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segunda-feira, 24 de junho de 2013

Miguel Sáenz:

«La traducción es tan antigua como la prostitución, pero peor pagada»
EFE

El traductor Miguel Sáenz Sagaeta ha asegurado hoy, en su discurso de ingreso en la Real Academia Española de la Lengua, que de la traducción se ha dicho que es, junto con la prostitución, «la profesión más antigua» del mundo, «aunque está peor pagada».
Tras hacer una semblanza del capitán general de la Marina Eliseo Álvarez-Arenas, su predecesor en el sillón «b» de la Academia, Sáenz (Larache, Marruecos, 1932), ha reconocido que es difícil «decir nada nuevo» sobre la traducción y que ha habido quien ha afirmado que traducción y prostitución son «una misma cosa», porque consisten en definitiva «en hacer por dinero lo que se debiera hacer por amor».
«Servidumbre y grandeza de la traducción» es el título dado por el nuevo académico a su discurso de ingreso, con «claras resonancias» de «Miseria y esplendor de la traducción» de José Ortega y Gasset, aunque ha admitido que le gusta más el suyo, al considerar que la traducción es «una manera de servir».
En un acto presidido por José Manuel Blecua, director de la RAE, y ante una sala llena de público, Sáenz ha reconocido que con su discurso espera demostrar la certeza de que «si los escritores hacen la literatura nacional, los traductores hacen la literatura universal».
Sáenz ha recordado la publicación en La Nación de Buenos Aires en 1937 del famoso ensayo de Ortega y Gasset Miseria y esplendor de la traducción, en el que -ha señalado- «habla más de la miseria que del esplendor», y ha puesto de manifiesto que, según el filósofo y ensayista, en el orden intelectual «no cabe faena más humilde» que la del traductor, a quien definía como «un personaje apocado».
El nuevo académico ha aludido a la emblemática Escuela de Traductores de Toledo y su labor a partir del siglo XII, pero también a Miguel de Cervantes, quien distinguía entre la traducción -sobre todo del griego y el latín- a la que consideraba «una noble ocupación del escritor», y la profesión de intérprete, quien hacía «su humilde oficio por dinero».
«Cervantes comparte plenamente las ideas de su época sobre la traducción», ha señalado Sáenz, traductor de escritores como Goethe, Kafka, Günter Grass, Peter Handke o Thomas Bernhard, quien ha puntualizado que en la época del autor de El Quijote casi todos los escritores, «bien o mal, traducían».
El nuevo ocupante del sillón «b» de la RAE ha aludido al «desprecio generalizado» que, según numerosos testimonios, había desde siempre hacia la labor de traducción.
Ha recordado que habrían de pasar siglos antes de que Goethe escribiera, «también en tono condescendiente pero con mayor justicia», que la traducción es «una de las ocupaciones más importantes y dignas del intercambio cultural».
Como funcionario de Naciones Unidas que fue, Sáenz ha asegurado que sus principios de «uniformidad terminológica, claridad sintáctica y concisión estilística» le siguen pareciendo «plenamente válidos para cualquier tipo de traducción».
Tras muchos años de estudio de teorías de la traducción, se ha mostrado convencido de que «posiblemente nunca tengamos una teoría de la traducción que valga para todo y para todos».
Entre las «servidumbres» de la traducción ha citado «la lucha» con editores «poco escrupulosos»; la reivindicación «de derechos inalienables»; la mención del nombre del traductor en la cubierta del libro o la fijación de unas tarifas mínimas por sus servicios.
En su alocución final, Sáenz ha hecho un llamamiento a los traductores de ambos lados del Atlántico «para que respeten a sus colegas, es decir, para que se respeten a sí mismos», y ha animado a la profesión a hacer «un acto de contrición» para no criticar una u otra traducción por su nacionalidad, pues ésta no es «la que determina su calidad»
«El traductor literario, hoy, sigue teniendo en todas partes un serio problema de identidad. No se siente reconocido», ha concluido, aunque ha advertido del riesgo de que el desarrollo de la tecnología propicie que, un día, también el autor original «sea un completo desconocido» y que no haya «escritores, sino textos».
En su discurso de contestación al nuevo académico, Luis Goytisolo ha señalado que su presencia en la RAE obedece a la coincidencia en su persona de dos facetas tan diversas como complementarias: su condición de general del Ejército del Aire y su oficio de traductor, por lo que se restablece en la Academia «la necesaria continuidad de la presencia de un representante de las Fuerzas Armadas».
Para Goytisolo, las traducciones de Miguel Sáenz son «una verdadera recreación de obras con frecuencia difíciles en las que consigue trasladar al lector español la misma emoción que despierta en el lector del texto original».

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