado hace mucho o que siempre fue sueño o promesa, que en realidad no fue nada. Y sin embargo, ahí se las arreglan, porque es gente con toda la energía y la picaresca de sobrevivientes resueltos a salir adelante. Y si ahí no funciona, echar para otro lado. Eso es lo que reivindica la novela: la libertad de desplazamiento, que nadie te frene, que no haya racismos que marquen ciudadanos de primera y de tercera. El planeta es nómada, está en el camino y hay que dejarlo que circule.

-¿Y cómo penetra esta integración en la cabeza de los ciudadanos?
-La integración de América Latina, como sueño bolivarense desde luego, la Patria sin fronteras, sin murallas, sin Visas, la veo como algo extraordinario. Esperemos que realmente se cumpla y hagamos uso de esa fraternidad que nos une, de ese idioma común, de esa historia común. Es un privilegio poder llegar a cualquier lado como si fuera su propia casa. Eso tiene que hacerse extensivo a los gobiernos, a los pueblos, así tiene que ser. Ese es un sueño que vale la pena.

-¿Y en relación a esta idea, qué papel juega esta pugna idiomática que aparece en la cárcel en “Hot Sur”?
-Lo que pasa es que el lenguaje también es uno de los personajes de la novela. Si bien los personajes están desterrados, han perdido el territorio como punto de referencia, el lenguaje es el terreno común donde se encuentran. Y en la cárcel donde va a parar María Paz, las presas aguantan mucha humillación y mucha situación difícil, pero cuando realmente se produce el estallido en el pabellón de las latinas es cuando les prohíben hablar en español, porque es como privarlas de lo único que les queda. Les han quitado el nombre para ponerles un número, les han quitado la ropa para ponerles un uniforme, las encierran, les quitan el aire, les quitan el cielo, lo único que no podían quitarles era el idioma. Entonces, cuando lo prohíben, ellas dicen: “No más”. Y ahí se arma la revuelta. Están defendiendo su derecho a una identidad, que se da en el idioma.

-Otra de las fronteras que borra la novela es entre lo que se considera alta cultura y cultura popular, ¿no es así?
-Me parece que la cultura es un cajón, entonces la idea era meter ahí todo. Entonces aparece El hombre araña, pero también cito a teóricos complicados. Los personajes se mueven como lo hacen en la vida real, haciendo acopio de lo que les llega y haciendo ellos mismos su selección. Yo creo que los grandes mitos de nuestro tiempo vienen tanto de lo que se llama alta cultura como de lo que es cultura popular.

-Antes mencionaste el sueño bolivariano. ¿Cómo ves el futuro del chavismo sin Chávez?
-Es difícil pontificar sobre cómo van los países. A mí me ha interesado muchísimo toda esta transición del pueblo venezolano hacia mayores conquistas sociales, la orientación de la política hacia el bienestar de la mayoría y que no vaya todo centralizado a la riqueza de unos pocos. Hasta ahí te puedo decir. Vengo de allá, de hablar con los venezolanos, de oír su conflicto. Mejor a veces preguntar que andar uno diciendo cosas. Yo celebro enormemente que se plantee una política social y esperemos que con toda esta transición no se echen atrás esas medidas. Esperemos que se consolide una democracia que incluya el estado social de derecho como uno de sus pilares fundamentales.

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