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quarta-feira, 21 de agosto de 2013

EL ESPAÑOL NEUTRO





Es común que los traductores de español, recibamos solicitudes de traducción donde se nos solicita el uso de un español neutro. Dando claras muestras de mi sagacidad, pregunto:


¿Y qué es un español neutro?
Bueno, averiguando, investigando, inquiriendo, indagando, encuentro en internet lo siguiente:

Hablar en neutro da la posibilidad de comunicar en el mundo de habla hispana sin identificar el origen del hablante. La locución en neutro abre las fronteras a las personas para trabajar en el mercado internacional. He aquí algunas de las características del neutro:
(Del Libro "El Español Neutro" de Alejandro Guevara), y continua:
El Español neutro es un modo de realizar el idioma Español, que se extiende sobre un enorme territorio con una comunidad de más de 400 millones de personas distribuidas en 21 países donde es idioma oficial y en el resto de los países del planeta donde numerosas comunidades y ciudadanos lo leen, lo escuchan o lo hablan.
Si usted no es entendido en lingüística, esta definición puede resultarle algo vaga, y si lo es, probablemente ponga varios reparos a algunas afirmaciones. El primer elemento que suele generar controversia es la calificación de "neutro", proveniente de la jerga de los medios audiovisuales. Yo estaría de acuerdo con calificarlo de "pan español" o de "lo del español que es común a los hispanohablantes", pero el uso de "neutro" ya se ha impuesto por la costumbre y nos ayuda a delimitarlo: "neutro" en lugar de definir a algo por lo que es, lo hace por lo que no es (en electrónica por ejemplo, neutro es lo que no es positivo ni negativo). Neutro sería entonces, el modo de hablar que no es de ningún lugar. Pero ¿qué clase de existencia es esa? ¿Habremos estado creando contenidos, traduciendo textos, doblando películas y brindando asistencia telefónica durante años, utilizando algo que no "es"?. Provocador ¿verdad?
Hagamos algo de "inteligencia": tenemos que a eso que aparentemente no "es" se le llama "español neutro". Primera pista: lo que sea, se considera a sí mismo español. Ahora sólo nos resta averiguar qué cosa sea "español" (no crea que es tan sencillo). Por lo pronto considere este dato: podemos encontrar la opción - español - entre los lenguajes opcionales para manuales de uso de dispositivos, películas en DVD o software, pero no todos los habitantes de España están de acuerdo con que haya una sola lengua española.
Segundo punto a estudiar: ¿qué clase de cosa "no es" eso que a sí mismo se considera neutro español? Si indagamos entre los objetivos que perseguían quienes iniciaron la búsqueda, encontraremos que intentaban un español común a todos los hispanos, pero que no fuese identificado como "local" de ninguna región. O sea: no mexicano, no venezolano, no castellano, no chileno. Y ¿qué es lo que queda cuando al español le quitamos lo que lo identifica con una región? Tal vez lo que le indicaríamos que aprendiese a una persona que nos pidiese saber lo necesario para comunicarse con cualquier hablante de español del globo. Sólo tenemos ahora que averiguar qué es el español y cómo será ese modo de realizarlo que no se asocie con ningún territorio pero que todos comprendan, para lo cual deberemos conocer algo sobre los modos locales o "dialectos" y sobre los matices o especificidades al usarlo en diferentes contextos como escritos u orales, y en diferentes géneros como las producciones de tv o cine, las mesas de atención telefónica, el habla espontánea, etc. Eso va a llevarnos el resto de este libro - seminario.
Más información en www.espaniolneutro.com

Pero, con mi curiosidad todavía no satisfecha, recurro a la Wikipedia. Ah…ella dice:

Español neutro

El español neutro es el modelo de lengua propio de ciertos medios de comunicación y entretenimiento (agencias internacionales de prensa, estudios de doblaje, productoras de telenovelas...) que operan en un área geolectal amplia y, que para ello, seleccionan y utilizan con preferencia aquellas formas léxico-semánticas y morfosintácticas más extendidas en todo ese territorio, así como modelos de dicción (estándares de pronunciación) elaborados, que buscan eliminar la identificación territorial. El español neutro es, como el español estándar, una modalidad elaborada a partir del diasistema del español. La diferencia es que en el neutro es una variedad deslocalizada, mientras que el estándar normativo presenta elementos geográficamente bien localizables.
Debido a que algunos son conscientes de que un español neutral para todos los hispanohablantes es imposible, se han establecido tres españoles estandarizados, en algunas traducciones y, más recientemente, en doblajes, por algunas compañías del sector: el ibérico (o europeo), para España; el rioplatense para Argentina, Paraguay y Uruguay; el mexicano para México, Estados Unidos, Canadá, América Central y el resto de los países de Hispanoamérica. El español ibérico estándar no es considerado como norma en América Latina, pues es en el que más se acentúan las diferencias entre los otros dos estándares.
Por ello, un español entendible por todos los hispanoparlantes se suele restringir al habla culta, pues usando lenguaje cotidiano o vulgar puede llevar a muchas confusiones, incluso, una misma palabra significar dos cosas completamente distintas según el país.

Bueno, ahora estoy más confuso…Continuemos buscando.

En un reciente artículo publicado por Graciela Melgarejo en La Nación de Buenos Aires dice:

[…] Es curioso también que esto haya coincidido más o menos en el tiempo con otro hecho, más parroquial: en una columna pasada, "Tiempo de inauguraciones y encuentros especiales", del 8/7, el presidente de la Academia Argentina de Letras, José Luis Moure, se había referido a "la diferencia entre el empleo del lenguaje en sus registros cotidianos y su forma estándar, la elaborada como lengua de cultura". Algunos comentaristas habían confundido "lenguaje estándar" con el "castellano neutro", y otros comentaristas habían recordado oportunamente varios artículos de la profesora Lucila Castro para aclarar el tema. Uno en particular, publicado en la sección Opinión de este diario el 19/11/2004, que se llama "Nadie puede ser neutral".
El artículo está, por supuesto, lleno de conceptos brillantes, de manera que se aconseja fervorosamente su lectura (en http://bit.ly/156Gcgv ). En tanto eso ocurra, he aquí algunos fragmentos: "los hispanohablantes siempre celebramos la unidad en la diversidad. Así era antes, cuando no estaba de moda la comunicación y tal vez por eso no nos diéramos cuenta de todo lo que nos separaba. Por eso ahora hemos emprendido la búsqueda del vellocino de oro del español internacional (?) Llegaríamos así al famoso español neutro que algún avispado empresario del doblaje nos quiso hacer creer que existía, al castellano neutro (un oxímoron) de la ley de doblaje argentina"; "un aspirante a “hispanoneutroescribiente” poco avisado seguramente evitaría la palabra pibe , pero difícilmente se le ocurriría que manejar , en la acepción de conducir un vehículo, es un americanismo. Y emplearía tranquilamente ese verbo en una traducción al español neutro. Pero poco importaría, porque de todos modos lo entenderían y, de paso, los españoles enriquecerían su vocabulario". La profesora Castro concluye así su lección: "Es preferible una buena traducción al madrileño o al porteño o al guatemalteco, con toda su carga de intencionalidad y connotación, a esos engendros supuestamente neutros que no son ni chicha ni limonada".

También Leticia El Halli Obeid en La normalidad de Frankenstein: El español neutro y el doblaje, nos cuenta:

Una vez iba en un taxi, conversando con el conductor, y él me preguntó: “¿Y usted de qué trabaja?”. Y yo le contesté: “Pues, hago doblaje de películas”. Pasó un rato, el hombre se quedó pensando, y entonces me dijo: “Pero ¿es que ya no las enrollan?”. Jorge Tata Arvizu.
[…] Sin embargo, lo que sí existen son numerosos estudios sobre el llamado español neutro y en el camino me fui encontrando con interrogantes cada vez más profundos acerca de la lengua y los problemas más sofisticados en relación a la traducción.
El llamado español neutro no es ni más ni menos que un intento de generar una lengua que disminuya las diferencias entre estos bloques, una especie de mínimo factor común, construido con base en estudios pero también de decisiones intuitivas, sondeos de marketing, y el más puro método de prueba y error. No debe ser confundido con el español estándar, que es una lengua modelo creada por la Real Academia Española y la Asociación de Academias Españolas a la manera de una koiné. El español neutro, en cambio, va siendo reconfigurado permanentemente por los medios de comunicación y la industria del entretenimiento.
A la pregunta de si existe el español neutro, entonces, se puede responder que sí, pero hay que hacer la salvedad de que es una lengua que todo hispanoparlante comprende pero que ninguno habla. Existe para ser oído sobre todo (es para espectadores y oyentes, justamente), y su mentada neutralidad esconde grandes batallas económicas, territoriales e identitarias, pero también intercambio, aprendizaje y modificación recíprocos, por supuesto.
Uno de los ejemplos más interesantes de la complejidad de esta problemática es justamente la historia del doblaje mexicano, que llegó a ser una industria monopólica de excepcional calidad, aunque actualmente su hegemonía se vea disputada por otros focos de producción en Latinoamérica como Venezuela, Colombia y Río de la Plata.
En el caso de México, la vecindad con el principal país productor de cine le significó la oportunidad de crear una tradición propia que fue ganando fuerza y llegó a su plenitud en la década de los ochenta, hasta que Televisa compró todos los estudios particulares y absorbió a toda posible competencia, abaratando costos y negociando los precios directamente con los estudios como Paramount, Warner, Universal. Como sea, México se convirtió en el puente entre la producción de cine y televisión made in USA y la América hispanoparlante, con tanta preeminencia que el español mexicano se fue volviendo la norma en todo el continente y nos fuimos acostumbrando al acento y al diccionario mexicanos no sólo gracias a las telenovelas y a El Chavo del 8, que tuvieron una popularidad inmensa, sino también al doblaje en el cine y las series norteamericanas que se transmitían por televisión abierta, antes de la aparición arrasadora de los cables privados con su modalidad de subtitulado (este último tiene su foco de producción principal en Miami).
La exportación desde México llegó a unificar, en el lenguaje, a las producciones vernáculas con las extranjeras y así, para los espectadores de otros países de América, El Chavo, las novelas con Verónica Castro, los dibujos animados, Brigada A, La Abeja Maya o Dinastía sonaban similares. De ahí que una lengua particular se fue volviendo la norma, es decir: se hizo neutral a los oídos entrenados de unos oyentes que hablaban un español con diversos grados de distancia gramatical, fonética y léxica. Esto señala el carácter relativo y construido de esa supuesta neutralidad, sobre todo si tenemos en cuenta que muchas veces ese idioma había incorporado palabras que eran extrañas incluso para el habla mexicana y de esta manera las ponía en el caudal de circulación común que hacía que los demás países identificaran a estos vocablos como mexicanos sin haberlo sido originalmente.
Un caso curioso fue el de Candy Candy, un manga japonés producido entre 1975 y 1979, y luego convertido en animé. Fue doblado, a diferencia de todas las demás series, en Argentina. Candy Candy fue un éxito en México y muchos adultos que eran niños a principios de los ochenta la recuerdan por el acento de sus protagonistas; curiosamente, el lugar donde menos se le conoció fue Argentina.
En ciertos periodos políticos, el doblaje sirvió incluso para esconder la censura de contenidos y aún hoy, si se comparan los doblajes españoles con los latinos, se puede notar una mayor tendencia a suprimir “malas palabras” o “tacos” en las versiones latinoamericanas. Esta comparación también puede ser hecha entre el doblaje y el subtitulado, siendo este último mucho más escueto por limitaciones espaciales, pero también menos cuidadoso de las formas y, por ende, menos censurado. Una anécdota muy graciosa en relación a esto ha sido relatada por Rubén Arvizu en su libro ¿De quién es la voz que escuchas?,* una historia del doblaje. Resulta ser que en un momento de la década de los setenta el gobierno mexicano no dejaba mencionar la palabra “droga” en TV, así que puestos a doblar una serie policial los traductores tuvieron que modificar la naturaleza de un cargamento y en vez de cocaína dijeron llevar diamantes. Refiriéndose a ese episodio, Pedro Colmenero cuenta en una entrevista que el problema se dio cuando una imagen mostró una montaña blanca; la salida que encontraron para este atolladero argumental fue agregar una línea de diálogo totalmente desopilante que decía: “¡Híjole, se hicieron polvo los diamantes!”.
Cuando se piensa en el intenso proceso de colonización que la cultura estadounidense ha ido llevando a cabo en el mundo por medio de sus producciones de cine y televisión, se suele pasar por alto que en el procedimiento de traducción siempre ocurren algunos desvíos del sentido original, recreaciones y modificaciones de esos contenidos que se pretenden unívocos. Si bien para porciones grandes del público el subtitulado es preferido porque supone una menor pérdida del contexto cultural, así como de la calidad actoral en las voces originales, el doblaje mexicano tiene hermosos ejemplos de un sutil trabajo de subversión del mensaje, una sofisticación alcanzada gracias al creativo trabajo de adaptación de sus traductores y sus actores de voz que llegaron a darle un valor agregado a ciertas obras […]
La escuela de doblaje mexicano fue un ejemplo sobresaliente de talento, ingenio y humor, y lo fue porque estuvo más abocada a lograr ese brillo particular que conserva la supuesta neutralidad. Su esplendor se fue perdiendo, en la opinión de sus mismos protagonistas, a medida que el trabajo se industrializó. Hoy el actor de doblaje es apenas un eslabón en una larga cadena de producción, que tiene que hacer su trabajo a una velocidad increíble, muchas veces sin ver el material terminado y en algunos casos —para evitar la piratería— se trabaja sobre imágenes parciales, literalmente cubiertas, donde sólo se ve la boca del protagonista.
En ese sentido su historia muestra que en la lengua se juegan todas las tensiones propias de la globalización: los embates de lo grande contra lo pequeño, las estrategias para sortear barreras culturales, la aparición de nuevos códigos de comunicación nacidos a la velocidad de los medios electrónicos, las resistencias más o menos explícitas a diversas formas de imperialismo, así como la colaboración, el mestizaje, las contaminaciones y cambios de forma que van afectando, irreversiblemente, el contenido.
En definitiva, lo neutro es aquello que no podemos distinguir porque nos resulta demasiado familiar. Es por lo tanto un truco perceptual, y si prestamos atención a ese artificio podremos descubrir de qué manera nos relacionamos con la otredad y cómo es posible familiarizarse con lo desconocido. Basta con volver a oír a los personajes de las series que veíamos por televisión o en el cine, cuando niños, para experimentar una serie de emociones aún intactas y vivas, como si el tiempo no pasara. A los oídos de varias generaciones de latinoamericanos, con todas las diferencias que pueda haber, el español del doblaje mexicano tiene el dulce sonido de un canto de infancia […]
Leticia El Halli Obeid. Artista visual.

Fundéu, publica en su sitio el artículo de Alberto Gomez Font

Español neutro o internacional

Los nuevos medios están cada vez más adaptados a la dinámica de la globalización, son cada vez menos locales y más internacionales, y eso hace que se sienta necesario un español internacional. En muchas ocasiones es complicado o incluso imposible encontrar una palabra que entiendan todos los hispanohablantes; pero de lo que se trata en realidad es de hallar una expresión que permita comunicar con todos de una sola vez.
La velocidad que proporciona la red hace que cualquier término se difunda como nunca antes lo había hecho, nos comunicamos sin importar distancias ni fronteras políticas. Podemos entablar conversaciones con otro hispanohablante al otro lado del océano, o bien leer una noticia de un medio de otro país a un solo clic de distancia. El español ocupa el tercer lugar de la lista de las lenguas más usadas en la red, ahora bien, no todos empleamos el mismo español.
Al hablar sobre la modalidad del español que no es propia de ningún país en concreto y que puede funcionar bien en todo el ámbito hispánico se utilizan distintas denominaciones: los traductores hablan del «español neutro», pues sus clientes les piden que traduzcan algunos textos, sobre todo comerciales, a ese tipo de lengua. También se llama neutro al español hablado sin acento de ningún sitio en particular.
En tiempos en los que se habla de la globalización, también se menciona, cómo no, el «español global», es decir, aquel que se mueve como pez en el agua por todo el mundo. Lo contrario del «español local» o de un país o región determinados, es el «español general». El «español estándar» es, como su nombre indica, el ajeno a los localismos y a las características propias de una u otra zona dialectales.
Y, finalmente, el «español internacional» es el que no es nacional ni local y puede usarse en la comunicación con hablantes de cualquier país hispano sin riesgo de que se produzcan fallos en la transmisión y la recepción del mensaje. Son, pues, distintos nombres para una misma realidad, si bien los dos más usados son neutro e internacional.
Esa realidad se caracteriza en la lengua escrita por el uso de un léxico común, completamente comprensible por todos los hablantes, y en la lengua hablada se distingue porque no tiene la entonación, la música o el acento de ningún sitio en particular.
El español neutro tiene un claro fundamento comercial: es mucho más barato hacer una sola traducción al español. Además del audiovisual, los programas o máquinas y sus respectivos manuales de instrucciones, el uso de una única versión reduce los costos que conlleva la creación de textos o doblajes complementarios, publicitarios, promocionales, documentación de ayuda, material de formación, etcétera.
El uso del español neutro tiene muchas más ventajas, según Xosé Castro: «[…] este es el momento adecuado; las comunicaciones se modernizan y agilizan. Además, los principales motivos que, como lingüistas hispanohablantes, deben motivarnos para utilizar el español neutro son: lograr una progresiva unificación de neologismos en todos nuestros países; hacer que nuestro idioma sea competitivo y asequible para un mayor número de fabricantes; ampliar el mercado de la traducción y evitar la disgregación de nuestra terminología, lo que solo puede traernos perjuicios a largo plazo como comunidad.»
Lucía Rodríguez Corral plantea la existencia de «una variedad de español válida para todos los países de habla hispana, distinta a la variedad local y común para todos los hispanohablantes». También hace referencia a los medios de comunicación: «Los medios (sobre todo la televisión y el cine) ayudan a difundir una misma lengua en todos los lugares a los que llegan. […] en los medios de comunicación tiende a usarse un español exento de regionalismos, en ocasiones de manera consciente. […] El español que se difunde en los medios es homogéneo internacionalmente, y esto unido a la gran influencia que estos tienen sobre la población, ayuda a unificar el español en el mundo. […] hablar un español estándar no es algo abstracto, como en principio pueda parecer, sino que tiene aplicaciones prácticas, incluso comerciales.»

Finalmente el Instituto Cervantes publica un interesante artículo de Lila Petrella de la Universidad de Buenos Aires.

Caracterización del español neutro

El fin principal del español neutro, cuya ley fue sancionada en mayo de 1986 en Argentina, es comercial. Se procura que el producto sea exportable a la mayor cantidad de sectores del mercado y por eso se busca una lengua que prescinda de las peculiaridades nacionales. Para la elaboración de la ley así como para su cumplimiento, no se consultó a ningún especialista en temas lingüísticos.
La ley presupone la existencia de un español neutro y de un proyecto unificado acerca del mismo. El artículo 1º, (único dedicado a la consideración del concepto) dice:
«El doblaje deberá ser realizado en idioma castellano neutro, según su uso corriente en nuestro país, pero comprensible para todo el público de la América hispanohablante».
Una reglamentación dos años posterior amplía así:
«Se entenderá por idioma castellano neutro al hablar puro, fonética, sintáctica y semánticamente, conocido y aceptado por todo el público hispanohablante, libre de modismos y expresiones idiomáticas de sectores».
La lectura de la ley suscita no pocas preguntas: ¿Qué se entiende por modismos?, ¿qué es el hablar puro? Si se evitan las expresiones de sectores, ¿a qué sectores y a qué expresiones se alude?, ¿por qué idiomáticas?
La ley se aplicó en nuestro país a doblajes y subtítulos, dos medios eficaces para enfrentar la incomprensibilidad. El doblaje es un procedimiento magnético que consiste en sustituir la banda que registra la voz en la película original por una grabada en otro idioma. El subtitulado, a su vez, requiere una impresión de los subtítulos en un negativo nuevo que posteriormente se superpone a la película original.[1]
Los traductores cuentan con tres días máximo —a veces menos— para realizar ambos procedimientos.
La mayoría de las veces deben traducir directamente del audio original, sin guion, porque eso incrementaría el costo de la película que compra el distribuidor, con las consiguientes dificultades y problemas de interpretación. Se supone que los traductores deben entonces contar con un bagaje cultural suficiente para poder entender nombres propios, títulos, vocabulario técnico, literario, etc.
El subtitulado requiere que el espectador mire la imagen y lea de forma casi simultánea. Cada cuadro dura dos o tres segundos y puede tener dos líneas. Cada línea un máximo de 32 caracteres para el cine y 25 para vídeo. Como es evidente que resulta imposible entonces respetar los tiempos reales de los diálogos, las frases se sintetizan, se acomodan y se ajustan sacrificando muchas veces el contenido de diálogos enteros.
El doblaje no tiene este problema, salvo el que surge de hacer corresponder tan ajustadamente como sea posible las palabras del actor con las del doblajista, y esto trae dificultades, según de qué idioma se trate, ya que, por ejemplo, el inglés es una lengua de emisión más breve que el español, por lo cual el doblaje toma más tiempo que el texto original; esto lleva a mutilarlo o a transformar el español del doblaje en una lengua artificialmente más reducida. Muchas veces se ejerce censura, o no se respetan las ironías, los chistes, los juegos de palabras, y eso pasa inadvertido para el espectador de la película original. [2]
Descripción del español neutro
Rasgos morfosintácticos
— Uso de tú de segunda persona singular con sus correspondientes formas verbales.
— Ausencia de vosotros y sus formas verbales para la segunda persona plural.
— Pretérito perfecto compuesto indicativo privilegiado en usos en los que la variedad rioplatense emplea en contraste el pretérito perfecto simple.
— Futuro imperfecto indicativo (morfológico) a veces como única forma de futuro, otras acompañando al perifrástico.
— Uso del condicional en oraciones independientes para expresar deseo y probabilidad. Ejemplo: Deberías estar acá.
— Frecuente aparición de oraciones en voz pasiva.
— Uso reiterado de perífrasis verbales (como traducción literal del inglés) de: deber / poder + infinitivo.
— Poco uso de otras perífrasis verbales (progresivas, por ejemplo). Ejemplo: En lugar de un conveniente Estás viendo las cosas, Ves las cosas.
— Traducción literal del inglés go home por a casa, sin aparición del posesivo aún cuando lo requiera.
— Vasta presencia del proverbio hacer. Ejemplo: Sí, lo hice.
— Empleo como verbos no pronominales de algunos que sí lo son en algunos dialectos, por ejemplo el argentino. Ejemplo: Ríe por todo.
— Escaso uso de tiempos compuestos.
— Escasa presencia de conectores extra oracionales.
— Uso del alomorfo de diminutivo -ito, aunque con mucha frecuencia aparece -illo.
— Las oraciones poseen estructuras sintácticas simples y esto determina una menor presencia de elementos coordinantes interiores y encabezadores proposicionales.
— Imperfecto de Subjuntivo con valor de pretérito perfecto simple o pluscuamperfecto Indicativo. Ejemplo: No creo que falleciera.
— Traducción de sujeto no enfático. Ejemplo: ¿Piensa usted eso? Pase usted.
— Orden de oraciones imperativas e interrogativas: verbo + sujeto + objeto (Pase usted o ¿Trajo usted esto?).
— Leísmo a veces (No le he visto).
— Loísmo a veces (Pensé en robarlo ).
— Falta de concordancia nominal y verbal, y conjugación del verbo haber en construcción impersonal (Hubieron problemas).
En el subtitulado los rasgos son básicamente los mismos. La necesidad de concisión lleva a un énfasis mayor en la ausencia de tiempos compuestos, frases verbales, conectores, simplicidad en las oraciones. Existen muchas incorrecciones gramaticales (más que en los doblajes) y también ortográficas.
Rasgos léxicos
Es posible constituir un diccionario con el léxico frecuente en el español neutro cuya nota más saliente es acaso el carácter reducido de su vocabulario.
En este plano la norma predominante es la culta madrileña:
Por ejemplo: periódico (diario), recordar (acordarse de ), empacar (hacer la valija), maleta (valija), piscina (pileta), nevera (heladera), gafas (anteojos), enfadarse (enojarse), patata (papa), grifo (canilla), fregadero (pileta de la cocina), lavabo (lavatorio), sortija (anillo), cartera (billetera), darse prisa / apresurarse (apurarse), reportero (periodista), escaparate (vidriera), astuto (vivo), gasolina (nafta),cómo no (por supuesto), qué va (negación).
Pero a veces encontramos una norma culta hispanoamericana, sobre todo mexicana: bistec (mexicana), junto a filete (madrileña) y no bife (argentina); aguacate (palta), cacahuete (maní), cajuela (baúl), coyote (zorro); venezolana: plagio junto a secuestro; apartamento (piso en España), departamento (en México y Argentina); balacera (tiroteo).
Desde el punto de vista de los préstamos hay cierta presencia de calcos en los doblajes extranjeros: perros calientes (hotdogs), pluma (fountain pen), ejecutivo (executive), rascacielos (skycraepers), platillos voladores (flying saucers), estación de servicio (service station), concreto (concret ‘hormigón armado’), aparcar / aparcamiento (park / parking). En los argentinos, no todos estos aparecen.
En cuanto a los crudos, en los doblajes no argentinos hay muy pocos: jersey, jeep, chofer, ticket.
Y en los argentinos, casi ninguno.
En los subtitulados el respeto por un léxico standard es sólo un 20 por ciento menor. Por ejemplo, puede no encontrarse nevera, grifo, fregadero, etc., y en su lugar el término que se manifiesta responde a la norma culta argentina, y hay una mayor amplitud de vocabulario.
Los traductores procuran obviar los regionalismos, pero algunos aparecen reiteradamente y no dan razón del por qué la película original.
Tampoco hay una posición clara sobre los préstamos. Parece responderse a la convención tácita de que no deben incluirse pero aparecen algunos sin criterio.
En los doblajes se evitan las malas palabras. En su lugar es de rigor el empleo de insultos bastante eufemísticos que responden a normas lingüísticas hispanoamericanas no argentinas: bastardo, maldito, perra, etc. Y aparecen también expresiones interjectivas ajenas a la norma culta argentina como: rayos, demonios, diablos, por todos los cielos, etc.
Por el contrario, en los subtítulos se usan malas palabras pero en número muy limitado y de modo contradictorio, sin que resulte posible establecer los parámetros que determinan su inclusión o su ausencia.
En los doblajes se usan vocativos extraños a veces a nuestra norma: amigo, cariño, cielo, encanto. En los subtítulos se los emplea sólo con valor enfático.
Rasgos semánticos
Uno de los rasgos más destacados del español neutro es la neutralización del campo semántico, ya que cada término tiene un significado conceptual (sentido) pero no significados asociativos [3], [4] y [5], que nos den información pragmática acerca de la situación social, temporal, regional del hablante, así como del registro lingüístico empleado. El léxico es atemporal, perteneciente a un registro formal, y responde a una norma culta de distintas procedencias.
Tampoco encontramos el significado temático de G. Leech por el cual se pueden enfatizar o enfocar distintos aspectos de una oración según el orden de los términos o construcciones, el orden es más bien fijo y no responde a intenciones lingüísticas sino a la rapidez del trabajo y a la influencia de la traducción.
Por otro lado, citando a Halliday «al producirse conmutaciones dialectales (regionales o sociales), éstas simbolizan conmutaciones de registro». Y como en el caso del español neutro las variaciones de dialecto regional responden a normas lingüísticas cultas extrañas, pueden simbolizar un registro equivocado. Esto se ve claramente en expresiones como ¡diablos!, ¡demonios! y las que para la Argentina simbolizan un registro formal y culto, y corresponden en cambio a un insulto del inglés en el texto original.
Lo mismo ocurre en expresiones como: ¡Por todos los Cielos! que para la Argentina pertenece a un registro formal y a un cronolecto arcaico y, sin embargo, en el texto original es una expresión actual en un registro coloquial, casi familiar.
Diferencias entre doblajes argentinos e hispanoamericanos no argentinos
Los rasgos morfosintácticos establecidos para la Argentina son válidos para los demás países estudiados, pero hay que sumarles los siguientes:
— Uso frecuente de: qué tan + adjetivo / adverbio qué tanto / qué hay de + sustantivo
— Uso del diminutivo -illo / -a. Ejemplo: mantequilla, platillo.
— Preposición hasta con dos valores:
a) Ejemplo: Hasta después de 4 años me embarazo (Recién después...)
b) Ejemplo: Viene hasta mañana. (No viene...)
Éstos, según Lope Blancha película original, [6] son fenómenos típicos del dialecto mexicano.
— Uso de que (a la manera de est-ce que francés) que aparece antes del subordinante sí.
Ejemplo: Preguntó que si no podrías..., o encabezando una interrogativa parcial.
Ejemplo: ¿Que Haidy y tú no tienen amigos? Éstos también son fenómenos mexicanos. [7]
— Oler y lucir en impersonal y conjugado. Ejemplo: Luces bien. Huele mal.
— Tardar como verbo pronominal. Ejemplo: No te tardes.
El diccionario léxico postulado para el español «neutro» de la Argentina, es absolutamente aplicable a el de los otros países, pero pueden incluirse en él otros términos que no se usan en la Argentina: da / tener pena (vergüenza), botar (tirar), guapo (atractivo), jalar (tirar), quitarse (irse), banquete (fiesta), calcetas / calcetines (medias), excusado (baño), genio (carácter), voltear (darse vuelta), latoso (pesado), regadera (ducha), comportarse (portarse bien), coyote (zorro), etc.
Estos responden en su mayoría a la norma madrileña pero hay algunos de la hispanoamericana. Es interesante notar que en doblajes realizados en México podemos encontrar palabras de una norma mexicana que señala dialecto social.
Ejemplo: latoso. Lo mismo en los doblajes venezolanos, por ejemplo: lana (dinero), pelarse (huir).
El español neutro y la traducción
A partir de la encuesta realizada a los traductores y personas vinculadas con centros de doblajes estamos en condiciones de proponer algunas conclusiones:
1. Estos profesionales tienen poca conciencia y formación lingüísticas: hablan de términos como regionalismos, modismos, localismos sin precisar sus límites y los parámetros o no para incluirlos. Tampoco manifiestan una posición clara respecto del uso de los préstamos y las malas palabras, que dejan librados al «sentido común». No advierten el matiz expresivo que puede haber en las frases verbales o en el uso de tiempos compuestos.
2. En su desempeño manifiestan una desvalorización de la lengua en uso, ya eluden que todo lo que pueda ser considerado expresión de nuestro dialecto.
3. Introducen a veces inconscientemente, anglicismos influidos por el inglés.
4. Se debaten entre la búsqueda de una traducción literal que se entienda y una libre que no cambie el texto. Al pretender hacer una recreación [8] quedan librados a su bagaje cultural y su capacidad autoral.
5. No prestan atención a la significativa diferencia que separa una traducción comercial y una literaria.
6. Por eso no toman en cuenta lo que afirma el traductor inglés Tim París[9]: «se puede mantener la fidelidad a la intención del texto [...] y en algunas circunstancias, ser fiel a la intención del texto implica una mayor atención al registro y a otros elementos estilísticos que al sentido semántico exacto».
Estos conceptos son útiles para la traducción de textos comerciales porque la intención de éstos es clara. Esto sucede con las películas que son de mero entretenimiento (best sellers, por ejemplo), pero hay otras, el valor literario de cuyo guion es mayor y presentan más dificultades para el traductor. En ese caso, éste debe familiarizarse con los significantes de connotación que adopta el autor para destacar registro, foco, intenciones, información sobre los personajes y la situación. Siguiendo a Parks, cabe considerar que el principal motivo para apartarse del original debería ser que «el traductor no se siente satisfecho con los resultados en su propio idioma».

Conclusiones
El español neutro, como dijimos, fue creado con un propósito comercial, y para conseguirlo se procuró sistematizar un conjunto de rasgos lingüísticos en los distintos niveles. [10] y [11] Pero éstos no responden a una sola norma, sino a diferentes normas dialectales yuxtapuestas que no se atienen al uso, es decir, no contemplan la difusión de los fenómenos lingüísticos en áreas mayores con una norma panamericana subyacente. A estos problemas lingüísticos hay que sumarles los de las traducciones anteriormente mencionadas.
Por otro lado, si el español «neutro» se emplea en películas de ficción, nos encontramos con su aspecto más objetable: la neutralización de los planos semántico y pragmático. Pero es lícito notar que si en un doblaje o subtitulado se intenta marcar estas diferencias, se debe recurrir a diferentes expresiones dialectales (las diferencias de registro y las variedades sociales cambian de dialecto en dialecto). Entonces, su aspecto negativo resulta inmodificable.
Si, en cambio, el español «neutro» se emplea en películas, documentales o noticiarios. En tanto se cumpla con la búsqueda de la norma panamericana de uso más difundido, será útil a los fines de la comprensión deseada.
Pero si nos atenemos a analizar el interés por lograr la comprensión de los textos en la mayor cantidad de áreas posibles, podemos agregar que en el español neutro se pierde de vista la distinción entre el núcleo común productivo de dos o más dialectos, y el receptivo. Siguiendo a Hockett definimos el núcleo común como la intersección que abarca los rasgos compartidos por esos dialectos, pero el núcleo común puede ser productivo (cuando los rasgos son producidos por los hablantes de los dialectos en cuestión) o receptivo (cuando los rasgos pueden ser sólo comprendidos por los hablantes de los otros dialectos, pero no producidos).
Para lograr el tipo de comunicación que se pretende al exportar una película, no es necesario buscar rasgos presentes productivamente en áreas del español, sino sólo considerar rasgos pertenecientes al núcleo común receptivo de estas zonas, es decir, a los fenómenos lingüísticos que han ido nivelando las zonas hispanohablantes.
Por eso creemos que la participación de los lingüistas en la reacomodación del español «neutro» para hacerlo más real, menos contradictorio y menos neutralizado, es necesaria.


¿Está claro?...

Um comentário:

Anônimo disse...

vean el video sobre español neutro en youtube
http://youtu.be/rq8g4pcux4E

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