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segunda-feira, 21 de outubro de 2013

Chispitas de Lenguaje








Por Enrique R. Soriano Valencia en Periódico Correo - México


El párrafo

Algo que escapa muy comúnmente al redactor (aquel que escribe algún texto, por mínimo que sea) son las características modernas del párrafo. Este, gracias a la experiencia social acumulada, ofrece particularidades importantes que lo hacen más efectivo, preciso y perdurable. Anteriormente, su integración era muy arbitraria. Hoy, los autores modernos demuestran lo práctico que pueden ser, de cumplir con las particularidades: orden, precisión, brevedad y claridad.
De forma moderna, el párrafo no debe tratar más de una idea. Incluso cuando se enseña en las primarias el punto y aparte (señal de que ha finalizado el párrafo), los profesores indican que se cambia de idea. El párrafo, entonces, trata un solo asunto.

Mezclar más de un tema sería propiciar confusión o falta de claridad al exponer algo por escrito.
Igualmente, el orden es fundamental. Al iniciar por la idea principal es más fácil atrapar al lector. Ocultar el punto medular de un párrafo en el medio o al final, resta claridad. La palabra ‘redacción’ viene del latín redigiere, que derivó en ‘redirigir’ y ‘redactar’. Lo que implica que redacción es más un ejercicio de orden. Las habilidades para puntuar no sustituyen a la capacidad de ordenar (aunque las dos son muy importantes). La puntuación es una herramienta de la redacción; jamás debe confundirse con la redacción misma. Por ello, lo importante es la organización lógica de la información.
Hay varios modelos de construcción del párrafo. El más común es aquel que inicia por la idea más importante. Así, cada oración subsecuente sirve para apoyar lo que sostiene la inicial. Es decir, la primera oración jamás debe saturarse con datos. Por el contrario, debe ser breve, directa y contundente. Mientras más breve, más impactante al lector. El reforzamiento de esa oración inicial vendrá en las siguientes. Todas las oraciones subsecuentes, deben apoyar lo enunciado en la primera, con mayores datos, diferentes perspectivas o información complementaria.
Un ejemplo característico lo encontramos en El Principito de Antoine de Saint Exupéry: «Mi dibujo no era el de un sombrero. Representaba una serpiente boa digiriendo un elefante. Entonces dibujé el interior de la serpiente boa para que las personas mayores pudieran comprender. Las personas mayores siempre tienen necesidad de que se les explique. Mi dibujo número dos era así…». Observe, estimado lector, cómo inicia por una afirmación breve, directa y contundente. Las siguientes oraciones se encargan de ampliar, precisar, puntualizar o abundar lo que sostiene el enunciado inicial.
Note en el párrafo de El Principito la ausencia de comas. El estilo moderno enlaza las oraciones con el punto y seguido. Las comas deben usarse limitadamente (para enumeración, explicación, cambio de orden o vocativo). El párrafo debe contener cuando menos tres puntos y seguido, propone el índice de niebla Gunning, de comprensión de lectura. Pero, cuidado, el punto y coma (;) está más emparentado con la coma que con el punto y seguido. Por ello, jamás debe usarse como sustituto del punto.
En este texto, cada párrafo ha tratado un aspecto. Quizá no he tenido la maestría propia de los grandes redactores, pero –al menos– he seguido la línea por ellos definida.

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