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sábado, 15 de junho de 2013

LA LENGUA VIVA


El habla cultiparlante
Amando de Miguel


Cada día me fascina más el modo de hablar de las personas que peroran ante un micrófono o una cámara de televisión. No hace falta que sean políticos. Son igualmente ejemplares los tertulianos, los futbolistas o los que hacen declaraciones a troche y moche. No todo es finura. Hay también algunos errores de bulto, pero que, al decirlos con autoridad, se presentan como legítimos. Por ejemplo, es ya corriente decir "pago en especias" (en lugar de "en especie", es decir, no en dinero). Lo acabo de oír una vez más en una tertulia televisiva a cuatro voces. Acabará aceptándose.

Son muy corrientes los falsos latinajos, más que nada porque dan prestigio. El más socorrido es urbi et orbe (en lugar del correcto urbi et orbi). Las referencias son innúmeras. Más difícil de encontrar es lo que ha soltado otro tertuliano: "el status quo". Es como dicen los angloparlantes y por ese lado podría pasar, aunque lo correcto sería statu quo (= estado de cosas actual). Pero lo divertido es que el tertuliano en cuestión quiso decir con el latinajo algo así como una situación privilegiada.

Otro latinajo absurdo que acabo de oír a un intelectual de renombre: ab homo. Ignoro lo que significa. Seguramente quiso decir ad hominem (= se dice de un argumento dirigido contra la persona, no contra lo que dice), pero a lo mejor pensó que eso era muy vulgar.

Mi cuate Francisco Capitán me enseña que ya no se dice bedeles, ordenanzas o conserjes. El título correcto es oficialmente auxiliares de control. Por lo mismo, los jardineros de toda la vida ahora cobran más cuando se denominan "manipuladores de objetos fitosanitarios". En la jerga de los economistas los progresos son imparables. Todos los días aprendemos algo nuevo. Por ejemplo, los pronósticos de las magnitudes económicas son ahora prognosis, que queda más científico y arcano. Ya nos hemos enterado de que la consolidación fiscal no es más que la vulgar y consuetudinaria subida de los impuestos y tasas. Queda más elegante hablar de la "sostenibilidad de las pensiones" para indicar que van a bajar o no van a subir.

Me he referido muchas veces a la técnica de alargamiento de las palabras o de las frases con el fin de ganar tiempo o de impresionar al oyente. Por ejemplo, si un hombre público tiene que declarar algo, antes de enunciar el verbo lo hace preceder de esta muletilla: "Estoy en condiciones de afirmar que…". Es evidente que lo que sigue adquiere un halo de solemnidad, aunque solo sea una sinsorgada. El alargamiento de las palabras es muy fácil. Basta con rebuscar un sinónimo con más sílabas. Por ejemplo, después o luego quedan vulgares. Resulta más fino decir posteriormente.

Hablando de sinsorgadas (y perdón por el vasquismo), nada mejor que decir de alguien, para elogiarle, que "es amigo de sus amigos". Aunque parezca mentira, se dice muchas veces en serio.

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